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Artistas de la A a la Z

El interior (El rapto) de Edgar Degas



También conocido como El rapto, esta pintura ha planteado un dilema para los historiadores del arte desde su creación. Durante el tiempo en que se pintó, Degas era conocido por sus pinturas históricas o aquellas con influencia literaria, pero ninguna historia puede relacionarse con el interior. El acuerdo más amplio es que la pintura se refiere a una escena de la novela Therese Raquin, de Emile Zola, publicada en 1867. Se le conoce como una de las composiciones más dramáticas y teatrales de todas las obras de Degas, como los artículos en el Los artículos en la habitación se colocan casi como accesorios y la representación de los personajes tiene una calidad teatral similar a un escenario.


La clase de danza de Edgar Degas

La danza es un tema recurrente en la obra de Edgar Degas, y a él dedicó más de la mitad de su obra, entre pinturas y esculturas. Si bien pintó varios cuadros representando bailarinas en escena, el artista sentía especial predilección por los ensayos y los descansos. Quizás parte de este interés se revela en las analogías que existen entre el ballet clásico, un arte que requiere gran precisión y equilibrio, donde la perfección sólo se alcanza con la práctica y la repetición sistemática; y el estilo y la metodología pictórica de Degas, de una elevada precisión.

La clase de danza (La classe de danse) es una de las pinturas donde Degas comienza a describir el movimiento de forma magistral. Se trata de una composición cuidadosamente construida. La escena se desarrolla en una pieza organizada según una perspectiva muy marcada que permite una lectura clara del espacio. En el centro del salón se encuentra Jules Perrot, un famoso profesor de danza que, junto con su compañera María Taglioni, había sido la estrella del ballet parisiense.

El maestro tiene un bastón y parece estar hablando con la bailarina enmarcada por la puerta o refiriéndose con algún comentario a ella. Sin embargo, Perrot no consigue captar la atención de toda la concurrencia: el grupo de bailarinas del fondo adopta posturas relajadas y no parece prestarle demasiado interés. Podemos observar que estas bailarinas se encuentran acompañadas de sus madres, como era costumbre entonces, puesto que en el París de la época el ballet no era una actividad respetable y muchas bailarinas caían en el ejercicio de la prostitución.

Dentro del grupo del fondo, la muchacha situada de pie con los brazos en jarras repite la pose de la bailarina del primer término, creando de este modo una sutil diagonal que sigue la línea del entablado. Las paredes están pintadas de verde, y las columnas de mármol se repiten en sucesión vertical dirigiendo la vista hasta el fondo de la estancia, donde una bailarina de pie sobre la plataforma ajusta su collar.


En la inclinación del suelo y el desequilibrio y la asimetría de la composición, se aprecia la influencia de los grabados japoneses que afectaba entonces a las vanguardias. El contraste entre el espacio vacío de la parte inferior derecha del lienzo es un recurso que aparece a menudo en los trabajos de Degas, así como la composición diagonal, bien determinada en este caso por las líneas del entablado del suelo, que conduce hacia el fondo la mirada.

Las cálidas tonalidades terrosas aportan una atmósfera de intimidad que contrasta sutilmente con los vivos colores de los lazos de las jóvenes que aparecen en primer plano. Entre éstas, vale la pena observar en detalle el asombroso realismo con que se rasca la espalda la bailarina sentada sobre el piano, a la izquierda, para comprender por qué Degas estaba considerado uno de los mejores dibujantes de su generación.

El encuadre de esta pintura es producto de la técnica fotográfica de la cual se sirvió el pintor con frecuencia en la realización de su obra. Degas comenzó el óleo en 1873 y lo concluyó entre 1975 y 1876; mide 85 x 75 cm. y se encuentra expuesto en el Musée d’Orsay, París.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El puente de Mantes de Corot


No es sencillo determinar el lugar que ocupa Camille Corot dentro de la historia de la pintura. Algunos especialistas lo consideran heredero del codificador del paisajismo neoclásico, Pierre-Henri Valenciennes, y último de una línea de pintores que continuaron trabajando una estética nacida en el siglo XVIII, mientras que otras opiniones no menos justificadas lo sitúan como uno de los precursores fundamentales del movimiento impresionista.


El puente de Mantes, realizada entre 1868 y 1870, es una de las últimas obras llevadas a cabo por Corot.



