Punto al Arte: 03 Del Neolítico a las primeras sociedades
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Del Neolítico a las primeras sociedades

Mientras el arte del Paleolítico constituye la representación naturalista de la realidad, el arte del Neolítico constituye el primer cambio de estilo en las formas de representación. El artista de este período recurre a los primeros signos ideográficos, a formas geométricas convencionales y esquemáticas, que tienden a fijar conceptos e ideas. Dicho de otro modo, a indicar la sustancia de las cosas antes que las cosas mismas, es decir, la creación de los símbolos en el contexto de un grupo humano que se sedentariza.

Simples líneas rectas y círculos bastan para las representaciones de la figura humana o la elevación de menhires para fijar en el mundo la imagen abstracta de los muertos. Las creaciones abstractas del Neolítico aparecen entonces como formas de madurez de la conciencia estética del hombre prehistórico.


Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

Domesticación de plantas y animales

Al término de la Era Glaciar sucedió una expansión progresiva de bosques sobre las grandes estepas provocando la emigración y la extinción de algunos animales. En muchos casos se trató de especies que constituían parte esencial de la dieta alimenticia del hombre. Los grupos humanos, hasta entonces cazadores-recolectores, debieron sumarse a la transformación para alcanzar la subsistencia. Los hombres se diseminarán "entonces en grupos reducidos, apareciendo de esta forma los primeros asentamientos estacionarios. Ciertas teorías señalan que en su continuo ir y venir, los cazadores que arrojaban las semillas de los frutos consumidos pudieron ver que, en condiciones apropiadas, estas generaban nuevas plantas. El resultado de esta transformación es el comienzo del Neolítico.

Excavaciones de la antigua ciudad de Jericó (Palestina). Jericó, en el valle del Jordán, es la ciudad más antigua conocida por los arqueólogos.

El término Neolítico, acuñado por el naturalista británico John Lubbock en 1865, deriva del griego, neo 'nuevo'- Zithos 'piedra', y hace referencia a la capacidad humana de pulimentar la piedra, en contraste con la talla de la misma, propia del Paleolítico. La aplicación de esta nueva actividad interactuó con una serie de características que provocarían un cambio radical en las formas de cultura humana; una de ellas representa un fenómeno que ha impulsado a numerosos especialistas a considerar una "Revolución neolítica": la domesticación de plantas y animales.

El acontecimiento, sin embargo, se extendió de manera gradual. El origen de la agricultura, que implica la domesticación de plantas y animales, se encuentra representado fundamentalmente por una tendencia al sedentarismo y fue la necesidad de los grupos humanos cazadores-recolectores la que impulsó el cambio. La prueba radica en que la agricultura como tal es una actividad que demanda mayor dedicación y horas de trabajo que la caza y menor previsión en razón de los avatares agrícolas.

Yacimiento arqueológico de Catal Hüyük, en Anatolia Oriental (Turquía). Uno de los yacimientos más importantes. junto al de Hacilar, del Neolítico durante el VI milenio. Fue descubierto a finales de la década de 1950 y fue excavado por James Mellaart entre 1961 y 1965. El sitio se hizo famoso internacionalmente debido a la gran ocupación neolítica y a la densa representación hallada, así como por las pinturas espectaculares de sus paredes.

 De esta manera, la naturaleza pasó de ser un simple hábitat a un conjunto de recursos económicos que debían ser gestionados por el hombre. Aunque el cambio se materializó en diversas partes del mundo, estudios arqueológicos han determinado la aparición, hace aproximadamente diez mil años, de los primeros asentamientos permanentes en Oriente Próximo, en el área conocida como el "Creciente Fértil", desde Palestina (Jericó), pasando por el sur de Turquía (Catal Hüyük), hasta la Mesopotamia y el golfo Pérsico.

En cuanto a la ganadería, en principio se habría limitado a un control de los recursos animales, protegiendo la fauna de otros depredadores y cazando selectivamente. Pero sólo se podrá hablar de ganadería cuando se comience a criar al animal: controlando su reproducción y cuidándoles durante el invierno.

