Punto al Arte: Alberto Durero (1471-1528)

Alberto Durero (1471-1528)


Durero, Alberto, o Durer, Albrecht (Nuremberg, 21 de mayo de 1471 - 6 de abril de 1528) Pintor y grabador alemán. Máximo representante del Renacimiento en Alemania. Su padre, el orfebre Albrecht el Viejo, le colocó como aprendiz en el taller de Wolgemut, un grabador y pintor de Nuremberg, su ciudad natal, junto al que aprendió las técnicas del grabado en madera (xilografía) y en metal, y también de la pintura. En 1490 realizó un viaje por Alemania, Alsacia y Lorena; en Colmar, Basilea y Estrasburgo permaneció largas temporadas para aprender las técnicas de ilustración de libros con grabados. En 1494 viajó a Italia (Venecia, especialmente) y a su regreso, impregnado de la claridad y el orden mediterráneos, tan lejanos del patetismo gótico y la frialdad nórdicas, pintó numerosas "y vívidas acuarelas con los bellos paisajes que había conocido; más tarde, usaría también la misma técnica para plasmar su amor por la naturaleza, animales y plantas: liebre, cangrejo, langosta, hierbas y flores, representados con gran precisión y detalle. De nuevo en Nuremberg, y bajo la protección del elector de Sajonia, alcanzo gran fama, gracias a sus retratos de burgueses y nobles y, sobre todo, a sus Autorretratos (1493, Museo del Louvre; 1498, Museo del Prado; 1504, Pinacoteca de Munich). En esta época pintó La Adoración de los Magos (Uffizi) y el Retablo Paumgartner (Munich). Paralelamente practicaba la xilografía (Casa de baños para hombres, 1497) y el grabado (El hijo prodigo, 1498); ese mismo ano imprimió el Apocalipsis, en forma de libro editado por el mismo, con 15 ilustraciones magistrales (Los cuatro jinetes del Apocalipsis), así como La Vida de La Virgen.

En 1505 viajó de nuevo a Venecia, donde se relacionó con los grandes eruditos y artistas (en especial Bellini) y conoció La obra de Leonardo. Pintó entonces varias obras de clara influencia veneciana (Madonna del Verderón, Berlín; Jesús entre los doctores, Lugano). Al regresar a Nuremberg se dedicó a perfeccionar y estudiar las técnicas del grabado al modo italiano, logrando una impresión de claroscuro que producía el efecto de tonos intermedios (La gran Pasión, 1511) y sus mas celebres grabados (EI caballero, La muerte y el diabloSan Jerónimo en su estudio y La Melancolía). De esta época son sus dos lienzos Adán y Eva (Prado), desnudos típicamente renacentistas, y La Adoración de La Trinidad (Viena).

Entre 1524 y 1526 realizo numerosos retratos al oleo de personajes de fuerte personalidad y también grabados (Erasmo, Melanchton, Pitckheimer); sin embargo, La obra más impresionante de esta última etapa de su vida es, sin duda, sus Cuatro Apóstoles de La Pinacoteca de Munich, impregnados de una majestuosa gravedad.

El maestro Durero

 Los documentos que se conservan sobre Alberto Durero (en alemán: Albrecht Dürer) son la Crónica Familiar, que incluso contiene algunas anotaciones de su padre con información sobre la historia de su familia, algunas copias de su diario de viaje por los Países Bajos, una hoja original de su “Libro de recuerdos”, numerosas notas manuscritas y un fragmento de su testamento.

Sus antepasados, probablemente de origen alemán, procedían de Ajtós, un pueblecito situado cerca de Guyla en Hungría. Ajtós significa puerta, que en alemán es Türe; por tanto, Thürer quiere decir: el que viene de Ajtós. Del padre de Durero, Alberto el Viejo, se tiene la primera noticia en Nuremberg el año 1444; antes había estado en los Países Bajos en viaje de estudios. En 1467 logró la ciudadanía de Nuremberg y se casó con Bárbara, hija del orfebre Jerónimo Holper; en el año 1468 obtuvo el diploma de maestro orfebre. De esta unión nacieron dieciocho hijos, siendo el tercero Alberto Durero, que nació el 21 de mayo de 1471. Como su padre y abuelo, aprendió el oficio de orfebre; su padre fue su maestro y toda su obra llevará el sello de este primer aprendizaje.

⇦ Mein Agnes, de Alberto Durero (Museo Albertina, Viena) Entre los centenares de dibujos preparatorios que hizo Durero a lo largo de su vida se conserva uno de los escasos retratos que dedicó a su esposa poco después de la boda. Casi todos sus dibujos eran retratos acabados y ofrecidos a sus modelos como meros ejercicios técnicos, una herramienta previa que servía como boceto para adelantar el pago de los encargos. Generalmente retrataba el busto del personaje sobre fondos no saturados y dejaba un amplio espacio bien visible para la firma, la fecha y la dedicatoria. 



Por deseo propio, ingresa el 30 de noviembre de 1486 en el taller del pintor Michael Wolgemut, vecino de la familia de Durero, en calidad de aprendiz. Era Wolgemut en aquel entonces el pintor de más fama de la ciudad, y en su taller, que se convirtió en un centro de actividades muy influyentes en Nuremberg, trabajaban numerosos colaboradores. Practicaba un estilo sobrio y narrativo, naturalista en los detalles, con un concepto realista del espacio que acusaba la influencia de la pintura de los primitivos flamencos.

En relación con el taller de Wolgemut empezó entonces una amplia actividad gráfica el editor e impresor Antón Koberger. Entre otras obras imprimió las planchas en madera para un “Tasionark” en prosa (1491) y la famosa Crónica Mundial de Schedel, el libro con la más rica ilustración del gótico tardío alemán, a base de grabados en madera. Es muy posible que colaborara el joven aprendiz en ambas obras, ya que Antón Koberger era padrino de bautismo de Durero y tal vez tuviera un interés especial en ello.


En el taller de Wolgemut predominaban los encargos de temas religiosos: altares y epitafios que seguían estrictamente el canon de la época. En cambio, las xilografías para libros y la creación de retratos, que se habían iniciado en Alemania a mediados del siglo XV, permitían el desarrollo de un ímpetu innovador para el arte. Casi las tres cuartas partes de los retratos de la época que han llegado hasta nosotros proceden de Nuremberg. Los dibujos anteriores a su época de aprendizaje en el taller de Wolgemut nos confirman el enorme talento de Durero para el dibujo. No se ha conservado el estudio con tres cabezas del niño de nueve años; sí, en cambio, su famoso autorretrato a punta de plata, que se conserva en Viena (Albertina), hecho a los trece años y que revela una enorme capacidad de observación. El paso por el taller de Wolgemut sólo proporcionaría a Durero una sólida formación artesana; allí aprendería especialmente a conocer la técnica del grabado en madera. Para obtener planchas de madera inastillables se usaba generalmente madera de peral, que era tallada con el sistema llamado de impresión en relieve, consistente en eliminar con la gubia lo que la tinta no debe recubrir. Las líneas se perfilaban con un cuchillo fino y afilado.

