Arte de proyectar y de construir
edificios.
El arte del espacio
Con el término arquitectura se
expresa el arte de crear. con estructuras y materiales relativamente estables y
sólidos, los espacios interiores y exteriores destinados a albergar las
diversas formas de vida humana; por ello ha sido definida como "el arte
del espacio". Así pues, a diferencia de la pintura que se desarrolla sobre
el plano, y de la escultura que se desarrolla en la masa tridimensional, la
arquitectura se caracteriza por su desarrollo en el espacio vacío, y por
combinar fines estéticos, expresivos y utilitarios. Una obra arquitectónica
debe cumplir los siguientes requisitos: adaptarse a las necesidades de uso de
la actividad humana, ser una construcción permanente y sólida y comunicar
contenidos culturales a través de la forma.
En razón de la finalidad de los
espacios creados, la arquitectura puede ser religiosa, civil, militar,
industrial, etc., mientras que el urbanismo nace de la necesidad de ordenar en
el espacio la ciudad y las actividades sociales que en ella se desarrollan. Por
arquitectura se entiende también el conjunto de las obras arquitectónicas de un
país, una cultura, un período histórico, un estilo determinados: arquitectura
egipcia, del s. XVI, renacentista, barroca, etc.
Frank Lloyd Wright, uno de los arquitectos estadounidenses más importantes del siglo XX, realizó, en la década de 1930, su obra más famosa, la Casa de la Cascada (Fallingwater House), conocida también como Casa Kaufmann. Aquí llevó al límite las tendencias más orgánicas, rechazando conscientemente tanto la reciente formulación de un Estilo Internacional como la de un racionalismo arquitectónico.
Los orígenes de la arquitectura
Los habitáculos de los pueblos
primitivos, de las tribus nómadas, y en general, de aquellos grupos cuyo
asentamiento ha sido precario, son de gran interés porque permiten observar
cómo surge la actividad arquitectónica. Las primeras chozas del paleolítico,
las incipientes viviendas asentadas en cauces fluviales, bosques y lagos o las
agrupaciones en poblados del neolítico, muestran una primigenia configuración
del espacio al que puede darse el nombre de arquitectura. Las primeras
construcciones de carácter monumental aparecen en el arte megalítico: espacios
cubiertos para enterramientos, como los dólmenes,
y espacios de uso ritual, como los cromlechs,
son el punto de partida del tipo de edificio que denominamos templo. En los
grandes imperios agrarios -Mesopotamia, Persia, Egipto- se desarrollan los dos
tipos de arquitectura: la que se suele denominar "arquitectura popular o
vernácula" y que designa las construcciones generalmente de uso doméstico,
producidas por y para la unidad familiar, al margen de las instituciones, y la
arquitectura monumental de los templos, tumbas y mansiones reales o palacios.
En Egipto se encuentran los templos más antiguos de la tradición occidental:
están construidos en el sistema de arquitectura arquitrabada, que consiste en
cubrir espacios amplios con techumbres planas sobre grandes vigas o
arquitrabes, sustentados sobre columnas. Los modelos más emblemáticos de este
sistema constructivo son los templos de Luxor y Karnak, y en la arquitectura
griega, que deriva de la egipcia, el Partenón de Atenas.
Los órdenes clásicos
Con el arte griego surge una
definición formal de amplias repercusiones: los denominados órdenes
arquitectónicos -dórico, jónico y corintio-codifican tres fórmulas que son
variantes en torno a la solución constructiva básica de la arquitectura
arquitrabada. Las tres fórmulas estilísticas implican un sistema de
proporciones, combinado con detalles ornamentales que no tienen una función
estrictamente constructiva: se trata de un vocabulario básico arquitectónico
que servirá para expresar contenidos diversos a lo largo de la historia
occidental. Los constructores romanos superpusieron al sistema de órdenes
griego el uso del arco y la bóveda, que permiten cubrir grandes espacios
internos con un mínimo de elementos sustentantes: el Panteón de Adriano y el
Coliseo, ambos en Roma, son los ejemplos más emblemáticos de arquitectura
monumental de la Roma antigua. De la villa romana, modelo de residencia
familiar aislada, de planta cuadrada cerrada al exterior y abierta a un patio
interior, deriva la tipología de casa más difundida en todo el ámbito
mediterráneo.