En este período se produce una serie de descubrimientos técnicos, propiciados por la nueva economía: la cerámica para guardar los granos se transformará en la primera expresión artística del Neolítico, el pulimento aplicado a un nuevo tipo de hacha y una renovación general del utillaje, entre los que luego se encontrarán mangos o morteros utilizados en la molienda de vegetales para elaborar harina.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

Los primeros poblamientos

En los sitios donde existía una abundante provisión de agua y un suelo fértil se obtenían excedentes productivos y la población aumentaba y se formaban aldeas.
Cráneo neolítico procedente de Jericó (Museo Arque-
ológico, Amman). Los primeros asentamientos perma-
nente se dieron en el llamado “Creciente Fértil”, desde
Palestina (Jericó) hasta Mesopotamia y el Golfo Pérsi-
co, hace unos 10.000 años. En las aldeas de Jericó se 
han encontrado cráneos recubiertos de arcilla, bajo las 
casas; un culto a los muertos.


Vestigios de los más antiguos asentamientos con estas características se han encontrado en las fértiles llanuras aledañas a los ríos Éufrates y Tigris y en los márgenes del Nilo. Los rastros más antiguos se encuentran, justamente, al norte de la Mesopotamia. La densidad de la población mundial estimada antes de la Revolución agrícola no supera los diez millones de habitantes, elevándose el número, con el advenimiento del sedentarismo, a alrededor de trescientos millones, hace cuatro mil años. El hombre depredador que antes había consumido la totalidad de los alimentos que encontraba, convertido en agricultor logra producciones que le permiten la posibilidad de acumular excedentes. Se encuentra entonces ante la necesidad de crear medios para la conservación no sólo del almacenaje de alimento como previsión sino también de algunos granos escogidos para la futura siembra.

Además de la fabricación de recipientes, primero de fibras vegetales y, una vez descubierta la alfarería, de barro, el volumen de su patrimonio se elevó ostensiblemente, obligándolo a construir sitios especiales, cubiertos de paja o estera, para la protección de sus productos y su propio refugio.


Diosa Madre, figura de terracota hallada en Catal Hüyük (Museo Arqueológico, Ankara). 
La Diosa Madre era una personificación de la naturaleza en demanda de la fertilidad. Jun-
to a la figura del toro, constituían en Oriente Próximo verdaderas divinidades.

Cabeza de una estatuilla neolítica, localizada en Tell Hatchef, Bulgaria (Museo de Saint-Germainen-
Laye). En Bulgaria, y durante el Neolítico inicial, se desarrolló la cultura de Karanovo l. El lugar 
que le da nombre es una colina artificial (un "tell") constituida por poblados superpuestos. Fue una de 
las culturas más dinámicas del momento. Se han hallado figurillas de tierra cocida o de piedra, fusa-
yolas (instrumentos para hilar) y hachas de piedra policromada. 

Las primitivas construcciones habitacionales estaban compuestas por pequeñas chozas de barro secado al sol, cañas, leños o piedras. Asimismo, podemos hablar en principio de dos modelos de territorialidad fundamentales. Uno de ellos es el modo circular, característico de sociedades de costumbres aún con características nómadas, compuestas por grupos que no tienen asentamientos prolongados sino estacionarios, y cuyos movimientos estarían coaccionados justamente por la estacionalidad de recursos. Otro modelo es el radial, en el cual se desarrolla un centro base donde se realiza la mayor parte de las actividades humanas, sobre todo el descanso, y alrededor del cual se establecen otros asentamientos satélites generados a través de la explotación de recursos delimitados.
Fetiche, procedente de Tell de Metchkur,
Bulgaria (Museo de Saint-Germainen-
Laye). Data del Neolítico y es un
interesante ejemplar de cerámica antro-
pomórfica, estilizada con una sencilla
decoración incisa de carácter geométri-
co. Estos fetiches, a los que se atribuía
poderes mágicos y protectores de las
fuerzas naturales, fueron particularmen-
te populares en Oriente Medio durante
el período. 
       
Las sociedades agrícolas, por tanto, generan una importante evolución en la arquitectura de las viviendas. En principio se trataba de chozas de planta circular con paredes laterales y techo cónico, con uno o dos pilares de piedra enlucidos en yeso. Se considera que en estos casos el hombre utiliza los primeros sostenes que constituirían el primer concepto de columna. Las cabañas albergaban una o dos personas, y se distribuían en círculo en torno a espacios centraIes vacíos. Las aldeas contaban con espacios comunes utilizados para el almacenamiento. Se calcula que este género de asentamiento podía albergar hasta cien personas. Aun así, se trataba todavía de concentraciones de grupos con cierta movilidad, dependientes, por ejemplo, de la agricultura de rozas, que obligaba al éxodo a causa de la perdida de fertilidad de los terrenos sobre explotados. La organización de los grupos no se encontraba aún estructurada en familias sino en torno a un sistema donde la unidad social se componía por la sociedad entera. Comienza a implementarse de esta manera la división del trabajo.

