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Artistas de la A a la Z

Luis Tristán (1580/1586-1624)

 

Renacimiento. Cinquecento. Manierismo.

Tristán, Luis (Toledo, h. 1580 o 1586 - 1624) Pintor español del manierismo, perteneciente al Siglo de Oro. Se le considera el mejor discípulo del Greco, si bien evolucionó hacia un naturalismo tenebrista totalmente opuesto.

Biografía

Hijo de comerciantes y artesanos toledanos, Tristán entró a trabajar como obrador del Greco, cuyo estilo imitó hasta el punto de haber confundido en ocasiones a los críticos, que han atribuido obras de cada uno al que no era. Con él estuvo entre 1603 y 1606, pero luego marchó a Italia, donde estuvo desde 1606 a 1613.

Se le considera el principal discípulo del pintor toledano, sin contar al hijo de éste, Jorge Manuel Theotocópuli, de calidad muy inferior.

Luis Tristán trabajó toda su vida en Toledo. No estilizó tanto las figuras como el Greco e intentó matizar un Manierismo ya pasado de moda con el enfoque naturalista en los pormenores y el tratamiento de la materia, enfoque que provenía del caravaggismo italiano y los ecos de la Contrarreforma. Su estilo es muy personal, con un tono de áspera gravedad, de gamas terrosas sobre las que brillan toques de intenso colorido luminoso.

Aparte de algunos retratos de acusado realismo (Anciano, El calabrés, El Cardenal Sandoval, etcétera), su obra principal es de temática religiosa. Presenta las figuras alargadas y distorsionadas y recrea las composiciones del maestro, pero introduce elementos de la vida cotidiana como cuota al gusto naturalista que se terminó imponiendo, y sus figuras presentan mayor peso.

Acaso su trabajo más importante es el conjunto de cuadros realizado para el retablo del altar mayor de la colegiata de san Benito Abad de Yepes (Toledo), fechado en 1616, con seis escenas de la vida de Jesús y ocho medias figuras de santos. En la Guerra Civil se destruyeron las esculturas de santos del retablo, pero los lienzos desgarrados pudieron repararse en el Museo del Prado, y casi todos se devolvieron en 1942; en este museo quedaron los de Santa Mónica y Magdalena.

Otras obras de Tristán son San Luis repartiendo limosna (Museo del Louvre), y La ronda del pan y del huevo (Museo de Santa Cruz, Toledo).

Entre sus discípulos tuvo al bodegonista Pedro de Camprobín.


Galería
Retrato del Duque de Alba, 1600–1625

La Adoración de los Magos (detalle)

Diego de Siloé (1495-1563)



Siloé, Diego de (Burgos, 1495 - Granada, 22 de octubre de 1563) Arquitecto y escultor castellano, uno de los primeros artistas del Renacimiento en este país.

Biografía

Con toda probabilidad fue hijo del escultor gótico Gil de Siloé, y pasó la primera parte de su carrera artística (1519-1528) en su lugar de nacimiento, Burgos, donde trabajó principalmente como escultor.

La obra artística de Siloé combinó el estilo renacentista italiano —que había estudiado en una visita a Nápoles hacia 1517—, con las influencias del estilo gótico español y del arte árabe. La Escalera Dorada de la catedral de Burgos es su obra más importante de este periodo (1519). Su proporcionada, rotunda y airosa estructura con esculturas de querubines, escudos de armas y ornamentación vegetal, ocupa en su totalidad uno de los muros de la catedral. Con esta obra, Siloé salvó el desnivel de la puerta de la Coronería de la catedral, situada en el brazo norte del crucero de la misma, e incorporó además elementos arquitectónicos de raigambre clasicista, al modo del arquitecto italiano Donato Bramante, diseñando una escalera monumental que se bifurca en dos tramos paralelos al muro del fondo.

Desde 1528 hasta el final de su vida trabajó en Granada, sobre todo como arquitecto. En 1547 compró a Beatriz Hernández, la casa n.º 5 de la desaparecida calle Angosta de la Botica, que heredo a su muerte su esposa Ana de Bazán.​ Su llegada a la ciudad supone el asentamiento de las propuestas de carácter clasicista en Andalucía. Se le encargó terminar dos conjuntos arquitectónicos proyectados anteriormente con una finalidad funeraria: la iglesia del Monasterio de San Jerónimo —lugar de enterramiento de los Fernández de Córdoba, incluyendo la tumba del Gran Capitán— y la catedral de Granada, donde realizó uno de los edificios más destacados del estilo renacentista español. De este templo destaca la organización de su cabecera, como un enorme espacio central cubierto con una gran cúpula, al modo de los edificios funerarios de la época romana. En el sistema de alzados, se pueden observar referencias al arte de Filippo Brunelleschi con unos grandes pilares sobre cuyos frentes se apoyan medias columnas corintias, duplicando además la altura de las naves con un segundo cuerpo de soportes sobre el entablamento del primero. Sobresale también la portada del Perdón (hacia 1534) concebida a modo de un gran arco de triunfo. Su rica decoración y las líneas y curvas, enérgicas y fluidas, de su interior fueron una temprana expresión del estilo plateresco en el arte español. Otros de sus proyectos más destacados son la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación —espléndida muestra de la arquitectura de transición del gótico al renacimiento construida entre 1542 y 1573, en la que también participó uno de sus discípulos, Juan de Maeda—, la Iglesia de San Gabriel de Loja y la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, concebida como lugar de enterramiento de la familia Cobos. Tiene una nave central de tres tramos, capillas laterales entre contrafuertes y una cabecera circular cubierta con una gran cúpula. Por último, habría que señalar la proyección de su arquitectura en España (catedrales de Almería, Málaga, Albacete y Guadix— y en la América española, en las catedrales de Guadalajara, Lima y Cuzco.