El artista acostumbraba a entregar sólo el esbozo, que había copiado en sentido inverso sobre la plancha de madera. Una rama especial de artesanos, los tallistas, concluía el trabajo. Durero ya había aprendido antes, en el taller de su padre, el manejo del buril para el grabado en cobre. Posteriormente, en el taller de Wolgemut, conoció, a través de grabados, el arte de Martin Schongauer y el del llamado Maestro del Dietario, que eran los grabadores alemanes de más fama durante el gótico tardío y cuya influencia sobre Durero se refleja claramente en sus dibujos de esta época.

⇦ Autorretrato con una flor de cardo, de Alberto Durero (Musée du Louvre, París). Durante su estancia en Estrasburgo, los padres del joven pintor le anunciaron su compromiso con Agnes Frey, una adinerada novia de Nüremberg a la ' que hizo llegar el primero de los muchos autorretratos que pintaría. Para expresar su amor se plasmó sosteniendo un cardo en la mano, símbolo de Cristo al tiempo que también de fidelidad conyugal. Para reafirmar el mensaje, Durero confiesa en la leyenda del marco superior que su destino está trazado desde lo Alto, en referencia no sólo a su matrimonio de conveniencia, sino también por lo que respecta a su trayectoria vital y artística. No obstante, las desavenencias matrimoniales surgieron demasiado pronto, y en menos de dos meses después de la boda el pintor se fugó a Venecia. Su rostro expresa un gesto arrogante pero seguro de sí mismo, con la mirada un tanto perdida, y su tocado resulta extravagante pero a la última moda alemana del momento, en un alarde de modernidad y esnobismo. 



Por la Pascua del año 1490, Durero dejó el taller de Wolgemut para emprender un viaje. Se supone que estuvo en el Rin central, y tal vez también en los Países Bajos. En otoño del siguiente año llegó a Colmar, la ciudad alsaciana donde vivía y trabajaba Martin Schongauer, que había muerto en febrero del año de la llegada de Durero (1491). En la testamentaría de aquél adquirió varios dibujos, cuyo estilo traduciría a su manera. La obra de grabador de Durero, después de su regreso, es inconcebible sin los rayados a punta seca del Maestro del Dietario, y también lo es el estilo de su dibujo sin la concepción formal de Martin Schongauer.

Al terminar su estancia en Colmar, Durero se trasladó a Basilea, donde se le puede situar por la inscripción que grabó en el reverso de la plancha de madera que representa un San Jerónimo: Albrecht Dürer von Normergk (Alberto Durero de Nuremberg), de finales del año 1491 o principios de 1492. Por recomendación de su padrino, Antón Koberger, el joven operario debió ser aceptado por las casas editoras de Basilea. Durante esta estancia trabajó para el editor Martin Amerbach, quien le encargó la ilustración de las Comedias de Terencio, que no se llegarían a publicar. Sin embargo, se conservan 125 planchas dibujadas, 6 planchas talladas y 7 grabados. Además, parece ser cierta su colaboración en la ilustración de La nave de los locos, de Sebastián Brant.

En 1493 fue a Estrasburgo, donde probablemente trabajó en el taller de un pintor. De esta época se han conservado dos pinturas capitales, el Autorretrato con flor de cardo (hoy en el Museo del Louvre, París) y una Santa Faz (Karlsruhe, Pinacoteca del Estado). La primera obra mencionada es el primer autorretrato autónomo del arte occidental, y con este cuadro daría Durero el paso decisivo que va del autorretrato dibujado a la pintura. La inscripción que lleva, My sach die gat/Als es oben schtat, está relacionada con el tema religioso del fondo. De los tres autorretratos que pintó en el transcurso de siete años, es el primero de afirmada personalidad. La segunda obra es la pequeña tabla de la Santa Faz, descubierta en los últimos años, de un realismo cruel y profundo, cuyo fondo dorado y repujado recuerda el aprendizaje del pintor como orfebre.

En mayo de 1494 volvió a Nuremberg, donde se casó el 7 de julio del mismo año con Agnes Frey, hija de Hans Frey, que gozaba de cierto renombre en la ciudad. El recién casado fijó los rasgos de su joven esposa en un dibujo a pluma de trazos rápidos e impulsivos que lleva una inscripción que dice: mein Agnes. En este testimonio personal y humano, Durero realiza una composición llena de vida y a la vez íntima y soñadora (Viena, Albertina). Sus primeros dibujos de paisajes remontan probablemente al verano de 1494 y con ellos inicia Durero el género de pintura que tiene como tema el paisaje. Entre ellos se encuentran La noria (Berlín, Kufferstichkabinett de los Staatliche Museen) y El cementerio de San Juan.

En este momento, el ambiente pictórico de Nuremberg sólo podía serle de estímulo en el detalle. Hasta entonces, la naturaleza y el paisaje habían figurado siempre como fondo de la composición, sin lograrse casi nunca la unión de persona y paisaje. Durero combinará la visión real del conjunto con la reproducción minuciosa del detalle, graduará la profundidad, diferenciando los planos entre sí, y, partiendo de una verdadera observación de la naturaleza, animará el paisaje con seres humanos. La noria que le sirvió de modelo se hallaba en las cercanías de la Hallerwiesen, al oeste de la ciudad, y el cementerio, que todavía existe, aunque ahora es de mayores dimensiones, se encontraba al noroeste de la noria. En un período de unos siete años realizó una docena de acuarelas con tema de paisaje, y anticipó ciertos temas sobre los cuales no volvería hasta mucho más tarde.

Encuentro con el arte italiano

Durero emprendió su primer viaje a Venecia en otoño de 1494. El encuentro con el arte italiano y con la cultura de los antiguos fue decisivo para su obra. Las primeras emociones y contactos ya los tuvo en Nuremberg. Había visto grabados y estampas italianas en el taller de Wolgemut, e incluso había copiado algún grabado de Andrea Mantegna. Sus copias de juegos de naipes italianos confirman el interés de Durero por este todavía desconocido nuevo arte. En Italia, gracias a su relación con Gentile y Giovanni Bellini, conoció las obras de Lorenzo di Credi, Pollaiuolo, Mantegna y Leonardo da Vinci. Le interesó en especial el desnudo, la perspectiva en la composición del espacio, la búsqueda de la belleza y los preceptos que la rigen.

Molino, de Alberto Durero (Bibliotheque Nationale, París). En esta acuarela puede apreciarse el elaborado detallismo casi obsesivo con que trabajaba el pintor, capaz de dominar todo tipo de técnicas pictóricas y de grabado. El turbio reflejo del agua del río y el paisaje popular que muestra en esta obrita demuestran el puntilloso talento de Durero. 

Durante su estancia entró también en contacto con la cultura de los antiguos, para lo cual hubo de aprender la comunicación con la Antigüedad, que los italianos desde hacía tiempo habían asimilado. Durero quedó hechizado por las figuras desnudas en movimiento, por el antiguo pathos de los gestos, por la esencia mixta de su mitología (lo demuestra su estudio para el Rapto de Europa, dibujo a pluma; Viena, Albertina). Durero grabó en cobre sus paisajes a la acuarela, como lo demuestran las magníficas láminas que realizó a su regreso.