        Con el crecimiento de este tipo de aldeas y, proporcionalmente, el de los grupos familiares, el hombre trasciende a la construcción de casas de planta rectangular. Los nuevos módulos pueden albergar en su interior entre tres y cuatro miembros.

        Todavía existen en este período edificios comunes de almacenamiento, aunque, de manera gradual, comienzan a abundar cabañas con espacios propios utilizados como almacenes. El número de habitantes de este tipo de aldeas se elevaba a mil. Comienza a advertirse la existencia de una familia nuclear en cada unidad habitacional. Muchas de estas viviendas se encontraban erigidas sobre los fundamentos de anteriores edificios circulares.
El Pensador, escultura neolítica localizada en Cernavoda, Rumania (Mu-
seo Nacional de Arte Antiguo, Bucarest). En la cultura neolítica europea 
(Sesklo, Dimini, Creta, Vidra), se ha encontrado un tipo de figuras senta-
das, realizadas en terracota, en actitud un tanto malhumorada y, más ex-trañamente, en actitud meditativa, precedentes interesantes, muy lejanos, 
de la conocida escultura de Rodin. La presencia de la cultura neolítica en 
esta zona se explicaría a través de las influencias de las manifestaciones artísticas de Asia Menor hacia las tierras del sur y el centro europeos. 

        En el Neolítico danubiano, proyectado en Europa Central, se han hallado pruebas de otra alternativa de asentamientos, con viviendas largas o colectivas. Módulos de elevadas dimensiones, en general rectangulares, capaces de albergar en su interior la totalidad de una familia extensa. Su estructura se encuentra dividida por varias parcelas que permitirían espacios internos para el uso de subfamilias nucleares.  
    
Vasija zoomorfa de la cultura de Los Millares, procede de Río Gor, en Granada (Museo Arqueológico Nacional. Madrid). Esta cultura se extendió durante el tercer milenio por amplias zonas de Andalucía y del Levante, y llegó hasta Portugal. A partir de finales del Neolítico Antiguo se comenzó a utilizar en la escultura la piedra y la arcilla indistintamente. Cabe hablar, en el caso de la estatuaria neolítica europea, de una clara influencia oriental.


La organización de los pueblos determinó de esta forma la conducta social de los grupos humanos. Se debió recurrir pues, a una administración determinada de tareas y roles. La construcción de canales, diques y represas dependía del trabajo continuo y mancomunado de aldeas enteras, e incluso hasta de conjuntos comunales. De esta manera surgió la necesidad de una planificación y dirección que llevara a buen cabo Las obras. El hombre procedió entonces a la creación de instituciones sociales, políticas y económicas. Aparecieron líderes, jefes, árbitros que constituyeron las bases de las primeras elites, y es probable que surgieran también las primeras religiones formalizadas. Aparecen profesiones y clases. Este proceso es conocido como Revolución urbana.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La vida cotidiana como tema

La domesticación de plantas y animales en el Neolítico y el posterior desarrollo de la agricultura y la ganadería, generaron una forma de explotación del medio que permitió el inicio del comercio exterior y trajo consigo profundas modificaciones en la vida de cada día.

Grabados rupestres de Val Camonica, en Lombardía (Italia). Este valle estuvo ha-
bitado por agricultores que, al volver por las tardes a su casa, grababan en la roca 
sus representaciones. Son una combinación de motivos cosmológicos, figurados, 
cartográficos ... ejecutados esquemáticamente y  alineados en admirables frisos. Los
dibujos más conocidos fueron descubiertos en 1909 por Walter Laeng y dan fe de 
las actividades económicas y sociales de los habitantes de la zona, así como de sus
creencias religiosas y de sus complejas relaciones con la naturaleza y las divinida-
des.

En el Neolítico, los espacios habitacionales son difícilmente separables de los de culto, que fueron institucionalizándose a medida que se establecían las formas de vida religiosa. El cambio de hábitat que supuso la sedentarización dio lugar a la aparición de poblados protegidos, con recintos privados y espacios comunitarios diferenciados, en los que puede observarse cierta preocupación por la decoración de los muros tanto interior como exterior y realizada con pinturas e incisiones.