Pero la obra de este artista sin par no sólo se subscribe al sur peninsular y al entorno burgalés, pues, de su imaginario surgió uno de los conjuntos funerarios más fascinantes con los que cuenta la comunidad autónoma Vasca, el Mausoleo del que fuera presidente de la Chancillería de Granada, el obispo Rodrigo Mercado de Zuazola. Esculpido en mármol blanco, lleno de grutescos y de escenas alegóricas y que se puede admirar en la Capilla de la Piedad de la Iglesia de San Miguel Arcángel de Oñate.

Sendos institutos de Burgos y de Albacete llevan su nombre.


Obras comentadas


Galería
Santuario de Santa Casilda (detalle), 1524



Escultura de Isabel la Católica

Sepulcro de don Luis de Acuña, 1519

Catedral de Santa María, en Burgos (Castilla y León)


Es la única catedral de España declarada Patrimonio de .la Humanidad por la UNESCO, en 1984. En la imagen se ve el retablo de la capilla del Condestable, centrado en la Presentación de Jesús en el Templo con tallas de Vigarny y Diego Siloé; a los pies del retablo están los sepulcros de los fundadores: el Condestable y su esposa. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat. 

Catedral de Granada, de Enrique de Egas y Diego de Siloé, en Andalucía


La catedral fue construida sobre la gran mezquita de la ciudad árabe y, si bien se la considera la obra más importante del Renacimiento español, en su estructura hay elementos de otros estilos arquitectónicos. En 1529, Siloé trazó el plano renacentista sobre los cimientos góticos, con girola y cinco naves en lugar de las tres habituales. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat. 

Rossetti (1828-1882)



Rossetti, Dante Gabriel (Londres, 12 de mayo de 1828 - Birchington-on-Sea, 9 de abri1882) Poeta, ilustrador, pintor y traductor inglés.

Biografía

Hijo de un erudito emigrado italiano, Gabriele Rossetti, D. G. Rossetti nació en Londres, Inglaterra y recibió el nombre de Gabriel Charles Dante Rossetti. Su familia y amigos lo llamaban "Gabriel", pero en sus publicaciones ponía primero el nombre de Dante, debido a sus resonancias literarias. Era hermano de la poetisa Christina Rossetti y del crítico William Michael Rossetti, y fue uno de los fundadores de la Hermandad Prerrafaelita, junto con John Everett Millais y William Holman Hunt.

Desde muy temprana edad, mostró un gran interés en la literatura. Como todos sus hermanos, aspiraba a ser poeta. Sin embargo, también deseaba pintar, habiendo mostrado un gran interés en el arte italiano medieval. Estudió con Ford Madox Brown, con quien mantuvo una estrecha relación a lo largo de su vida. Estudió idiomas en el King’s College y posteriormente en la Royal Academy.

Después de la exposición de la obra de Holman Hunt La víspera de Santa Inés, Rossetti buscó la amistad de Hunt. La pintura ilustraba un poema de un autor por entonces poco conocido, John Keats. El primer poema de Rossetti, The Blessed Damozel era una imitación de Keats, así que creyó que Hunt podría compartir sus ideales artísticos y literarios. Juntos desarrollaron la filosofía de la Hermandad de los prerrafaelitas. Rossetti estuvo siempre más interesado en la parte medieval del movimiento que en la moderna. Estaba publicando traducciones de Dante y otros poetas italianos medievales, y su arte también buscaba adoptar el estilo de los primitivos renacentistas italianos.

Las primeras grandes pinturas de Rossetti muestran algunas de las cualidades realistas del movimiento prerrafaelita temprano. En 1849 pinta su primer lienzo inspirado en los antiguos pintores italianos, La infancia de la Virgen. ¡Al año siguiente pinta Ecce ancilla Domini!, una representación de la Anunciación que exaltaba la pureza. Es una interpretación moderna de la Virgen María y de la Anunciación, en la que María es representada como una adolescente indiferente y atemorizada, pálida no tanto por candor espiritual cuanto por consunción. Destaca el uso del cabello pelirrojo, señal de sensualidad para el decadentismo y el simbolismo. La presencia del lirio y de la cortina azul entre los tonos blancos son elementos ulteriores que añaden contenido simbólico a la pintura. Su obra es intensamente mística y primitiva, acercándose al eclecticismo de los nazarenos alemanes. Su pintura incompleta Encontrada (Found; 1854) fue la única dedicada a la vida moderna. Representaba a una prostituta, sacada de la calle por un pastor que era su antiguo enamorado. Sin embargo, Rossetti progresivamente prefirió imágenes simbólicas y mitológicas a las realistas. Esto también puede predicarse de su poesía posterior.

