Punto al Arte: 03 Arte de la India medieval
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Arte de la India medieval

Se puede considerar que la historia de la India tomó una nueva dirección después del fallecimiento del emperador Harsa de Kanauj, en 647; este monarca había realizado una labor muy importante y, entre otras cosas, había conseguido reconstruir casi enteramente el Imperio de los Gupta y también asegurar la supervivencia de las fórmulas que estos últimos habían creado o desarrollado en el campo de las artes plásticas, así como en las demás actividades artísticas, literarias, filosóficas y científicas. Cuando Harsa desapareció, la India volvió a caer en la fragmentación política que ha solido ser normal en el transcurso de su larga historia y que se prolongó desde entonces hasta que, en los siglos XVI y XVII, los emperadores mongoles impusieron su ley en la mayor parte de la península india.

Dios Shiva. Representación 

del dios en estilo Chola tar-
dío, siglos XII y XIII. 
Ello tuvo por consecuencia favorecer la eclosión de estilos diversos gracias a la prosperidad de los diferentes y numerosos reinos que, en el transcurso de los siglos, se formaron, gozaron de autonomía política, conocieron brillantes períodos y apogeos, y fueron así focos de arte señalados.

⇨ Lakanaha (Museo Rietberg, Zurich). Estela en basalto negro que reproduce una forma de Bodhisattva y Avalokitesvara. Procede de Bihar y se remonta al siglo IX. 




Sin embargo, durante unos dos siglos (de 650 a 850 aproximadamente), los datos estéticos procedentes del estilo Gupta propiamente dicho continuaron siendo explotados, sobre todo en el norte de la India, y es probable que no fueran ajenos al desarrollo de ciertos estilos meridionales, demostrando que la permanencia es una de las leyes fundamentales de la civilización india: las mutaciones, en efecto, se han producido en ella con gran lentitud, y más bien por acumulación de algunos elementos seleccionados que por impulsos creadores o revolucionarios.

No obstante, es en el transcurso del siglo IX cuando el arte de la India puede empezar a considerarse como “medieval”, es decir, situado, cronológicamente hablando, entre los períodos Gupta (que se puede calificar de “clásico”) y el mongol, durante el cual el Islam y los europeos intervinieron en la historia india, causando trastornos más espectaculares que profundos.

Este período de unos seis siglos al que se hace referencia fue, por lo menos en el campo del arte religioso, uno de los más fascinantes de la historia de la India. No sólo porque se revelaron en él numerosos artistas (anónimos en su mayoría), sino en especial porque, a base de un número relativamente reducido de elementos arquitectónicos, de motivos decorativos y de fórmulas iconográficas, se realizaron gran número de nuevas creaciones -siempre para mayor gloria de la India-, produciendo conjuntos arquitectónicos de capital importancia.

Por otro lado, cabe señalar que se produjo cierto sincronismo, como también había sucedido en el pasado, pero este sincronismo se dio más en los principios que en las formas. Asimismo, se puede decir que en los siglos IX y X ya se había consumado la escisión entre los estilos septentrionales y meridionales.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El arte Pala


Mientras el sur de la India veía desarrollarse los imperios rivales de los Pallava -que levantaron en el siglo VII el notable conjunto de Mahabalipuram-, de los Cola y de los Pandya, el norte se agrupó en parte bajo la dirección de la dinastía de los Pala (hacia 765 o 770-1086) y luego bajo la dinastía de los Sena (hacia 1150-1199). Este vasto reino comprendía las regiones de Magadha, Audh, Doab, Bengala, Bihar, Orissa y Assam.

De la época de los Pala y de los Sena es necesario recordar la abundante producción de esculturas; quedan, en efecto, relativamente pocos vestigios arquitectónicos, los cuales tuvieron que sufrir a comienzos del siglo XIII las destrucciones masivas ocasionadas en todas estas regiones por la invasión musulmana. A esta misma invasión devastadora se debe atribuir el aniquilamiento de la célebre como consecuencia hundir definitivamente al budismo y detener la producción artística búdica.


Nalanda, en el estado de Bihar. En este lugar se encontraba una de las más célebres universidades de la antigua India. Aunque está deshabitada sigue siendo un punto de referencia importante de la historia india y de la tradición del budismo. Vista de las excavaciones arqueológicas con la gran stupa al fondo. 

Así las cosas, desde la segunda mitad del siglo VII hasta el final del XII prevaleció el estilo Pala-Sena, heredero de los estilos Gupta y pos-Gupta (siglos IV-VIII), cuya supervivencia y transmisión aseguró, no sólo en la propia India, sino también en ultramar, a los países de los Mares del Sur.

Sin embargo, del gran período Gupta y pos-Gupta, que había creado un admirable repertorio estético y narrativo (por ejemplo en Sarnath, Mathura y Ajanta), el arte Pala se dedicó a perpetuar sólo su aspecto iconográfico y conformista en lo que tenía de más rígido; el arte Pala está representado en primer lugar por imágenes de culto, en bronce o piedra, y excepcionalmente por bajos relieves circunscritos en paneles; las muy escasas pinturas, ilustraciones de manuscritos, que han llegado hasta hoy se sitúan al final del estilo (en el siglo XII aproximadamente).

⇨ Estela en gres de estilo Pala (Museo Guimet, París) Imagen de Khadiravani Tara esculpida sobre una estela de los siglos IX o x. De este arte del Norte apenas subsisten muestras arquitectónicas debido a las invasiones musulmanas. En cambio, es rico en imágenes de piedra o bronce, frecuentemente bajorrelieves como éste. Se trata de un arte refinado que revela un buen gusto por el detalle, por la elegancia del gesto y por el adorno cuidadoso de joyas y aderezos.



Los principales talleres Pala fueron los de la célebre universidad budista de Nalanda, los de los vecinos lugares de Gaya-Bodhgaya y de Kurkihar, así como los numerosos de la Bengala oriental. Las producciones que salieron de estos talleres revelan cuidado por la elegancia y equilibrio, cierto manierismo en los gestos y actitudes, un gusto pronunciado por la representación de los adornos.