En estas láminas, Durero renuncia a la narración puramente topográfica y trata de conseguir una composición más acabada, una disposición clara en perspectiva y una exposición más ambientada. Un momento cumbre de su evolución artística es la acuarela titulada Weidenmühle (Molino) (Bibliothéque Nationale, París) pintada entre 1495 y 1500. Con un gran virtuosismo reproduce Durero lo que ven sus ojos: un árbol monumental en el primer plano, de un colorido matizado con gran sensibilidad, detrás del cual, en un cielo con nubes que se rasgan, presenciamos la puesta de sol. Es la influencia del arte italiano la que llevó también entonces a nuestro pintor a un estudio más naturalista de los animales, según la tradición que se remontaba en Italia a finales del siglo XIV. (Cangrejo, acuarela, entre los años 1494 y 1495; Rotterdam Museo Boymans van Beuningen).

Teórico del arte

Aproximadamente a partir de 1500 y hasta su muerte, a Durero le preocuparon los problemas relacionados con la teoría del arte, y en especial el estudio de las proporciones, tema de gran actualidad para los humanistas de la época, que, también en esto, seguían el ejemplo de Italia. Al lado de sus actividades e interés por los problemas religiosos, Durero trató de hallar una respuesta al problema de las proporciones que deben tener los miembros humanos para ser bellos. Buscó las leyes para la ejecución de formas perfectas. En 1500, Jacopo de Barbari llegó a Nuremberg procedente de Venecia, y a través de este veneciano Durero conoció a los teóricos de la Antigüedad, entre ellos Vitruvio; el mismo maestro le puso al corriente de las nuevas tendencias artísticas que se desarrollaban en Venecia.

Adán y Eva, de Alberto Durero (Germanisches Nationalmuseum, Nuremberg). Este grabado de 1504 revela la preocupación del artista por las proporciones ideales del cuerpo humano, inspirado por los estudios anatómicos de Leonardo da Vinci. Para Adán se basó en el canon clásico de un apolíneo Hércules, mientras que para Eva en la idealización de Venus. Las imágenes de desnudos tienen para Durero una doble significación que responde por un lado a las proporciones universales de la belleza y por el otro a su correspondencia fiel con la realidad. Con la intención de convertir a la pareja bíblica en símbolo universal, puso a sus pies la analogía de los cuatro temperamentos, representados por un anta para la melancolía, una liebre para el carácter sanguíneo, un buey para el flemático, y un gato para el colérico. 


Adán y Eva, de Alberto Durero (Museo del Prado, Madrid). Uno de los temas fundamentales en la obra de Durero son los dos primeros pobladores del Paraíso. En estas dos tablas gemelas de 1507 de tamaño natural rompe ligeramente con la posición de las figuras, cuyas siluetas se recortan en contraste con el contorno y el fondo aportando una extraordinaria sensualidad al conjunto. Pintadas de regreso a Nuremberg, evidencian su elevado conocimiento de los pintores renacentistas italianos en el torneado y el detallismo de los dos cuerpos. 

Por aquel entonces estaba expuesto en Roma el Apolo del Belvedere, que para los coetáneos de Durero era la esencia de la belleza del arte de la Antigüedad; Durero, que probablemente ya conocía esta importante obra por dibujos, quedó también influido por ella. Impulsado por el arte clásico y por los ejemplos italianos, realizó una serie de estudios de proporciones. El resultado final de estos ensayos fue el genial grabado Adán y Eva (1504), en el que ha quedado totalmente superado el lenguaje formal gótico. Después de su segunda estancia en Venecia (1505-1507), abandona la idea de un único ideal de belleza, procurando encontrar la perfección en la pluralidad de las posibilidades (Adán y Eva, pinturas sobre tabla; Museo del Prado, Madrid). Acabada en el año de su muerte, y fruto de veinte años de estudios, es su Teoría de las proporciones (1528), que junto con Instrucción para la medición (1525) y Teoría de la fijación (1527), constituyen un hito en la teoría del arte.

Durero y el arte del grabado

En el año 1498 fueron publicados quince grabados en madera del Apocalipsis de San Juan. Durero había hecho hasta entonces unas treinta xilografías, que no eran sino el preludio de las grandiosas visiones posteriores. Con esta obra se produjo un cambio decisivo en el hasta entonces sencillo grabado perfilado en madera. Abandonando la técnica tradicional de entonces, Durero acentuó los efectos de luz y sombra y matizó las intensidades de “color” con superficies rayadas. Con el Apocalipsis obtuvo un éxito universal. Además de las láminas del Apocalipsis, la serie consta de La vida de la Virgen (19 estampas, más la portada) y una Gran Pasión (11 estampas, más la portada), la primera realizada de 1502 a 1510, la segunda entre 1498 y 1510.

Apocalipsis de San Juan, de Alberto Durero (Biblioteca del Museo Correr, Venecia). Las xilografías del Apocalipsis que realizó en 1498 supondrían el mayor logro artísti1 co de Durero, tanto por su 1 contrapunto estético y religioso con la Última Cena de Leonardo da Vinci como por el terror social que se había propagado entre los milenaristas, que auguraban el Día del Juicio Final dos años después. Varios hechos catastróficos alentaron esta fortuita paranoia, como la caída de un enorme meteorito en tierras alemanas, las riadas del Tíber y el nacimiento de seres malformados tras los continuos brotes de peste que asolaron todo el continente. Durero, profundamente religioso, quedó muy marcado por estos miedos, que plasmó con total desparpajo en estas monstruosas estampas que describen la invasión terrenal de las fuerzas del mal. 


Huida a Egipto, de Alberto Durero (Gemaldegalerie, Dresde) Perteneciente a la serie de Los Siete Dolores de María, se repite en este panel de 1495 una de las escenas más habituales de sus grabados de encargo, en la que la Virgen marcha apesadumbrada llevando en brazos al Niño perseguido por las hordas de Herodes. Narrativamente corresponde al segundo de los paneles, serviría de modelo para otras pinturas de autores de su época, como Lucas Cranach, quien se inspiraría para su Crucifixión de 1 503 en la especial disposición de las cruces que aparece en la Lamentación de María, última de las casullas de este ciclo a petición del elector Federico de Sajonia.

En los últimos años del siglo XV se manifiesta gran preocupación e interés por acontecimientos, milagros y signos sobrenaturales que, en opinión de la época, presagiaban el fin del mundo. Las épocas de disturbios y de pobreza traen consigo pensamientos escatológicos. La obra de Durero refleja una prolongada preocupación por hechos milagrosos que duró decenas de años. Mientras trabajaba en el Apocalipsis, pintó la obra de acabado minucioso, como de miniatura, que representa a San Jerónimo en la selva. En el anverso puede contemplarse un paisaje idílico, de aspecto nórdico, con un festón de montañas bañadas por la luz de la mañana; el reverso de la tabla, en cambio, y con una técnica muy diferente, presenta el relato dramático de un sueño del pintor, trazado con grandes pinceladas nerviosas, donde se está en presencia de el emerger de un meteoro en un mar de luz.

Según Durero, una de las principales misiones del arte es la descripción de la Historia Sagrada. En ella reside la inspiración para la mayoría de sus creaciones. Sus temas principales son la pasión de Cristo, las vidas de la Virgen y de los santos, predominando el grabado en la realización de las obras. Mediante el grabado, el arte de Durero alcanzó gran influencia sobre su época. En su obra pictórica predominan los temas marianos, que abarcan un largo período, desde hacia 1495, con las tablas de Los Siete Dolores de María (Munich, Dresde) y con el Altar de Dresden (hacia 1496, pintura sobre tabla), hasta La Virgen de la Pera, de 1525 (Florencia, Uffizi).