Aunque lo apoyó John Ruskin, las críticas que en el año 1850 recibieron sus pinturas hicieron que se retirara de las exposiciones públicas y se dedicara sobre todo a las acuarelas, que podían venderse en privado. Tomaba como asunto preferido los textos de Dante, en particular de la Vida nueva, que había traducido al inglés, y de la La muerte de Arturo de sir Thomas Malory. Sus visiones de las historias artúricas y del diseño medieval también inspiraron a sus nuevos amigos de aquel tiempo, como William Morris y Edward Burne-Jones.

Estas tendencias se acrecentaron debido a ciertos acontecimientos de su vida privada, en particular por la muerte de su esposa, Elizabeth Siddal, quien se suicidó ingiriendo láudano después de dar a luz a un niño muerto. Rossetti cayó en la depresión y enterró la mayor parte de sus poemas inéditos en la tumba de su esposa, en el cementerio de Highgate. Idealizó su imagen como la Beatriz de Dante en un buen número de pinturas, como El sueño de Dante ante la muerte de su amada (1856) y en Beata Beatrix (1863), obra que marca el camino del pintor hacia una mayor ornamentación y simbolismo; esta pintura alegórica alude a la muerte de su mujer. Representa a Elizabeth en una pose lánguida y sensual, con su cabello rojo natural recogido en un peinado deshecho; sobre sus manos se está posando una paloma roja, símbolo de espiritualidad, que porta en el pico una ramita alusiva al láudano. A sus espaldas, una escena difusa representa a dos personajes, quizá Dante y Virgilio. El complejo simbolismo del retrato es aún fuente de debate entre los críticos.

Dejó la Hermandad Prerrafaelita en 1863, pero mantuvo su mismo estilo pictórico en obras posteriores: La novia (1865), La mujer de la ventana, El vestido de seda azul (1868), May Morris (1872), La doncella herida (1879), Ensueño (1880), La pía (1881) y Juana de Arco (1882). Monna Vana (1866) es el arquetipo de la feminidad decadente, el sujeto de la pintura es una mujer de belleza sensual y andrógina que se cepilla el pelo rojo rodeada de composiciones florales. La rosa es la flor decadentista por excelencia. Pintó varias veces el mito de Proserpina o Perséfone, raptada por el Hades, dios de los infiernos y que tuvo que liberarla, pero con la condición de que no comiera nada en el regreso; Hades la engañó para que comiese seis semillas de granada, fruto de los muertos, que la obligaban a volver seis meses cada año, uno por cada semilla. La diosa es representada según un canon común al romanticismo y al simbolismo: la mezcla de belleza y muerte se indica con el pelo negro y una pose sensual de mujer fatal. En su mano, la granada alude al mito y también, en clave simbólica, a la muerte y la sangre.

Su pintura influyó en el desarrollo del movimiento simbolista europeo. Rossetti representaba a las mujeres obsesivamente estilizadas. Tendía a retratar a su nueva amante, Fanny Cornforth como el epitome del erotismo físico, mientras que otra de sus amantes, Jane Burden, esposa de su socio de negocios William Morris, la idealizaba como una diosa etérea.

Durante este tiempo, Rossetti empezó a obsesionarse con animales exóticos, y en particular con los wombats. Con frecuencia pedía a sus amigos que se encontraran con él en la “Guarida del wombat”, en el zoo de Londres en Regent's Park, y allí pasaría muchas horas. Finalmente, en septiembre de 1869 adquirió su primera mascota de wombat. Este, que vivió poco tiempo y al que llamó “Top”, a menudo lo llevaba a la mesa, y se le permitía dormir en el centro de la mesa durante las comidas. De hecho, se dice que inspiró al lirón de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. 

Los amigos de Rossetti consiguieron que exhumara los poemas de la tumba de su esposa y los publicara: Poems (Poemas, 1870); fueron muy controvertidos y atacados como el epítome de la “escuela de la poesía carnal”. Ofendía su erotismo y sensualidad. Un poema, Nuptial Sleep (Sueño nupcial), describía a una pareja que se quedaba dormida después de hacer el amor. Esta era parte de la secuencia de sonetos de Rossetti The House of Life (La casa de la vida), una serie de poemas que trazaban el desarrollo físico y espiritual de una relación íntima. Rossetti describe la forma de soneto como el “monumento al momento”, pues busca contener los sentimientos de un momento fugaz, y reflejar su significado. Este fue el mayor logro literario de Rossetti. En 1881 publicó Ballads and Sonnets (Baladas y sonetos).