⇦ Tara (Museo Nacional de India, Nueva Delhi). Escultura realizada en piedra durante la dinastía Pala del siglo x, en Nalanda.



Las imágenes de culto en piedra se presentan en forma de un gran personaje encuadrado por asistentes de talla muy reducida; todo el grupo se destaca en relieve muy acusado sobre el fondo de la estela. Durante los tres siglos y medio en que se desarrolló el estilo Pala, se puede notar una tendencia progresiva hacia el recargamiento: los personajes llevan joyas cada vez más numerosas y adornadas, el fondo de la estela -en un principio casi desnudo y con la parte superior redondeada- se cubre paulatinamente de accesorios simbólicos.

Por otra parte, en el transcurso del siglo X, momento en el que el poderío político de los Pala sufre un eclipse, la producción fue notablemente más variable: en conjunto, la silueta de los personajes se alarga y se afina, lo que ya supone una clara diferencia con las manifestaciones anteriores, las joyas son menos importantes, los rasgos de la cara más gruesos y más acentuados, el modelado más flojo, en especial el de las piernas. La sujeción a los cánones iconográficos es más rigurosa a medida que el panteón budista se enriquece bajo el impulso del Mahayana y se tiñe fuertemente de tantrismo. Más adelante, ya en el siglo XI y hasta bien entrado el primer decenio del XII persistió el mismo estilo, pero con algunos cambios de no poca importancia. Así, en líneas generales, ese estilo que se había gestado tiempo atrás evolucionó haciéndose más pesado, más seco y presentando una gracia más afectada.

⇨ Vishnu (Museo Nacional de la India, Nueva Delhi). Escultura de la India oriental, del siglo XII, correspondiente a la dinastía Pala.



Desde entonces las estelas tienen una terminación puntiaguda, en forma de hoja, y su fondo, recargado con símbolos y pequeños personajes, posee -en las mejores esculturas- calados en algunas partes. A los adornos y joyas de los siglos precedentes se añade una espesa guirnalda que cae de la nuca a las pantorrillas y se redondea en forma de U ante las piernas. Las divinidades brahmánicas son desde este momento más numerosas que las budistas, y las formas tántricas se multiplican, como Yamanta-ka, que no es otro que el bodhisattva Manjusrí abatiendo a la muerte. Una forma iconográfica frecuente entonces es la del “Buda engalanado”, que lleva una tiara y joyas a pesar de su ropaje monacal.



En cuanto a los iconos en bronce suelen ser de pequeña talla, aunque se conocen ejemplos que alcanzan o sobrepasan la estatura humana: por ejemplo, el Buda, de pie hallado en Sultanganj, distrito de Bhagalpur, de 2,25 m de alto, y conservado en el Birmingham Museum and Art Gallery. Fundidos a la cera perdida con una aleación compuesta de ocho metales (cobre, estaño, plomo, antimonio, zinc, hierro, oro y plata), dichos bronces estaban a veces recubiertos con una débil capa de caolín o de arcilla, de tinte verde o pardo, que adquiere el aspecto de una pátina. En general, siguió la evolución de las imágenes de culto en piedra, con la diferencia de que presentan muy a menudo un aspecto calado, estando el fondo de la estela remplazado por un encuadre en cuyo interior los temas se recortan en el vacío, lo que les confiere una especie de dinamismo del que están desprovistas las estelas.

⇦ Marichi o el rayo del amanecer (Museo Nacional de India, Nueva Delh1). Figura en bronce de la dinastía Pala, siglo XI, procedente de la India oriental.




El estilo Pala no parece haber tenido en la India descendencia directa alguna. En cambio, debieron de establecerse relaciones particularmente fructuosas entre los imagineros Pala y los imagineros indonesios desde principios del siglo IX. No sólo muchos bronces indonesios de los siglos VIII-IX recogen, hasta confundirse con ellos, las fórmulas de los bronces Pala de esta época, sino que más de doscientos bronces de esta procedencia han sido hallados en las ruinas del monasterio I de Nalanda, consagrado bajo el reinado de Devapala (hacia 810-850) en ocasión de una embajada del rey de Sumatra y destinado a albergar a los peregrinos originarios de esta región. Dichos contactos debieron de renovarse en varias ocasiones y por ello pueden notarse analogías sorprendentes entre las estelas Pala y las imágenes de culto de Java oriental, visiblemente inspiradas en las primeras y perperuadoras de sus características hasta el siglo XIV, mucho tiempo después de la desaparición de las escuelas Pala en la propia India.


⇦ Bodhisattva Padmapani (Museo Nacional de India, Nueva Delhi). Imagen del siglo IX, realizada en piedra, correspondiente a la dinastía Pala y procedente de Nalanda.



Estas escuelas influyeron también en el arte birmano; relaciones religiosas directas unieron a Birmania y la India Pala: así, el rey Kyanzittha (1083-1113) mandó hacer restauraciones en el célebre santuario de la Mahabodhi en Bodh Gaya, y el rey Nandaungmya (1211-1230) hizo construir una réplica suya en Pagan. Es posible asimismo que el templo cruciforme de Paharpur (Bengala septentrional) hubiese sufrido influencias birmanas: en él vemos empleada la bóveda de sillares, muy excepcional en la India y frecuente en Pagan; también se encuentra en dicho templo un grupo de más de dos mil placas de barro cocido que adornan el basamento del templo y datan de alrededor del siglo X. Dichas placas ostentan bajos relieves con personajes, de un estilo diligente y pintoresco, cuyas composiciones simplificadas no dejan de recordar las de las placas esmaltadas que decoran varios santuarios birmanos del siglo IX al XII.

Notemos por último que el arte Pala se transmitió al Nepal, cuya proximidad geográfica y cuya adopción de la tradición budista y tántrica lo designaban naturalmente para recibir las formas plásticas y el repertorio iconográfico de aquel arte. Aunque no conozcamos en dicho país muchas obras que se remonten más allá del siglo XV, esta transmisión es innegable y -al igual que Bengala y Bihar habían tenido el papel de conservadores después de los pos-Gupta- el Nepal a su vez prolongó hasta la época contemporánea los estilos Pala y Sena, introduciéndolos en parte en su vecino, el Tibet.