La arquitectura medieval
Con el hundimiento del Imperio
Romano se inicia un declive de la actividad constructiva, que sólo se mantiene
activa en Bizancio. El imperio islámico, por su origen arábe, no tiene un sistema
constructivo propio. La expansión del islam genera un tipo de templo muy
simple, la mezquita, de grandes dimensiones, construido con materiales ligeros
y baratos, más ancho que alto, que deriva de la casa árabe, de planta cuadrada
y abierta a un patio cerrado al exterior.
En el ámbito cristiano el sistema
de los órdenes pervive como una referencia esquemática; se desarrollan unos
sistemas constructivos nuevos -el románico y el góticoque articulan la función
sustentante de la columna con la del arco y la bóveda: son estilos de síntesis,
en los que confluyen soluciones estructurales, formales y una clara función
expresiva y simbólica. La catedral es el monumento por antonomasia del mundo
medieval: Saint Sernin de Toulouse, Santiago de Compostela, Notre-Dame de
Chartres o la catedral de Gloucester, aun siendo edificios muy distintos,
presentan estructuras y elementos de coordinación similares. Con el
Renacimiento, estos estilos iniciaron un lento declive y desaparecieron, pero
los estudiosos del siglo XIX se volcaron de nuevo en ellos, dado que sus
soluciones estructurales se adaptaban muy bien a los nuevos materiales -hierro
y cemento- surgidos de la Revolución industrial.
El Renacimiento
En el s. XV, con el renacimiento
de la cultura clásica grecorromana, se inicia en Italia un proceso de
recuperación de los sistemas constructivos de la Antigüedad, que se extenderá
más tarde a toda Europa. Se postula la recuperación del vocabulario básico de
los órdenes: articulación de columna y arquitrabe como elementos de soporte, superpuestos
al arco y la bóveda. Filippo Brunnelleschi y Leon Battista Alberti sentaron las
bases de un nuevo sistema constructivo -radicalmente opuesto al gótico, que se define,
así como estilo propio de los "godos, bárbaros del norte"-, que adaptaba
las fórmulas de la Antigüedad a las necesidades funcionales de la Europa
posmedieval. El nuevo estilo pervivió con múltiples variaciones en el
manierismo, el barroco, el rococó, el neoclasicismo y el eclecticismo
ochocentista, y ha reaparecido recientemente en la arquitectura posmoderna. Los
arquitectos italianos Donato Bramante y Andrea Palladio en el s. XVI y Francesco Borromini en el s. XVII desarrollaron al máximo las posibilidades
constructivas y expresivas del estilo renacentista en sus distintas facetas. La
basílica de San Pedro en el Vaticano, el palacio de Versalles en las afueras de
París, la iglesia de San Cario al le Quattro Fontane en Roma, la catedral de
San Pablo en Londres, el palacio del Belvedere en Viena, la puerta de
Brandemburgo en Berlín o la Casa Blanca de Washington, son monumentos
emblemáticos de la arquitectura basada en los órdenes clásicos. Por otra parte,
los edificios de viviendas construidos en los ensanches de las ciudades
europeas que derribaron sus murallas durante la segunda mitad del siglo XIX, defienden también a los criterios estilísticos clásicos, adaptados al nuevo
urbanismo.
La arquitectura moderna
Historicismo, eclecticismo y
modernismo. Durante la primera mitad del s. XIX se produjo un reviva/
del estilo gótico, asociado al movimiento romántico. La sede del Parlamento en
Londres es uno de los edificios más representativos de esta tendencia, basada
en la recuperación de formas estilísticas del pasado, denominada historicismo.
La reacción contra lo clásico y el nuevo gusto por lo exótico condujo a buscar
en los estilos más alejados de la tradición grecorromana, el modelo para la
nueva arquitectura moderna: se incorporan motivos de la arquitectura oriental,
islámica y medieval en una mezcolanza muy variada denominada eclecticismo.
Inspirándose en el estilo gótico, el crítico inglés, John Ruskin, principal
ideólogo del modernismo, defendía la necesidad de integrar todas las artes
-escultura, pintura-y todos los recursos -cerámica, hierro forjado, vidrieras-
en el todo del espacio arquitectónico. Dentro de este estilo destacan los
proyectos del arquitecto catalán Antoni Gaudí, como la Sagrada Familia o la
Casa Milá, en Barcelona.
Los estilos arquitectónicos
desarrollados entre el siglo XIX y el siglo XX en Europa y América constituyen
una fase de la arquitectura distinta de las anteriores. En la segunda mitad del
s. XIX el arte y la técnica de la construcción arquitectónica experimentaron
una profunda transformación. Los métodos tradicionales empleados desde la
Antigüedad clásica, y perpetuados en la tradición académica, cayeron en desuso.