Rossetti también típicamente escribió sonetos para sus pinturas, tales como Astarte Syriaca. Como diseñador, trabajó con William Morris para producir imágenes para vidrieras y otros elementos decorativos.

Hacia el final de su vida, Rossetti cayó en estado mórbido, oscurecido por su drogadicción y su creciente inestabilidad mental, posiblemente empeorada por su reacción a los salvajes ataques de la crítica sobre su poesía desenterrada (1869). Pasó sus últimos años retirado, como un recluso. Murió en Birchington-on-Sea, Kent, Inglaterra. El pintor, Rossetti, fue uno de los más conocidos en su época, y su producción fue muy abundante gracias a la magia de sus pinceles.

Fuente: https://es.wikipedia.org/

Obras comentadas

La infancia de la Virgen

Galería
Cousturier, 1840

La hermosa dama sin bienes, 1848

Beata Beatrix de Dante Gabriel Rossetti


En el rostro de la retratada se entremezclan los rasgos de la esposa del pintor, la fascinante Elizabeth Siddal, y de la mujer de su amigo William Morris, Jane, de la que estuvo perdidamente enamorado. La temática de la mujer suicida fue muy reproducido por los pintores del momento, como hiciera también John Everett Millais representando el bellísimo cadáver flotante de Ofe/ia. En el caso de la Beatrix de este cuadro, un pájaro con un nimbo de luz sobre su cabeza y una adormidera en el pico viene hasta la mujer como mensajero de la muerte. 

(Tate Britain, Londres). 


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La infancia de la Virgen, de Dante Gabriel Rossetti


Este cuadro, que representa a la Vigen María aprendiendo a bordar guiada por Santa Ana, fue la obra que Rossetti presentó en la primera manifestación prerrafaelista. Se trata de una pintura plana de la que surgen las figuras de bulto entero y con una perspectiva algo convencional, pues San Joaquín está plasmado a la misma escala que los personaJes del primer término; además, en lo que a perspectiva se refiere, el punto de fuga del enlosado de la parte izquierda es distinto del de la parte derecha. No estamos, pues, ante una obra realista, aunque sí, en cambio, eminentemente simbólica. Los lirios significan la inocencia; los libros, las virtudes; la palma y las espinas, los dolores de la Virgen; la paloma posada en el enrejado, el Espíritu Santo, y este enrejado, detrás de Santa Ana, representa una cruz.

(Tate Britain, Londres).

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Palacio Barberini de Carlo Maderno, Borromini y Bernini en Roma


Fue encargado por Taddeo Barberini, sobrino de Urbano VIII, a Cario Maderno quien diseñó la planta. Sin embargo, fue Gian Lorenzo Bernini quien levantó este cuerpo central, ágil y abierto, con los tres órdenes superpuestos y con la atrevida exageración en la perspectiva de los arcos concéntricos que coronan las ventanas del piso superior. Siguiendo a Palladio, la mansión señorial se concibe fundamentalmente integrada en un paisaje, porque el hombre ha iniciado una sofisticada búsqueda de la naturaleza.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat. 

Fachada del Palazzo del Quintinale de Carlo Maderno

 

La entrada principal está flanqueada por la estatua de San Pedro, realizada por Stefano Maderno y la de San Pablo esculpida por Guillaume Berthelot.

(Roma)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Ares Ludovisi de Lisipo

El llamado Ares Ludovisi es una obra atribuida a Lisipo, el último escultor del período clásico. Perteneciente al segundo clasicismo, al siglo IV a.C., destacará junto a otros dos escultores famosos: Praxíteles y Scopas.

Lisipo fue el escultor predilecto de Alejandro, trabajó para él y sus compañeros, lo que le dio gran fama y notoriedad. Fue excesivamente prolífico, pues todo apunta a que llegó a ejecutar más de 1.500 obras. Las primeras de las que conservamos copias fidedignas parecen ser posteriores al 350 a.C.; pero lo cierto es que su trayectoria escultórica comienza sin duda antes de esta fecha.

La mayoría de sus obras fueron cuerpos de atletas a los que parece darles vida y en donde el movimiento se articula con toda verosimilitud, captados en magníficas instantáneas. Fue un renovador de la técnica escultórica. Él mismo se congratulaba de no seguir los modelos de sus predecesores.

Como todo escultor griego buscaba un ideal de belleza basado en el equilibrio y la proporción, pero destacó por representar a los hombres "tal como se ven" y no "como son".

Revolucionó completamente las proporciones elaborando su propio canon. Intentó dar a sus esculturas una marcada esbeltez mediante la reducción del tamaño de las cabezas contraponiéndolas a las largas piernas. Los músculos tensos animaban las figuras, las cuales mantenía algo del pathos de Scopas.