El pintor había trabado una sólida amistad con un magistrado de Mantes, Louis Robert, y desde 1855 acudía casi cada año a la región. La costumbre que adoptó el artista se debía tanto al afecto que sentía por su amigo como a la belleza que había encontrado en el puente medieval, que representó en una docena de oportunidades desde diferentes ángulos y puntos de vista.



En este ejemplo en particular, Corot ha abandonado un poco la atmósfera vaporosa, la difusión y las modulaciones líricas de sus composiciones paisajísticas habituales para hacer hincapié en los motivos arquitectónicos que contiene. La rigidez geométrica del pétreo puente no impiden, sin embargo, expresar la “ingenuidad y originalidad únicas” de Corot que Baudelaire distinguió en 1845.




El contraste de la materia con la que están constituidos cada uno de los elementos del cuadro, despierta en el espectador una sensación de serenidad y armonía que el pintor supo trasmitir en la mayoría de sus obras. La fragilidad, la fluidez, el juego de sombras difusas, de reflejos y sombras más sostenidas del paisaje, pueden establecer en este caso, sin ningún tipo de obstáculos, una relación directa entre Corot y el impresionismo.



El pintor ha representado en El puente de Mantes una orilla del Sena situada en Mantes-la-Jolie, con la gran audacia de ocupar el primer plano de ella con simples troncos de árboles que, a la vez, conceden el ritmo de la composición y destacan la luminosidad del segundo plano. Asimismo, la figura cortada de los árboles puede interpretarse como un recurso tomado de la fotografía que, más tarde, su gran admirador Edgar Degas se encargaría de desarrollar en profundidad.



La nota de color del hombre solitario de sombrero rojo que ocupa la embarcación próxima a la orilla, confiere a la composición un sutil equilibrio. En el fondo podemos apreciar, bajo un cielo de delicada tonalidad, una colina y un par de casas.


Tanto en sus paisajes como en sus otras representaciones pictóricas -fue un retratista de primer nivel, admirado por Degas, Van GoghGauguin y Cézanne- Camille Corot conserva siempre una serenidad que pasa por naturalidad, una sensibilidad estética que, en el fondo, procede de una visión ordenada y poética del mundo que no necesita ningún argumento.

Esta obra puede considerarse como representativa de ese eslabón que une -o separa, como hemos observado al principio-, el neoclasicismo del impresionismo. Este óleo sobre tela, cuyas medidas son 38 x 55 cm., puede contemplarse en el Musée du Louvre, en París.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El gran masturbador de Salvador Dalí


El gran masturbador (Le grand masturbateur) es una de las obras más famosas del período surrealista de Dalí en la que como ningún otro artista refleja la exaltación y la profundización de los deseos eróticos. La temática ha sido muy pocas veces representada en la pintura y menos con tan claras implicaciones autobiografícas. Existen algunas en el expresionismo europeo en dibujo; pero, sobre todo, el precedente pictórico más inmediato es el de Goya en sus pinturas negras.

Durante el verano de 1929 conoce a Gala y pocos meses después pinta esta obra. Se trata de un peculiar autorretrato, donde la cabeza del masturbador remite al propio Dalí que deriva formalmente de una serie de autorretratos de perfil pintados con anterioridad. El rostro se reduce a una gran nariz apoyada en el suelo, un ojo y largas pestañas.

Bajo la monstruosa cabeza del gran masturbador aparece la minúscula pareja de un hombre des nudo y una mujer, de configuración rocosa, que es el recuerdo del solitario paraje de Cadaqués donde se dieron el primer abrazo. Un paisaje determinado por las conchas de playa, objetos cogidos en la orilla del mar que recuerdan los paseos con Gala. La sombra que la pareja proyecta recuerda el influjo de Giorgio De Chirico.

A un lado, emergiendo de lo que podría ser el cuello, se ve otra pareja, sin duda la misma, que se entrega a la satisfacción de su ardiente deseo, simbolizado por la cabeza del león, que exhibe una prominente lengua y ojos desorbitados. En este caso la figura femenina se aproxima a unos genitales masculinos cubiertos por una especie de calzones. El lirio que surge representaría la idea de purificación.


Al otro extremo, a la izquierda de la composición, otra pequeña figura masculina, tal vez el mismo Dalí, parece haberse desprendido del anzuelo que el masturbador tiene clavado en la cabeza para, vuelto de espaldas al espectador, emprender su propia aventura personal en dirección al espacio indefinido del fondo. Esta última escena es como el desenlace de la acción y podría aludir a la rotura con las redes familiares.

