Las
piezas cerámicas más antiguas que se han descubierto en el continente africano
se remontan al VI milenio a.C., tal como demuestran ciertos fragmentos hallados
en el desierto del Sahara.
Pueden distinguirse entre dos tipos de objetos
cerámicos: las esculturas y los utensilios de uso cotidiano. A pesar de estar
fabricados con las mismas técnicas, éstos difieren radicalmente en cuanto a su
funcionalidad y naturaleza. Mientras la escultura puede tener significación
ritual o mágica, los elementos domésticos eran concebidos para resultar
prácticos en el hogar. Estos últimos podían contener leche o grano, cerveza o
miel, hierbas curativas e incluso las cenizas de los familiares fallecidos.
Cada uno de ellos adaptaba su forma y aspecto externo a su funcionalidad
precisa.
La cerámica africana antigua estaba habitualmente
modelada por mujeres, ya que el acto de realización de este tipo de obras se
encontraba íntimamente relacionado con los rituales de fertilidad y el proceso
de creación de la vida. Sin
embargo, y como se verá un poco más adelante, existen ciertas culturas en las
que son los hombres quienes se ocupan de esta labor.
Los objetos cerámicos africanos tradicionales están
modelados a mano, sin la utilización de la rueda de alfarero. Si bien en la
actualidad ésta se halla presente en algunos centros productores, las técnicas
ancestrales de manipulación y tratamiento de la arcilla siguen siendo las más
expandidas en la mayor parte del continente, sin peligro de desaparecer próximamente.
De hecho, trabajar el material a mano presenta más dificultad que hacerlo con
la rueda de alfarero, por lo que los objetos realizados mediante esta técnica
requerían mayor destreza que los hechos utilizando medios mecánicos.
Como ya se ha avanzado, tanto los receptáculos como
las esculturas cerámicas africanas se realizaban teniendo en cuenta las mismas
técnicas, ya que normalmente una sola persona se encargaba de fabricar el
material y de darle forma. El creador, una vez preparada la arcilla mezclando
la tierra seleccionada con agua, colocaba una pequeña cantidad de ésta sobre un
soporte, para realizar la base del objeto. Encima de la misma se iba
construyendo el artefacto, a través de diferentes trozos que se modelaban con
las manos de forma individual. Sin embargo, en determinadas regiones del
continente, se usaban otras técnicas para construir los objetos. Las mujeres
ashanti de Ghana, por ejemplo, los elaboraban a partir de una única porción de
arcilla; al igual que los artistas cerámicos de Sokoto.
Generalmente, los objetos se dejaban
secar al sol hasta que perdían toda la humedad. Entonces ,
se procedía a su cocción, para lo cual se colocaban sobre una capa de maleza,
eran recubiertos con hierba y, finalmente, se prendían con fuego. Aunque la
duración de la cocción variaba según las dimensiones de la pieza y las regiones
donde se efectuaba, habitualmente ésta se prolongaba entre 15 minutos y un par
de horas. Los hornos no empezaron a ser utilizados hasta el final de la
sociedad tribal, por lo que hoy en día muchos pueblos africanos siguen
elaborando sus objetos cerámicos con las técnicas ancestrales de sus
antepasados.
Los utensilios que se usaban para la
fundición de estas piezas eran, por regla general, elementos sacados del
entorno natural, como vainas, trozos de cuero y guijarros, e incluso pequeñas
varillas de madera para efectuar las decoraciones del exterior antes de su
secado. Después de éste, se podían realizar ornamentaciones con incisiones de
cuchillos o incluso con pigmentos.
Nigeria es uno de los lugares que
alberga restos de cerámica de gran antigüedad, en especial procedentes de la
cultura de Nok. Estos pueblos sobresalieron en las representaciones
escultóricas de cabezas y partes del cuerpo, algunas de ellas de tamaño real, y
se les puede considerar como precursores de este tipo de producción en el
continente.
Además de la cultura de Nok, en Nigeria
también es destacable la presencia de los lfé, cuya tradición cerámica es
igualmente remarcable. Probablemente influenciados por el pueblo Nok, los Ifé
produjeron también esculturas de gran naturalismo, tratándose de las dos únicas
culturas africanas en haber construido figuras de seres humanos a tamaño
natural.