Grandes retablos

Fueron pocas las obras de gran tamaño, para retablos, en el conjunto de sus composiciones.

El Retablo Paumgartner (Munich, Bayerische Staatsgemaldesammlungen), probablemente realizado entre 1498 y 1504, es de una perfección pocas veces superada en la fusión de las formas del arte alemán primitivo con lo italiano. Durero ensaya unas formas libremente ponderadas y presenta una escena de rebuscados efectos de perspectiva con el deseo de fundir lo profano con lo divino. En las puertas del retablo ofician los santos Eustaquio y Jorge, que tienen los rasgos de los hijos del patricio Martin Paumgartner; aquellos santos, monumentales por su forma, están relacionados estrechamente con la tabla central del retablo.

El Altar de Dresden de Alberto Durero (Gemaldegalerie, Dresde). Retablo pintado a la témpera hacia 1496, que el artista dividió en tres partes: en el centro aparece la Virgen María rezándole al Niño Jesús, a la izquierda está la imagen de San Antonio y a la derecha la de San Sebastián. 

⇦ La Virgen de la Pera de Alberto Durero (Galleria degli Uffizi, Florencia). Pintado en 1525, éste es el último cuadro que el artista realizó sobre temas marianos. La pera que lleva María en su mano izquierda ha popularizado el nombre de este cuadro. 



En 1494, durante la estancia en Nuremberg del príncipe elector de Sajonia, Federico el Sabio, conoció Durero a quien iba a ser su mayor comprador hasta su muerte. Por encargo suyo, se realizó en 1504 el gran retablo para la capilla del palacio de Wittenberg, cuya tabla central con la Adoración de los Reyes (hoy en Florencia, Uffizi) es un buen ejemplo de la obra pictórica de Durero; los colores tienen una intensa luminosidad, realzada por el brillo metálico del oro utilizado en la tabla y asociado al paisaje de ruinas del fondo, de acertada disposición escénica. Los cuatro personajes principales se hallan en primer plano, y su inconfundible calidad estatuaria sería impensable sin el estudio de los modelos italianos. Entre sus dos viajes a Venecia, los contactos con Italia no se habían interrumpido y a finales del verano de 1505 volvió a ella, en la que permaneció hasta enero de 1507. Esta vez, ya precedido por la fama, visitó Venecia, Bolonia, Ferrara, y quizá también Roma. De esta época se conservan diez cartas del pintor al humanista amigo suyo Willibald Pirckheimer. Durante su estancia en Venecia pintó para la iglesia de San Bartolomé, oratorio del gremio de los mercaderes alemanes, el magnífico cuadro, actualmente muy deteriorado, de la Instauración de la fiesta del Rosario (hoy en Praga, Narodni Galerie), para el cual trazaría a la manera italiana varios cartones de estudio. La Virgen con el Niño, acompañada de santo Domingo, está sentada bajo un baldaquino y ante un paisaje; postrada a sus pies figura la Humanidad, representada desde el Papa y el Emperador hasta los artesanos, para recibir el rosario, cuya devoción recomendaba la Orden de los dominicos; de ahí la situación privilegiada de su santo patrón. El cuadro provocó la admiración de toda la ciudad, y cuenta Durero, en una carta del 8 de septiembre de 1506 a su amigo Pirckheimer, que incluso el Dux y el Patriarca de Venecia habían contemplado su tabla. También en esta época trabajaba en la composición del cuadro Jesús entre los doctores (Castagno la, Colección Thyssen), pintura que presenta problemas no resueltos hoy todavía, para el cual también trazó numerosos cartones de estudio, elaborados y grandiosos.

El Retablo Paumgartner de Alberto Durero (Aite Pinakothek, Munich). En este retablo, el artista aporta al tema, de tradición medieval, una novedad profana, al retratar en las alas del retablo a los hijos del donante bajo la apariencia de santos: Stephan como San Jorge, a la izquierda, y Lukas como San Eustaquio, a la derecha. 

⇨ El Retablo Paumgartner de Alberto Dmero (Aite Pinakothek, Munich). En el centro del retablo, las diminutas figuras que asisten al Nacimiento son, a la izquierda, varios miembros de la familia Paumgartner y, a la derecha, la esposa del donante y dos de sus hijas. 



Al regreso de Italia, recibió del comerciante de Frankfurt Jacob Heller el encargo del retablo del altar de la Asunción de María (Altar de Heller). Desgraciadamente, la tabla central se quemó en un incendio, en el siglo XVIII; por tanto, sólo en copias de ella puede verse la evolución del arte de Durero hacia formas más simples y grandiosas. En el año 1511 pintó por encargo del donante, el patricio de Nuremberg Matias Landauer, y para el hospital de su ciudad, la tabla de Todos los Santos (Viena, Kunsthistorisches Museum). La composición se inspira en la visión de San Agustín de la comunión de los santos y adoración de la Santísima Trinidad por toda la cristiandad. La obra recuerda, por su disposición, la Disputa de Rafael (Roma, Vaticano).

La Adoración de los Magos de Alberto Durero (Gallería degli Uffizi, Florencia). Obra de 1504 que lleva la fecha y la sigla de Durero en la piedra que está en primer término, a los pies de la Virgen. La influencia italiana es enorme y se nota en la composición que escalona ruinas y personajes, en el colorido y en la luz. En el más soberbio de los Reyes, el que se alza de pie en el centro y domina la composición, Durero pintó su autorretrato. El asno, símbolo de la vieja Ley, parece amenazar con sus rebuznos la nueva Revelación que el Nacimiento supone. 


Los cuatro Apóstoles de Alberto Durero (Aite Pinakothek, Munich). El artista hizo donación a su ciudad, Nuremberg, de estas dos tablas. Llevaban al pie largas inscripciones autógrafas basadas en el Nuevo Testamento de Lutero, pero al pasar a Munich se cortaron los textos. Existe una extensa bibliografía sobre la interpretación de estas figuras y hasta se ha visto en ellas los cuatro temperamentos humanos. Así, San Juan representaría el temperamento sanguíneo; San Pedro, anciano, el temperamento flemático; San Pablo, el temperamento melancólico, y San Marcos, el temperamento colérico. 


Jesús entre los doctores de Alberto Durero (Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid). En 1506, el artista realizó este cuadro y en él puso una inscripción en latín que reza: "obra hecha en cinco días". La hermosura y juventud de la figura de Jesús, en el centro, contrasta con la vejez y fealdad casi caricaturesca de los doctores que lo rodean. Destaca, además, la expresividad de las manos que constituyen el foco de atención del cuadro.

Durero legó al Consejo de la ciudad de Nuremberg, en 1526, como testamento espiritual, dos tablas, llamadas comúnmente Los cuatro Apóstoles, que representan a San Juan, San Pedro, San Pablo y San Marcos; en ambas anotó versículos del Nuevo Testamento en la traducción de Lutero. Con este gesto pretendía contrarrestar exaltados fanatismos y a ciertas sectas, especialmente las corrientes iconoclastas alimentadas por los escritos de Andreas Bodenstein, llamado Karlstadt. Durero había tenido que presenciar cómo compañeros de estudios y amigos suyos, los tres pintores Sebald, Barthel Beham y Georg Pencz, fueron acusados de blasfemia y expulsados de la ciudad. Con el regalo de las tablas de Los cuatro Apóstoles pretendió crear un signo admonitorio en aquellos tiempos tan agitados.

