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Arte azteca

  

Arte desarrollado por el pueblo azteca o mexica en el altiplano de México. Cuando los españoles llegaron hasta allí en el s. XVI se encontraron con un pueblo de cultura muy evolucionada, cultura que en gran parte era fruto de la asimilación de elementos creados por otros pueblos contemporáneos (como los mixtecas), o anteriores a ellos (olmecas, teotihuacanos, mayas y toltecas). El arte azteca es buena prueba de esa facultad asimiladora, puesto que a la herencia del pasado supieron infundirle caracteres propios, como la monumentalidad y la fuerza expresiva.

Arquitectura

La arquitectura azteca era conocida hasta hace algunas décadas por las descripciones de los cronistas españoles, que hablaban con admiración de la gran capital mexica, la ciudad de Tenochtitlan, y especialmente de su gran teocali o teocalli (Templo Mayor). Destruida la ciudad y su templo para levantar sobre sus ruinas progresivamente la actual ciudad de México, nunca se pudo comprobar la veracidad de aquellos relatos. Tan sólo se conocía la arquitectura azteca

por algunos pequeños templos emplazados en lugares bastante alejados de la metrópoli, como el templo-pirámide de Tenayuca, bastante bien conservado; el de Tlatelolco; el llamado "castillo" de Teayo (en el estado de Veracruz), y sobre todo el santuario rupestre de Malinalco, y el templo circular de Calixtahuaca.

El gran teocalli, o Templo Mayor de Tenochtitlan. En 1972, en el transcurso de las obras para la construcción del metro en la ciudad de México, en las proximidades del Zócalo se realizaron numerosos e importantes hallazgos de objetos votivos aztecas, que alertaron a las autoridades mexicanas de la necesidad de realizar una rigurosa campaña de prospección y excavaciones.

En 1978 se iniciaron las obras que llevaron al hallazgo y estudio del Templo Mayor de Tenochtitlan. Se pudo comprobar entonces la veracidad de los cronistas. Como ellos decían, se trata de una enorme pirámide escalonada, con dos cuerpos y dos escalinatas que conducían a la plataforma superior coronada por dos templos gemelos, uno dedicado a la divinidad de la lluvia y las aguas corrientes, T laloc, y otro a la divinidad del sol y la guerra, el terrible Huitzilopochtli. Pero las excavaciones revelaron lo que los cronistas no pudieron ver; debajo del gran templo había otras construcciones anteriores, con las mismas características, pero de tamaño decreciente, según la costumbre de otras culturas mesoamericanas de construir nuevos templos que recubrían totalmente las anteriores construcciones (templos-pirámide de los mayas, como los de Uxmal o Chichén ltzá). Así, aunque los santuarios exteriores del gran templo fueron destruidos por los españoles, se han podido recuperar los templos interiores, diferentes dependencias, esculturas decorativas y un sinnúmero de ofrendas de épocas y procedencias diversas que se conservan en el Museo del Templo Mayor.

Escultura

La escultura de los aztecas se caracteriza por un realismo a veces sobrecogedor (diosa Coatlicue), la perfección de la talla de piedras duras (granito, pórfido, alabastro, cristal de roca) con utensilios también de piedra (desconocían el hierro) y la extraordinaria fuerza de sus grandiosas creaciones, como el Calendario azteca, o Piedra del sol, de 3,60 m de diámetro; la Piedra de Tizoc, de 2,60 m de diámetro, o el recipiente en forma de jaguar, para colocar los corazones de los sacrificados, el Oceloti-Cuauhxicalli.

Pintura, cerámica y orfebrería

La costumbre azteca de realizar traslados forzosos de poblaciones sometidas, para que trabajasen en su beneficio, llevó a Tenochtitlan a numerosos grupos de artistas y artesanos mixtecas, especialmente ceramistas, orfebres, expertos en el arte del engarce de plumas de pájaros exóticos y en la pintura de códices; así pues, aquellos productos que suelen ser atribuidos a los aztecas, corresponden en realidad a los artesanos mixtecas.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.


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