Punto al Arte: Correggio
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Correggio (h. 1489-1534)

 

Renacimiento. Cinquecento. Manierismo.

Correggio, Antonio Allegri da. (Corregio h. 1489 - 1534) Pintor renacentista italiano. Fue la figura principal de la escuela pictórica de Parma. Discípulo de Mantegna en Mantua, experimentó también influencias de Leonardo da Vinci, de Miguel Ángel y de Rafael, así como de la pintura veneciana. Su arte se caracteriza por el sentimiento dulce y lánguido de sus obras, por una sensualidad ennoblecida por su inquietud, y por un éxtasis a la vez religioso y profano. Realizó admirables frescos en la iglesia de San Juan Evangelista y en la catedral de Parma; en su pintura religiosa son notables: La Virgen Y el Niño adorados por San Francisco ( 1514-1515), Natividad y La Virgen con San Jorge (1530-1532), en Dresde. Entre sus obras mitológicas destacan Dánae (Galería Borghese) y Rapto de Ganimedes (Museo de Viena).


 Noli me tangere de Correggio (Museo del Prado, Madrid). En esta obra se insinúan los inicios del barroco por su osada composición en diagonal y por la ondulante plástica de las figuras. Jesús y la Magdalena cruzan sus miradas llenas de amor sobrenatural. En la rica gama cromá­tica destaca el predominio de colores fríos, amarillos y azules sobre todo.

En la escuela de Parma, ya en pleno siglo XVI, iniciaría su arte clásico, si bien lleno de delicadeza, Antonio Allegri, llamado il Correggio, del pueblo donde nació. Correggio (¿1489?-1534) puede compararse a Rafael, tanto por la eficacia, como brevedad de su vida. Al contrario de Miguel Ángel; que de los hombres hacía gigantes, parece deleitarse en los cuerpos redondeados de los ángeles y de los Cupidos, y en sorprender la psicología de los pequeños seres, la característica especial de la vida de cada uno. Hasta sus grandes personajes tienen algo de andrógino o infantil, llegando al extremo de pintar un San Juan casi hermafrodita en su gran cuadro de la Madona con los santos. 

Acentuó siempre la vibración de los contornos de las formas humanas, así como buscó efectos de vibración cromática en su colorido. A Correggio le encantaban las carnes flexibles y rosadas de los niños y de las mujeres, en las que las curvas redondeadas borran la precisión de los músculos, tendones y huesos. Podríamos decir que su ideal de forma no es la del niño, sino la de lo femenino que hay todavía en el niño. 

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