Punto al Arte: Rafael
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Rafael (1483-1520)


Renacimiento. Cinquecento.

Raffaello Santi o Sanzio, llamado Rafael (Urbino, Roma 1483-1520).  Pintor y arquitecto italiano. Fue, junto con Leonardo y Miguel Ángel, uno de los tres grandes creadores de la pintura del alto Renacimiento y el más ecléctico de los grandes artistas de la época; su obra ejerció una profunda influencia en la posterior pintura europea. Hijo del pintor G. Santi, en Urbino tuvo su primera formación pictórica, influida por la vigorosa personalidad de Piero Della Francesca. La vida artística de Rafael se puede dividir en tres etapas o períodos: perusino (1500-04), florentino (1505-08) y romano (1508-20).

En Perugia entró en el taller de Perugino, cuyo estilo algo sentimental, pleno de delicadeza y dulzura, así como el uso de colores claros y de fondos con bellos jardines, dominó la obra rafaelesca de este período. Obras maestras del arte juvenil de Rafael son tres pequeñas tablas: el Sueño del caballero (National Gallery, Londres), la Madona del libro (Ermitage, San Petesburgo), Las tres Gracias (Chantilly), de gran pureza de color y dulzura de ritmos. Su primera obra firmada es la Crucifixión (1503; Londres); del mismo año es la Coronación de la Virgen (Vaticano), y de 1504 la obra maestra de este período, los Desposorios de la Virgen (Galería Brera, Milán).

En 1505 se estableció en Florencia; allí entró en contacto con el arte de Leonardo, de Miguel Ángel y de Fra Bartolomeo della Porta, quienes influyeron en su obra; al igual que había aprovechado la gracia de Perugino, del mismo modo asimiló el sfumato leonardesco (Madona del Gran Duque; Palacio Pitti, Florencia) y la construcción piramidal (La Bella jardinera, Louvre, París), así como la anchura constructiva de Fra Bartolomeu y el linealismo de Miguel Ángel; de 1507 es el Descenso del cuerpo de Cristo (Galería Borghese, Roma). Otras obras de arte de este período son, entre otras, el altar Ansidei (National Gallery), la Madona Northbrook y el San Jorge del Louvre, estas dos últimas inspiradas en la obra de Leonardo; esta influencia se hace más patente en los retratos del primer período florentino, retratos de Angelo Doni y su esposa Maddalena Strozzi (Palacio Pitti). De esta época son también sus íntimas y poéticas madonas de medio cuerpo: la Madona del jilguero (Galería de los Uffizi), la Madona Cowper  (Washington), la Madona Goldfinch (Galería de los Uffizi), etc.; asimismo, las pinturas de un tamaño mayor: la Madona del Baldaquino (hacia 1508; Palacio Pitti), Santa Catalina (National Gallery).

El último período, en Roma, se caracteriza por una nueva y clásica monumentalidad influida por Miguel Ángel. Inició su ciclo romano con la decoración de las estancias del Vaticano, donde se manifiesta la claridad lógica y la unidad constructiva que distinguen todas las composiciones de Rafael. El trabajo lo inició en la estancia de la Segnatura (1509-11), destinada  a cobijar la biblioteca de Julio II, representando la Disputa del Sacramento, el Parnaso, la Escuela de Atenas y las Tres Virtudes. Entre 1511 y 1514 decoró la estancia de Heliodoro con la Misal del Bolsena, la Prisión de Atila y la Liberación de San Pedro y, entre 1514 y 1517, la del Incendio del Borgo; la estancia de Constantino la inició Rafael (1517), pero fue terminada por sus discípulos después de su muertes. Mientras pintaba las estancias, en 1514 pintó en el palacio de la Farnesina el Triunfo de Galatea; la logia de este palacio la decoró con el Triunfo de Psique y Amor (1518); en este período realizó también los grandes cartones para tapices que debían decorar el Vaticano and Albert Museum, de Londres. Realizó también grandes pinturas para decorar altares como el de la Madona de Foligno (1512), la Madona de San Sixto (1512-14; Dresde) y la Transfiguración (1519; Vaticano). Entre sus retratos del período romano, destacan los de Julio II (1511-12; Galería de los Uffizi), Baltasar de Castiglione (1515-16; Louvre), Baltasar de Castiglione (1515-16; Louvre) y León X (1517-19; Palacio Pitti).

Rafael fue también un extraordinario arquitecto; presentó un proyecto para la basílica de San Pedro, oponiendo una planta de cruz latina al proyecto de cruz griega presentado por Bramante; acabó la parte occidental de la logia de lpatio de San Dámaso, en el Vaticano, iniciada por aquél; se le atribuye también el proyecto de villa Madama.