Bote de cerámica (Museo Horniman, Londres).
Realizada por la etnia yoruba de Nigeria, esta vasija se utiliza para guardar
agua o el licor obtenido de la palmera. |
Ghana es una de las regiones productoras
de cerámica, que destaca tanto por lo que se refiere a su producción ritual
como a sus esculturas y otras piezas de uso doméstico. En esta región, las
mujeres tenían prohibido realizar piezas cerámicas con formas antropomórficas o
zoomorfas. De su elaboración y también de la ornamentación se ocupaban,
entonces, los hombres. La leyenda cuenta que una mujer, después de haber
modelado este tipo de obras, se quedó estéril, al haber confundido su rol de
madre con el de alfarera.
Los pueblos ashanti de Ghana se revelan
como unos de los creadores más interesantes, expertos en la confección de los
denominados abusua kuruwa. El término
kuruwa significa utensilio para
líquidos, elaborado por un hombre, y abusua
quiere decir familia, o clan. Estos recipientes familiares, tienen una funcionalidad
ritual ya que son usados durante las ceremonias que siguen a los entierros,
para albergar los cabellos de los familiares vivos, y ser enterrados con sus
restos, así como con otros objetos de características semejantes. Por otra
parte, los ashanti son también especialistas en la realización de mogyemogye, o "mandíbulas", un
receptáculo destinado a contener el vino usado en ciertas ceremonias de
libación tribales. Este tipo de trabajos es especialmente bello y ornamental,
siendo muy apreciado en la actualidad por los coleccionistas.
La región central del continente
africano, especialmente la
actual República del Congo, es así mismo una de las zonas más
interesantes por lo que respecta a la producción cerámica. Se trata de un área
especialmente rica a nivel tipológico, como también lo es el noreste de África,
cuyas piezas de uso doméstico destacan de entre el resto por su sencillez y
delicadeza. Burundi es igualmente un país con una rica herencia cerámica, cuyo
ejemplo más representativo podrían ser los utensilios en forma de pequeñas
calabazas, tan sugestivas y sofisticadas que se han llegado a comparar con
objetos decorativos japoneses.
El caso de Uganda es especial, ya que en
este país se han hallado un tipo de representaciones atípicas, sin parangón en
el resto del continente. En el yacimiento de Luzira Hill, no muy lejos del Lago
Victoria, se descubrió una serie de cabezas y torsos en terracota, de pequeño
formato y de características formales muy peculiares. Aunque no se conoce
todavía la fecha exacta de su realización, se cree que fueron elaboradas hace
más de 400 años. Sin seguir criterios naturalistas, estas figuras de
proporciones aleatorias transmiten, sin embargo, una gran fuerza expresiva.
Nigeria es otra de las zonas más
interesantes por lo que se refiere a sus producciones cerámicas antiguas. La
cultura yoruba, presente en la parte occidental del país, es conocida por haber
fabricado recipientes para el culto a los dioses. Éstos se hallan en su mayoría
bellamente ornamentados, sobre todo en el extremo suroeste de la región, cerca
de la frontera de Benin. A diferencia de los ashanti, en los yoruba era la
mujer quien modelaba la cerámica, y el hombre se dedicaba a las obras que
requerían el trabajo con bronce fundido.
Los igbo, también pertenecientes a la actual Nigeria ,
conservan una tradición cerámica excepcionalmente variada, semejante a la de
los pueblos del Congo. Sus piezas, de formas, colores, texturas y estilos muy
diversos, se cuentan entre las más famosas de África, destacando entre ellas
las concebidas para el culto a los antepasados.
Finalmente, cabe poner de relieve las
piezas cerá micas de la Kabilia argelina. Los kabilios, pueblo de agricultores
y reputados joyeros, son también famosos por sus producciones en cerámica, y
especialmente por las decoraciones geométricas de sus piezas. La tradición
cerámica kabilia es muy antigua, de hecho, se tiene constancia de la existencia
de piezas fechadas en el siglo VII a. C. Sus influencias son variadas, pero
residen sobre todo en los estilos neolíticos de las costas mediterráneas. Sin
embargo, la rica tradición kabilia parece estar despareciendo debido a las
presiones de la industrialización y al peso de la religión monoteísta.
Fuente:
Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat