Punto al Arte: París, capital de un movimiento internacional

París, capital de un movimiento internacional

Hacia 1930, como consecuencia de la adhesión de numerosos pintores franceses, París fue la capital del movimiento, pero una capital internacional. Dos grupos nacieron allí entonces: Cercle et Curré, bajo la dirección de Michel Seuphor, y Abstraction-Création, y se reunieron artistas de muchas nacionalidades: Kandinsky y Pevsner acudieron de Rusia; Moholy-Nagy, de Hungría; V. Servranckx y G. Vantongerloo, de Bélgica; Van Doesburg, DomelaMondrian, de los Países Bajos; Otto Freundlich y Vordemberge-Gildewart, de Alemania; Henryk Stazewski y Ladis-las Stzeminski, de Polonia; y Francia estaba representada por un gran número de artistas, entre los cuales estaban Herbin y Arp. Todos habían tomado conciencia del hecho de que, en aquellos años trastornados, su arte no podía limitarse sólo a los ideales estéticos, sino que debía dedicarse al porvenir del hombre y de la sociedad. Todos estaban convencidos de que el arte debía superar el individualismo y la arbitrariedad, y guiar a la humanidad hacia una claridad nueva. Fue de nuevo Theo van Doesburg quien formuló esta idea en su Manifiesto del arte concreto: "Si los medios de expresión se encuentran liberados de toda particularidad, están en relación con el mismo objetivo del arte, que consiste en realizar un lenguaje universal".


Composición sobre fondo amarillo, de Auguste Herbin (Galería Denise René, París). Pintado cuando ya contaba con más de sesenta años, en 1940, Herbin se vio obligado en este cuadro a emplear un rigor que debido al reducido vocabulario formal con el que trabaja, con las tres únicas figuras del círculo, el rectángulo y el triángulo, tan sólo puede desbordar por el uso del color, basándose en la teoría cromática de Goethe. 

Variaciones en amarillo y azul, de Michel Seuphor (Colección privada, Bélgica). Realizada en 1958 empleando únicamente tintas y collages de papel, el pintor, ceramista y diseñador de tapices Seuphor se dio a conocer internacionalmente de la mano de otros artistas sobre los que escribió acertados ensayos críticos, como los dedicados a Torres García, y elogiosos poemas informalistas. 


Opus 38, de Victor Servranckx (Banco de París y los Países BaJOS, Bruselas). En este cuadro de 1921, el diseñador de muebles y tapices flamenco aún seguía anclado en un figurativlsmo realista, para evolucionar más tarde hacia un período geométrico abstracto durante el cual obtendría mejores resultados en el campo de la escultura.   

Este movimiento internacional no había alcanzado, sin embargo, a los países anglosajones. Fue Naum Gabo quien llevó las ideas de Abstraction-Création a Inglaterra. En 1937 publicó, con Leslie Martin y Ben Nicholson, la revista Circle, International Survey of Constructive Art, en donde se encuentra también una contribución de Mondrian. En estos mismos años, el pintor Ben Nicholson y la escultora Barbara Hepworth se desprendían de su arte que, a pesar de su sobriedad y severidad, permanecía aún bajo la dominación de la realidad visible, y empezaron a crear obras conforme a las ideas formuladas por Theo van Doesburg. La llegada de Mondrian a Inglaterra -había dejado París en 1938, momentos después de los acuerdos de Munich, y fue recibido cordialmente por el grupo Circle- reforzó esta influencia sobre el arte inglés. Sólo a partir de este momento puede hablarse de un arte abstracto en este país.


Composición en cuadro, de Georges Vantongerloo (Fundación Weinberg, Suiza). En esta obra de 1930, el crítico y escultor Vantongerloo expone algunos de los rasgos que identifican el arte cosmológico que siempre reivindicó en su obra, basándose en la inconmensurabilidad de la infinita combinatoria de las formas y una amplia variedad de colores que comprende el amarillo, el verde, el azul, el índigo y el naranja. Para el autor, la creación no tiene principio ni fin, y las tres dimensiones de la realidad pueden pervertirse jugando con las percepciones y creando la ilusión de perpetuo estado de transformación visual. 


Composición neoplástica, de Cesar Domela Nieuwenhuis (Colección privada). Este artista holandés fue el introductor del concepto de espacio en el grupo De Stijl. En su obra supo utilizar como nadie los contrastes de lleno y vacío como contrapuntos compositivos, en contraposición con la ausencia y presencia de color. Con ello logró efectos de relieve que serían adoptados a partir de 1924 por MondrianVan der Leck y que derivaron en una serie de construcciones escultóricas de un frío racionalismo. 