El arte de Rafael apasionadamente admirado por todos sus contemporáneos y su genio, mezcla de mesura, sutil belleza y gracia, tuvo una gran influencia con la posteridad.

Es una de las personalidades más eminentes del siglo XVI, que debía aprovecharse de los esfuerzos de todas las escuelas y ser como el feliz resultado de la larga evolución de la pintura italiana: el famosísimo Rafael (1483-1520), hijo de un pintor de Urbino, Giovanni Sanzio o Santi, que en sus cuadros se manifiesta mediano artista, tanto por su técnica como por su estilo. Rafael, que ayudaba a su padre en las obras y encargos que ejecutaba, en la región de Urbino, recibió, además de las enseñanzas de éste, las de otro pintor, un tal Timoteo Viti, discípulo de otro pintor boloñés llamado il Francia, que a su vez había aprendido en la escuela de Leonardo y de los primitivos pintores venecianos.

Las Tres Gracias de Rafael (Museo Condé, Chantilly). Esta obra estuvo, al parecer, unida en un díptico a la tabla del Sueño del Caballero, que se halla en Londres, como segunda escena de la historia. Castitas, Pulchritudo y Amor ofrecen lánguidamente las manzanas de las Hespérides, con sutil equilibrio de ritmos que destaca en el fondo ondulante de las colinas. La obra denota un maduro clasicismo estrictamente vinculado, sin embargo, a los hallazgos de la cultura florentina. 

Retrato de mujer (La Muda) de Rafael


Retrato de mujer (La Muda) de Rafael (Palacio
Ducal, Urbino). óleo pintado en 1507. 
En el breve tiempo que Rafael Sanzio estuvo en Florencia realizó una magnífica serie de retratos entre los que destaca el de esta mujer, conocida con el nombre de La Muda (Ritratto di donna), fechada en 1507, antes de su ida a Roma para trabajar en la decoración del Vaticano.

En la ciudad del Arno Rafael comenzó a imitar a Miguel Ángela Fra Bartolomeo della Porta, y sobre todo, como es evidente en esta obra y en sus demás géneros pictóricos, a Leonardo da Vinci.

El esquema está sensiblemente inspirado en el retrato de La Gioconda, pero aquí se ha perdido el misterio de la luz y la enigmática expresión de la sonrisa. A pesar del influjo leonardesco, los retratos florentinos de Rafael representan por sí solos obras maestras de una elevada exquisitez.

El pintor de Urbino presenta sobre un fondo oscuro, sin ninguna visión paisajística, la imagen de una mujer ataviada con ricas vestimentas que denota por supuesto su origen burgués. La minuciosidad del detalle, relegado especialmente en el cuidado de las perlas de las manos y en el traje, da un aspecto más enriquecedor al conjunto.

Si comparamos este cuadro con el de la Maddalena Doni, realizado en 1506, se aprecia como Rafael ya no realiza una interpretación textual de la modelo de Monna Lisa, aunque la posición de sus manos, serenamente plegadas, pueden denotar una cierta reminiscencia.

Aquí, la figura femenina, de medio cuerpo y mostrada casi de frente, contrasta con la oscuridad del fondo. El cuerpo y el rostro de la joven concentran toda la luz visible en la pintura. El volumen, la trama pictórica y el color asumen una nueva importancia en la obra.

Maddalena Doni de Rafael (Galleria deqli
Uffizi, Florencia) Retrato pintado en 1506.

La mirada intensa proporciona una imagen de misterio y, al mismo tiempo, un carácter sereno y más bien infeliz del personaje. Esta mirada penetrante evidencia la madurez de Rafael para captar la interioridad y expresividad de la retratada. A partir de esta obra, Rafael se dirige a una penetración psicológica cada vez mayor y hacia una visión más objetiva de la realidad.

En esta magnífica obra se ha querido ver ciertos paralelismos con Rogier van der Weyden. En sus retratos, el pintor flamenco penetra en el alma del retratado hasta lo más profundo, al mismo tiempo que otorga a sus personajes una minuciosidad y detallismo extraordinarios. Su influjo también se observa en el refinamiento de la ejecución.

El aire exquisito de la joven ha inducido a algunos autores a formular la hipótesis según la cual se trata de una de dama de la corte de Urbino, concretamente de Giovanna Feltria Delia Rovere, la gran protectora de Rafael, viuda de Giovanni Delia Rovere, fallecido en 1501. Otros, en cambio, han intentado reconocer en la figura a una Strozzi o a Isabel Gonzaga. Indistintamente de la identidad del personaje, en su conjunto, este retrato ha sido aclamado por la crítica moderna como uno de los más expresivos y supremos logros de la maestría rafaelesca.

El Retrato de mujer, muy próximo ya a las obras de 1508, se conserva en la Galería de las Marcas, de Urbino, y mide 64 x 48 cm.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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