En su función de decoración de viviendas y santuarios, como puede observarse sobre todo en los de Próximo Oriente, la pintura se incorporó al mundo de la vida diaria. Los principales motivos eran geométricos, probablemente inspirados en la cestería, o figurativos, representando animales (panteras, buitres, venados). Paulatinamente, las manifestaciones pictóricas fueron adoptando una creciente tendencia hacia el esquematismo en el trazo, y las composiciones se volvieron más animadas. Hacia el final del Neolítico, aparece en la península Ibérica la pintura conocida como esquemática, de gran estilización.

Carro votivo de Trundholm (Museo de Copenhague). Este célebre carro es considerado como monumento al Sol. En la Edad del Bronce, las figuras escultóricas se estilizan progresivamente hasta llegar al virtuosismo estético de este carro del Sol, que arrastra un caballo. El disco es de bronce, recubierto por una hoja de oro que lleva una espiral repujada, signo de la Europa nórdica durante aquella época.

Carro votivo de Trundholm (Museo de Copenhague). Este célebre carro es considera-
do como monumento al Sol. En la Edad del Bronce, las figuras escultóricas se estili-
zan progresivamente hasta llegar al virtuosismo estético de este carro del Sol, que a-
rrastra un caballo. El disco es de bronce, recubierto por una hoja de oro que lleva una 
espiral repujada, signo de la Europa nórdica durante aquella época.

Los seres naturales se convierten en meros símbolos y la figura humana se reduce a la ejecución de dos o tres trazos geométricos, generalmente se transforma en una línea vertical con círculos que representa las extremidades, o en un triángulo con dos puntos para indicar los ojos (Cueva de los Letreros en Almería, Tajo de las Figuras en Cádiz, ídolo de la peña de Tú en Asturias y grabado de Mogor de la Ría de Pontevedra). Hallazgos de hilos, cordeles, cuerdas, ovillos y algunos tejidos, hacen pensar que ya hacia finales del Neolítico Antiguo apareció también la primera industria textil, a partir del uso de primitivos telares.

Los asentamientos junto a campos de cultivo y los cambios en los hábitos culinarios obligaron a moldear y a cocer la arcilla, para permitir utilizarla como recipiente de traslado y almacenamiento de alimentos. Anteriormente, para ello se usaban calabazas vacías, que podían contener agua pero no podían ponerse al fuego, y cestos de mimbre, que no podían contener agua. Más tarde, estos recipientes de mimbre se impermeabilizaron con la arcilla secada al sol o cocida al fuego. Se aprendió luego a dar la forma a la arcilla mediante un esqueleto de mimbre muy simple, que posteriormente no fue ya necesario.

En esta pintura, hallada en el barranco de Gasulla, en Ares del Maestre (Castellón), se aprecia un espléndido dinamismo. El ciervo es uno de los animales que aparece pintado con frecuencia en el arte rupestre levantino; en este caso, su cuerpo ha sido rellenado de color rojo y resume maravillosamente la idea de encontrarse en pleno carrera y huida. Cabe destacar también el extraordinario detalle que presenta, en especial la zona de las orejas y del hocico, con la abertura de la boca. Entre las pinturas del barranco de Gasulla, además de ciervos, se encuentran escenas de caza en las que que se representan hombres con arcos, caprinos, jabalíes, toros salvajes, etc.

Es por ello que las dimensiones y formas de la primera cerámica son similares a las de las cestas, campanas o calabazas, variando según la particular cultura que las producía. La decoración tendía a ser geométrica y sencilla, adornando fundamentalmente los bordes.

La alfarería fue sin duda una aportación fundamental para la vida de las poblaciones neolíticas. Las culturas cazadoras no usaban las piezas de arcilla, que no les servían por su fragilidad, prefiriendo las de mimbre o tejidos. Pero a los agricultores y ganaderos les proporcionaba gran utilidad como almacenamiento de agua u otros productos.

La escultura está vinculada a las prácticas funerarias y con el culto a la diosa madre. La mayoría de las estatuillas antropomórficas más notables, caso de las halladas en Oriente Próximo, tanto en Jericó como en Tell es-Sawwan y Catal Hüyük, o en Chipre, han sido encontradas en el interior de fosas sepulcrales o de habitaciones utilizadas para enterramientos. Pueden ser de piedra calcárea o volcánica, alabastro, mármol, terracota o arcilla, y suelen tener restos de pintura roja, utilizada para resaltar fundamentalmente las facciones del rostro, menos detalladas en su modelado que el resto del cuerpo, y es probable que se tratara de cierto tipo de retrato del muerto.