Vajrasattva (Colección Philip Goldman). Figura nepalí en bronce que representa al sumo sacerdote de los cinco budas. Es una pieza de la dinastía Pala del siglo XIII.

Templo de Vishvanath, en Khajuraho. Construido por el rey Dhanga de Candela en 1 002, está dedicado a Shiva y no sólo contiene la reliquia del lingam de Shiva sino su "vehículo" el toro Nandi, así como una imagen de su consorte, representada como Durga.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Ciudad universitaria de Nalanda

Ruinas de la universidad de Nalanda.

En la antigua ciudad universitaria de Nalanda, población situada en el centro de Bihar, en la India, a poco más de 90 km de Patna, se han encontrado numerosos restos arqueológicos que atesoran la importancia que tuvo la citada localidad entre los siglos VIII y XII. Como ya hemos señalado, Nalanda fue un relevante centro de producción artística relacionada con el budismo ya que acogía numerosos talleres Pala, desde los cuales salían una gran cantidad y variedad de productos de un gusto refinado y elegante y destinados a embellecer otros monasterios budistas.

La trascendencia de esta ciudad universitaria traspasó las fronteras de la India y se extendió por toda Asia, como lo demuestra el hecho de que personajes tan ilustres como el monje Yi-tsing y el peregrino chino Hivan-tsang la visitaran durante el siglo VII, centuria de gran esplendor para Nalanda.

Cabe señalar, además, que las doctrinas que emanaron de esta ciudad aún se mantienen vigentes, pues algunas de los rasgos más importantes de lo que es el budismo tibetano se concretan en los monasterios de la Nalanda de esa época. Asimismo, lo mismo puede decirse de otras formas de budismo, como el Mahayana, que debe buena parte de sus características a los estudios y enseñanzas de los monjes que la habitaban.

Por otro lado, y a pesar de que en la actualidad la población es un deshabitado museo al aire libre de vestigios arquitectónicos, Nalanda (traducido literalmente “la ciudad que confiere el loto”) sigue siendo uno de los lugares claves de la historia del budismo.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Arte medieval propiamente dicho. Arquitectura

Por muy prestigiosa que hubiese sido la escuela Pala a los ojos de una parte del mundo budista, hasta el punto de asegurarle tal perennidad, está lejos de representar el arte medieval de la India: no es más que un fenómeno particular de este arte y su mismo conservadurismo no permitió las creaciones espectaculares realizadas en la misma época en otras regiones de la India.

⇦ Templo de Keshava, en Somnathpur. Fue construido por la dinastía Hoysala entre 1268 y 1270 en piedra arenisca.



A causa de la fragmentación política del país y, por lo tanto, de la variedad de los estilos locales, no es demasiado fácil estudiar esta producción en su conjunto. A decir verdad, esta producción ha obedecido a dos movimientos principales: por un lado, la utilización de principios comunes a todas las regiones y una tendencia general que podría ser calificada de moda; por otro, una diversificación debida a poderes políticos distintos y a menudo iguales en su poderío. Por otra parte, ateniéndose a la tendencia general y sin estudiar los detalles, es posible establecer algunas grandes líneas válidas para la evolución del conjunto.


Lo que sobresale durante la época medieval (a diferencia de las escuelas Pala y Sena, la destrucción masiva de cuyos monumentos no permite casi estudiar su arquitectura) es el desarrollo prodigioso de la arquitectura religiosa y el empleo simultáneo de la escultura en alto relieve como decoración o complemento arquitectónico: en ninguna otra parte como en la India medieval se puede constatar una combinación tan íntima de estas dos técnicas. No es ello una invención de la época; es, al contrario, la continuación lógica de las experiencias anteriores, sobre todo las de la arquitectura tallada en la roca como en Mahabalipuram, en tiempos de los Pallava (siglo VII), en la costa sudeste, o en Ellora (siglo VIII) en el oeste del Deccán, en la época de los Rastrakuta.

Pues, según las leyes de la “indianidad”, jamás ha habido mutaciones bruscas, sino una evolución efectuada de manera lenta y continua por una acumulación casi sistemática de elementos tradicionales, paulatinamente transformada. Dicha acumulación acaba tomando proporciones gigantescas y desemboca al fin en creaciones nuevas, aunque estas últimas puedan relacionarse por varios detalles con las épocas anteriores. Podemos observar la utilización de este procedimiento lo mismo en el Norte que en el Sur y veremos ahora como sus efectos se manifiestan de forma precisa.

Konarak, templo del sol, en el estado de Orissa. Conocido también como Pagoda Negra, contiene el gran carro tírado por siete caballos, conjunto que se construyó en honor a Surya, que curó la lepra que padecía Samba, el hijo de lord Krishna. Cada mes de febrero se celebra un festival religioso y llegan miles de peregrinos para beber el agua milagrosa del templo.

Templos Jain, en la colina Hemkuta. El conjunto data de 1336.

Los tratados de arquitectura indios han propuesto varias clasificaciones de los templos: según una seudorrepartición geográfica o bien según sus formas. La primera toma su terminología de los nombres de comarcas o regiones: las categorías Nagara, Vesara y Dravida, que parecen aplicarse respectivamente a las provincias septentrionales, centrales y meridionales de la India. Dicha terminología tiene el inconveniente de designar tipos precisos de santuarios y de sobreentender que cada uno de ellos está localizado en una región determinada y exclusiva, lo que no corresponde a la realidad. El tipo Nagara, por ejemplo, localizado en el Norte, se refiere a los tempíos de techumbre curvilínea, y sin embargo esta techumbre se ve también en el Sur, hasta en la región de Madras. Es, pues, más satisfactorio atenerse a una clasificación fundada en la morfología, tal cual aparece en los templos mismos, y verificar, cuando sea posible, su concordancia con las descripciones canónicas. La planta, por una parte, y el tipo de techumbre, por otra, son criterios precisos con ayuda de los cuales es posible observar el desarrollo de los templos de la época medieval.

