Punto al Arte: 06 El arte de los celtas
Mostrando entradas con la etiqueta 06 El arte de los celtas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 06 El arte de los celtas. Mostrar todas las entradas

El arte de los celtas

Seguramente cuando Herodoto, el griego considerado como el padre de la Historia, citó por vez primera a los keltoi en el siglo V a.C., no era consciente de la confusión que, todavía veinticinco siglos después, rodearía a este término. En efecto, "celta" puede referirse a una etnia, a una lengua o a una cultura cuyas expresiones artísticas no son sólo de una gran personalidad, sino que han perdurado durante mucho tiempo.

Detalle de una diadema celta 
hallada en Ribadeo, Lugo. (Mu-
seo Arqueológico, Madrid).
Es cierto que la acepción de pueblo o etnia es la primera que se desprende de las fuentes escritas. Herodoto afirmaba que el río Istros -el actual Dan ubio- nacía en el país de los celtas, cerca de la ciudad de Pyrenae, y que dicho río atravesaba Europa dividiéndola en dos partes. Pocos años antes, Hecateo de Mileto, a finales del siglo VI a.C., también se refería de una manera imprecisa a la región de la Céltica como cercana a la colonia focense de Massalia - la actual Marsella-.

Autores posteriores presentan a los celtas en diferentes puntos geográficos y a propósito de hechos históricos concretos: así, aparecen como mercenarios a sueldo de Dionisia de Siracusa luchando con Esparta en contra de Tebas, o destruyendo la ciudad griega de Delfos para pasar después a Asia Menor donde se establecieron, tomando entonces el nombre de gálatas, para los que mucho después San Pablo escribiría su famosa epístola. Con la denominación de galos protagonizan una expansión sobre Italia y el célebre saqueo de Roma.

Espada de bronce (Museo de Arte e Historia, Ginebra). Esta espada es de la época de Hallstatt y en ella se pueden apreciar decoraciones rectilíneas en el mango, típicas de aquella cultura.
Finalmente, César, en la Guerra de las Galias, relata la conquista de su territorio, situado en la actual Francia, entre el Carona, el Sena y el Marne.

Fue precisamente la acción comercial y después conquistadora de Roma la que permitió un contacto continuado y, por tanto, un mayor conocimiento de las costumbres de estas gentes. Autores como Posidonio, Polibio, Diodoro, César, Tácito, Plinio y Tolomeo, entre otros, son las principales fuentes de información para conocer la historia, modo de vida, estructura social y religión de los pueblos de Europa occidental de ·los que no se está seguro si todos se merecen la denominación de celtas. Hay un acuerdo general entre estos autores en presentar a estas gentes como altas, fuertes, orgullosas, fácilmente irritables, prontas y valientes en la guerra, amantes de los banquetes y el vino.

Espada de bronce y pulseras (Musée de Saint-Germain-en-Laye). Estas piezas fueron halladas entre las joyas de una tumba de Petit Villalte.
En la península Ibérica, Diodoro y Estrabón atribuyen una cierta filiación celta a los celtíberos, muy influidos culturalmente por los íberos. Y para los habitantes de Britania - Gran Bretaña e Irlanda- en ningún momento se dice que fueron celtas.

Lo cierto es que, desde el punto de vista indígena, no existía una conciencia de unidad étnica: los celtas. Por el contrario, las fuentes escritas de historiadores y geógrafos, la epigrafía y la numismática han legado una gran cantidad de denominaciones de tribus, y sólo en el sudoeste de la península Ibérica una de ellas recibe el nombre de celtici. Etnónimos como galos, celtíberos, íberos y etruscos, entre otros, son denominaciones supratribales que, salvo casos muy excepcionales, jamás tuvieron operatividad jurídica ni unidad política.

Urna cineraria (Museo Arqueológico, Burgos). Este recipiente es de la Segunda Edad del Hierro, y procede de Miraveche. Estaba destinada a guardar las cenizas del cadáver incinerado, ritual que tuvo una gran difusión en la Europa centro-occidental desde el período del Bronce Final.



Así pues, en los textos de los historiadores griegos y romanos, el término celta es poco preciso; globalmente hace mención a los pueblos del oeste de Grecia, pero es seguro que los criterios de diferenciación lingüística y cultural que actualmente son exigidos para definir una etnia no fueron tenidos en cuenta por los antiguos. Se aludía a un mundo "bárbaro", extraño a la lengua, costumbres y cultura de Grecia y Roma, con el que entraron en contacto mediante el comercio o la conquista.

Vaso de terracota procedente de Marne (Francia). Los celtas también modelaron vasos de terracota, valorizando el tipo celta antiguo de profundas incisiones, pero dedicándose también a vasos pintados, entre los cuales sobresalen los hermosos vasos ligeros del Marne, adornados con espirales.



Más concreta es la acepción lingüística del término celta. Esta denominación fue adoptada por los lingüistas para hacer referencia a un grupo de lenguas emparentadas, integradas en la gran familia de lenguas indoeuropeas que se extendieron por Europa - griego, tracio, ilirio, eslavo, báltico, ·germano, itálico, celta, grupo hispano-celta - y por Asia -anatolio (hitita, luvita, palaico), frigio, armenio, indio, iraní, tocario. En Europa se conocen muy pocas lenguas no indoeuropeas: el ibérico y el etrusco en el pasado, y el vasco y ugrofinés actualmente. El proceso de introducción de lenguas indoeuropeas actuales - español, inglés, francés, portugués- en América, África y Asia es un fenómeno que comienza a partir del siglo XV.

