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El romanticismo visionario de Fuseli y Blake

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La experiencia artística surgida de la interacción entre el consciente y el inconsciente más allá del análisis racional se refleja en el arte del siglo XIX de una forma continuada caracterizando la idiosincrasia del espíritu romántico europeo. Esta actitud ante la vida y el arte adopta en cada país y en cada uno de sus artistas tintes especiales. Si bien el romanticismo mediterráneo puede considerarse más racional y comedido, a pesar aun de la teatralidad de algunas obras, el romanticismo de los países del norte de Europa adopta un tono más arrebatado, a veces incluso excéntrico, que se aleja de la serenidad en pos de recónditos espacios de reflexión. Para comprender la personalidad romántica de algunos autores decimonónicos y la esencia del simbolismo de finales de siglo hay que destacar a dos autores ingleses cuya cronología artística inicia el mismo siglo XIX y cuya influencia será constante a lo largo de este período: Heinrich Füssli o Fuseli y  William Blake . Tita...

La pintura italiana en el siglo XVIII

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A lo largo de la historia, es cierto que Italia ha sido, durante mucho tiempo, el epicentro no sólo político sino artístico de Europa. Es más, podríamos afirmar que sobre todo había sido la encargada de marcar las pautas artísticas, aun cuando su poder político fuera reducido, que se seguían en el Viejo Continente desde que en los gloriosos tiempos del Imperio romano expandió su modo de entender el arte y la vida.   Retrato de Manuel de Roda, de Pom- peo Girolamo Batoni (Academia de  San Fernando, Madrid). Pertenecien- te a la colección privada que conser- vaba Godoy en el Palacio de Buena- vista en 1816, este retrato de medio cuerpo es una muestra del giro neo- clásico que adoptó su autor, inicial- mente formado entre rafaelistas. Por todo lo dicho, este siglo XVIII es especialmente doloroso para el arte italiano, y especialmente para la pintura, porque ve cómo otros países toman el relevo en el liderazgo que había mostrado en los siglos precedente...

Pintura y escultura francesas en el siglo XVIII

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El siglo XVIII francés fue, en el pensamiento y en el arte, extraordinariamente complejo; en él se asocian, en una concepción nueva de la vida, la exaltación del individualismo y un análisis, incesantemente proseguido, de las posibilidades de la inteligencia y la sensibilidad. En el capítulo anterior pudimos observar este siglo desde un ángulo a través del cual aparece sólo en uno de sus aspectos, el del "hermoseamiento" y la frivolidad lujosa, y es verdad que este siglo fue muy frívolo también, aunque conformarnos con esta visión sería un error. Esta frivolidad, que efectivamente existía, era sólo su vestidura, su capa exterior, el vestido con el que se acudía a las fiestas. Porque aquella época fue una de las que llevan su propia enfermedad, su mal de síecle; tal enfermedad consistió, probablemente, en plantearse, a la vez, todos los principales interrogantes que acucian al alma humana con una lucidez racional tan necesaria como dolorosa. Por esto resultó ser, por su idea...

Jean-Antoine Watteau

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La inquietud de la época la encarna el mayor pintor que dio, en Francia, el siglo. Jean-Antoine Watteau (1673-1721) fue también el pintor que ejerció más influencia entre sus contemporáneos, y sin discusión es uno de los primeros artistas de la Europa contemporánea. Nacido en Valenciennes, llegó a París en 1702 y tuvo por maestro a Claude Gillot, enamorado de los temas de la Comedia Italiana, predilección que supo transmitir a su joven discípulo. Sin Watteau, la pintura francesa del siglo XVIII habría perdido su mayor profundidad y seguramente hubiera sido como una suerte de período de cambio y cierta efervescencia que se pierde en su propia volatilidad. De alguna manera, Watteu logra con su obra apuntalar una corriente que corría el riesgo de pasar desapercibida. Trabajó relativamente poco; era tísico y murió antes de alcanzar la vejez. Sus relaciones con Claude Audran, de antigua familia de grabadores y conservador del palacio del Luxemburgo, le facilitaron el estudio de lo...

Diderot, Voltaire y la Encyclopédie

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Denis Diderot fue uno de los personajes más importantes de la Francia de su tiempo. Nacido en 1713, murió en 1784, poco antes del estallido de la Revolución. Hombre que se interesó por todos los campos del saber y cuya inteligencia estaba a la altura de su voraz curiosidad fue encarcelado acusado de ateísmo al publicar su obra Carta a los ciegos , en 1749. Al salir de la cárcel, Diderot puso en marcha la que será su gran contribución a la cultura: la Encyclopédie . Esta colosal empresa que pretendía reunir el pensamiento ilustrado supone todo un ejemplo de optimismo en el hombre y su racionalismo. Para llevarla a cabo, Diderot contó con la colaboración de más 130 personas de gran prestigio intelectual y con la importante ayuda de Madamme Pompadour, sin cuyos apoyos hubiera sido muy complicado que finalmente aparecieran los 22 volúmenes que, a lo largo de 21 años, vieron la luz. Uno de los colaboradores más famosos en la escritura de esta compilación fue Voltaire, nacido F...

Embarque para Citerea

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La obra de Jean-Antoine Watteau , Embarque para Citerea ( Embarquement pour Cythère ), de cuya modernidad y complejidad iconográfica tanto se ha escrito, se convirtió en objeto de las más duras críticas por parte de intelectuales y artistas de los años centrales del siglo XVIII. La pintura presenta una esmerada composición con un grupo de personajes elegantes que gozan con sus respectivas parejas en un paisaje melancólico envuelto en una sutil luz. No se trata de la Arcadia, el Paraíso que tanto entusiasmó a artistas como  Poussin , sino de la peregrinación a Citerea, la isla sagrada de Venus, diosa del amor, a donde los Céfiros la llevaron después de su nacimiento. Ella está representada junto con su hijo Cupido, armado con su flechas y arco, atento para disparar a los humanos y conseguir que se enamoren. Watteau es el pintor del momento, de la transitoriedad: no narra una historia, sino que muestra un instante. Es por este motivo que se han hecho muchas interpretacione...