La esquemática figura de este arquero, que corre a grandes zancadas, fue pintada en la Cueva Remigia, en Ares del Maestre (Castellón). Las escenas de caza con arco se repiten en el Levante español, mientras que, por el contrario, no se registra ninguna en la región francocantábrica. Esta escena llena de vida está tratada a "galope volante", técnica de gran dinamismo en que las piernas se abren desmesuradamente para indicar la carrera.

Por otra parte, se cree que estas comunidades agrícolas rendían culto a la tierra, diosa madre, símbolo de la fertilidad, como parecen atestiguarlo las estatuillas de figuras femeninas, generalmente representadas desnudas, con las manos juntas delante del pecho o sobre el vientre, muchas veces coronadas por una tiara o tocado, y de formas voluminosas. Es frecuente también la representación de los estadios cruciales del ciclo vital humano, como se observa en las figuras que aluden a la concepción o al nacimiento, entre las que son habituales las de mujeres embarazadas, o con un niño en brazos.

Figura humana sentada, en los llamados Abrigos de la Saltadora, en el barranco de Valltorta (Castellón), uno de los lugares que reúne más preciosos documentos de todo el arte rupestre levantino español, datado entre el 6500 y 5500 a.C. Con flechas en la mano, está pintada esquemáticamente, pero con gran viveza.

Escena de danza fálica, pintura rupestre de Cogull, en Lleida (Museo Arqueológico de Cataluña, Barcelona). El hecho de encontrarse las pinturas rupestres levantinas en abrigos rocosos al aire libre e iluminadas directamente por la luz solar, apunta claramente a un cambio climático de gran importancia para el estudio de las representaciones. Se supone que fue pintada por varios autores, en momentos diferentes. Los animales están aislados, en manada, y aparecen las mujeres (poco representadas en este arte) distinguiéndose por sus senos, nalgas y faldas acabadas en campana, y algunas semidesnudas, en una supuesta danza fálica. 

En los poblados neolíticos era frecuente el enterramiento de los muertos. Los cadáveres se depositaban en fosas practicadas en la tierra, envueltos en un lienzo, en una estera o en una piel de animal, pero progresivamente fueron imponiéndose las sepulturas comunes, ubicadas en zonas alejadas de los poblados. Estos ritos de carácter funerario alcanzaron una expresión extraordinaria hacia la etapa final del Neolítico, con la construcción de grandes moles conocidas con el nombre de megalitos, cuyos significados no han sido aún completamente dilucidados: se trata de colosales monumentos formados por piedras grandes y toscamente labradas, erguidas en solitario o combinadas para formar una estructura. Los más antiguos datan de mediados del V milenio a.C., y muchos de ellos se conservan en buen estado. Se cree que eran levantados con fines religiosos, pero si para algunos investigadores, como Gordon Childe, el megalitismo pone de manifiesto la aparición de una nueva religión, para otros, se trata de la manifestación del culto a los muertos propia de las culturas agrícolas y ganaderas del Mediterráneo oriental. Los principales tipos de monumentos megalíticos son el menhir, compuesto por una gran piedra clavada verticalmente en el suelo, que puede aparecer en grupos alineados, el dolmen constituido por varios menhires sobre los que se apoyan horizontalmente otras grandes piedras, y el cromlech, un círculo formado por varios dólmenes y menhires.

Pintura rupestre de un meandro, en la cueva de La Sarga en Alcoy (Alicante). El yacimiento de La Sarga es excepcional, ya que reúne un conjunto de motivos que pertenecen tanto al Arte Macroesquemático (pintura de color rojo oscuro, con motivos grandes y gruesos), al Arte Levantino (figuras humanas y de animales, aisladas o formando escenas como objeto principal) y al Arte Esquemático (figuras simples, esquemáticas, con motivos geométricos que representan partes del cuerpo humano y se conectan con sus creencias). Su origen se sitúa en el Neolftico, llegando hasta el inicio de la Edad de los Metales. 