Coraza (Museo de Arte e Historia, Ginebra). Esta coraza es de la época de Hallstatt y está decorada con puntos en relieve y cuellos de cisne. El enorme auge y la calidad de la metalurgia del bronce durante el período de Hallstatt refleja la existencia de talleres artesanales especializados, que atendían la demanda de una clientela de elite. La decoración normalmente es geométrica, si bien se incluyen representaciones de aves acuáticas, acompañadas de temas de círculos y ruedas que demuestran una clara conexión de símbolos y cultos solares.



Así pues, el grupo celta tiene una distribución básicamente centro-occidental, y en la actualidad todavía han perdurado algunas lenguas antiguas en los territorios atlánticos: el bretón en la Bretaña francesa, el goidélico en Irlanda y el gaélico, manx, galés, cómico y bretón en Gran Bretaúa. En la antigüedad eran lenguas celtas el galo, lepóntico (región alpina), celtibérico, gaélico y bretón, y posiblemente se hablaba celta también al este del Rin.

De las lenguas insulares se conoce una interesante literatura desarrollada a lo largo del I milenio d.C., muy posterior, por tanto, al inicio de estas lenguas; permite reconocer un extenso vocabulario, la estructura lingüística y preciosas informaciones sobre sociedad y religión. La generalización del latín eliminó cualquier posibilidad de literatura en lengua indígena en el continente. Los datos de que se dispone entonces son breves y en la mayoría de los casos hacen mención a nombres propios.

En celtibérico se conocen algunos textos breves como las tesserae hospitales, que son pactos de hospitalidad entre individuos o comunidades. Pero el hallazgo más importante de estos últimos años ha sido el bronce de Botorrita: es una tablilla rectangular de 40 por 10 centímetros escrita por ambas caras, 11 líneas en una y 10 en la otra. Su lectura ha proporcionado importantes datos sobre vocabulario y estructura lingüística y, aunque la traducción es difícil, parece que se trata de una lex sacra que regula los límites de campos, los trabajos agrícolas y la percepción de impuestos o multas. En la península Ibérica, los territorios occidentales y noroccidentales han aportado una gran cantidad de inscripciones en latín con nombres propios indoeuropeos, pero no es posible aceptar por ahora un carácter céltico para las lenguas allí habladas.

Torques (Museo Provincial, Pontevedra). Este torques procede de Viveiro, Lugo, y perTènece a la cultura de los castros, del siglo V a.C. Reciben el nombre de torques los collares rígidos realizados con hilos de metal, oro o bronce, retorcidos, y acabados en unos apéndices de rica decoración.



Actualmente se acepta, por lo general, que "es celta todo aquel que habla celta". Así pues, el panorama lingüístico de la Europa antigua delimita el área céltica con más precisión que las fuentes escritas antiguas. Se incorporan, lo que no ocurría en las fuentes, los territorios insulares atlánticos y, claramente, parte de la península Ibérica.

   Queda finalmente por ver el significado cultural que se atribuye al término celta. ¿Se puede hablar con propiedad de una cultura celta? Tradicionalmente se ha relacionado la cultura de La Tène con los pueblos celtas, sobre todo el aspecto artístico, de modo que arte celta y arte de La Tène son para muchos conceptos sinónimos.

Torques (Museo Británico, Londres). Este torques procedente de Snettisham (Gran Bretaña) es un fino trabajo realizado entrelazando hilos de oro mezclados con plata.



La cultura de La Tène, definida a partir del yacimiento epónimo en Suiza, es una cultura arqueológica, es decir, ha sido caracterizada a partir de una serie de rasgos similares como tipos de asentamiento y de enterramiento, por una tipología cerámica y de objetos de metal y por un estilo decorativo muy característico. Se podría decir que dicha cultura se forma en los territorios comprendidos entre el norte de los Alpes, sur de Alemania y Francia centrooriental. Corresponde a la segunda Edad del Hierro, desde el 450 a.C., hasta la conquista romana, con una perduración en las zonas no conquistadas o escasamente romanizadas.

Pulsera de oro con dos colgantes (Museo Brukenthal, Sibiu, Rumania). Esta pulsera procede de Cornatzel. Los objetos de adorno y de uso personal - collares, brazaletes, fíbulas, navajas de afeitar- tallados en materiales preciosos fueron muy apreciados entre las clases dominantes de toda Europa como bienes de prestigio, lo que refleja un proceso de concentración del poder.



Algunos de sus rasgos se extienden hacia el este, el norte y el oeste hasta alcanzar las Islas Británicas, pero en la península Ibérica, salvo algunos objetos metálicos como espadas y fíbulas !atenienses, no se puede hablar con propiedad del desarrollo de dicha cultura. En cuanto a su característica más personal, el arte decorativo, es bastante uniforme en Europa continental y en la islas, y prácticamente inexistente en la península Ibérica, mientras que producciones, a veces consideradas como obras maestras del arte celta -por ejemplo el caldero de Gundestrup hallado en un pantano de Jutlandia proceden de zonas no consideradas latenienses ni de habla celta.