Agarrado a la boca del pintor hay un saltamontes cuyo vientre está plagado de insectos que se deslizan por la comisura de los labios del artista. Es la idea de la muerte y la desintegración de la materia. El saltamontes simboliza, según el propio autor, los terrores inexplicables que tenía desde niño, mientras que las hormigas hacen alusión a la putrefacción y a la obsesión por la muerte.

El más célebre cuadro del pintor catalán ofrece un retrato interior.  En esta obra hace alusión a múltiples complejos desencadenados por problemas de carácter sexual. Se observan una serie de elementos iconográficos con claras connotaciones eróticas como pueden ser el rostro femenino de la zona superior encarado a unos genitales masculinos o bien los personajes de la zona inferior fundidos en un estrecho abrazo.

En conjunto, toda la escena, inscrita en un paisaje desolado, se inscribe en una atmósfera claramente onírica. El escenario es un paisaje extenso y desierto que remite claramente a la metafísica del italiano Giorgio De Chirico.

El óleo sobre lienzo, de 110 x 150,5 cm, se puede admirar en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

Henri Matisse (1869-1954)



Matisse, Henri (Le Cateau, 31 de diciembre de 1869 - Niza, 3 de noviembre de 1954) Pintor y escultor francés. Máxima figura del fauvismo. Se formó como abogado y hasta 1891 no se dedicó totalmente a la pintura. Estudió en el taller del pintor simbolista G. Moreau, que le alentó a desarrollar su propia personalidad y a estudiar las colecciones del louvre. Conoció a Camille Pissarro y descubrió la pintura impresionista, que ejerció gran influencia en su propia obra: La mesa del comedor (1897). En 1899 se interesó por la técnica divisionista de los neoimpresionistas. En 1905, en la localidad de Collioure, realizó una serie de telas que significaron un giro en su estilo: las pequeñas manchas del divisionismo se convirtieron en pinceladas amplias y vigorosas, y los colores adquirieron gran intensidad emocional, no realista, a base de contrastes de complementarios, verde y rojo, amarillo y violeta: Ventana abierta y Mujer con sombrero son obras representativas de esta nueva etapa, que fue bautizada como fauve (salvaje) cuando los cuadros se exhibieron en París. Surgió así el fauvismo, uno de los movimientos pictóricos más importantes del s. XX. A partir de esta época Matisse rompió con el impresionismo para valerse únicamente del color, de la misma forma en que el poeta se vale de la palabra. Conoció a Picasso y a Apollinaire. Un par de viajes al norte de Africa habían de inspirarle Desnudo azul (1906) y Recuerdo de Biskra (1907). En estos años Matisse desarrolló un estilo maduro, basado en el uso de contornos lineales muy marcados y en la supresión de detalles y de sombreados. En sus cuadros también suprimió la simulación del espacio mediante la perspectiva, configurando así unas telas en las que predomina el elemento plano y que recuerdan por ello los estampados de los textiles orientales. 

Aunque el fauvismo fue un movimiento básicamente anárquico y experimental, Matisse siempre buscó un equilibrio en sus armonías de color, en temáticas en las que predomina la sensualidad y el optimismo: Alegría de vivir (1906), Lujo, calma y voluptuosidad (1905), El lujo (1907), La danza ( 1909) y La música (1939). En otra serie de obras más representativas de la estética fauve la fuerza expresiva del color domina sobre la voluntad de equilibrio: Armonía en rojo (1911 ), Estudio en rojo (1915), El pez rojo (1916). 

A partir de 1912 alcanzó fama Internacional, y en 1920, tras la I Guerra Mundial, se estableció en la Riviera francesa; su pintura se hizo más amable, como reflejo de un mundo de lujo, flores y telas preciosas, Figura decorativa sobre fondo ornamental (1928). Como ilustrador realizó admirables versiones de los poemas de S. Mallarmé (1932), del Ulysses, de Joyce, y de Les fleurs du mal, de Baudelaire (1947). También publicó un libro con sus propias reflexiones sobre el arte y la vida. En 1950, poco antes de morir, diseñó todos los elementos decorativos, vidrieras, murales, objetos litúrgicos, de la capilla del Rosario en Saint-Paul-de-Vence, cerca de Niza. Junto a Pablo Picasso, es considerado una de las grandes figuras del arte del s. XX. 