Encargos imperiales

A principios del siglo XVI se forma en Alemania, especialmente entre los humanistas, una nueva conciencia nacional; su meta es la realización del concepto tradicional de Imperio: la unidad del Imperio y el Emperador. En Nuremberg surge además la noción de la nueva dignidad ciudadana. De Nüremberg, decía Lutero que era “los ojos y oídos de Alemania” y Eneas Silvio Piccolomini la llamaba “el centro del Imperio”. Desde 1424 albergaba la ciudad las insignias imperiales: la corona, el cetro y la espada -signos del poder terrenal- y, con ellas, las reliquias del Imperio, que se guardaban en la iglesia del Hospital del Espíritu Santo, desde donde una vez al año salían para ser expuestas al pueblo en la plaza del mercado central. La ciudad encargó a Durero la decoración de dos grandes puertas del armario destinado a guardar estas joyas imperiales, del que se sacaban para llevarlas a la Plaza Mayor.

Instauración de la fiesta del Rosario de Alberto Durero (Narodni Galerie, Praga). Obra encargada por la Fundación de Comerciantes Alemanes en 1506, durante su estadía en Venecia. También se lo conoce como el Retablo de las guirnaldas de rosas. 

Para la composición de las dos grandes tablas (Nuremberg, Germanisches Nationalmuseum), Durero realizó varios cartones de estudios. Una tabla muestra al emperador Carlomagno, el legendario fundador del Sacro Imperio Romano Germánico; en la otra, al emperador Segismundo, de la casa de Luxemburgo, quien había hecho llevar las joyas a la ciudad. Para las facciones de este último, Durero se guió por un retrato del siglo XV; para las correspondientes al emperador Carlomagno, por el contrario, adoptó las de Johannes Stabius, cronista de la corte, que en 1512 residía en la ciudad. Este encargo del año 1512 fue el único que hizo su ciudad natal al pintor.

Adoración de la Trinidad por Todos los Santos de Alberto Durero (Kunsthistorisches Museum, Viena). Cuadro realizado por encargo de Martín Landauer para la capilla del Hospital de los Doce Hermanos de Nuremberg. Esta composición con tantos personajes Durero la resolvió dividiéndola en tres niveles: el terrenal, el intermedio y el divino. El mismo Durero aparece en el cuadro sosteniendo una cartela con su nombre y la fecha de realización del cuadro. 


IzquierdaEl emperador Cariomagno de Alberto Durero (Germanisches Nationalmuseum, Nuremberg). Tabla realizada hacia 1 512, en la que aparece el emperador ataviado con los ropajes que lució en su coronación. DerechaEl emperador Segismundo de Alberto Durero (Germanisches Nationalmuseum, Nuremberg). Tabla con el retrato del emperador germánico, y rey de Hungría y Bohemia, con el cetro y los emblemas de sus dominios.

La presencia en Nuremberg, a partir de ese año, del emperador Maximiliano, colocó a Durero en posición preferente para la realización de encargos imperiales. El emperador encontró en Durero al artista capaz de comprender e interpretar sus ambiciosos proyectos para la crónica historiográfica y genealógica en que pensaba; con ello, el emperador quería transmitir a la posteridad su gloria y la de su estirpe. De los numerosos artistas que trabajaban para él, fue Durero el único que obtuvo una pensión vitalicia. En la monumental Puerta Triunfal del emperador Maximiliano, realizada en 1515, también colaboraron Durero y su taller; medía esa puerta más de tres metros de altura y estaba compuesta por 192 tallas de madera que, unidas, formaban un arco triunfal al estilo romano. La monumental composición narraba las hazañas de Maximiliano y daba detalles sobre su genealogía. De igual modo estaba concebido el Cortejo Triunfal, del que Durero sólo realizó la carroza. Entonces, Durero y su taller trabajaban en la ilustración de los libros del emperador con grabados en madera: Weisskunig, Freydal, Teuerdank, son novelas autobiográficas del que se llamó “el último caballero”. El conjunto de ilustraciones del breviario del emperador lo hacen uno de los más bellos que jamás se hayan realizado. En ellas colaboraron, además de Durero (que con sus 50 láminas superó en número a los demás artistas y determinó, en lo formal y en el estilo, el conjunto de la obra): Lucas Cranach el ViejoHans Baldung Grien, Hans Burgkmair, Jórg Breu el Viejo y Albrecht Altdorfer (Munich, Bayerische Staatsbibliothek, Besançon, Bibliothéque Municipale). La ilustración que acompaña al texto está compuesta por dibujos a pluma sobre pergamino, llenos de fantasía y color (rojo, verde, violeta). La ornamentación decorativa se mezcla con seres fabulosos, combinando lo grotesco con lo sagrado. Durero trabajó en tres retratos del emperador: el primero es un dibujo al carbón hecho en Augsburgo el 28 de junio de 1518, cuando visitó la Dieta Imperial, enviado por el Consejo de la ciudad de Nuremberg. Estrecha relación con este dibujo tienen dos pinturas y un grabado en madera sobre el mismo tema que compuso después de la muerte de Maximiliano, en 1519 (Nuremberg, Germanisches Nationalmuseum; Viena, Kunsthistorisches Museum).

Su interés por el retrato

La xilografía con el retrato del emperador sería el primero de la serie de retratos grabados que, como privilegio de los grandes personajes, tenía por objeto la difusión de las facciones del retratado. Así, los grabados en cobre del cardenal Alberto de Brandemburgo (1519 y 1523), del príncipe Federico el Sabio de Sajonia (1524), de Willibald Pirckheimer (1524), de Felipe Melanchthon (1526), de Erasmo de Rotterdam (1526) y el grabado en madera de Ulrich Varnbühler (1522). Con ello, el retrato se libera definitivamente de la dependencia de los temas religiosos, a los cuales permanecía unido todavía. El retrato pintado, como género autónomo, no hizo aparición hasta el final de la Edad Media, y en Alemania hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XV, al surgir una nueva conciencia ciudadana: la de la burguesía.

La gran carroza de Alberto Durero (Graphische Sammlung Albertina, Viena). Detalle del Gran  Cortejo Triunfal del emperador Maximiliano 1, serie de xilografías realizadas en 1518. 

⇦ El padre del pintor de Alberto Durero (National Gallery, Londres). Alberto Durero el Viejo, padre del artista, fue quien le inició en los primeros conocimientos de la pintura. Este cuadro data de 1497. 


En toda la obra de Durero se encuentra continuamente su especial interés por el retrato. Ello ya es visible en los retratos de su padre, de 1490 y de 1497 (uno en los Uffizi, Florencia; y el otro en la National Gallery, Londres); en el del príncipe elector Federico el Sabio, entre 1495 y 1500 (Berlín, Stiftung Preussischer Kulturbesitz Staatliche Museen); y en el de Oswolt Krel, de 1499 (en Munich, Bayerische Staatsgemaldesammlung). En estos primeros retratos Durero persigue sobre todo una concepción plástica de la figura, sin llegar siempre a penetrar en la complejidad psicológica del individuo. En 1498 pintó su segundo Autorretrato al óleo, donde, ante un paisaje alpino, se presentó seguro de sí mismo y con elegante indumentaria (Madrid, Museo del Prado), y en la tabla pintada el año 1500 se representó en posición frontal absoluta, prerrogativa hasta entonces del rostro de Cristo, con una simetría exacta e idealizada (Munich, Bayerische Staatsgemaldesammlung).

⇨ Autorretrato a los 26 años de Alberto Durero (Museo del Prado, Madrid). Se puede decir que en este cuadro, el artista aparece como un arquetipo del retrato renacentista. Muestra media figura un tanto ladeada, con un brazo apoyado y, al fondo, una ventana por la que se ve un paisaje convencional.



Tras su segunda estancia en Venecia (1505-1507) y bajo la influencia de la pintura contemporánea veneciana, Durero alcanzó una convincente interpretación individual del retratado, como sucede así mismo en el retrato inacabado de la Joven veneciana (Viena, Kunsthistorisches Museum). Pero es en el retrato de su venerado y ya viejo maestro, Michael Wolgemut, en 1516, donde el discípulo manifiesta su comprensión personal de las características individuales del sujeto. Con trazos seguros, Durero ha dado los rasgos fuertes del anciano, acentuando menos el factor plástico-lineal que el matizado pictórico. En este huesudo semblante resaltan las arrugas, las mejillas hundidas, la curva prominente de la nariz y los ojos azules y transparentes del hombre de 82 años, que son descritos con la máxima intensidad. El retrato lo representa dotado de una gran fuerza interior y una profunda gravedad (Nuremberg, Germanisches Nationalmuseum).

⇦ Autorretrato con pelliza de Alberto Durero (Staatsgemaldesammlungen, Mun1ch). En el año 1500, Durero se representó a modo de imitatio Christi. El hieratismo, la mirada sin fondo, el aire obsesivamente trascendente, han hecho de esta pintura un símbolo universal. Y ello quizá por su tremenda ambigüedad, producto de aquellas mentalidades antagónicas que coexistían en el cambio del siglo XV al XVI: por un lado, la mentalidad medieval que veía en todo arte una emanación divina y, por otro, la nueva mentalidad renacentista que hacía del hombre el protagonista de la historia y, del artista, un émulo de Dios.


Con el viaje a los Países Bajos, de 1520 a 1521, empieza la serie de retratos grandiosos de su época madura: por ejemplo, el retrato de Bernhard von Resten, de 1521 (Dresde, Gemaldegalerie); el Retrato de un desconocido, de 1524 (Madrid, Museo del Prado); los de Hieronymus Holzschuher y de Jakob Muffel, ambos de 1526 (Berlín, Stiftung Preussischer Kulturbesitz Staatliche Museen); y el de Johann Kleberger, de 1526 (Viena, Kunsthistorisches Museum). Estos retratos son obras capitales de Durero. Más tarde, cuando haya alcanzado ya la última etapa de su vida, volverá a la forma clara y puramente plástica de su primera época.

El pensamiento humanista de Durero

El humanismo alemán de la época de Durero se desarrolló a través del redescubrimiento de la cultura antigua, del estudio de la teología y de la nueva toma de conciencia nacional. Su amigo Willibald Pirckheimer era el humanista laico más erudito de su época, y seguramente aconsejó e influyó en el artista. Este introdujo en sus asuntos religiosos un especial matiz humanístico de tema cristiano, como se aprecia en sus grabados en cobre Adán y Eva y Némesis (o “Grossen Glücks”).

⇦ Némesis o "Grossen Glücks", de Alberto Durero (Museo Albertina, Viena). Aunque en principio se trataba de una representación de la diosa Fortuna, su estética predominantemente alemana, alejada de la imagen amable de la mitología italiana, la convirtió popularmente en una revisión de la diosa de la venganza. La figura celltral se muestra de riguroso perfil, renunciando al canon de belleza universal para adquirir un mayor naturalismo. La inestabilidad que se le atribuye sobre la esfera que la sostiene está equilibrada con el movimiento de los ropajes flotando y las enormes alas que ocupan buena parte de este enorme grabado.


El primero es la expresión de la belleza de la primera pareja humana, la armonía del género humano con la Naturaleza; el segundo presenta una visión del mundo según los cánones de la Antigüedad. La cúspide del pensamiento humanista de Durero se halla, sin embargo, en el grabado en cobre más famoso del artista, Melancolía, junto con los también célebres San Jerónimo y El caballero, la Muerte y el DemonioEl caballero simboliza la decisión enérgica, activa, de los cristianos. San Jerónimo está representado como un pensador que halla la satisfacción de su vida en la especulación metafísica cristiana. Melancolía expresa el problema de la apatía y el desaliento por un lado, y por otro la paz que confiere una sabiduría profunda.

Se contempla una figura alada, sentada junto a un edificio inacabado, cuya cabeza se apoya en la mano izquierda en actitud pensativa, mientras que la derecha descansa sobre un libro y sostiene un compás. Sola y ensimismada, rodeada de símbolos de los principios científicos y de instrumentos artesanos, representa la investigación humana. El melancólico, que es capaz de espíritu creador a pesar de su tristeza, está bajo la influencia del planeta Saturno. Todas las actividades y todos los oficios de los instrumentos esparcidos por el suelo están supeditados a la melancolía. El compás en la mano de la figura simbólica quiere demostrar que la geometría, la ciencia de la medición, y las matemáticas dependen de Saturno. Cuando se contempla en la actualidad esta estampa, seguramente no se comprende sus muchos simbolismos, para los que es probable que Durero tomara consejo de Pirckheimer. Tal vez, Durero tenía planteada en un principio una serie de caracteres que, evidentemente, no pudo realizar con la perfección de Melancolía. El carácter y el modo de ser de Durero estaban cerca de la melancolía. Esta estampa es, en cierto modo, su autorretrato interior: la imagen de un hombre creador, expuesto, en su soledad y tristeza, a dudas e incertidumbres.

Hacia el final de su vida

⇦ Joven veneciana de Alberto Durero (Kunsthistorisches Museum, Viena). Pintado en 1505, durante la segunda estancia de Durero en Italia, con este cuadro se inicia una nueva fase en la obra del artista, a la que no es ajeno el arte de Giovanni Bellini. El color y los efectos lumínicos, la velada alegría de esa enigmática sonrisa y la gama de matices, dan al retrato de la dama un aire italianizante. El traje, al parecer típicamente milanés, añade aún otro interrogante a esta obra maestra, que quedó inacabada y que podría ser la Gioconda del Norte.