La Tène hunde sus raíces en la anterior cultura de Hallstatt de la primera Edad del Hierro, desarrollada entre el 750 y el500 a.C., y que a su vez es el resultado de las transformaciones protagonizadas por los grupos de la cultura de los Campos de Urnas del Bronce Final entre el 1200 y el 750 a.C. La sucesión de dichas culturas no implica ruptura, ni mucho menos la llegada de nuevos pueblos; los cambios en lo social, económico, político e ideológico que se vislumbran de una a otra son resultado de un proceso básicamente autóctono en el que no se deben excluir estímulos e influencias externos.

Pendiente celta de bronce y coral procedente de Somerset (Gran Bretaña).



El período a partir del 1200 a.C. es crucial para la configuración étnica y cultural de la Europa protohistórica. Durante el Bronce Final se asiste a una expansión de algunos rasgos culturales en la mayor parte de Europa centro-occidental que, aparentemente, da la sensación de uniformidad cultural. Lo más llamativo es la adopción generalizada del ritual de la incineración, es decir de la cremación del cadáver y posterior deposición de las cenizas en una urna de cerámica que se entierra bajo tierra; por lo general, las urnas aparecen agrupadas formando necrópolis. Este rito es lo que ha dado nombre a la cultura de los Campos de Urnas. Junto al nuevo rito, se adoptan unos tipos de cerámicas bastante similares, especialmente la urna cineraria.

La metalurgia, todavía de bronce, mejora tecnológicamente y puede proporcionar objetos más duros gracias a la aleación de cobre y estaño, lo que repercutirá en una mejora de las posibilidades del armamento y utillaje; por otra parte, la fundición con moldes bivalvos y el nuevo método de la cera perdida dará pie a la aparición de objetos de formas y funciones muy diversas.

Vaso de cerámica (Musée de Saint-Germainen-Laye). PerTènece a la Edad del Hierro. En la parte inferior del vaso se observa el gran trabajo de las incisiones que se han realizado a modo de adorno.
Por toda Europa se generalizan armas -espadas y puñales-, utensilios - hachas, alguna hoz-, objetos de adorno y de uso personal -collares, brazaletes, fíbulas, navajas de afeitar- de una tipología similar. Todas estas novedades coinciden, allá donde no existía, con una paulatina generalización de la vida en poblados en los que se aprecia una incipiente urbanización, es decir una organización premeditada de la distribución de las casas y los lugares de circulación, así como una división interna de las casas en varios espacios - hogar, descanso, trabajo, almacenamiento.

Desde el punto de vista artístico, los únicos documentos de que se dispone son las decoraciones sobre cerámicas y objetos de bronce. La temática es invariablemente de tipo geométrico, bien de líneas rectas (triángulos, meandros, ajedrezados) o bien de líneas curvas (círculos). Es muy excepcional la aparición de temas animados, de representaciones zoomorfas o humanas, y cuando lo hacen son siempre bastante esquemáticas.

Vasija (Museo Británico, Londres). Esta vasija celta originaria de Francia se ha datado en el siglo VI a.C. Sobresalen los diversos diseños geométricos pintados sobre la superficie de la vasija.
Este mismo geometrismo es el que domina las manifestaciones artísticas de la primera Edad del Hierro, el período de Hallstatt. Pero en esta etapa se aprecian transformaciones importantes. El ritual de la incineración va siendo sustituido por el de la inhumación, y en las necrópolis se distinguen enterramientos extraordinariamente ricos: son inhumaciones, a veces en cámara de madera, bajo túmulo. En el interior, la riqueza viene documentada por un ajuar integrado por cerámicas de gran calidad, objetos de bronce y de oro, las primeras espadas de hierro, carros y elementos del arnés. Son tumbas ostentosamente ricas, con acumulación de bienes de prestigio, que evidencian un proceso de concentración del poder.

La mayoría de los objetos son de producción local y responden a un gusto o tendencia decorativa de carácter centroeuropeo. Pero la gran calidad de las cerámicas y manufacturas de bronce atestiguan un trabajo artesanal especializado, es decir la existencia de talleres que atienden la demanda de una clientela de elite. De gran interés es el enorme auge de la metalurgia del bronce; la progresiva incorporación del hierro en la fabricación de armamento libera al bronce de esta función, aunque se constata su uso en la producción de yelmos, corazas y escudos, objetos más bien de parada que de uso real en la guerra.

Disco de bronce (Museo Británico, Londres). Este disco de bronce permite apreciar el fino trabajo en piezas como ésta, destinado para la clase dominante de la época El trabajo del metal llegó a un nivel de calidad muy elevada y se puede decir que los celtas fueron grandes maestros en las artes metalúrgicas.
En bronce, a veces también en oro, se fabrica una gran variedad de objetos de adorno y de uso personal y como novedad se introduce el trabajo en hoja de bronce para la elaboración de diversos recipientes, como las sítulas o los mismos yelmos y escudos. La decoración sigue siendo geométrica, pero en bronce es frecuente la representación de aves acuáticas, generalmente acompañadas de temas de círculos y ruedas que demuestran una clara conexión con símbolos y cultos solares.