Templo de Channekeshava, en Belur. Escultura en el templo construido en el siglo XII. Éste es el único templo de los tres enclaves de la dinastía Hoysala que sigue utilizándose como tal. La mayor parte del edificio está decorado con esculturas de divinidades y bestias guardianas, talladas con minucioso detalle.

Con el triunfo del brahmanismo y con la experiencia adquirida desde la época de los Gupta en lo referente a la construcción en ladrillo y en piedra, estaba abierto el camino para que el templo hindú (cualquiera que fuere su secta) conociese un desarrollo creciente, el cual se ha traducido en formas diversas, lo mismo en el Norte que en el Sur. Para satisfacer las necesidades cultuales y rituales, un templo hindú comprende por lo general el santuario propiamente dicho (garbhagrha), una antesala (antarala) y una sala de pilares (mandapa) situada en el mismo eje, a la cabeza del grupo.

El santuario contiene la imagen del dios y sólo el sacerdote puede penetrar en él -lo que implica una celda de pequeñas dimensiones, aunque el templo sea muy vasto-; la antecámara sirve para los preparativos del rito que el sacerdote debe realizar, bajo el pabellón hipóstilo se desarrollan ciertas ceremonias, a la vista de los fieles, y también danzas sagradas en honor del dios. Los arquitectos han combinado de diversas maneras estos tres elementos esenciales; con mucha frecuencia han sido dotados cada uno de una techumbre diferente, obedeciendo a una especie de jerarquía, en la que la del santuario es manifiestamente la más noble por su elevación, forma y decoración más rica.

Templo exterior al gran conjunto en Khajuraho.

En épocas precedentes eran normales tres tipos de santuarios: uno, de planta absidal, estaba cubierto por un semicilindro que abrazaba, la curva del ábside; los otros dos, de planta cuadrada, estaban cubiertos por una techumbre que se curvaba hacia la cúspide y por una techumbre piramidal escalonada. De ellos, el primero fue abandonado desde mediados del siglo IX (Vaital Deul, en Bhubaneswar). Se mantuvieron los otros dos, dando lugar a las más bellas realizaciones de la época medieval.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Brahma, el creador


Figura central de Brahma.

La India ha seguido una evolución religiosa cuyos inicios se remontan miles de años atrás. Por tanto, al estudiar la historia de la India, y en particular el desarrollo de su arte, se debe hacer mención a las diversas religiones que han alternado su influencia en el devenir de esta enorme península asiática. Asimismo, no hay que pensar que aquellas alternancias se producían sin modificar los esquemas de los credos, ya que éstos se influían, se transformaban y, en última instancia, se enfrentaban.

Budismo, jainismo, brahmanismo… como sucede con el Islam, del que de habla en otra parte de este sitio, la religión y la vivencia de la espiritualidad condicionan profundamente la vida de la India medieval en todos los sentidos. El interés por el brahmanismo se debe, especialmente, porque es la religión que profesan en la actualidad casi dos tercios de la población de la India. El vocablo brahmanismo deriva de la palabra brahmana (sacerdotes) y hace referencia a la doctrina religiosa que surgió de esta casta india de sacerdotes que se acaban de mencionar.



El brahmanismo se fundamenta básicamente en el vedismo, y presenta algunos rasgos realmente singulares si se lo compara con las otras grandes religiones del mundo. Tres son sus dioses: Shiva, el que destruye; Vishnu, el que conserva; y Brahma, el creador. La creencia fundamental es la reencarnación de las lamas y, por otro lado, a los seguidores del brahmanismo no se les exige una vocación misionera, ni tampoco tienen un fundador.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El templo de techumbre curvilínea

El templo de techumbre curvilínea (sikhara) hace su aparición, según parece, hacia el siglo VIII; entre otros ejemplos, se pueden citar el santuario en ladrillo de Laksmana en Sirpur (distrito de Raipur) y los santuarios en piedra de Pattadakal (sudoeste del Deccán), principalmente los templos de Papanatha, de Jambhulinga, etc., estos últimos fundados por los Calukya de Vengi. A partir de principios del siglo IX, esta forma se extendió hacia los reinos septentrionales, donde se perpetuó hasta la época contemporánea, al mismo tiempo que se diversificaba según los estilos regionales. Es posible enumerar hasta seis estilos principales.

Shikara sobre el Templo del Sol, en Konarak. Máximo exponente de la arquitectura religiosa de Orissa, este templo fue diseñado en forma de una colosal carroza tirada por siete caballos que llevan hacia Surya, el dios sol. La mayor parte del templo está cubierto por miles de esculturas de bailarinas, animales e imágenes eróticas. Una torre o shikara remata el templo.

Templo de Muktesvara, en la ciudad santa de Bhubaneswar. El pequeño templo (hacia el año 1 000) es una de las primeras y más bellas muestras del estilo de Orissa. En él se pueden apreciar la torana o pórtico de acceso, el vestíbulo o pabellón destinado a los fieles con su techo piramidal de múltiples saledizos escalonados, y el santuario cubierto por el sikhara o techumbre en forma de torre curvilínea que domina al conjunto, y cuyas aristas han sido hábilmente curvadas. Los pilares se adornan con las guirnaldas típicas del estilo de Orissa y la torana con bellísimas figuras de mujer.

Hay que citar en primer lugar los dos más bellos, no sólo por razón de su valor estético, sino porque se los puede estudiar de modo continuo desde el siglo IX al XIV a partir de un gran número de ejemplos agrupados en un mismo sitio: el estilo de Orissa (nordeste de la India) bajo las dinastías Somavamsi y Ganga, con la ciudad santa de Bhubaneswar (fin del siglo IX a mediados del XIII) y los santuarios vecinos: los templos de Surya en Konaraka (mediados del siglo XIII) y de Jagannatha en Puri (comienzos del siglo XII, pero modificado hasta época contemporánea). Y, de una calidad estética aún más refinada, el estilo de Bundelkhand (India central), bajo la dinastía de los Candela, cuya capital religiosa, Khajuraho, fue una de las más prestigiosas de la India medieval (siglo IX-comienzos del XIV).