Aparte de pequeños viajes, por ejemplo a Augsburgo y a Bamberg, o a Suiza, en compañía de Willibald Pirckheimer y del patricio nuremburgués Martin Tucher, Durero emprendió solamente tres viajes de importancia para su desarrollo artístico: dos visitas a Italia y un viaje a los Países Bajos. En junio de 1520 estuvo con su esposa, Agnes, en los Países Bajos. El motivo real del viaje era hacer ratificar en Amberes, por Carlos V, la pensión que le concediera en su día el emperador Maximiliano. Su diario de viaje da cuenta de los altos en el camino, encuentros e impresiones; se han conservado, además del texto, varios dibujos de paisajes, retratos, etc. Este viaje llegó a ser el mayor acontecimiento artístico de sus últimos años para el artista maduro y ya célebre. Conoció a los pintores neerlandeses más famosos que vivían entonces, visitó ciudades conocidas por su riqueza y prosperidad: Amberes, Malinas, Bruselas, Brujas y Gante. Le conmovieron de igual modo las obras de los maestros del siglo XV, como Van EyckRogier van der Weyden y Hugo van der Goes, que las de Lucas de Leiden, Jan Provost, Joachim Patinier y Quentin Massys, dejando huella en su obra tardía la sorprendente técnica pictórica, el estilo de la composición y el colorido de los pintores de los Países Bajos. Pintó Durero un San Jerónimo para el comerciante portugués Rodrigo Fernández d’Almeida, a quien ya había retratado en un dibujo a la tinta en 1521. Esta magnífica pintura religiosa es la primera obra, desde 1520 o 1521, en la que se combinan las influencias del arte neerlandés con las propias experiencias y hallazgos. Durero había hecho varios estudios para preparar esta composición. Los dos dibujos de un anciano de noventa y tres años son de lo mejor de la época madura del artista (Viena, Albertina; Berlín, Stiftung Preussischer Kulturbesitz Staatliche Museen) y ambos fueron realizados como proyecto del San Jerónimo. En ellos, con el mayor realismo y profunda penetración psicológica, creó Durero una prodigiosa riqueza de formas; los rizos de la barba y el modelado de los surcos del rostro llegan a evocar, bajo la superficie visible, la verdadera grandeza y serenidad de este anciano. El colorido del cuadro es suntuoso y está maravillosamente matizado.

Retrato de Michael Wolgemut de Alberto Durero (Germanisches Nationalmuseum, Nurem' berg). Fechada en 1 516, no fue obra de encargo, sino que Durero la pintó para poseer un retrato de su maestro. Tres años más tarde, el pintor añadía a la inscripción "Murió el día de San Andrés antes que el sol se pusiera" Al igual que en el dibujo de su madre, la fuerza interior domina el rostro de este anciano de 82 años de edad con una intensidad extraordinaria; la mocencia, la pureza de sus ojos claros contrasta enormemente con la dureza de su perfil de hueso.

San Jerónimo en su estudio, de Alberto Durero (Museo Albertina, Viena). En esta obra maestra del grabado sobre plancha de cobre de 1 513 se pone de manifiesto el pensamiento humanista de Durero, sintetizando en la expresión del concentrado santo la actitud enérgica y decidida de los cristianos. Comparada con otras xilografías encargadas en 1492 por el impresor Nicolás Kessla. en ésta confiere mayor realzado a los detalles, aunque pervierte el realismo en la disposición del león, manso como un canto adormilado junto a un perrillo faldero. El autor siempre plasmaría al santo encerrado en su celda o haciendo penitencia en el desierto, admirado por el ejemplo de reflexión e intelectualidad del beso, un claro icono de la fe reformista.

A finales de su vida, Durero se dedicó intensamente a la publicación de sus obras teóricas: en 1525 apareció la obra Instrucción para la medición, dos años después la Teoría de la fijación y en 1528 los cuatro libros de su Teoría de las proporciones. Estos trabajos, portadores de nuevos impulsos, influyeron mucho en sus coetáneos. En la Instrucción para la medición, obra a la que dedicó 16 años de su vida, Durero pretendió realizar un tratado para los artistas de su tiempo, recopilando en ella los conceptos básicos de las matemáticas, así como explicaciones detalladas de geometría aplicada y de estereométria. La Teoría de la fijación es la primera explicación teórica impresa sobre este tema y tuvo su origen en sugerencias múltiples.

Como ya se ha dicho antes, Durero se ocupó desde aproximadamente el año 1500 de la construcción y proporciones de la figura, planteándose el problema de la belleza del cuerpo humano expresada en dimensiones mensurables. En principio había planeado una teoría de la pintura, en la cual su trabajo sobre las proporciones no iba a ser más que un capítulo.

⇨ Melancolía, de Alberto Durero (Germanisches Nationalmuseum, Nuremberg). Es uno de los grabados más famosos de Durero; en él se ha querido ver no sólo un autorretrato íntimo del propio artista, sino la esencia misma del humanismo universal. La desesperanza de esta figura alada ilustra a la vez los peligros y las satisfacciones de la investigación intelectual y la vida contemplativa, siendo asimismo una imagen prototípica del espíritu creador, del hombre a solas consigo mismo, simbolizando la antítesis de la apreciación que tenía Durero por otro personaje pensativo como San Jerónimo.



Dada la extensión de este capítulo, Durero decidió profundizar más en estos problemas y publicar por separado la Teoría de las proporciones. En ella desarrolló un sistema dotado de bases científicas; en el curso de sus estudios teóricos pasó de la búsqueda del ideal único de belleza a la"teoría de la variedad en la perfección", publicada en 1528 . Su obra se pu284 blicó en latín en 1523 y 1534, en francés en 1557, en italiano en 1591 y en holandés en 1622.

⇦ San Jerónimo, de Alberto Durero (Museo Nacional de Arte Antiguo, Lisboa). Pintado en 1521, este retrato idealizado del santo reflexivo es una pieza maestra de su dominio de la línea, como se evidenoa en la retorcida barba rizada de San Jerónimo, en las páginas recortadas de los volúmenes que destacan en el margen inferior, en el detallado talle de la calavera y, sobre todo, en la fuerza psicológica que contiene la expresión cansada del anciano, quien señala con un dedo el lugar físico del pensamiento mientras se sostiene su cabeza con la mirada atormentada dirigida hacia el espectador, advirtiéndole del dolor y la fatiga del eJercicio mental.



Alberto Durero murió el 6 de abril del año 1528 y fue enterrado en la tumba familiar de los padres de su mujer en el cementerio de San Juan, en Nuremberg. En el libro de fallecimientos ilustres de Nuremberg (Nuremberg, Gerrnanisches Nationalmuseum), hoja "von mitvoch nach invocavit bis uff mitvoch nach Pfingsten" (del4 de marzo al4 de junio del año 1528), consta: "Alberto Durero, pintor en la Zystlgasse" y, añadido por otra mano," el artista insigne". Dice Willibald Pirckheimer en su lamento por la muerte del amigo (impreso en la edición de la Teoría de las proporciones de Durero, publicada el 31 de octubre de 1528) que la muerte se le había llevado todo menos su gloria, y que ésta perduraría mientras existiera la Tierra.

Hacia finales del siglo XVI y comienzos del XVII se observó un renacimiento de la obra de Durero como fuente de inspiración de la nueva generación de artistas: se citaban sus libros, se realizaban obras inspiradas en su estilo y, sobre todo, se coleccionaban con entusiasmo sus obras o, cuando faltaban éstas, buenas copias. El emperador Rodolfo II, en Praga, y el duque de Baviera y príncipe elector Maximiliano I fueron los coleccionistas de mayor importancia. Adquirieron las obras más relevantes, y por esta razón se encuentran en Praga la Instauración de la fiesta del Rosario, y en Munich el Altar Paumgartner, los Cuatro Apóstoles y la tabla central del Altar de Heller, hasta que fue destruida por un incendio en 1729. También existieron, sin embargo, coleccionistas entre la burguesía, especialmente en Nuremberg, que pudieron enorgullecerse de poseer obras de Durero en sus colecciones.

Los primeros aniversarios de su muerte y nací­ miento se celebraron con entusiasmo, pero fueron los románticos alemanes quienes popularizaron la figura de Durero. El fue el primer artista a quien se erigió un monumento en bronce, proclamándolo" el padre del arte alemán".