Matisse, la reinvención constante


Sin embargo, esta liberación no tendrá como base la apariencia de desorden, de ingenuidad o de ignorancia, ni el rechazo de las disciplinas de escuela. Muy al contrario, los artistas no reclaman aquella libertad hasta que tienen plena conciencia de haber alcanzado los medios necesarios para su oficio. Estos jóvenes pintores son excelentes alumnos y trabajan conscientemente para aprender la técnica, antes de aventurarse en innovaciones. Incluso Matisse, que daría pruebas tan evidentes de independencia, prosiguió durante años su aprendizaje como artesano escrupuloso, frecuentando asiduamente el Musée du Louvre, estudiando a los grandes maestros, copiando sus cuadros, hasta el punto de llegar a exponer en el tradicional Salón de la Société Nationale des Beaux Arts.

En los primeros años de nuestro siglo, su admiración por Cézanne y el ejemplo de los neoimpresionistas le inducen a una actitud menos prudente y provoca un escándalo con su absoluta intransigencia, tanto en el empleo de los colores más brillantes como en el dibujo o la composición. Considera que este género de investigaciones es la finalidad de la pintura, y pone en tela de juicio aquella noción de estricta imitación de la realidad que ha provocado los malentendidos entre el artista y el público.

Retrato de Margarita leyendo de Henri Matisse (Museo de Grenoble). El artista pintó a su hija Margarita como una colegiala. Empleó una técnica sencilla, sin modelar las formas ni detenerse en dibujar sus rasgos. Esta pintura figura . :! entre las cinco que Matisse envió en 1906 al Salón de Otoño; no llamó especialmente la atención porque La joie de vivre, pintada el año anterior, era mucho más violenta y había sentado con mayor claridad las bases del fauvismo.

Alegría de vivir de Henri Matisse


En la Alegría de vívir (Bonheur de vivre), Henri Matisse, uno de los grandes coloristas del siglo XX, pinta una escena donde integra figuras desnudas con el entorno paisajístico, por medio de una ordenación magistral de líneas sinuosas y ondulantes.

En un ambiente campestre, rebosante de erotismo, aparecen personajes masculinos y femeninos en distintas posturas: unos bailan, otros se abrazan, mientras que algunos conversan amigablemente. Esta audaz obra es una verdadera escena pastoral, que nos remite al delicioso espíritu de la Arcadia, a una nostálgica "Edad de Oro". Matisse es aquí fiel a los temas idílicos arcádicos que predominaron desde el Renacimiento, con Giorgione, pero que sobre todo nos enlaza con obras de Poussin y de lngres. Su mirada, como la de sus contemporáneos, se volvió hacia ciertos aspectos de la tradición y a las culturas primitivas y exóticas a través de las cuales podía expresar la armónica belleza de un mundo calmado, sereno y sensual.

No obstante, el motivo de la obra lo vincula directamente con Paul Cézanne, que en la última etapa de su trayectoria pictórica, entre 1890-1894, abordó en diversas ocasiones el tema de las bañistas; aunque, en el caso de la Alegría de vivir, las posturas que adquieren los cuerpos rebosan de una gran sensualidad. Los ritmos curvilíneos, la simplificación de la línea, la importancia del color y la supresión de los detalles que aparecen en esta obra son rasgos preeminentes en la producción artística de Matisse.

Como fauve, el color es el protagonista de la obra. El punto de partida estaba en los colores de los pintores simbolistas, sobre todo de Gustave Moreau, pero usó la intensidad del color de los impresionistas y postimpresionistas para conseguir una mayor riqueza cromática y lumínica. Estos elementos los utilizó con fines simbólicos para así huir de la realidad y poder transmitir sensaciones.

Para Matisse todo cuadro había de estar regido por una "armonía", es decir un equilibrio entre los colores y las formas, las líneas y el cromatismo. La aplicación del color con pinceladas gruesas ayudaba a dar más expresividad sensual al ambiente.

El entusiasmo del artista por la pintura y el dibujo de desnudos parece haber adquirido su primer impulso importante en los estudios para la presente obra. Así, muchos de los tipos aparecidos aquí los desarrollará posteriormente en otras pinturas y esculturas. Es el caso de Desnudo azul, pintado a comienzos de 1907, que proviene de la figura central derecha de la Alegría de vivir.

