A lo largo de la historia, es
cierto que Italia ha sido, durante mucho tiempo, el epicentro no sólo político
sino artístico de Europa. Es más, podríamos afirmar que sobre todo había sido
la encargada de marcar las pautas artísticas, aun cuando su poder político
fuera reducido, que se seguían en el Viejo Continente desde que en los
gloriosos tiempos del Imperio romano expandió su modo de entender el arte y la
vida.
Por todo lo dicho, este siglo
XVIII es especialmente doloroso para el arte italiano, y especialmente para la
pintura, porque ve cómo otros países toman el relevo en el liderazgo que había
mostrado en los siglos precedentes, cuando, especialmente en el glorioso
Renacimiento, vio nacer a algunos de los artistas y obras más espléndidos que
hayan surgido en Europa.
De todos modos, y aunque se haya
dibujado un panorama algo desalentador, no quiere decirse que Italia no
produjera obras y pintores de importancia. Es precisamente en el siglo XVIII
cuando surge una escuela veneciana de gran vigor y, además, no se debe olvidar
a otros pintores que, sin llegar a igualar las maravillas del pasado,
intentaron seguir en la primera línea del arte pictórico europeo.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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