Sin embargo, el elemento más característico de su producción fue el otorgar a sus obras múltiples puntos de vista: sus estatuas invitaban a darles la vuelta, a ser admiradas desde cualquier perspectiva desvelando, de esta manera, aspectos diferentes en cada nueva posición.

En la estatua de Ares Ludovisi emergen de manera ejemplar todos los rasgos que se le atribuyen. El dios de la guerra se presenta desnudo, sentado, pero sin desprenderse de su espada que sostiene con la mano izquierda. A pesar de estar descansando, se está conteniendo en su marcha, aguantando una pierna con las manos, impaciente, inquieto, como corresponde al belicoso dios. Tiene jugueteando entre sus piernas el amorcillo que le impide incluso levantarse y salir a guerrear.


La cara conserva todavía la mirada profunda y patética típica de Scopas; pero en cambio, la obra de Lisipo es una estatua con múltiples facetas. Se acentúa la tendencia al realismo al dar más importancia a la expresión y al movimiento. Un realismo que abrirá las puertas del helenismo. En este período, la exaltación de las emociones y de las pasiones, sin olvidar el movimiento en sus formas, se antepondrá a todos los demás conceptos.

A los ritmos estáticos, el célebre escultor contrapone un verdadero estado de agitación. En el joven Ares de semblante relajado, se desprende una tensión de movimiento en su cuerpo. Una inquietud que se contrapone con el aspecto de serenidad que despierta. Esta es la clave de arte de Lisipo.

La copia del original del Ares Ludovisi de Lisipo, fechado hacia el 320 a.C., se conserva en el Museo de las Termas de Roma, aunque también hay otra copia de la misma obra en el Museo de Nápoles.

Lisipo (n. Sición, s. -IV)



Lisipo (n. Sición, s. -IV). Escultor broncista griego. Junto a Escopas y Praxíteles forma la tríada de escultores más importantes de su tiempo. Fue el artista predilecto de Alejandro Magno y su retratista oficial. Introdujo en la escultura griega innovaciones con respecto al estilo y al canon de Policleto y Praxíteles, que se refieren principalmente a la tridimensionalidad y a la esbeltez (en el canon creado por él, la cabeza apenas representa una octava parte de la altura total del cuerpo) dentro de la representación espacial. La primera obra que se le atribuye con certeza es un Eros tensando el arco (copia romana en el Museo Británico, Londres). A un período más avanzado pertenece la estatua del atleta Agios; con la figura de Alejandro manejando la lanza, Lisipo estableció un tipo de príncipe en apoteosis, relacionado con la divinidad, que llegó hasta la Edad Media. A la época de plena formación del artista corresponden la estatua del Apoxiómenos, en la que los cánones de la estatuaria clásica están ya completamente superados, el Hércules Farnese y una estatua sedente de Sócrates. 

El estilo naturalista de Lisipo

Hay que referirse, por fin, al último gran maestro escultor del siglo que dominó con su personalidad poderosa toda la generación que sucedió a la de Scopas y Praxiteles. Este fue Lisipo, el escultor predilecto de Alejandro, el único con privilegio oficial para esculpir sus retratos. Lisipo no era de Atenas, sino de la misma ciudad que Policleto, de Sicione, de donde habían salido los grandes maestros fundidores del siglo anterior, pero se aprovechó de los inventos de la escuela de Atenas, de Scopas y Praxiteles. Plinio informa que empezó como aprendiz de obrero metalúrgico; no tenía, pues, en su familia antecedentes artísticos; su única escuela fue la de la vida.

 Alejandro de Lisipo (Musée du Louvre, París). Réplica de un original griego realizado por el escultor predilecto de Alejandro Magno. Ésta es una de las diversas esculturas que Lisipo hizo del personaje. Aquí aparece sereno y quizá empapado de la sabiduría que le transmitió su maestro Aristóteles.



Lisipo, después de Fidias con su idealismo glorioso, después de Praxiteles con su mórbida sensualidad, de Scopas con su obsesión trágica, representa otra etapa del arte griego: la del elevado naturalismo, sin descender nunca hasta el nivel de lo grosero personal.

   Debido a su meteórica carrera, Alejandro era un modelo digno de este escultor dinámico y naturalista. Se han conservado innumerables cabezas de Alejandro, las cuales pueden servir para conocer el estilo de Lisipo, con los cabellos leoninos ensortijados en los días de su gloriosa adolescencia, o prematuramente fatigado con los bucles en desorden, como un dios solar. Aquellos rizos fueron siempre característica inconfundible de la cabeza de Alejandro; arrancan de mitad de la frente y se separan cayendo a un lado y otro. Con Lisipo, pues, se ve aparecer lo personal y característico de los retratos, aunque sea tratándose de un héroe semidivino como era Alejandro.

Agias de Lisipo

 

Copia de una obra de Lisipo que seguramente se encuentra entre las más antiguas de este espléndido artista griego. Esta estatua de un joven atleta se muestra algo estilizada ya que rompe con el famoso canon de Policleto al acreditar una cabeza más de altura de la que le correspondería si siguiera las proporciones marcadas por éste.