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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Obras comentadas


Galería
Alberto Durero el Viejo, 1486
Escudo de la Alianza, 1490
Adoración de reyes, 1490-1493
Circuncisión, 1494-1497
Una cantera, 1498
Hombres Sylvan con escudos heráldicos, 1499

Retrato de Felicitas Tucher, 1499
Retrato de San Sebastián con una flecha, 1499

Autorretrato a la edad de veintiocho años, 1500

Mujer de Nuremberg vestida para la iglesia, 1500

Retrato de un joven, 1500

Cabeza de un apóstol, 1502
Lamentación por Cristo, 1500-1503

Madonna con muchos animales, 1503

Tres estudios de un casco, 1503

Virgen que amamanta al niño, 1503

Adoración (fragmento), 1504

Adoración (fragmento), 1504

Adoración (fragmento), 1504

Bateristas y gaiteros, 1504

Cristo ante Caifás, 1504

El arresto de Cristo, 1504

El retablo de Jabach, 1504

El retablo de Jabach. Piper y Drummer, 1503-1504

Job y su esposa, 1504
Retrato de un hombre, 1504

Salvator Mundi, 1504
Burkhard de Speyer, 1506

Cabeza de un ángel, 1506

Cantera, 1506
Estudio de las manos, 1506

La Dama del festival del Rosaire (fragmento), 1506

La Dama del festival del Rosaire (fragmento), 1506

La Dama del festival del Rosaire (fragmento), 1506
Madonna con el chamariz, 1506

Niño desnudo sentado, 1506

Retrato de un joven veneciano, 1506

Retrato de un joven, 1506

Tres cabezas de niños, 1506
Brazo de Eva, 1507

Hombre joven, 1507

Muchacha con boina roja, 1507

Patrón de la serie de seis cálices, 1505-1507

Patrón de la serie de seis cálices, 1505-1507

Patrón de la serie de seis cálices, 1505-1507

Seis cálices, 1507
Cabeza de un africano, 1508

Cabeza de un apóstol, 1508

Manos de un apóstol, 1508
Pies de un hombre arrodillado, 1508
Sagrada Familia, 1509
La corona imperial, 1510

Mina, 1510

Cristo y los Discípulos en Emaús, 1511


Crucifixión, 1511

El descenso de la cruz, 1511

El descenso del Espíritu Santo, 1511

El entierro, 1511

El juicio final, 1511

El parentesco santo y dos ángeles musicales, 1511

Joaquín y el Ángel de la 'Vida de la Virgen', 1511
La Anunciación, 1511

La Ascensión, 1511

La burla de Cristo, 1511

La caída, 1511

La entrada de Cristo en Jerusalén, 1511

La familia santa con Joaquín y Santa Ana, 1511

La Flagelación, 1511

La huida a Egipto, 1511

La incredulidad de Santo Tomás, 1511

La lamentación por Cristo, 1511

La mujer vestida con el sol y
el dragón de siete cabezas, 1511

La Natividad, 1511

La resurrección, 1511

La Santa Trinidad, 1511

La última cena, 1511

María con una pera, 1511

Pilatos se lavó las manos, 1511







Ala azul, 1512

Caballero a caballo, 1512

Cristo ante Caifás, 1512

Cristo ante Pilatos, 1512

Cristo coronado de espinas, 1512

Deposición (Pasión grabada), 1512

Ecce Homo, 1512
Flagelación, 1512

Hombre de dolores con las manos atadas, 1512

Horripilamiento del infierno, 1512

La Sagrada Familia con San Juan, la Magdalena y Nicodemo, 1512

Los campesinos en el mercado, 1512

Pilatos se lava las manos, 1512
Resurrección, 1512

Retrato Melchior Pfinzing, 1508-1512

San Jerónimo junto a un sauce, 1512

Sosteniendo la cruz, 1512

Virgen y niño sosteniendo una pera medio comida, 1512

El caballero, la muerte y el diablo, 1513

Las hembras chandelier, 1513

Madonna por el árbol, 1513


San Antonio en la ciudad, 1513

San Pedro y San Juan sanando al lisiado, 1513

Sudarium exhibido por dos ángeles, 1513

Arion, 1514

El gaitero, 1514
Retrato de la madre del artista, 1514

Retrato de una mujer, 1514

Diseño de un vestido de corte, 1515
La cigüeña, 1515

Mapa del cielo meridional, con representaciones de constelaciones, decorado con la cresta del cardenal Lang von Wellenburg, y una dedicación a él con sus escudos de armas y el derecho de autor imperial, 1515
Mapa del norte del cielo con constelaciones, decorado con los astrónomos Aratus Cilix, Ptolemaeus Aegyptus, Azophi Arabus  y M. Manlius Romanus, diseñado por el matemático y astrónomo de Nuremberg Konrad Heinfogel, 1515

Rinoceronte, 1515
Apóstol Felipe, 1516

La Virgen del Clavel, 1516


Los apóstoles Felipe y Santiago, 1516

Retrato de Kaiser Sigismund, 1509-1516
Santiago Apóstol, 1516
Retrato de Hans Burgkmair el Viejo , 1518
Cardenal Albrecht de Brandeburgo, 1519

La Virgen y el Niño con Santa Ana, 1519

Retrato de Jakob Fugger, 1519

Retrato del emperador Maximiliano I, 1519
Atril con libros, 1521

Brazo izquierdo, 1521

Cabeza de una morsa, 1521

Cráneo, 1521
Retrato de la mujer africana, Catalina, 1521

Retrato de un hombre con desprecio, 1521

Retrato de un hombre, 1521

San Jerónimo, 1521

Santa Apolonia, 1521

Tres damas poderosas de Livonia, 1521

Arco triunfal, 1514-1526

La parte derecha de los Cuatro Apóstoles,
San Marcos y San Pablo, 1526


Los cuatro apóstoles dejaron parte,
San Juan y San Pedro, 1526
María con niño, 1526

Pablo el Apóstol, 1526
Retrato de Hieronymus Holzschuher, 1526

Retrato de Hieronymus Holzschuher, 1526

Retrato de Jacob Muffel, 1526

Retrato de John's Kleberger, 1526

San Pedro, 1526

Camino al Calvario, 1527
Estudios sobre las proporciones
del cuerpo femenino, 1528

Figura de mujer mostrada en movimiento, 1528

Liebre, 1528

Mano, 1528

Vista lateral y frontal de la cabeza femenina, 1528

Vista posterior de la hembra, 1528


Adornos para dos tallos de cucharas

Adornos para tres tallos de cucharas

Garza

Innsbruck

Iris Troiana

Juan
Martagon Lillium

Pies de un apóstol

Retrato de un hombre


Seis cálices

El manto de la Papa
La detención de Cristo

La Señora de la fiesta del Rosario
(fragmento)

La Señora de la fiesta del Rosario (fragmento)

La Señora de la fiesta del Rosario (fragmento)

La Virgen María en oración

La Virgen y el Niño con Santa Ana

La última cena

Mapa de estrellas

Molino de agua en la montaсa

Molino de trefilado
Ramo de violetas

Tilo en el voladizo de un bastión

Trefilería on Peignitz

Trefilería on Peignitz

Troiana Iris (detalle)

Trozo de hierba

Virgen y niño ante de un arco

Punto al Arte