Templo Lingaraja, en Bhubaneswar. En este templo dedicado a Shiva, durante los meses de febrero y marzo se celebra un festival el día de luna llena, el shivaratri.

Los otros cuatro estilos se reparten entre el Rajputana y la India central, donde, desde el siglo XI, la invasión musulmana interrumpió -así como en Gwalior- el empuje de la arquitectura religiosa hindú; por último, el Deccán, donde persistió desde el siglo XI hasta el XIII.

A pesar de la multiplicidad de los ejemplos que hay que considerar y a pesar también de la inevitable diversidad de los estilos regionales, es posible esbozar su evolución general y, por lo menos, poner de relieve sus características esenciales, estudiando por un lado las plantas y por otro las techumbres. Por lo que se refiere a la planta, hay que observar primero que, en la fase antigua (siglos VII-IX), el templo con sikhara sólo está compuesto por el santuario (garbhagrha) precedido por un pórtico y coronado por la techumbre curvilínea. Luego, en los siglos IX-X, el santuario, el vestíbulo y el pabellón destinado a los fieles están situados uno tras otro; el conjunto está encerrado en un recinto cortado por una puerta delimitada por dos grandes pilares unidos en su parte superior por un arco decorado, formando así un pórtico (torana). El ejemplo más perfecto de este tipo es seguramente el pequeño templo de Muktesvara en Bhubaneswar (Orissa), cuyas proporciones bien equilibradas se unen a una decoración de gran perfección, en la que alternan bellas esculturas femeninas y motivos decorativos realizados con esmero. Los tres elementos del templo están dotados de techumbres diferenciadas: un sikhara para el santuario, un techo piramidal más bajo, con cornisas próximas y decrecientes, para el vestíbulo, y una techumbre aún más baja, escalonada, para el pabellón.

⇨ Planta del templo de Laksmana, en Khajuraho. El plano muestra los santuarios situados en las esquinas de la terraza, según la disposición pancayatana.


Desde comienzos del siglo XI y durante todo el XII este tipo alcanza su apogeo. Los tres elementos arquitectónicos indispensables al culto hindú quedan soldados en una sola secuencia y se adjuntan a ellos salas suplementarias, dispuestas una tras otra sobre el mismo eje de Este a Oeste y formando un solo bloque; su multiplicación atestigua sin duda la prosperidad de los santuarios hindúes en esta época. Los mejores ejemplos de este dispositivo se ven en Bhubaneswar y en Khajuraho. Encima de un alto basamento moldurado y decorado con bajos relieves historiados, su planta evoca con frecuencia la cruz de Lorena, con múltiples brazos.
Se accede al templo por una amplia escalinata que da a un pórtico; luego se recorre sucesivamente, y al mismo nivel, un prevestíbulo (ardhamandapa) y luego un vestíbulo (mandapa), iluminado por ventanas que dan a los lados y provistas de balcones. Se penetra a continuación en una sala cuadrada llamada gran vestíbulo (mahamandapa o jagamohana), cuya techumbre suele ser piramidal (de tipo kadamba) y que da acceso, por una salita intermedia (antarala), al santuario propiamente dicho (garbhagrha). Un corredor permite realizar el rito de la circumambulación (pradaksina) alrededor de la sala y del santuario.

Templo Pattadakal en Karnataka. En 1987 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Templo de Brhadisvara en Tanjore. Fue construido hacia el año 1000 a modo de fortaleza, para acoger a los fieles en caso de guerra o invasión. Su alto vimana, de 13 pisos y 72 metros de altura, acaba en una cúpula octogonal monolítica que debió de ser transportada no sin poca dificultad. Le preceden un vestíbulo abierto y una gran sala de reunión.

Templo de Vimala en el monte Abu. Construido en 1031 y dedicado a Adinath, en esta imagen se ve parte de la sala de las columnas.

El templo se convirtió en un imponente conjunto, ritmado por sus techumbres de alturas desiguales que domina ampliamente el sikhara del santuario. Los cuerpos de los diferentes edificios están adornados al exterior con personajes esculpidos en relieve muy acusado, hábilmente dispuestos en registros o cobijados en nichos más o menos profundos; su presencia anima las paredes con una vida palpitante gracias a las sombras y las luces, característica casi exclusiva de este estilo y que aumenta aún más su perfección. El interior está provisto igualmente de estatuas divinas y de techos muy hermosos, cuyos saledizos en superposición son utilizados para fines decorativos por medio de composiciones geométricas, las más bellas de las cuales se presentan bajo el aspecto de una cúpula con personajes radiantes. Los más bellos templos de este tipo son, en Bhubaneswar, el Lingaraja (primera mitad del siglo XI) -cuya torre culmina a unos 50 m del suelo- y, en Khajuraho, el Khandariya Mahadeva (de este mismo tiempo).

Planta del templo de Vimala, en el monte Abu.
Planta del templo de Vimala, en el monte Abu. 



Otra planta de la misma época se ve en Khajuraho (templos de Visvanatha, de Laksmana, etc.): sobre una terraza rectangular común están dispuestos al tresbolillo (pancayatana) el santuario en el centro y cuatro capillas en los ángulos. Dicho tipo traduce arquitectónicamente el tema tradicional de la residencia divina: el monte Meru, eje del Mundo, dotado de cinco cimas; tema que fue transmitido a los países del Sureste asiático donde dio lugar a grandiosas construcciones, entre las cuales la más notable es sin duda el templo de Angkor Vat, en el país Khmer ( Camboya, primera mitad del siglo XII).

Si se examina ahora el propio sikhara, se puede dibujar su evolución en sus líneas principales. Durante el período antiguo (siglos VII-IX), está compuesto de cornisas superpuestas que dan al conjunto un aspecto estriado horizontalmente que se acentúa en el curso de la evolución; en los ángulos alternan, en una superposición vertical, cornisas adornadas con el motivo procedente del tema de la ventana decorativa (gavaksa, en tamil: kudu) y con el almohadón aplanado y acuchillado (amalaka).

Cada cara del techo está dividida verticalmente en tres segmentos (triratha), de los que el del centro, que forma saliente, recibe siempre una decoración más densa que los otros dos y en cuya base se abre a veces un gran kudu formando frontón. Se pueden citar como ejemplos de Pattadakal, en particular los de Jambhulinga y de Papanatha (siglo VIII).

Ello es así hasta los siglos IX-X aproximadamente, momento de transición durante el que el sikhara llega a ser cada vez más elevado y se adorna sobre todo con motivos decorativos (templo de Muktesvara en Bhubaneswar, siglo X); los segmentos verticales sobre cada cara de la techumbre pasan de ser tres a cinco (pancaratha).

Ratha Dharmaraja, en Mahabalipuram. Santuario en forma de carro (ratha), que se construyó en el siglo VIl en esta zona. Este santuario de tres plantas está apoyado en figuras de leones y elefantes. Es una pirámide monolítica de base cuadrada rematada por una stupa.

El apogeo del sikhara se produjo en los siglos XI y XII; se caracteriza simultáneamente por su elevación mucho más atrevida y por la utilización decorativa, sobre el propio sikhara, de torres en reducción (anga sikhara), cuya disposición es variada según los tipos locales y según los siglos. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el sikhara sin torres en reducción persiste paralelamente, al par que gana en altura (templo de Parsvanatha en Khajuraho, por ejemplo). Se pueden enumerar tres modos principales de ordenar los anga sikhara sobre el techo (lo que no excluye un mayor número de variantes); en uno de los casos, bien ilustrado por el templo del Lingaraja en Bhubaneswar, están colocados en el interior del ángulo de cada una de las divisiones intermedias y se superponen de forma continua, decreciendo desde la base de la techumbre hasta la cúspide.

Una segunda categoría de techumbre curvilínea de este tipo tiene una abundante representación; los anga sikhara están dispuestos sobre el saliente central de cada cara; de reducido número en un primer momento (uno, después dos y tres), alcanzan el número de cuatro en las realizaciones de más envergadura y algunos anga sikhara más pequeños los encuadran en la base de la techumbre. Varios templos de Khajuraho (principalmente el Khandariya Mahadeva) son los mejores ejemplos de esta categoría; el sikhara central es más esbelto que en la categoría precedente y los anga sikhara parecen subir, por su progresión ascendente, al asalto hacia la cúspide de la torre principal. Este procedimiento confiere un sorprendente dinamismo al conjunto.

Templo de Mahabalipuram, cerca de Chennai. También conocido como las Siete Pagodas, fue construido entre los años 690 y 715 en estilo Pallava.

La tercera categoría, que parece un poco más tardía (siglo XII y siguientes), utiliza las reducciones de edificios de forma más sistemática, llenando con sus siluetas, regularmente alineadas en varios registros superpuestos, los intervalos que hay entre los salientes de cada cara (por ejemplo, entre muchos otros, el templo de Nilakhantesvara en Udaypur, Gwalior).

Templo de Brhadisvara, en Tanjore. Vista de la entrada principal al complejo, que tiene un vimana de 80 metros de altura. Fue construido por el rey chola Rajaraja entre 1003 y 1010. Está considerado el máximo exponente de la arquitectura chola.

Si bien el templo con sikhara se extendió bastante en todo el norte de la India en época medieval, también existieron otros tipos arquitectónicos. El ejemplo más notable es quizás el templo de Vimala en el Monte Abu (Rajputana), una de las más antiguas y completas muestras de la arquitectura jaina. Deplanta cruciforme, fue construido (1031) en mármol blanco sobre una plataforma igualmente cruciforme. El cuerpo central, coronado por una falsa cú- pula típica, está rodeado por un claustro hipóstilo con cúpulas. El centro es octogonal y descansa sobre ocho pilares unidos entre sí por arcos dentados (que vemos también en otras partes, sobre todo en el templo de Surya, en Modhera, Estado de Baroda, del siglo XI, y que quizás hayan sido influidos por la arquitectura indomusulmana); una cúpula circular 184 con un pinjante central y con radios en forma de personajes se despliega bajo la torre. Si bien el aspecto exterior de este edificio es relativamente sencillo, el recargamiento de esculturas sobre los pilares, los arcos y los techos es excesivo, e ilustra sin embargo un estilo típicamente medieval, cuyo gusto por el recargamiento volveremos a encontrar en ciertos estilos meridionales.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Khandariya Mahadeva


La dinastía de los Candela (950-1203) embelleció sus ciudades con templos, palacios y fortificaciones, en especial en su capital Khajura-ho, donde se afirmó la maravillosa cultura artística. De entre estas construcciones goza de indiscutible popularidad el llamado santuario de Khandariya Mahadeva, dedicado al dios Shiva, verdadero arquetipo de los templos de la India central durante la Edad Media.

Erigid
o en el siglo XI, esta joya del arte hindú cuenta con un zócalo de gran altura que sostiene el templo cuya planta, con partes que sobresalen en los cuatro lados, forma una especie de cruz. El pabellón de recepción (ardhamandapa) y el sucesivo vestíbulo (jagamohana), de tamaño creciente, la sala hipóstila o sala de los hombres (mandapa) y la antecámara que la separa del santuario o capilla del dios (garbhagriha), forman una larga suite que conducen al devoto hasta la cella central, alrededor de la cual una galería sirve de paseo cubierto.

El conjunto del templo, que en el norte de la India recibe el nombre de nagara, aparece aquí como la yuxtaposición de partes independientes que se organizan en un todo unificado. Balcones salientes dejan entrar la luz, creando una sabia alternancia de zonas más y menos iluminadas. Los saledizos que protegen la escalera y los vestíbulos están cubiertos con una techumbre escalonada, con gradas de tamaño cada vez más grandes.

Tal sucesión confiere al conjunto del monumento un perfil curvilíneo que se escalona hasta la cima del sikhara, construido encima de la celia o santuario principal. Una serie de medios sikhara de tamaño creciente, pegados unos a otros, crean un efecto análogo en la parte posterior del edificio.

Estas torrecillas (sikhara), agrupadas alrededor del cuerpo principal, el (mulamanjari), hacen el efecto de un ramillete que se eleva hacia el cielo y que simboliza el monte Meru, el Olimpo de los dioses hindúes.

Una profusa decoración escultórica, integrada por más de 850 estatuas, recubre los muros exteriores del templo, de piso en piso, que están totalmente recubiertos de imágenes eróticas (mithuna). Dioses menores y personajes femeninos de delicado modelado, esculpidos en un relieve muy marcado sobre un gres rosa, fino y muy blando, decoran las paredes exteriores. Sus cuerpos, en poses sumamente flexibles, se pliegan a los múltiples imperativos de la icono grafía y se funden en la superficie animada de la pared.

Esta iconografía particular, cuya interpretación exacta es objeto de discusiones, se inscribe dentro de la prolongación de una antigua tradición que exige la representación de parejas de amantes, de carácter protector, en el exterior de los lugares santos. También cabe relacionarlas con diversas concepciones tántricas todavía mal conocidas o con un significado místico. Todo un estilo deslumbrante al servicio de una extraordinaria riqueza imaginativa.

La calidad del artista y de su cultura iconográfica se manifiesta en todos los templos de Candela por los detalles perfectamente trabajado. 

El templo de Khandariya Mahadeva, célebre por sus innumerables motivos eróticos, se alza en Khajuraho, al norte de la India.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.


El templo de techumbre piramidal

Paralelamente al templo con sikhara y a los tipos arquitectónicos del Norte se desarrolló durante el mismo período, en la India del Sur, una serie de tipos de templos de techo piramidal también importante y cuyo proceso de desarrollo es análogo, pero que presentan aún más numerosas variantes. Hay que buscar los prototipos de los mismos bien en representaciones (fresco de la cueva I de Ajanta, del siglo VI; el pequeño templo junto al que medita un asceta en la gran composición de la “Bajada del Ganga [o Ganges] a la Tierra”, en Mahabalipuram, del siglo VII), bien en los santuarios esculpidos en un banco rocoso de Mahabalipuram: los templos llamados de Dharmaraja y de Arjuna (siglo Vil). Después de estos arquetipos, se va progresivamente, de trecho en trecho y de siglo en siglo, hacia las grandes realizaciones de la época medieval.

Templo de Brhadisvara, en Tanjore. La cubierta monumental tiene también una silueta piramidal. Su altura, modesta en comparación con el vimana del templo, corresponde a una época antigua (siglo XI), anterior al gigantismo que adquirieron los gopuram.

El tipo mejor definido y el más frecuente presenta como caracteres esenciales un cuerpo cuadrado cuyos muros exteriores están decorados con pilares empotrados y una techumbre piramidal cuyos escalones simulan pisos, cada uno de ellos compuesto por una cornisa donde se apoyan las reducciones de edificios. Estas son de planta cuadrada si están situadas en los ángulos y de planta redondeada en los otros casos. Un coronamiento, de planta cuadrada o poligonal, remata la pirámide. A partir de estos datos trabajaron los arquitectos. Después de los templos monolíticos de Mahabalipuram en el siglo VII, se edificó, en el mismo lugar, uno de los más antiguos templos de este tipo, construido con bloques de arenisca: el Templo de la Orilla (“Shore Temple”), del siglo VIII.


Tiene ya los elementos principales que serán explotados en el transcurso de los siglos siguientes, y constituye el origen de los grandes conjuntos que serán levantados o transformados hasta la época contemporánea. Es decir, un templo compuesto por sus tres partes esenciales dispuestas sobre un mismo eje y encerrado en un recinto rectangular; el santuario (vimana) está cubierto por una techumbre piramidal escalonada, claramente más elevada que las de los otros edificios, incluso que los altos pabellones colocados sobre las puertas del recinto. Hasta el siglo XI aproximadamente, las reducciones de edificios (pancaram) que adornan cada “piso” del techo del santuario están dispuestas regularmente unas sobre otras, en talla decreciente, hasta la cúspide. Cada una de ellas reproduce bajo una forma simplificada las construcciones monumentales, con sus pilares empotrados y su techumbre artificialmente cortada por ventanas con el arco indio (kudu). A medida que el motivo de los pancaram evoluciona, dichos kudu toman cada vez más el aspecto de un frontón.


Templo de Kailasanatha, en Kanchipuram. Construido por un rey de la dinastía Pallava a finales del siglo VIl, este templo está dedicado a Shiva y es uno de los más antiguos de la ciudad.


El que adorna el pancaram dispuesto en el centro de cada “piso” es en general de mayor talla que los demás. Superponiéndose verticalmente de piso en piso, estos kudu crean un centro de interés en cada cara de la techumbre, dotándola de una especie de saliente donde se desarrollan, con una apariencia cada vez más aberrante, los grandes kudu-frontones de los pancaram centrales. Al mismo tiempo, la techumbre crece, pues un número creciente de ‘pisos” se intercalan entre el cuerpo del edificio y su coronamiento. Por un desarrollo atrevido, este tipo fue amplificado hasta formar, a comienzos del siglo XI, una alta pirámide; el más bello ejemplo se ve en el vimana de Tanjore, donde la pieza de remate en forma de cúpula poligonal se eleva a 60 metros del suelo del patio: el cuerpo del santuario está doblado en altura y los “pisos” de la techumbre llegan a ser trece.