Museos Vaticanos, Roma

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Venus de Capua de Lisipo

 

Aparte del estilo naturalista tan característico de las obras de Lisipo, destaca que muchas de ellas son susceptibles de ser contempladas desde diferentes perspectivas, como esta copia de una delicada Venus que aparece semidesnuda.

Museo Arqueológico Nacional de Nápoles

Cabeza de Eros de Lisipo

 

A Lisipo no le hacía falta esculpir el cuerpo de sus figuras para dotarlas de una gran fuerza expresiva. En este caso, la intensidad emocional de este rostro recae en su mirada y en el escorzo de la cabeza.

Museo Éfeso, Selcuk

Hermes probándose las sandalias de Lisipo


Copia de un original en el que el artista griego representa a Hermes en un curioso gesto con el que parece querer humanizar a la divinidad.

Musée du Louvre

Apoxiómenos de Lisipo

 

Se trata de un atleta esbelto y ritmado con el movimiento de un péndulo. Sus brazos proyectados hacia delante y su mirada fija en un punto lejano del horizonte incorporan al mármol el aire que le rodea.

Museo Vaticano, Roma

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Sileno y Dionisos de Lisipo

 

Lisipo fue un verdadero maestro en cuanto al dominio de la técnica, aunque también era un auténtico artista que sabía captar el gesto adecuado, como lo demuestra esta copia de un original suyo en el que Sileno acoge en sus brazos con gesto delicado a un indefenso Dionisos.

Musée du Louvre, París

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Hércules Farnese de Lisipo

 

En esta magnífica copia de un original de Lisipo se aprecia el trabajo detallado de la musculatura de Hércules, que aparece descansando, en un gesto que denota, a la vez, fuerza y serenidad.

Museo Arqueológico Nacional, Nápoles

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Alejandro de Lisipo

 

Réplica de un original griego realizado por el escultor predilecto de Alejandro Magno. Ésta es una de las diversas esculturas que Lisipo hizo del personaje. Aquí aparece sereno y quizá empapado de la sabiduría que le transmitió su maestro Aristóteles.

Musée du Louvre, París

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Juan de Herrera (1530-1597)



Herrera, Juan de (Roiz, Cantabria, 1530 - Madrid, 1597) Arquitecto español. Recibió la influencia de Peruzzi y Serlio y, en especial, de Vignola. Felipe II le nombró ayudante de Juan Bautista de Toledo, a quien sustituyó en 1567 en la construcción de El Escorial, ayudado por fray Antonio de Villacastín. En este edificio sentó las bases de lo que sería el llamado estilo herreriano, sobria incorporación de la arquitectura del cinquecento italiano en España, como reacción contra la exuberante decoración plateresca. Realizó importantes trabajos en el castillo de Simancas, continuó también el palacio de Aranjuez, obra comenzada por Juan Bautista de Toledo, y trabajó en el Alcázar de Toledo (1571-85), donde se nota claramente la influencia de Vignola. En 1580 proyectó y comenzó a construir la catedral de Valladolid, obra que no terminó y en la que trabajaron numerosos arquitectos, entre ellos, A. Churriguera, y que no fue concluida hasta el s. XIX. Realizó los planos de la Lonja de Sevilla, construida durante el período 1583 a 1598 por su discípulo Juan de Minjares, y en cuyo patio se repite el modelo del de los Evangelistas de El Escorial: de construcción perfecta, no obstante el edificio tiene una cierta pesadez, que no corresponde a la ligereza de las obras de Herrera. Director de la Academia de Matemáticas, de fundación real, desde 1580, influyó en muchos artistas (herrerianos), que, sin embargo, no llegaron a la sencillez y perfección del maestro; sus discípulos más importantes fueron Francisco de Mora y Juan de Tolosa. 