No obstante, la gran novedad de esta época es la presencia de importaciones mediterráneas al norte de los Alpes y que supone el inicio de unas relaciones comerciales en dirección sur-norte, iniciadas y llevadas a cabo por centros urbanos como las ciudades griegas o etruscas; la colonia francesa de Massalia, controlando la ruta del Ródano, actuó como centro de penetración hacia las tierras del interior.

Estatuilla celta (Musée Département de I'Oise, Beauvais). Esta figura representa un dios guerrero provisto de un gran escudo y un amplio cinturón que ciñe su vestimenta. Fue realizada en bronce y con una pequeña incrustación en los ojos de pasta de vidrio, cosa que hace al personaje más humano y a la vez más cercano.



Estos contactos comerciales se detectan en los territorios hallstátticos occidentales del sudoeste de Alemania y este de Francia, siendo los yacimientos más importantes el poblado fortificado de la Heuneburg, en el alto Danubio, con una necrópolis tumular de enterramientos ricos, entre los que destacan el de Hohmichele, y el de Mont Lassois, en el Sena, al que perTènece el impresionante enterramiento femenino de Vix. Las importaciones griegas consistían en ánforas vinarias, cerámicas áticas de figuras negras y objetos de bronce, sobresaliendo con mucho la gran crátera de Vix, que no tiene parangón con ninguno de los hallazgos de las mismas ciudades o necrópolis griegas; otros objetos de bronce eran calderos sobre trípode y los Schnabelkannen o jarros picudos, en este caso de origen etrusco.

Independientemente del importante trasfondo político, económico y social que tiene este comercio, hay que Tèner en cuenta otro tipo de repercusiones. Algunas son de índole tecnológica, como el conocimiento del torno alfarero y de nuevas técnicas de metalurgia y orfebrería, como el granulado y la filigrana. Otras, y esto es importante para el arte, son de índole ideológica y estética. Las decoraciones de las cerámicas y de los bronces importados introducen en un mundo bárbaro, es decir no mediterráneo, la simbología religiosa y social de una sociedad aristocrática y urbana: algunos temas homéricos, juegos funerarios, escenas de banquete, procesiones y desfiles de soldados de a pie -hoplitas-, jinetes y carros.

Escultura celta (Museo Nacional, Praga). Esta fíbula de bronce con forma humana, procede del lago suizo de Neuchatel y es del siglo V a.C. Las fíbulas eran una especie de broche que servía para sujetar los mantos o las capas. Sorprende en ésta, la decoración de círculos que se aprecia en las vestiduras y en el cuerpo.



Las mismas ánforas vinarias y los recipientes áticos para la mezcla, servicio y consumo del vino son una prueba de que la costumbre del symposio había sido adoptada por las élites de Centroeuropa. Al mismo tiempo se introduce una temática vegetal y zoomorfa completamente desconocida: flores de loto, palmeras, animales reales o fantásticos como leones, grifos, esfinges que se habían generalizado en el Mediterráneo desde el siglo VIII a. C., constituyendo el período orientalizante, son motivos que irán progresivamente siendo adoptados por los broncistas y orfebres centroeuropeos a partir del siglo VI a.C., iniciando un estilo orientalizante absolutamente personal.

Un ejemplo de este estilo orientalizante, con muchas aportaciones indígenas, es el llamado arte de las sítulas, que son recipientes troncocónicos de hoja de bronce con una decoración distribuida en franjas horizontales donde, por lo general, se registran escenas de banquete, de soldados y carros en marcha, de lucha, y de animales reales o fantásticos.

No todo lo oriental se debe a inspiración grecoetrusca. A través del área de los Balcanes llegan también, entre los siglos VI y V a.C., influencias procedentes del mundo escita y también del Irán, evidenciadas en algunos temas animalísticos y en algunos objetos como los característicos recipientes cubiertos con hoja de oro, en forma de cuerno, que se encuentran ya en las últimas tumbas del período hallstáttico y van a ser característicos de la siguiente etapa.

Casco de Amfreville (Musée de Saint-Germainen-Laye). Este casco es un claro exponente de la originalidad del arte celta, apasionado por el juego de las líneas curvas, que los historiadores del arte han descubierto hace tan sólo unos decenios, ya en pleno siglo XX.
A partir del siglo V a.C. se detecta una serie de transformaciones -se habla a veces de la crisis del siglo V- difíciles de interpretar en toda su amplitud. En primer lugar, varía ligeramente el escenario geográfico que proporciona los datos arqueológicos sobre los que se basa el conocimiento de los inicios de la nueva cultura. Si Hallstatt se conocía por los centros de poder (poblados o necrópolis) del alto Danubio y Francia oriental, los inicios de La Tène - identificados precisamente por su estilo artístico- se detectan un poco más al norte, en la zona del Rin medio y del Mosela, la región de Hunsrück-Eifel. Efectivamente, Mont Lassois y la Heuneburg interrumpen su vida o, cuando menos, dejan de ser centros de importaciones mediterráneas y redistribución de las mismas. En general cambian las relaciones con el mundo mediterráneo.

Se cierra la ruta que Massalia había abierto a través del Ródano y que accedía a los territorios hallstátticos occidentales. Desde finales del siglo VI y a lo largo del V a.C. se potencia la actividad comercial desde el Adriático, a partir de centros como Adria y Spina, que a través de los Alpes llegará hacia el interior. Ahora arriban recipientes de bronce de origen etrusco, algunos griegos, o se fabrican copias locales y cerámicas áticas de figuras rojas. Pero no sólo cambia el lugar de origen y la distribución final de las importaciones, sino también la categoría y el sentido de las mismas. Ya no aparecen regalos suntuosos como había sido la crátera de Vix, ni las acumulaciones de bienes de prestigio.

Casco de bronce con grandes cuernos cónicos (Museo Británico, Londres). Este casco fue hallado en el Támesis, cerca del puente de Waterloo. Probablemente perTènecía al jefe de una tribu, y la cornamenta sería un símbolo de fuerza y poder. Su fragilidad, no obstante, indica que no servía para utilizarlo en batallas, sino sólo como distintivo ceremonial.
Además, salvo raras excepciones, las importaciones mediterráneas cesan prácticamente a partir del 400 a.C. y sólo el uso abundante del coral en la joyería -presente desde la época de Hallstatt- deja huella de una continuidad de los contactos con el mundo mediterráneo. Así pues, la Europa "bárbara" se mantendrá más cerrada a las influencias externas hasta el siglo II a.C., momento en que Roma volverá a abrir las rutas comerciales con el interior a través de su comercio vinario, actividad precedente o acompañante de sus campañas de conquista.

Precisamente ha sido en las tumbas de la región de Hunsrüch-Eifel, rica en hierro, donde se localizaron los objetos que se consideran como característicos del primer estilo del arte de La Tene. Son tumbas con inhumaciones acompañadas de carros de dos ruedas, algunas importaciones como coral o recipientes de bronce etruscos, alguna cerámica de figuras rojas y, sobre todo, cerámicas, espadas, bronces y objetos de oro procedentes de talleres centro europeos, con un estilo decorativo sorprendentemente nuevo y personal, aunque muchos de sus motivos puedan rastrearse en el pasado o en una inspiración oriental.

Joyas (Wuerttembergisches Landesmuseum. Stuttgart). Estas joyas perTènecen a la cultura Hallstatt y son del siglo VI a.C. Son brazaletes y torques de oro que se encontraron en un yacimiento cerca de Heuneburg, próximo al curso del río Danubio.
Entre las técnicas utilizadas se encontraba el ensamblado bolitas de oro, una tras otra, conformando el diseño deseado, como en el caso del anillo. La misma técnica también está presente en otras culturas de la época.
El arte de La Tene se manifiesta en los pequeños objetos como la cerámica, pero sobre todo en las manufacturas metálicas para uso personal: espadas de hierro, fíbulas, brazaletes, torques, espejos, recipientes, cuernos para beber, arneses de caballos, adornos para los carros. Es un arte para "llevar encima", para lucimiento personal de unas élites guerreras y que responde, por tanto, a criterios muy diferentes de las manifestaciones artísticas contemporáneas desarrolladas en los países ribereños del Mediterráneo, donde, además del florecimiento de las artes menores, son la arquitectura y la gran escultura las principales expresiones artísticas.

Bola final de una diadema (Musée Arqueologique, Chatillon-sur-Seine). Esta bola final perTènece a la diadema encontrada en la tumba de la Princesa de Vix. Está realizada en oro, mostrando un fino y delicado trabajo de orfebrería.



Paul Jacobsthal, en su obra Early Celtic Art, propuso una sistematización del arte celta a partir de la evolución de los motivos decorativos, estableciendo una verdadera "gramática" de decoraciones celtas. Distinguió tres estilos: Estilo Antiguo o Primer Estilo, tomando como referencia los hallazgos de la región de Hunsrück-Eifel; Estilo de Waldalgesheim, a partir del tesoro hallado en el enterramiento de esa localidad renana, y Estilo Plástico, junto con otras manifestaciones, como el Estilo de las Espadas y el Estilo de Cheshire.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La numismática celta


Monedas celtas halladas en Anvaing (Hainaut),
 Nukerke (Flandes Oriental) y Strijer (Brabante); 
Museo Arqueológico Nacional de Bruselas.
Las monedas celtas fueron acuñadas en toda Europa central y occidental desde finales del siglo IV hasta finales del siglo I a.C. en el continente, y desde finales del siglo II a.C. hasta mediados del siglo I en las Islas Británicas. Los celtas emplearon básicamente modelos griegos y romanos para los diseños de sus monedas, si bien pronto transformaron la iconografía italo-helénica para adaptarla al imaginario celta.

Según el área se tomaron diversos prototipos. Así, en Britania y Galia se tomaron las monedas de oro de Filipo II de Macedonia, en Panonia se adoptaron las de plata de este mismo monarca, en Centroeuropa y en los Balcanes se siguió el modelo de las de oro de Alejandro, mientras que en la península Ibérica y el sur de la Galia se tomaron los prototipos romanos y los de las colonias griegas de Ampurias y Rosas.

Se producían mediante dos sistemas, conocidos como acuñación y fundición. El primero consistía en la creación de piezas en blanco mediante la fundición del metal y su introducción en moldes de arcilla con forma circular, previamente estudiados para que cada moneda tuviera un peso concreto.

Una vez enfriado el metal, éste era acuñado mediante un cuño tallado en una piedra resistente o en bronce o hierro. El modelo a transmitir era normalmente más grande que la moneda y por eso, muchas veces, en ésta solo se encuentra un fragmento del dibujo. El diseño se tallaba en el cuño a manera de negativo de forma que al picar la moneda quedara en ésta en positivo.