La evolución del templo de este tipo es, en los siglos IX-X, la continuación de las hermosas construcciones que se habían multiplicado en los siglos VII y VIII, principalmente en Badami, Pattadakal, Aihole, etc., es decir, en los sitios donde coexistían las techumbres curvilíneas y las piramidales. Durante el período medieval, dicho tipo se desarrolla de manera considerable, tomando un aspecto cada vez más vasto y componiéndose de numerosos edificios anexos, de capillas, etc.

Entre los templos del siglo VIII, se pueden considerar como prototipos el Templo de la Orilla en Mahabalipuram y el Kailasanatha en Kanchipuram. Cada uno de ellos se desarrolla en el centro de un recinto rectangular cuya puerta de acceso está sitúada de cara al Este; en Kanchipuram esta puerta (gopuram) está, por una de las primeras veces, coronada por un semicilindro limitado en cada extremo por un arco indio: se trata, aplicada a la arquitectura religiosa hindú, de la forma de las puertas de ciudad tal como las representaciones budistas atestiguan su uso desde el siglo I a.C, aproximadamente.

                         Vimana del templo de Brhadisvara, en Gangaikondacholapuram.

Y este edificio, de dimensiones aún modestas en el siglo VIII, irá tomando altura siguiendo la misma ley que rigió la elevación progresiva de la techumbre piramidal del vimana. Una vez atravesada esta puerta (que es, de hecho, un pabellón de entrada perforado de parte a parte en el cuerpo del recinto), se encuentra en primer lugar un pabellón hipóstilo de techo plano: es el mandapam. Detrás de él se yergue a poca distancia el vimana con su techumbre piramidal rematada por una falsa cúpula poligonal.

A base de este tema general, los arquitectos bordarán innumerables variantes. Desde principios del siglo X, un estilo mejor definido se desarrollará bajo el impulso de los soberanos Cola en el sudeste y proseguirá hasta mediados del siglo XII aproximadamente; más adelante será prolongado por un estilo más recargado, que se desarrolló en la misma región bajo la dinastía de los Pandya hasta mediados del siglo XIV.
Durante el siglo X los templos no son apenas numerosos ni muy vastos; construidos con esmero, con ayuda de bloques de piedra bien dispuestos, prolongan en sus características esenciales el estilo precedente de los Calukya; un buen ejemplo del estilo Cola del siglo X se ve en el templo de Koranganatha en Srinivasanalur (Tirucirapalli), en el que hay que observar, si no la aparición, por lo menos la utilización de un orden arquitectónico nuevo, propio de los Cola, ilustrado principalmente por los pilares y sus capiteles; así como la presencia sobre los muros exteriores del vimana de nichos que cobijan cada uno un personaje divino esculpido en alto relieve.

Templo de Sri Ranganatha, en Srirangam. Es el centro religioso más importante del área y el complejo de templos más grande del país.

Con el afianzamiento de su poderío durante el primer cuarto del siglo XI, los Cola emprendieron construcciones más monumentales, cuyos dos ejemplares más bellos son el templo de Brhadisvara (Shiva) en Tanjore (1011), el vimana del cual ya ha sido mencionado, y el de Gangaikondacolapuram, apenas posterior (1025 aproximadamente). En estos dos templos, el estilo Cola alcanza su madurez y se despliega con una sorprendente seguridad, atestiguando a la vez la intensidad de su fe y el virtuosismo de los arquitectos y los escultores. En Tanjore el recinto es vasto. En su eje se suceden, a partir de la puerta, un pabellón que alberga una estatua del toro Nandin, montura sagrada (vahana) de Shiva, un mandapam hipóstilo, una gran sala de reunión y, por fin, el propio vimana. La decoración esculpida, muy hermosa, está empleada con comedimiento y se desprende del conjunto una impresión de majestad clásica.

⇨ Templo de Varadaraja Perumal, en Kancipuram. Gopuram principal. Estas enormes puertas de acceso se situaban en los cuatro puntos cardinales de los templos, sobre la muralla que los rodeaba. Por la gran abertura de su planta baja se pasaba al patio o recinto sagrado interior. Obsérvese la complicación y talla gigantesca que ha alcanzado la cubierta piramidal de este gopuram, cararterística de una época avanzada (siglos XIV y siguientes).



En Gangaikondacholapuram, todo el conjunto es más imponente: la superficie del patio rodeado de muros es más extensa; contiene, sobre un eje esteoeste, una sala hipóstila dotada de 150 pilares que prefigura los mandapam "de mil pilares" que constituirán en una época más tardía un elemento constante en la composición de los grandes templos. Dicho mandapam está unido al vimana por un vestíbulo perpendicular al eje, cuyos dos extremos, al Norte y al Sur, están provistos de puertas a las que se accede por una escalera empinada que escala el alto basamento moldurado que forma la base del conjunto del templo. El propio santuario, de interior oscuro y misterioso, está coronado por una techumbre piramidal menos alta que en Tanjore (45,60 m), imponente aunque más rechoncha y con menos rigor de estilo, caracterizada por la introducción en la techumbre de curvas horizontales que anuncian un tipo de techumbre "mixta", del que se hablará más adelante. La escultura en alto relieve es aquí quizá de expresión más sensible que en Tanjore, y conviene destacar la presencia, junto a la entrada meridional del vestíbulo, de un panel en alto relieve representando a Shiva coronando con una guirnalda florida al rey Konda (Rajendra I Cola, 1018-1033) que había"ido al Ganges"(Ganga): es uno de los escasos ejemplos en la escultura medieval de representación de un soberano.

Después de este apogeo, el poderío de los Cola declinó, y las grandes empresas de construcción religiosa cesaron. Los Pandya dominaron a su vez el sur de la India y, aunque protectores de las artes, no fueron propiamente constructores eméritos. De hecho se puede observar en este período (siglo XIImediados del XIV) una tendencia a ampliar cada vez más el área ocupada por los templos, perpetuando al mismo tiempo las características del estilo Cola sin aportarle renovación alguna, sino únicamente un recargamiento decorativo; los diversos edificios fueron concebidos más con un objetivo utilitario y funcional que como creaciones artísticas, como fue el caso en el siglo XI.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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