Dirección:
1 East 70th Street.
NY 10021 Nueva York (Estados Unidos).
Tel: (001) 212 288 0700.
Fachada del Frick Museum, de Thomas Hastings (Nueva York). |
Los dos países que más
aportaciones al arte realizaron en el siglo XVIII fueron Francia y Gran
Bretaña. Y la mayor parte de sus más importantes realizaciones se conservan en
los principales museos de sus respectivos países. Sin embargo, el período del
Rococó se puso de moda en el siglo XIX, cuando los nuevos ricos empresarios
americanos comenzaron a crear sus grandes colecciones. Este es el caso de la
Frick Collection, una de las joyas entre los incontables museos de Nueva York,
que se puede codear sin vergüenza al lado del Metropolitan debido a la alta
calidad de las obras que atesora, muchas de ellas del período reseñado.
El nombre de la colección se debe
al industrial Henry Clay Frick (1849-1919), uno de los muchos burgueses de
Estados Unidos que, enriquecidos, vieron en el arte una forma de satisfacer sus
gustos, a la vez que de dar una pátina de prestigio al trabajo tan terrenal al
que se dedicaban. A pesar de sus orígenes humildes y de recibir una escasa
educación, su carácter despierto hizo que poco a poco se fuera metiendo en el
mundo de la industria del acero de Pittsburgh, hasta convertirse, a la edad de
30 años, en millonario.
Retrato de Henry Clay Frick (Colección pri-
vada). Fotografía de autor anónimo.
|
Amante de los libros, su otra gran
pasión fue el arte, y en 1880 realizó su primer viaje a Europa con la compañía
de Andrew Mellon, que también era empresario y era aficionado al arte.
En 1881, el mismo año en que se
casó, compró su primera pintura, una obra de Luis Jiménez Aranda, curiosamente
un pintor español, seguidor de Fortuny. Pero no fue hasta mediados de la década
de 1890 en que empezó a coleccionar de una forma sostenida. Al principio se
concentró en pinturas contemporáneas, que se exponían en los salones, o de la
escuela de Barbizon -de ahí el importante conjunto de obras de Corot, Daubigny,
Rousseau, etc-. Pero en torno al año 1900, vendió casi todas las pinturas
anteriores para concentrarse en los maestros del pasado. Es así como fue
configurando la actual colección.
Para ello, vio necesario
exponerlo todo en un edificio que fuera digno, y tras un par de emplazamientos,
finalmente, entre 1913 y 1914, el arquitecto Thomas Hastings le brindó una casa
que evocaba el mundo francés dieciochesco, en relación al núcleo más importante
de la colección. Sir Charles Allom se encargó del diseño de interiores que,
prácticamente, se conserva íntegro, a pesar de que en 1977 se le añadiera un
ala nueva.
Entre las obras que se pueden
contemplar, destaca la serie completa de Fragonard sobre La serie del amor,
adquirida en 1915, y que es una de las obras maestras de este artista. Pero hay
otras pinturas importantes, que se deben a las manos de Watteau, Boucher, Chardin, Greuze, Gainsborough, Reynolds, Hogarth, Romney, Raeburn, o Lawrence,
en cuanto al siglo XVIII. Pero asimismo hay obras de otras épocas, creadas por Cimabue, Duccio, Memling, Van Eyck, Piero Della Francesca, Holbein, Tiziano,
Veronés, Tintoretto, El Greco, Vermeer, Velázquez, Van Dyck, Rembrandt, Hals,
Ruisdael, Goya, lngres, David, Constable, Turner, Millet, Manet, Degas, Whistler ... y un largo etcétera.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario.