Van Dyck, Anton (Amberes, 22 de marzo de 1599 - Londres, 9 de diciembre de 1641) Pintor flamenco. Discípulo y colaborador de P. P. Rubens. Artista precoz, a los 16 años dirigía su propio taller y en 1618 realizó en Amberes el examen de maestro de pintura. Entre 1622 y 1627 vivió en Italia; en Génova estableció también su propio taller en el que pintó especialmente retratos de los grandes nobles genoveses (La marquesa Balbi; La marquesa Spinola Doria, Paolina Adorno, etc.). Entre 1627 y 1632 residió en Amberes, su ciudad natal, y alcanzó gran fama tanto por sus refinados y elegantes retratos (María Luisa de Taxis, Galería de Lichtenstein, Viena), como por sus numerosas obras de carácter religioso y mitológico, en las que se evidencia la influencia de su maestro Rubens: Cabezas de Apóstoles (Museo de Bruselas), Cristo Crucificado (Museo de Amberes), Sileno ebrio (Bruselas), Sansón y Dalila (Museo de Viena).
En 1632 fue requerido por la corte inglesa como pintor de cámara del rey Carlos I, del que pintó numerosos retratos. Fue ennoblecido por el monarca y alcanzó una gran fortuna como retratista de la aristocracia inglesa; sus figuras, generalmente de medio cuerpo, son de una extraordinaria elegancia, una luz entre dorada y plateada matiza las ricas vestiduras, y una cierta melancolía parece impregnar los rostros. Aunque Van Dyck no tuvo discípulos, ese tipo de retratos inspiraría a los grandes pintores ingleses del s. XVIII, como sir Joshua Reynolds o Thomas Gainsborough.
Obra realizada en 1948 por este polifacético artista -pintor, escultor, escritor- que fue uno de los fundadores del grupo surrealista. Su obra es variada, multiforme, caracterizada por un inacabable afán de invención que le llevó tanto a descubrir objetos y a unirlos en extrañas composiciones totémicas como a modelar grandes divinidades de un raro sabor arcaico. (Museo Nacional de Arte Moderno, París). Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
También llamado Charing Cross Bridge fue realizado en 1906. Aquí el color produce violentos contrastes, pero parece seguir ciertas leyes de armonía, ya que los planos de color se escalonan del verde intenso hasta el verde grisáceo del fondo. La pintura se ha aplicado desde luego con rapidez y agresividad, directamente tal y como sale del tubo, como si el ansia de adaptar la forma al color lo dominase todo. Sin embargo, existe cierta estructuración geométrica. (Musée d'Orsay, París)
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