La pintura sensual de Boucher

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En franco contraste con la obra de Watteau se manifiesta la pintura de François Boucher (1703-1770), artista formado en la Academia e imbuido plenamente del espíritu ligero del mundo rococó. Quizá sean la cara y la cruz de la misma moneda; Boucher es el perfecto anfitrión para una fiesta, el que siempre ríe y sabe alegrar las conversaciones, mientras que, por su parte, Watteau nos recuerda que, antes o después, se debe regresar a una realidad no siempre agradable. Boucher fue profesor de pintura de la Pompadour y dirigió la manufactura de tapices de Beauvais y además llegó a ser primer pintor del rey. Sobresalió por su actividad de decorador, y el estudio de la pintura decorativa (de la que hizo bella aplicación en el Hôtel de Soubise , en París, y en Fontainebleau) le llevó a Roma, donde residió entre 1727 y 1731. El rapto de Europa  de François Boucher (Musée du Louvre, París). Realizado en 1747, el autor representa en este cuadro un episodio clásico de la mi...

Los retratistas y paisajistas franceses

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Mientras Boucher desnudaba así a las adolescentes bellezas del Parc des Cerfs , ejercía su gran talento de retratista otro de los mayores pintores franceses del siglo, Maurice Quentin de La Tour (1704-1788). Nacido en Saint-Quentin, se dedicó pronto, en París, al retrato al pastel, y en seguida obtuvo grandes éxitos. De este modo, en 1746 ingresaba en la Academia, y ya en 1750 lograba el gran honor de ser nombrado pintor del rey. ⇨  Autorretrato  de Quentin de la Tour (Museo de Picardía, Amiens). La mirada del pintor parece que busca establecer contacto con el espectador. La sonrisa cómplice y su naturalidad contrastan con el envaramiento de los retratos del siglo XVIII.  El retrato al pastel era un género que habían difundido por Europa hábiles pintores, como la veneciana Rosalba Carriera o como otro artista de auténtico talento, el ginebrino Liotard (ambos trabajaron en la corte de Sajonia). Pero La Tour superó incluso a Liotard, lo cual es realment...

La institutriz

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A partir de 1733, aproximadamente,  Jean Siméon Chardin  inició una nueva etapa en su carrera al empezar a componer escenas intimistas como La institutriz ( La Gouvernante ), realizada en 1738. El número de figuras que aparecen en sus pinturas siempre es reducido. Aquí, coloca a dos personajes en el ambiente de una casa burguesa sencilla, con una decoración sobria, austera, en un ambiente casi religioso. El pintor ha sabido materializar muy amablemente la cotidianidad de una pequeña burguesía parisina en su intimidad: fa criada dedicada a sus tareas y el niño como tal con los juguetes por el suelo. Es imposible imaginar mayor contraste simbólico entre los juguetes esparcidos a la izquierda del cuadro y el costurero abierto con la labor de la mujer a la derecha. La joven institutriz reprende al niño de una forma estrictamente íntima y la lección aprendida para su futuro comportamiento queda clara. Se suele pasar por alto el marcado aspecto moralizante del tema: u...

Jean-Honoré Fragonard

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Singular empuje manifiesta la carrera, de variado estilo, de Jean-Honoré Fragonard  (1732-1806), pintor meridional, nacido en Le Grasse, pueblo de olivares y viñedos en Provenza. En 1752 obtuvo el codiciado Prix de Rome y consiguió aprovechar el tiempo en la Ciudad Eterna, aunque se sentía en ella un poco ahogado con tanto mármol y tantas estatuas y pinturas. Antes había sido discípulo de  Chardin  y Boucher . El lienzo que le valió el premio era de tema bíblico ( Jeroboán sacrificando a los ídolos ), con noble estilo académico que supo cultivar en otras obras. Las Baigneuses  de Jean-Honoré Fragonard (Musée du Louvre, París) Una atmósfera llena de luces impregna estos cuerpos triunfantes de los que no está ausente la vena erótica. La morbidez de las formas, la fluidez de los paisajes y el preciosismo de las tonalidades de Fragonard son debidos a un meditado estudio de las obras de  Jordaens ,  Rubens  y - aunque parezca sorprende nte-...

Los pintores holandeses del siglo XVII

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La plenitud de la pintura en Holanda se inició cronológicamente con el reconocimiento de su independencia nacional en 1609 y manifestó, a partir de entonces, las características típicas del realismo nórdico. Se diría que es a través de los pintores holandeses del siglo XVII cuando se expresan los caracteres nacionales de este pueblo: el amor por la propia tierra y por la propia casa, la abominación de toda exaltación áulica y pomposa, la adhesión a los principios del puritanismo protestante y de la democracia burguesa. El "retrato" de Holanda que legaron estos pintores resulta sorprendente como un caso nuevo. Jamás pueblo alguno había emprendido nunca, de manera tan entusiasta y exclusiva, la representación del mundo visible. Se trata de un arte sin protección oficial, sin temática autoritaria ni religiosa, que se ve obligado a servir los gustos populares. ⇦  El alegre bebedor  de Frans Hals (Rijksmuseum, Amsterdam). Una de las obras más justamente famosas por la ...