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Renoir, la voluptuosidad del color

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En todas esas virtudes le igualó Pierre-Auguste Renoir (1841-1919), nacido en Limoges, en el seno de una familia numerosa y de muy modesta condición. El padre de este futuro extraordinario artista trabajaba para un sastre, y con el fin de mejorar de situación, en 1845 se había trasladado con toda la familia a París. Pierre-Auguste era el penúltimo de los cinco hijos de aquella familia, un mozalbete alegre, pero de carácter muy formal, el cual a los trece años hubo de buscarse empleo, ya que en los hogares como el que tuvo Renoir en su infancia y adolescencia todos deben contribuir a aliviar y hacer menos penoso el esfuerzo paterno. El chico parecía mostrar buena disposición para la música, pero como también demostraba tener mucha afición a hacer dibujos, se le empleó en un taller de pintura de porcelanas. Hay muchas y buenas biografías de Renoir, especialmente el gran volumen que publicó su íntimo amigo Georges Riviére. ⇦  Lise con sombrilla  de Pierre-Augus...

Monet y la serie de la catedral de Ruán

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Catedral de Ruán, harmonie brune (Musée d'Orsay, París).  Claude Monet, al igual que otros impresionistas, se dedicó a captar los efectos ópticos creados por la luz natural sobre un paisaje o una panorámica urbana, sin consagrarse a los detalles casuales sino procurando captar la escena con rapidez, para lo cual se valía de pinceladas visibles y poco definidas. A lo largo de toda su carrera como pintor, Monet desarrolló de manera consecuente un comportamiento ante la realidad basado en la esencia del código impresionista. Es decir, correspondía a los fenómenos cambiantes realizando series de cuadros. En una ocasión, el escritor Guy de Maupassant coincidió con Monet en la costa de Etretat y se refirió después a la obsesión del pintor por captar los efectos de las diversas intensidades lumínicas. Según Maupassant, Monet no parecía un pintor sino un cazador. Cuenta el escritor que Monet partía con varios lienzos y pintaba uno detrás de otro, dejando a un lado el primero p...

El almuerzo de los remeros

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Para la creación de El almuerzo de los remeros ( Le déjeuner des Canotiers ) Auguste Renoir pasó todo un verano ambientándose en Chatou. El artista comenzó a trabajar en este cuadro en abril de 1881 y lo concluyó en julio del mismo año. Para llevarlo a cabo, reunió a sus más cercanos amigos y modelos en la terraza de “L’Auberge du Père Fournaise”, un restaurante famoso por su cocina ubicado en la isla de Chatou, al oeste de París y a orillas del Sena. El establecimiento se encontraba cerca de una zona de baños, La Grenouillére, entonces muy frecuentada por los parisienses que huían de la gran ciudad para pasar un día al aire libre. Con sombrero adornado con flores, en primer plano a la izquierda, la joven costurera Aline Charigot, que más tarde se convertirá en esposa de Renoir, juega con su pequeño perro. A su lado, de pie y con sombrero de paja Alphonse Fournaise, propietario del restaurante. Detrás de él, a la derecha, su hija Alphonsine escucha atentamente, apoyada en la...

Sisley y el paisaje

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Tan fiel como Monet a la técnica del impresionismo se mantuvo  Alfred Sisley  (1839-1899), que había sido uno de los que a ella se adhirieron desde sus comienzos. Nacido en París de padres ingleses, pasó su adolescencia en Inglaterra, adonde volvió en 1870-1871. Sisley fue exclusivamente un pintor paisajista, cuyos mejores lienzos datan de dos períodos; uno se sitúa entre 1872 y 1886, en que pintó dos de sus cuadros más hermosos: La Inundación y El Camino de Sèvres (ambos en la actualidad en el Musée d’Orsay), y el otro se inició en 1882, año en que se instaló en Moret-sur-Loing (Sena y Marne); allí pintó sobre todo paisajes fluviales, en los que, a pesar de valerse siempre de la técnica impresionista, nunca se alejó de la línea fijada por Corot y Daubigny . Su familia se había arruinado en 1871 y este pintor no tuvo, en su trabajosa carrera, la suerte que al fin sonrió a sus antiguos amigos. En sus últimos años solicitó la nacionalidad francesa, pero murió sin haberla ob...

Pissarro, la perspectiva urbana

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Camille Pissarro  (1830-1903) fue acaso, entre los autenticos impresionistas, el que demostró más inquietudes, y fue, sin duda, uno de los maestros más dotados con que contó aquella escuela.  Nació en el seno de una familia judía francesa, aunque de origen portugués, en la isla entonces danesa de Santo Tomás, en las Pequeñas Antillas. Después de estudiar el baccalauréat en Francia, volvió a su isla natal en 1847 y estuvo empleado allí en los negocios de su padre, hasta que en 1852 escapó, con un compañero danés, pintor, a Caracas, y recorrió Venezuela hasta 1854. A su regreso al hogar, su padre se resignó a que se dedicara al arte, y lo envió a París. A poco de su llegada a la capital de Francia, Pissarro se entrevistó con Corot , que no dejó de darle sanos consejos en lo concerniente a la pintura de paisaje, por la que siempre aquel joven sintiera una gran inclinación. Tras unos meses de asistencia a la Escuela de Bellas Artes, se dedicó a pintar bellos parajes de ...

Degas, más allá del impresionismo

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Probablemente, si el parisiense Edgar Degas (más propiamente, Hilaire-Germain-Edgar de Gas; 1834-1917) no empleó la técnica pictórica de sus amigos los impresionistas (cuyos afanes en gran parte compartió) fue porque vio que aquella innovación, al representar la luz mediante la disociación del color, acarreaba la abolición de las sombras y líneas que forman el diseño de la figura, y él era un enamorado de la figura humana en la varia multiplicidad de sus actitudes. Degas nació en una familia rica y culta; su padre, que se hallaba al frente de un negocio bancario, era aficionado al arte, en especial a la música, y había nacido en Nápoles, hijo de un banquero francés allí emigrado. En cuanto a su madre, pertenecía a una vieja familia francesa de Nueva Orleans. Hijo primogénito de aquel matrimonio, después del estudio del baccalauréat empezó el de la carrera de Leyes, que pronto abandonó en pos de su afición por el dibujo, la pintura y el arte del grabado. En 1854 fue alumno...

La clase de danza

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La danza es un tema recurrente en la obra de Edgar Degas , y a él dedicó más de la mitad de su obra, entre pinturas y esculturas. Si bien pintó varios cuadros representando bailarinas en escena, el artista sentía especial predilección por los ensayos y los descansos. Quizás parte de este interés se revela en las analogías que existen entre el ballet clásico, un arte que requiere gran precisión y equilibrio, donde la perfección sólo se alcanza con la práctica y la repetición sistemática; y el estilo y la metodología pictórica de Degas, de una elevada precisión. La clase de danza ( La classe de danse ) es una de las pinturas donde Degas comienza a describir el movimiento de forma magistral. Se trata de una composición cuidadosamente construida. La escena se desarrolla en una pieza organizada según una perspectiva muy marcada que permite una lectura clara del espacio. En el centro del salón se encuentra Jules Perrot, un famoso profesor de danza que, junto con su compañera María...

Impresionismo en España

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Niños en la playa , de Joaquín Sorolla. Durante la segunda mitad del siglo XIX, el impresionismo tuvo en España varios seguidores en buena medida gracias a  Carlos de Haes , belga que se afincó en España y se dedicó a enseñar pintura de paisajes en la Academia de San Fernando, promoviendo la reproducción fiel de la naturaleza en pequeño formato, en la tradición de Barbizon. Su influencia en la pintura paisajística española fue decisiva, y algunos de los más conocidos, como Beruete o  Regoyos , fueron alumnos suyos. No obstante, muchos españoles viajaron a estudiar pintura a Francia o Bélgica por esta época, de modo que su contacto con la pintura al aire libre fue directo. Daría de Regoyos fue alumno de Haes en la Academia de San Fernando. Luego se trasladó a París y posteriormente a Bélgica, perfeccionándose como un genuino representante del impresionismo primero y el postimpresionismo después. Regoyos no se ciñó a una temática concreta y las escenas que pintó fue...

El vagón de tercera clase

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Hijo de un vidriero con ambiciones de poeta, el joven Honoré Daumier se vio obligado a interrumpir sus estudios muy pronto para ganarse la vida. Con sólo doce años Honoré comenzó a trabajar como mensajero de un ujier en el Tribunal de Justicia y, más tarde, fue empleado como asistente en la librería Delaunay del Palacio Real. De forma paralela, Daumier empezó a tomar clases en una academia de dibujo donde, inmediatamente, Alexandre Lenoir, ilustre fundador del Museo de Monumentos Francés, reconoció al joven su capacidad. Aunque tal vez menos voluntaria que perentoria, la precocidad de Daumier se sumó a sus habilidades artísticas, dando como resultado, por una parte, un profundo conocimiento de las diferentes clases sociales que se interrelacionaban en su propio medio y, por otra, una gran capacidad de observación para retenerlas y reproducirlas. Esta condición de lucidez y sensibilidad es la que más adelante le permitió llevar a cabo obras de arte como El vagón de terc...