La función de los menhires es controvertida. Ha sido comprobado que determinados alineamientos aparecen orientados hacia los equinoccios o solsticios, por lo que a veces se los ha asociado con cultos solares y su carácter funerario es dudoso, dado que sólo en ocasiones aisladas se han encontrado restos humanos en sus bases. El conjunto megalítico más importante conservado es el de los alineamientos de Carnac en Bretaña (Francia).

Los cromlechs tuvieron también un sentido religioso, según indica, por ejemplo, la forma circular de su planta, aunque no es fácilmente determinable su significado. Generalmente aparecen orientados hacia la salida del sol, por lo que se cree que fueron santuarios astrales o, incluso, rudimentarios observatorios astronómicos. El más sorprendente de ellos es, sin duda, el de Stonehenge (Inglaterra), construido a mediados del III milenio a.C.

Se sabe que el dolmen fue una construcción destinada a enterramientos colectivos y de inhumación. Sus dimensiones y su tipología son muy variables, y suelen agruparse según la configuración de su planta. En Europa, los dólmenes aparecen concentrados sobre todo en áreas meridionales y occidentales, siendo muy numerosos en el Cáucaso.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Savat.


El arte figurativo

Es de aceptación generalizada que el modo de vida paleolítico se acaba en torno al año 10000 antes de nuestra era, con los cambios climáticos que se caracterizarán por la fijación de unas temperaturas algo más elevadas, al final de la última glaciación de Würrn y la retirada de los hielos hacia el norte europeo. Las condiciones climáticas de este nuevo período -el Holoceno, Postpleistoceno o Neotermal- tuvieron importantes consecuencias medioambientales. Por un lado, la retirada de los glaciares hacia el norte de Europa dejó libres muchas tierras que empezaron a ser ocupadas por el hombre; pero esta ampliación de las zonas habitables quedó compensada por la reducción de las tierras costeras ante la elevación del nivel de los mares.

Figura humana con animales, pintura rupestre de la Cañada de Marco (Aicai-
ne, Teruel). Situado en el Parque Cultural del Río Martín, el abrigo de la Ca-
ñada de Marco es uno de los conjuntos de mayor relevancia. Enmarcado prin-
cipalmente en el Arte Levantino, se compone de 119 figuras y el total del fri-
so pintado ocupa unos ocho metros de longitud. La composición que aparece 
representada, una escena de pastoreo, es una de las más llamativas. La figura 
humana está rodeada por una serie de cabras, en rebaño y a paso lento (como 
parecen indicar la disposición de sus patas). Es una obra notable, pues parece 
indicar que se está en el momento inicial de la domesticación del animal por 
el hombre.

        Ahora, la mayor parte de Europa queda cubierta de bosques, y los animales que se habían adaptado a las frías condiciones glaciales desaparecen, como el mamut o el rinoceronte, o emigran hacia las zonas más septentrionales, como el reno; los animales susceptibles de ser cazados son más pequeños, bien porque pertenezcan a otras especies nuevas o porque las anteriores han reducido su tamaño para adaptarse a las nuevas condiciones.

Figura humana, pintura de la Cueva de la Vieja en Alpera (Aibacete). Descu-
biertas en 191 O, su cronología se sitúa entre el VI y elll milenio a.C. Casi to-
dos los individuos masculinos que aparecen llevan un arco, utilizándolo, o 
simplemente mostrándolo, siendo los verdaderos protagonistas de la Cueva de 
la Vieja. La mayoría de las figuras no luce ningún elemento que haga pensar 
en algún tipo de prenda. El adorno suele concentrarse en la cabeza, y las pier-
nas siempre reciben un tratamiento cuidadoso en la definición de sus formas. 
Los colores utilizados fueron el rojo con amplias variaciones en el tono, desde 
el rojo pardo al anaranjado.

        En realidad, el cambio para el hombre prehistórico no fue drástico ni repentino. Durante mucho tiempo continuó siendo cazador-recolector, pero en muchos lugares desarrolló una actividad de subsistencia de amplio espectro que le llevó a explotar todos los recursos del medio, posibilitando una residencia mucho más estable, a veces verdaderamente sedentaria.

Inscripciones prehistóricas de Peña Escrita, en Fuencalientes (Ciudad Real). Las pinturas rupestres de Fuencalientes guardan ciertas características comunes: están hechas en paredes verticales y siempre en cuevas o covatillas en contacto con la luz, con pequeños abrigos que permiten resguardarse de las durezas del clima. El color que predomina es el rojo, siendo la figura antropomorfa la más representada.