La obra fue adquirida por Gertrude y Leo Stein, que durante muchos años fue bien conocida en la colección. Es posible que influyera en la realización de Las Señoritas de Aviñón, pues es seguro que Picasso la habría visto ya, fuera en el Salón de los Independientes, donde se expuso en 1906, o en la residencia de los mismos hermanos Stein.

Fechada en 1905-1906 y con unas medidas de 174 x 238 cm, Alegría de vivir se conserva en la Fundación Barnes, Merion, de Pensilvania, y es una de las pinturas de figuras y paisaJe más delicadas de la producción del artista.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Jeannette IV de Henri Matisse


Matisse consideraba que la escultura estaba supeditada a la pintura y se dedicaba a esculpir cuando creía que se le habían agotado las ideas para pintar. Su mayor producción escultórica son las series, como la de Jeannette, que se compone de seis obras realizadas en bronce. 

(Museo Nacional de Arte Moderno, París). 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Obra de Henri Matisse 1890 a 1899

Naturaleza muerta con libros y vela, 1890. Realismo

Naturaleza muerta, 1890. Realismo


Naturaleza muerta con olla de barro, 1892. Realismo


El postre (después de Jan Davidsz, De Heem), 1893. Realismo

La Pourvoyeuse (después de Chardin), 1893. Realismo


Mujer Leyendo, 1894. Realismo


El puente, 1895.  Impresionismo

El tejedor bretón, 1895. Realismo

Estudio de Gustave Moreau, 1894-1895. Realismo

Naturaleza muerta con libros, 1895.  Impresionismo

Puente Saint Michel, París, 1895.  Impresionismo


Belle Ile (Le Port De Palais), 1896. Posimpresionismo

Belle Ile, 1896.  Impresionismo

Belle Ile, 1896.  Impresionismo

Belle Ile, 1896.  Impresionismo

Belle Île, 1896. Posimpresionismo

Belle Île, tempestad, 1896.  Impresionismo

Bodegón con frutas y botellas, 1896. Realismo

Bretaña ( también conocido como el barco), 1896. Impresionismo

Casas en Kervilahouen, Belle Île, 1896. Posimpresionismo

Criada, 1896. Realismo

Interior con un sombrero de copa, 1896. Realismo

Limones y botella de ginebra holandesa, 1896. Realismo

Naturaleza muerta con fruta, 1896.  Impresionismo

Naturaleza muerta con uvas, 1896. Realismo

Paisaje de Bretaña, 1896

Paisaje marino en Goulphar, 1896.  Impresionismo

Puerta abierta, Bretaña, 1896. Impresionismo

Puerto de Palais, Belle Ile, 1896. Impresionismo

Rocas en Belle Île, 1896. Impresionismo

Rocas en Belle Île, 1896. Posimpresionismo


Acantilados, Belle-Ile, 1897. Divisionismo

Belle Île junto al mar, 1897. Divisionismo

Corral en Bretaña, 1897. Posimpresionismo

Granjas en Bretaña , Belle Ile, 1897. Impresionismo

Mesa de comedor, 1896-1897. Realismo

Pote azul y limón, 1897. Impresionismo

Puerto de Belle-Ile sobre el mar, 1897. Divisionismo

Ramo de girasoles, 1897. Impresionismo

Vista de Belle-Ile, 1897. Divisionismo


Atardecer en Córcega, 1898

Bodegón con la jarra y la fruta, 1898. Divisionismo

Bodegón con naranjas, 1898. Posimpresionismo

Casas (Fenouillet), 1898

El olivo, 1898. Posimpresionismo

Fruta y taza de café, 1898. Impresionismo

Jarrón con Girasoles, 1898. Impresionismo

La pequeña puerta del viejo molino, 1898. Divisionismo

Mi habitación en Ajaccio, 1898

Mujer leyendo con vestido violeta, 1898

Olivos, 1898. Impresionismo

Paisaje de Córcega, 1898. Impresionismo

Paisaje de Córcega, 1898. Posimpresionismo

Paisaje de Toulouse, 1898

Paisaje, 1898

Paisaje, Córcega, 1898

Paisaje, Córcega, 1898

Paisaje, Córcega, 1898

Paisaje, Córcega, 1898

Paisaje, Córcega, 1898


Arcueil, 1899. Impresionismo

Bodegón con naranjas, 1899

Canal Du Midi, 1899

Desnudo en el estudio, 1899

Jarra pequeña, 1899

La inválida, 1899

La jarra azul, 1899
Ver obra de 1900 a 1909

Punto al Arte