Juan de Herrera, continúa con El Escorial tras la muerte de Juan Bautista de Toledo en 1567. Había estado también en Italia, pero no con carácter permanente. Era más netamente español y su intervención en los trabajos de El Escorial fue decisiva. La fachada es un inmenso muro de granito, sin adornos; termina con dos torres en los extremos, pero sin avanzar del paño del muro, para que no produzcan efecto de cuerpos salientes. Las ventanas, talladas geométricamente, sin molduras ni cornisas, se suceden en línea interminable; sólo en el centro del muro, para que la austeridad no resulte pobreza, se decora la entrada con ocho pilastras dó­ ricas, que sostienen un pequeño cuerpo central, más alto, con cuatro pilastras menores y un frontón. Pasada la primera crujía, un patio forma como el vestíbulo o atrio de la iglesia. Aquí, el ambiente más reducido exige otro estilo; la severidad, que en la fachada exterior se compensa por su masa, en el patio sería mezquina. Herrera tuvo que aplicar sus conocimientos del clásico grecorromano en la fachada de la iglesia, sin salirse del dórico, encuadrando su silueta sólo con molduras y ventanas. Seis figuras, de seis de los reyes de Judea, sobre altos pedestales encima del entablamento del primer piso son las únicas escUlturas. En el interior de la iglesia continúa sin vacilaciones el mismo orden dórico; unas pilastras gigantescas llegan hasta el arranque de las bóvedas. Nada de estuco ni de revestimiento de mármol, todo el despiezo de granito, que, visible con regularidad geométrica, acaba de dar a la iglesia el aspecto solemne de un panteón. Aquel interior con sus altas pilastras dóricas y anchos arquitrabes con triglifos solamente, por sus acertadas proporciones es muy digno de contarse entre las más importantes obras de arquitectura del Renacimiento. Bramante no habría podido hacer nada más noble. En las dependencias interiores, ya no es Herrera tan original. El patio llamado de los Cuatro Evangelistas -un claustro que quiere ser amable- resulta triste a pesar de sus estanques y de sus verdes jardines recortados; la arquitectura del claustro, y hasta la del templete que ocupa su parte central, son de un grecorromano acertado a medias solamente.

Herrera ejerció, durante el reinado de Felipe II, una especie de dictadura artística, como inspector áulico de monumentos, cargo análogo al que ejercía Enrique Egas en tiempo de los Reyes Católicos. Herrera, que había militado en los tercios de Italia, impuso una organización casi militar en los trabajos de El Escorial; sus cartas y escritos son siempre lacónicos y precisos. Visitaba a Felipe II dos veces por semana, y el monarca dictó una orden por la cual Herrera debía revisar y aprobar los planos de todos los edificios públicos que se construían en España.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Obras comentadas



Real monasterio de El Escorial, en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid)


Fachada principal del monasterio, que fue una de las partes que Herrera modificó del proyecto original, introduciendo la sencillez de las formas y la austeridad. La portada principal, situada entre el Patio de los Reyes y la basílica cambia la estructura clásica entre la fachada y la estructura. La decisiva influencia de Herrera en la arquitectura española de la época, hace que se hable de un estilo "herreriano". 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Real monasterio de El Escorial, en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid).


Colosal palacio-panteón que Felipe II hizo edificar entre 1563 y 1584. Su perfecta unidad de estilo no permite adivinar que intervinieran en él tres arquitectos. Comenzado por Juan Bautista de Toledo, fue proseguido, a su muerte en 1567, por Giambatista Castello, y a la muerte de éste en 1569, por Juan de Herrera, admirador de Vignola, que fue para Felipe II lo que había sido Egas para los Reyes Católicos. En el centro se halla la basílica y a su alrededor se distribuyen, con riguroso espíritu geométrico, todas las demás dependencias, formando en conjunto un bloque compacto. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Vista panorámica del Monasterio de El Escorial, en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid)


Erigido por deseo de Felipe II para conmemorar la batalla de San Quintín, para servir de residencia real y para albergar a la Orden de los Jerónimos, intervinieron en su construcción distintos arquitectos hasta que fue Juan de Herrera el que le dio su estructura actual. De planta rectangular con torreones en las esquinas, los elementos decorativos se reducen a pináculos y grandes bolas de piedra. El conjunto comprende el monasterio, la basílica, el palacio y el panteón real. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Patio de Los Reyes, en el Monasterio de El Escorial, en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid)


El nombre lo recibe por las estatuas que adornan uno de los lados del recinto, que corresponden a seis reyes de Judea: Josías, Manasés, David, Salomón, Josafat y Ezequías. Las esculturas son obra de Monegro y las coronas y cetros de bronce se deben al escultor Sebastián Fernández. Al patio se accede por la portada principal del monasterio. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Alejo Fernández (h.1475-1545/1546)

Renacimiento

Fernández, Alejo (h. 1475-Sevilla, 1545 o 1546) Pintor español. 

Trabajó primero en Córdoba, donde realizó el retablo del Convento de las Jerónimas, y a partir de 1508, en Sevilla. En esta ciudad ejecutó para la Casa de Contratación el lienzo de la Virgen de los Navegantes, la Virgen de la Rosa (iglesia de Santa Ana de Triana) y la decoración del altar mayor de la catedral. Se le debe también el tríptico de la Santa Cena de la Seo de Zaragoza. En su obra persisten caracteres medievales, pero con formas italianizantes renacentistas. 

Es un pintor de gran talento, uno de esos artistas que por los años de la primera mitad del siglo XVI aparecen con flamenquismos e italianismos a la vez. Sus Vírgenes: la de los Navegantes (Capilla de la Casa de Contratación de Sevilla), la de la Rosa (iglesia de Santa Ana), la que pintó para la capilla de Maese Rodrigo, también en Sevilla, son versiones distintas, pero todas ellas de un estilo refinadísimo, del tema de la Madre de Dios. Su italianismo aparece más claro en el Tríptico de la Cena, del Pilar de Zaragoza. 