        Una mayor fijación en el territorio, unas posibilidades de subsistencia aseguradas, por lo menos a corto plazo, son rasgos que debieron de influir en las relaciones entre individuos y grupos, entre hombre y medio, y no se sabe hasta qué punto en los conceptos de la vida y del mundo. Lo cierto es que el gran arte del Cuaternario desaparece y, con él, la ideología que lo hizo posible y la relativa unidad de estilo y temática que se había producido en diferentes áreas europeas.

        No obstante, las representaciones rupestres no desaparecen. En las regiones orientales de la península Ibérica se empieza a desarrollar el llamado arte levantino. Ciertamente cambia el estilo, puesto que las figuras son más pequeñas, hay una tendencia progresiva hacia el esquematismo, la figura humana es casi protagonista y las composiciones ofrecen una gran movilidad. Tampoco son infrecuentes las representaciones de arqueros, de escenas que parecen de lucha y que podrían ser reflejo de una creciente competitividad entre los grupos por el control de unos recursos alimenticios.

Conjunto de pinturas de la cueva de Almadén (Museo de Prehistoria, Santander). Durante el Neolitico, las figuras estilizadas y dinámicas del Levante español se transforman paulatinamente en ideogramas y signos que llegan a distorsionar el tema y sus protagonistas hasta hacerlos irreconocibles. Aparecen además numerosos signos a modo de adiciones y superposiciones que pudieran ser simbólicas, pero que pudieran ser asimismo puramente arbitrarias.

        La progresiva adopción de la agricultura y el pastoreo fue definitiva para la generalización de la vida sedentaria. El ciclo agrícola depende de una serie de factores climáticos que aseguren el buen desarrollo de las cosechas: la fertilidad de la tierra se convierte en un objetivo de vital importancia. Será entonces el culto a este principio lo que inspirará toda una serie de representaciones femeninas que encontraremos en muchas de las culturas europeas del Neolítico Antiguo. Son pequeñas esculturas, de cerámica o de piedra, que de un modo naturalista o esquemático coinciden en centrar la atención o acentuar aquellos rasgos físicos relacionados con la fecundidad.

        Las religiones del Viejo Mundo siempre estuvieron dominadas por un principio femenino, la Gran Diosa Madre, que poco a poco fue desplazada por el principio masculino, representado primero como esposo e hijo de la diosa, hasta asumir posteriormente para sí solo el papel de dios creador del mundo, tal como vemos en las religiones ya organizadas de las primeras grandes civilizaciones como Mesopotamia o Egipto, o en las creencias de los pueblos de habla indoeuropea.

        Estas figurillas aparecen por lo general en ambientes domésticos, en las casas, demostrando que responden a cultos que no requieren todavía una organización centralizada. Hacen aparición entre las comunidades agrícolas y sedentarias del Próximo Oriente y se encuentran en parte en Europa a medida que el nuevo tipo de vida se va extendiendo por Grecia, los Balcanes o Europa central. La Península italiana y, sobre todo, la isla de Malta, marcan el punto más occidental de distribución de estas esculturas. En Malta, aparecen en templos, como el de Hagar Quim, o en complejos conjuntos funerarios, como el hipogeo de Hal Saflieni.

Vaso geminado con decoración cardial, procedente de la Cava de I'Or, Alicante (Museo Arqueoló­ gico, Valencia). La decoración era realizada por medio de incisiones practicadas con valvas de moluscos, con el borde de la concha del Cardium edule. Precisamente, la decoración cardial de la cerámica, ha sido uno de los hallazgos más importantes de este período. Aparecen grabadas diversas figuras antropomorfas, símbolos (geométricos y abstractos) y otros motivos que se relacionan directamente con el arte levantino.

        Más hacia Occidente, este simbolismo centrado en un principio femenino aparece más tarde. Posiblemente ello se debe a que lo que, en esta zona, se considera Neolítico Antiguo no tiene en realidad un carácter tan agrícola y sedentario. En la segunda mitad del III milenio, en un ambiente plenamente calcolítico y de poblados con una arquitectura defensiva bien desarrollada, son frecuentes en Andalucía -en el sudeste es la cultura de Los Millares-, Extremadura y Portugal los ídolos cilíndricos de piedra o marfil, de hueso -ídolos falange- o en placas de pizarra -las placas alemtejanas-, con representaciones muy esquemáticas en las que priman los motivos oculados. A estos pequeños objetos cultuales se les asocia con los cultos a la Diosa Madre.