El sistema de fundición consistía en la creación de moldes de barro en los cuales se había diseñado la moneda. Se echaba el metal líquido y cuando este se solidificaba, se rompía el molde quedando las monedas unidas por unos hilillos de metal.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Estilo Antiguo

Se desarrolla durante el período de La Tène A, entre la segunda mitad del siglo V y la primera del IV a.C. En la zona occidental del Rin-Mosela, este estilo se caracteriza por usar motivos orientalizantes como palmetas, liras y flores de loto, así como estilizaciones formando trisqueles y tetrasqueles, ruedas giratorias que dan a la composición un gran dinamismo. No es extraña la aparición de representaciones de caras humanas, a veces máscaras, encuadradas en los espacios libres que dejan estos motivos florales. Por lo general se podría definir la composición como acumulativa, es decir, los motivos se disponen alineados en sentido horizontal o vertical, dependiendo de la forma decorada.

Búcaro de bronce (Rheinisches Landsmuseum, Tréveris). En esta magnífica pieza de bronce, en la que se conjugan elementos antropomorfos y zoomorfos, se puede apreciar una cierta influencia de los bucceri pesanti pertenecientes a la cultura etrusca, la cual había alcanzado un alto dominio del arte cerámico y metalúrgico.
Figura de terracota (Narodni Museum, Belgrado). Delicada y elaborada terracota que muestra una imagen avimorfa, conduciendo un carro-triciclo, decorado con pájaros.
La decoración se aplica a bellas joyas de oro, como el torques áureo del tesoro de Erstfeld, en Suiza, donde la sencillez de la mitad de la varilla lisa contrasta con el sentido de movimiento de la otra mitad, en la que aparecen cabezas humanas reales o ficticias y animales en dinámica conexión a través de las distintas partes del cuerpo.

Sítula Benvenuti (Museo Nazionale Atestino, Este). Esta sítula de la cultura Hallstatt está realizada en bronce y en ella se han aplicado tres franjas con decoraciones zoomorfa, vegetal y antropomorfa. Se halló en una tumba de la Villa Benvenuti de Este, Venecia.
Otra obra excepcional es el cuenco de oro de Schwarzenbach, que conserva una mayor relación con el verdadero estilo orientalizante al disponer la composición distribuida en dos franjas horizontales, aunque la ejecución de las palmetas y flores de loto prácticamente no guarda ningún parentesco con los lejanos prototipos egipcios.

Sítula de bronce (Narodna Galerija, Eslovenia). Esta sítula, realizada en bronce, pertenece a la cultura Hallstatt. Está decorada con bandas horizontales en las que se han grabado diversos motivos repujados, como el de una figura femenina que toca la flauta de pan.
Pero hay otras obras maestras de este primer arte celta que se apartan de este diseño. Se trata de los recipientes de bronce, sobre todo los jarros con pico vertedor, productos ya locales a partir de los prototipos etruscos. Aquí, la decoración suele concentrarse en la zona de unión del asa -a veces formada por el cuerpo de un animal- con el cuerpo del recipiente: generalmente en esta zona se desarrolla la decoración floral, en la que puede inscribirse una cabeza humana como es el caso en los jarros de Dürmberg (Austria) o de Klein-Aspergle.

Disco de adorno céltico (Bibliotheque Nationale, París). Este adorno realizado en oro se encontró en Auvers-sur-Oise. Ejecutado con una técnica muy depurada, en la que se mezclan diversas fórmulas, como la de las incrustaciones, en este caso coral, y la realización de un dibujo mediante la sucesión de numerosas bolitas de oro. El resultado conseguido es de una calidad muy brillante técnica y artísticamente.
Destaca por su belleza el ejemplar de Nieder-Jutz, en el Mosela: contrasta la superficie lisa del recipiente con la decoración geométrica y floral de la franja inferior en torno a la base y la superior alrededor del borde y del pico vertedor. La belleza de los motivos se ve acrecentada por el contraste entre el color del bronce y las incrustaciones de coral y esmalte que rellenan las decoraciones. El asa está formada por el cuerpo de un animal, quizás un lobo, cuya cabeza se repite en la tapadera; está ejecutado en un estilo naturalista que recuerda los temas zoomorfos escitas. Cerca del pico hay una pequeña representación de un pato, reflejando una continuidad del simbolismo hallstáttico que, no obstante, irá desapareciendo con el desarrollo del arte celta.

lnsignia de jefe celta (Museo de Arte e Historia, Ginebra). Esta insignia de un jefe celta es la representación de un símbolo solar. El arte céltico se manifiesta en los pequeños objetos de cerámica y, sobre todo, en las manufacturas metálicas para uso personal. Elaborados para lucimiento de unas elites guerreras, como demuestra esta pieza ornamental de gran belleza.



   En la zona oriental que abarca Bohemia, Baviera y Austria, la decoración es radicalmente distinta, aunque en realidad se encuentran también algunos temas florales. Aquí predominan los temas geométricos, a base de arcos, círculos y series de eses, en composiciones entrelazadas. Los motivos circulares responden a tradiciones locales hallstátticas, pero el diseño, a veces complicado, refleja el uso del compás, rasgo típicamente mediterráneo. Esta decoración aparece estampada sobre cerámica o incisa y grabada en recipientes de bronce, armas, broches de cinturón y alguna joya.

Falera (Musée de Saint-Germain-en-Laye). Esta pieza de bronce está finamente decorada con incrustaciones de coral. Procede de St. Jean-sur-Tourbe, Marne. El pueblo celta desarrolló una gran habilidad artística para el trabajo del metal y las piezas que han llegado hasta el presente así lo corroboran, pues muestran un alto grado de perfección.



En realidad, estos temas geométricos en la decoración cerámica aparecen también en las regiones más occidentales de Francia y las Islas Británicas, y los temas de "eses" son característicos también de cerámicas meseteñas y occidentales de la península Ibérica.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El arte de las sítulas


Detalle de una sítula procedente de Este (Italia)
El arte de las sítulas, que se encuentra íntimamente vinculado con la religión celta y su creencia en la vida después de la muerte, tuvo su punto de apogeo en el siglo VI a.C. y su desaparición se relaciona con el fin de la cultura oriental de Hallstatt.

La palabra latina sítula procede del término istrio-veneciano secio, que designa un pequeño recipiente en forma semicúbica. En general, miden de 20 a 30 centímetros y presentan de una a cuatro franjas horizontales decoradas, cuyo relieve se efectuaba mediante el repujado, desde la cara interna, siendo retocadas con punzones por el exterior. Las ornamentaciones presentes en las sítulas son un tanto arcaicas, estando las figuras en perfil, y las soluciones expresivas empleadas poco innovadoras.

Normalmente se representaban en ellas tanto seres humanos como animales, y a menudo plasmaban escenas importantes de la vida de la élite celta, como banquetes, cacerías, acontecimientos deportivos y procesiones.

Más raros son los casos de sítulas que presenten divinidades o mitos. Se trata de un tipo de receptáculo ritual utilizado para libaciones de agua, vino y leche. Junto con los calderos ceremoniales, poseían un importante valor ceremonial, ya que en cierta manera simbolizaban la regeneración. Esta característica se hace patente sobre todo en aquellas sítulas que contienen decoraciones que aluden a banquetes, haciendo referencia a los festines que se tenían en el más allá. Según una antigua leyenda galesa, estos recipientes podían incluso llegar a devolver la vida a los guerreros muertos.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Estilo de Waldalgesheim

Se desarrolla durante la segunda mitad del siglo IV y los comienzos del III a.C., paralelamente en parte al período de La Tène B. La definición de este estilo se basa en los materiales aparecidos en el yacimiento epónimo de Alemania occidental; es un enterramiento femenino, de los pocos ricos que se conocen durante La Tène B y C, período en el que se asiste a un empobrecimiento generalizado de los ajuares y una práctica desaparición de las importaciones mediterráneas a excepción del coral. Entre el ajuar había un jarro de bronce con vertedor decorado todavía en el estilo antiguo; el resto, algunas decoraciones de carro, un torques y tres brazaletes de oro presentan una composición decorativa diferente, en parte inspirada en la decoración que aparece en un recipiente de bronce, una de las pocas importaciones mediterráneas de la época. En principio, los motivos siguen siendo los mismos, pero se entrelazan de modo que no se pueden individualizar por separado, sino que el extremo de uno forma ya parte del que está al lado, encima o debajo.

Detalle de una joya (Schweizer Nationalmuseum. Zurich). Esta joya se encontró en Erstfeld y constituye una pequeña obra maestra de la cultura céltica, en la que se puede ver el cuidadoso y exquisito trabajo del metal, intentando sacar el máximo provecho de la calidad y naturaleza de los materiales
Este estilo es poco frecuente en la zona del Rin-Mosela, centro formativo del Estilo Antiguo, de manera que difícilmente se puede interpretar como una evolución a partir de aquél. Tiene una distribución mucho más amplia y es muy homogéneo desde los territorios atlánticos hasta Hungría, con ejemplares aparecidos también en varios lugares de la península italiana, no celta.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Estilo Plástico

Es un término bastante heterogéneo que comprende parte del siglo III y II a.C. Los temas ornamentales proceden del estilo anterior. Lo peculiar ahora es que la decoración se hace en relieve, es tridimensional, a diferencia de la bidimensionalidad que predominaba en los estilos anteriores. Este tipo de decoración aparece aplicada en los objetos de superficies curvas, como torques, brazaletes y fíbulas; son objetos, por tanto, fundidos, y recuerda el trabajo de la talla de madera, seguramente muy extendido entre estos pueblos, pero imposible de detectar debido a que la madera es perecedera y no se ha conservado hasta el presente.

Jarra (Keltenmuseum, Dürrnberg). Pieza de bronce decorada con franjas verticales que acentúan su estilización y su carácter de objeto de lujo.
   Diferente es la decoración plástica que aparece sobre recipientes o discos de lámina de bronce, oro o plata, como el caldero de Bra o el famoso de Gundestrup, ambos de Jutlandia. La decoración es repujada, se trata por tanto de un relieve, y suele desarrollarse tanto en el exterior como en el interior. Si las representaciones antropomorfas, sobre todo caras, suelen aparecer entre los motivos florales de los anteriores estilos, éstas son motivo principal en estas obras.

Collar y pulseras (Rheinisches Landesmuseum, Bonn). Estas piezas realizadas en oro provienen de Waldalgesheim, destinadas al uso personal, reflejan la compleja y evolucionada orfebrería de la cultura celta.
Si tomamos como ejemplo la compleja iconografía de Gundestrup, en la que claramente hay elementos persas y del Lejano Oriente, hay representaciones claramente europeas -celtas o latenienses como la imagen del dios Cernunnos, personajes con torques, soldados de a pie y jinetes con lanzas y escudos. Precisamente estos escudos, presentes también en los ajuares de las necrópolis o en depósitos fluviales, de forma rectangular ovalada, constituyen otro soporte para el desarrollo de una decoración plástica, repujada, situada en la parte central -el umbo- o a lo largo del eje mayor: por lo general, la temática desarrollada es la clásica de inspiración floral, pero aparecen también representaciones de máscaras humanas, como en el ejemplar arrojado al Támesis en la localidad de Wandsworth.

Caldera (Nationalmuseet, Copenhague). Realizada en plata, esta caldera se encontró en Gundestrup. Llaman la atención las figuras antropomorfas de grandes cabezas con el rostro muy bien dibujado y un cuerpo esquemático, que cogen por los brazos a sendas figuras humanas, bajo las que están situados unos animales que parecen perros.
A pesar de que el relieve es el rasgo propio de este tercer estilo, cuando el soporte es una superficie plana, la decoración sigue siendo incisa con los motivos florales. Así aparece en las espadas y vainas que las cubren, y sobre todo destacan por su belleza y delicadeza en la ejecución los espejos, frecuentes en Gran Bretaña, con composiciones que cubren toda su superficie.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El estilo de Cheshire


El llamado estilo de Cheshire apareció en el seno del período artístico celta de La Tène, alrededor del siglo IV a. C., aunque su momento de expansión fue durante el siglo posterior, aproximadamente del año 200 a.C. al 300 a.C. Se trata de un período muy importante a nivel histórico, pues es durante esta etapa cuando los celtas empiezan a establecerse en la Gran Bretaña. Este estilo es contemporáneo del llamado estilo de las espadas (desarrollado especialmente en las actuales Hungría y Suiza) y del estilo plástico, en el que destacan sobre todo las realizaciones en relieve.

El escudo de Battersea (Museo Británico, Londres). Hallado en el Támesis y fechado en el siglo I a.C., es famoso por el equilibrio de su decoración lineal abstracta combinada con esmaltes. El descubrimiento de escudos similares en el fondo de ríos y lagos ha sugerido que armas y armaduras se arrojaban a las aguas como ofrendas votivas a los dioses.



El estilo de Cheshire contempla un conjunto de manifestaciones artísticas típicamente celtas. En ellas, se suelen asociar gran variedad de formas, confundiéndose los motivos vegetales, abstractos, representaciones de seres humanos y animales. El resultado es un conjunto ambiguo, cuya verdadera naturaleza es difícil de determinar. Son composiciones complejas en las que se suele incorporar diferentes formas de simetría.

Reverso de espejo (Museo Británico, Londres). Descubierto en 1908 por unos obreros que excavaban mineral de hierro en Desborough, Northamptonshire, bastaría para situar el arte celta como maestro de la espiral, de la curva y de la contracurva, por la refinada preocupación del artífice en evitar que la línea se entrecruce.



Esta línea estilística responde a la propia idiosincrasia de las sociedades celtas de La Tène, cuya iconografía parece fundada sobre la idea de la capacidad que poseían los dioses de adoptar aspectos diferentes, ya fuere extraídos del reino animal como del vegetal. En consecuencia, el estilo de Cheshire es una tentativa verdaderamente excepcional de representar varias de esas formas conjugadas bajo una única imagen.


Arracadas (Museo de Pontevedra). También en la península Ibérica, la creación artística de la época se expresa en los objetos de uso personal, poniendo de manifiesto una refinada orfebrería, como estas arracadas con tabiques interiores halladas entre las joyas del tesoro de Bedoya.



El estilo de Cheshire debe esta apelación al llamado "Gato de Cheshire", uno de los personajes de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Este extraño animal conseguía aparecer y desaparecer a su voluntad, confundiéndose con los elementos del fondo. Por ello, el estilo de Cheshire es también conocido bajo el epígrafe de "metamorfosis plástica", término en cuñado por Paul-Marie Duval y Venceslao Kruta.

Plaqueta de oro del tesoro de Ribadeo, Lugo, constituida por una lámina inferior en la que aparecen dos huecos circulares, señalados por un doble sogueado, cerrado por doble bola de oro soldada. Está rodeada por cuatro recortes de oro con repujado simple, y a ambos lados la decoración es de seudotrenzado con bolas en el interior. Esta combinación de motivos es muy frecuente en la decoración castreña.
Pertenecen al estilo de Cheshire gran variedad de trabajos de metal, de lograda destreza técnica, así como abalorios y brazaletes realizados mediante cuentas de cristal coloreadas o ámbar. Un buen ejemplo de ornamentaciones de este estilo sería un mango de caldero en bronce hallado en Dinamarca -en el que se combinan los motivos geométricos con la representación volumétrica de la cabeza de un búho-, en la superficie del cual podemos ir descubriendo multiplicidad de figuras escondidas, semejando las apariciones misteriosas del "Gato de Cheshire".

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Punto al Arte