El triunfo de la exuberancia

En materia de gusto artístico parece axiomático que a la preferencia por una tendencia determinada venga a suceder, de pronto, predilección por la tendencia que le es opuesta. Así ha acontecido en no pocas ocasiones en la Historia del Arte y ocurre de nuevo al llegar al siglo XVIII entre lo que -por comodidad- se llamará aquí "clasicismo" y "barroquismo". Ya esta alternancia es posible comprobarla en la antigüedad, en que tras un triunfo absoluto del criterio clasicista, hizo su aparición el arte helenístico, lleno de dramatización y exorbitancias, en el grado en que esto era posible dentro del mundo antiguo. Fuente y rejas de la Place Stanislas , de Guibal y Lamour (Nancy). Convertida en capital de Stanislas Leczinsky, rey sin reino procedente de Polonia, la arquitectura y la decoración del lugar imitaba las formas vegetales y rompía con la armonía y la geometría lógicas para insertarse en la naturaleza como un elemento más, rasgo típico de la ambición creat...