        Poco a poco, esta simbología ligada a unos cultos de la fertilidad, centrados en un principio femenino y propios de la sociedad neolítica europea, acabará por desaparecer, dando paso a una temática completamente diferente que refleja la imposición del principio masculino en todos los órdenes. Es difícil conocer el "momento" en que ocurre este cambio, pero se va detectando a lo largo del III milenio -en el período conocido como Calcolítico-, y se refleja claramente en algunas manifestaciones artísticas a partir de la Edad del Bronce.
Vaso campaniforme, procedente de Ciempozuelos
(Museo Cerralbo, Madrid). Después de las prime-
ras piezas de cerámica lisa, sin adorno, el hombre
aprende a embellecerlas con incisiones sobre la
pasta blanda. Este bellísimo ejemplo, que toma su
nombre de la elegante forma de campana,  tiene
una decoración en bandas de una sorprendente re-
gularidadgeométrica. Es el arte sedentario y del a-
gricultor. No en vano se ha dicho que los vasos del
tercer milenio son grandes propagadores de la te-
tica abstracta y obras de arte indiscutibles.

        Son, sobre todo, los ajuares funerarios los que indican que se está gestando un nuevo orden. La diferencia de riqueza en los que acompañan a los muertos son un reflejo de que los individuos, en vida, desempeñan papeles diversos según la edad y el sexo; hay diferencias de status, aunque todavía estamos lejos de las verdaderas clases sociales. Por lo general, esta individualización del rango se acompaña en las tumbas masculinas por la deposición de armas, que reflejan el papel simbólico de la guerra y del status del guerrero.

        Pues bien, en lugares tan apartados de Europa como la región alpina -Val Camonica, Monte Begoy Escandinavia -Malmo, Bohusland, Gotland- se conocen abundantes grabados rupestres, en rocas al aire libre, que desarrollan temáticas muy similares y respondiendo a una ideología similar a la que expresan las tumbas.

        Generalmente se acepta que, cuando hay una agricultura de arado, esta actividad económica deja de estar en manos de la mujer para convertirse en una actividad masculina y que esto repercute en la consolidación de las sociedades patriarcales. La mujer pasa a desempeñar un papel secundario en el mantenimiento económico del grupo. Son muy frecuentes las representaciones humanas y sólo muy excepcionalmente son mujeres; aparecen figuras masculinas, como guerreros, cultivando o en actitud de orantes con los brazos levantados. Las armas parece que ocupan un lugar muchas veces central.

        De nuevo, el papel predominante de la guerra como principio de reflejo de poder. En las representaciones escandinavas destacan las figuras de barcos, al principio sencillos, pero más adelante con mascarones terminados en cabezas de animales reales o fantásticos, claro precedente de las posteriores embarcaciones de los vikingos. Finalmente, hay que destacar el conocido hallazgo en el fondo de un pantano, donde fue lanzado como ofrenda, del carro de Trundholm (Dinamarca): es de bronce y representa un caballo -animal muy frecuente en el arte desde la Edad del Bronce-sobre cuatro ruedas que arrastra un gran disco de bronce, cubierto con hoja de oro decorada con franjas concéntricas de motivos también en círculos concéntricos. Es una de las representaciones más claras de la nueva religión que ha sustituido a la neolítica, centrada en el culto de la Diosa Madre. Ahora, el principio dominante es masculino, el Sol, que en su viaje diario -representado a veces por el carro tirado por un caballo o por un ave acuática- cumple con el cometido de la creación del mundo y de su continua regeneración. El Sol se convierte en fuente de toda vida.

        En la península Ibérica se conocen también importantes concentraciones de petroglifos y grabados rupestres, sobre todo en el área gallega, donde predominan las representaciones de armas o de temas geométricos abstractos. Aunque el soporte sea diferente, y correspondan a ambientes funerarios, hay que citar aquí las célebres estelas alemtejanas con representaciones de armas o las posteriores estelas extremeñas, en las que aparece una figura masculina rodeada de objetos de status, como armas, fíbulas, carros, etc., que son fiel reflejo de la importancia que el simbolismo de la guerra había adquirido entre la sociedad, en este caso ya del Bronce Final.  

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

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