La construcción basada en la columna, el arco y el muro como elementos
sustentantes perdieron su razón de ser ante las nuevas tecnologías surgidas de
la Revolución industrial.
La arquitectura en hierro.
Las necesidades constructivas generadas por la industrialización llevaron a la
experimentación con nuevos materiales de construcción, como el hierro colado y
el vidrio. El hierro colado permite plantearse el edificio a partir de un esqueleto
básico construido con elementos prefabricados por piezas que se montan en el
lugar de emplazamiento. El Palacio de Cristal, erigido en Londres en 1851 y
proyectado por el arquitecto Joseph Paxton, es considerado como el máximo
exponente de la nueva arquitectura en hierro, aunque en su momento muchos
arquitectos se negaron a reconocerlo como una obra arquitectónica. La torre
construida con motivo de la Exposición Universal de París, en 1889, por el
ingeniero Gustave Eiffel y que lleva su nombre, es la obra más conocida de
arquitectura en hierro.
La Escuela de Chicago. En
el último tercio del siglo XIX surgió en Estados Unidos una arquitectura
utilitaria y racionalista que rompió definitivamente con los estilos académicos
clásicos. El devastador incendio de Chicago en el año 1871, la fuerte demanda
de nuevas construcciones y el alza de los precios de los solares llevaron a
optar por la construcción en vertical para crear muchas viviendas sobre una
planta reducida. El empleo de estructuras metálicas permitió elevar edificios
inusualmente altos, los primeros rascacielos, y los antiguos muros fueron
sustituidos por paneles de cierre, realizados con materiales ligeros. La nueva
técnica trajo consigo una nueva estética, que prescinde de los ornamentos
clásicos. El representante más importante de la denominada Escuela de Chicago
es Louis H. Sullivan. El funcionalismo. En Europa la nueva estética
arquitectónica surgió del rechazo hacia los excesos ornamentales del
modernismo; el arquitecto austríaco Adolf Loas había proclamado a principios
del siglo XX: "el ornamento es un delito". La escuela de la Bauhaus
(1919-33), y en especial los arquitectos y profesores Walter Gropius y Ludwig
Mies van der Rohe, impulsaron esta nueva estética.
El funcionalismo está
estrechamente vinculado al progreso técnico y al uso del hormigón y el acero.
Su máximo exponente fue el arquitecto suizo, nacionalizado francés,
Charles-Édouard Jeanneret Le Corbusier, que redujo las formas arquitectónicas a
los esquemas esenciales: cuadrado, cubo, círculo y cilindro. El estilo
internacional. Durante la II Guerra Mundial los miembros más destacados del
grupo de la Bauhaus emigraron a Estados Unidos; allí el nuevo estilo
arquitectónico se desarrolló plenamente, combinando el utilitarismo
estadounidense con el racionalismo purista europeo. Se proyectaron multitud de
rascacielos de metal y vidrio, de líneas cúbicas simples e impersonales. Esta
tendencia tiene en L. Mies van der Rohe a su máximo exponente. El primero en
reaccionar contra la rigidez de este estilo fue Frank Lloyd Wright, seguido en
Europa por Le Corbusier en una segunda etapa de su actividad creativa:
abandonaron las formas geométricas a favor de un lenguaje más imaginativo,
inspirado en las formas orgánicas de la naturaleza o en formas simbólicas. Las
construcciones más representativas de esta nueva tendencia son el Museo
Guggenheim de Nueva York, de F. Lloyd Wright, y la capilla de Notre Dame du
Haut en Ronchamp, de Le Corbusier.
El eclecticismo posmoderno.
En la década de 1970 los arquitectos Robert Venturi y Denise Scott Brown
promovieron un rechazo más radical hacia el todavía floreciente estilo
internacional. Sus seguidores exaltaron la estética de Disneylandia como uno de
los más sobresalientes espacios públicos de Estados Unidos, el uso del color,
del neón, de columnas y frontones y de guirnaldas combinadas con paneles de
vidrio y estructuras de rascacielos. Querían impulsar una arquitectura alusiva
y vivaz, crear edificios que pudieran ser entendidos no sólo por la élite sino
también por el ciudadano de a pie. En Europa los arquitectos posmodernos más
conocidos son el español Ricardo Bofill y el italiano Al do Rossi. y en Japón,
lsozaki Arata.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat
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