La importancia comercial de Sevilla atrajo sin duda a otro extranjero en 1537. Fue el bruselense Pedro de Campaña (o Kempeneer). Se lo encuentra en Sevilla en 1537, pintando para la catedral; pero antes había residido en Bolonia. Tras sus años sevillanos regresaría en 1563 a su patria. La característica que mejor define el estilo que impera en su obra es que se trataba de un pintor de claro temperamento dramático. Lo revelan sus dos famosas Crucifixiones, una en Bruselas y la otra que se halla conservada en la sacristía de la catedral sevillana. 

En otras pinturas que dejó en Sevilla (como, por ejemplo, el retablo mayor de la iglesia de Santa Ana, pintado en 1557), muestra también otras calidades dignas de reseñar, sobre todo de iluminación y tierno realismo, que serán, por otro lado, típicas de la escuela pictórica de Sevilla durante la centuria posterior. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Obra comentada


Galería
Abrazo de san Joaquín y santa Ana
Abrazo de san Joaquín y santa Ana 

Anunciación
Anunciación

La Garriga de Jean Fautrier


Este pintor francés debe considerarse, junto a Dubuffet. como el iniciador de la pintura matérica y uno de los antecesores de la corriente informalista. La riqueza de su pasta (con empastes gruesos), el continuado interés por el mundo de la naturaleza o los objetos, cuyas sensaciones explora como pretexto de creación lírica, y su maestría como colorista, le convierten en un precursor de las nuevas corrientes abstraccionistas a partir de la década de 1940.

(Museo de Arte Moderno, París).

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Jean Fautrier (1898-1964)



Fautrier, Jean (París, 16 de mayo de 1898 – Châtenay-Malabry, 21 de julio de 1964) Pintor y escultor francés. Fue uno de los más importantes representantes del tachismo, tendencia dentro del Art informel.

Biografía

Nació en París. Tras morir su padre, marchó con su madre a Londres. A los 14 años entró a estudiar en la Royal Academy, donde tuvo como profesor a Sickert. También estuvo en la Escuela de Arte Slade. En 1917 volvió a Francia, al ser movilizado para la Primera guerra mundial. En el curso de la contienda se vio sometido a los gases y fue desmovilizado.

Después de la guerra, se quedó a vivir en París. Comenzó a pintar el año 1921 y al siguiente empezaron sus exposiciones: Salón de Otoño de 1922, Galería Fabre en 1923, salón de las Tullerías en 1924. En 1927, pintó una serie de cuadros (bodegones, desnudos, paisajes) en los que predomina el color negro. Su obra se enmarca en la tendencia anticubista análoga a la de Derain. En 1928 comenzó a trabajar en una serie de grabados para una edición ilustrada dei Infierno de Dante, preparada por Gallimard (que no tuvo éxito). En los años veinte realizó una serie de viajes que hicieron evolucionar su obra, sobre todo a partir de 1926, creando cuadros de tonos fríos y sombríos. Hasta 1933, año en el que acabó su contrato de exclusividad, dividió sus esfuerzos entre la escultura y la pintura. Tuvo el apoyo de André Malraux y de Jean Paulhan. Sin embargo, no tuvo éxito y pasó cinco años (1934-1939) como hostelero e instructor de esquí en Tignes (Tarentaise, Valle de Isère).

Fautrier volvió a dedicarse a la pintura en 1937, y en 1943 hizo su vigésimo segunda y última escultura: la gran Tête d'otage. Ese mismo año, detenido por la Gestapo alemana, huyó de París y encontró refugio en Châtenay-Malabry, donde comenzó a trabajar en el proyecto de los Otages (Rehenes). Estos cuadros se expusieron en 1945 en la Galería Drouin y supusieron su primer éxito artístico. En los años siguientes, Fautrier trabajó en la ilustración de varias obras, entre ellas la Señora Edwarda y Aleluya de Georges Bataille (1947), e hizo una serie de cuadros dedicados a muchos pequeños objetos familiares.

En 1950, inventó con la ayuda de su compañera, Jeanine Aeply, un procedimiento complejo mezclando reproducción calcográfica y pintura que permitía tirar sus obras en numerosos ejemplares, técnica que le permite la realización de «originales múltiples» (en francés, Originaux múltiples).

Como reacción a la invasión soviética de Hungría en el año 1956, sobre el motivo de los Otages, pintó la serie de Têtes de partisans.

Obtuvo el gran premio de la Bienal de Venecia en el año 1960. Su obra tardía es abstracta, generalmente de pequeño tamaño, a menudo combinando técnicas mixtas sobre papel, con un contenido geométrico. Murió en Châtenay-Malabry en 1964. La Fundación Pierre Gianadda en Martigny, Suiza, organizó una retrospectiva en enero-marzo de 2005.


Obra comentada


Más obras
Alcachofa, 1926. Arte abstracto


Bodegón con cebollas, 1926. Expresionismo

Punto al Arte