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Realismo y naturalismo en la escultura

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La idea artística dominante de aproximación a la realidad en el siglo XIX conlleva un repertorio sumamente restrictivo de la escultura: la figura del hombre y la del animal. El principal punto de interés será la representación del mundo visible. La escultura no sólo no añadirá nada nuevo, sino que no llegará tampoco a crear un espíritu universal como habían hecho tantos pintores de la época. Con la entrada de las influencias naturalistas en el campo escultórico a mediados de siglo, la escultura acabará por violar sus propios principios; unos principios fuertemente deudores de la tradición de finales del siglo XVIII. Precisamente del neoclasicismo heredará el papel secundario que posee la escultura respecto de la pintura. Las razones de ello podrían atribuirse a dos causas principales: por un lado, la dependencia excesiva de los modelos clásicos y, en consecuencia, la renuncia a aquello relacionado con el naturalismo que se empieza a respirar a principios de siglo. El forj...

Nuevos aires naturalistas

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A partir de mediados del siglo XIX ya se percibe un cambio en el tratamiento de la escultura y de los materiales tales como la piedra, el metal y la arcilla. El mármol como material ostentoso propio del Neoclasicismo dejará paso a éstos por facilitar extraordinariamente la expresión viva. Las nuevas viviendas burguesas requieren un formato de escultura menor. El bronce de adorno será en consecuencia muy solicitado. León con una serpiente (Museo del Louvre, París), de Antoine-Louis Barye. Grupo escultórico en bronce que refleja el vigor naturalista de la escultura romántica y al mismo tiempo el gusto por lo salvaje y lo exótico, que este artista logra trasmitir con notable tensión y realismo. Antoine-Louis Barye (1796-1875) es uno de los primeros ejemplos más representativos de los nuevos aires naturalistas. Trabaja generalmente con bronce y suele presentar animales en lucha. Al mismo tiempo recoge el gusto del hombre romántico por los países exóticos al plasmar animales ...

El retrato

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La figura de Napoleón es repetidamente plasmada por los escultores como símbolo de gloria y poder. Posteriormente serán los monarcas los personajes más representados. La mayor parte de las estatuas reales del siglo XIX corresponden a estatuas ecuestres. En Nápoles, Carlos III y Fernando I de Borbón, por  Canova ; en Munich, Maximiliano I de Baviera, por Thorvaldsen, etc. La escultura romántica se concentra básicamente en el género del retrato. En particular, la escultura francesa recoge una influencia muy específica: los bronces renacentistas de  Donatello ,  Verrocchio  y sus sucesores. Otro de los elementos representativos de la escultura romántica es la proliferación de retratos de personajes contemporáneos, como respuesta al gusto preponderante de los principales mecenas de la época. Izquierda :  Retrato de Félix Fauré  (Museo de Versalles, París), de René de Saint-Marceaux. La escultura romántica tuvo en el retrato de personajes notorios...

La escultura funeraria

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El monumento funerario es el marco más adecuado para reflejar el espíritu elegiaco neoclasicista, heredado del siglo anterior. En aquellos momentos están ocupados por figuras recubiertas a menudo de vestimentas alusivas a la Antigüedad, intensificando con ello la voluntad de reflejar la grandeza heroica de la política patriótica del momento. Muchas deudas tendrán con la escultura arcaica griega y la antigua escultura romana. Si el hombre del Ancien Régime había de garantizar su salvación eterna fundando un servicio a los demás, al hombre del siglo XIX le preocupa sobre todo que su recuerdo se perpetúe; de ahí la proliferación también en el Romanticismo de numerosos monumentos funerarios. En ellos se resaltan las virtudes del difunto. El triunfo de Sileno (París), de Jules Dalou. La escultura funeraria del siglo xrx recogerá el espíritu elegíaco del Neoclasicismo. La reverencia al pasado persistirá intensamente, unida al ideal por glorificar la República en Francia, sien...

El realismo

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En la década de 1880 se da un ascenso del realismo en escultura. Los campos de la literatura y la pintura se habían adelantado ya a esa nueva manera de sentir nacida como respuesta a los cambios sociales. El mundo del trabajo pasa a ser el protagonista. Lejos se encuentra la veneración por la antigüedad y los contenidos religiosos. Es en Italia y Bélgica donde aparecen las primeras esculturas en que el hombre humilde adquiere la definición de héroe. La figura, ahora, se encuentra desarrollando su trabajo cotidiano. La Mina (Musée Meunier, Bruselas), de C. Meunier. Esta obra refleja la atención que pusieron los artistas en las condiciones de vida del proletariado y el libre tratamiento del material, a raíz de la nueva realidad surgida de la Revolución de 1848, que impuso la Segunda República y el sufragio universal. Las tensiones entre la clase obrera y la burguesía y las nuevas ideas políticas y filosóficas influirán de modo decisivo en la producción artística de la época. ...