Sin título, de Otto Freundlich (Sammlung Steegmann, Stuttgart). En esta pintura al pastel de 1930, realizada trece años antes de morir en un campo de concentración nazi, el pintor y escultor alemán Otto Freundlich parecía ya inmerso en la abstracción geométrica que debía caracterizar su obra posterior a su primera etapa cubista.  

América había quedado todavía fuera de este conjunto. Albers, refugiado en los Estados Unidos ante la opresión de las artes y de los hombres en la Alemania nazi, fue uno de los primeros, con otros maestros de la Bauhaus, en introducir allí las nuevas ideas. Y la llegada de Mondrian a Nueva York, expulsado de Londres por los bombardeos alemanes, en 1940, lo cual ya había previsto en 1938, en París, le dio nuevo impulso. Pero el descubrimiento de esta metrópoli ruidosa y grandiosa tampoco dejó de influir y rejuvenecer la visión de Mondrian. Las grandes capitales modernas habían sido ya desde el principio una fuente de inspiración para De Stijl. El triunfo del orden humano sobre los caprichos de la naturaleza fascinaba al grupo al contemplar la ordenación de las ciudades: Plaza de la Concordia, el cuadro de Mondrian empezado en 1938 y terminado en 1943, así lo atestigua. Ahora bien, por su contacto con la ciudad de Nueva York, Mondrian tomó conciencia del ritmo dinámico de esta ordenación, ello se tradujo en pulsación y movimiento en sus últimos cuadros, sin renunciar por eso al orden geométrico: Broadway Boogie Woogie, tela que unió la noción del urbanismo moderno al ritmo de una danza, se convirtió en una sorpresa para los admiradores de su arte. Y su última obra, denominada Victory Boogie Woogie, la cual quedó inacabada debido a la muerte de Mondrian en el año 1944, cantaba la victoria sobre la tiranía mediante bandas de colores alternantes y también a través del ritmo vibrante de sus alegres colores, prefigurando así, un año antes de la victoria definitiva, un mundo más claro y más feliz. Este cuadro premonitorio aparece al mismo tiempo como el punto de partida del desarrollo de la abstracción geométrica después de la II Guerra Mundial.


Mundo, de Antaine Pevsner (Museo Nacional de Arte Moderno, París). Creada tras la publicación de su célebre Manifiesto realista junto a su hermano Naum Gabo en 1920, esta impresionante escultura de obscenas reminiscencias responde al tiempo y al espacio, dos de los elementos fundamentales del arte del siglo XX. La incitadora obra propone una nueva forma de reorganización del espacio sin principio ni fin, imitando la infinita cinta de Moebius, probando que el límite de la expresión del espacio no tenía que acotarse al volumen de las figuras. 


Construcción en el espacio de Antoine Pevsner (Museo Nacional de Arte Moderno, París). Escultura de 1933, que a modo de máquina dinámica, precisa y matemática, integra el espacio como elemento fundamental. A Pevsner siempre le atrajo las relaciones entre espacio tangible e intangible, determinadas o sugeridas a base de materiales susceptibles de crear una tensión. Su mayor hallazgo en estas construcciones, de gran belleza y originalidad formal, sea la ilusión dinámica que producen en la retina. 


⇦ Construcción en el espacio, de Naum Gabo (City Art Gallery, Leeds). Gabo dio a la luz un papel importante en esta escultura terminada en 1930 y comenzada un año antes. A diferencia de Pevsner, que la empleaba como el color en la pintura, su hermano Gabo incidió en la relevancia de la direccionalidad de los haces de luz que debían iluminar las formas retorcidas de la obra, configurada a partir de la imitación de las alas de un pájaro en actitud de elevación y el vuelo de un colibrí o de un insecto en el eje inferior, utilizando dos conos transparentes. Gabo combinaba así claroscuros para jugar con los conceptos de lleno y vacío en esta aerodinámica construcción hecha con láminas de metal irisado. 



Este cuadro encarna no sólo el lenguaje disciplinado y severo de la abstracción geométrica, sino también toda una visión utópica y optimista del mundo. La armonía, que ha sido creada en este cuadro -como en todos los demás de Mondrian y de sus compañeros- por la supresión mutua de las oposiciones, no estaba confinada al campo de la estética: tenía que servir de modelo a la humanidad incitándola a suprimir las contradicciones trágicas de la vida e indicar así a los hombres el camino hacia un porvenir mejor y luminoso. La luz que surge de este cuadro es sobre todo la razón humana, capaz de desvelar la armonía de la creación para alcanzar las leyes que rigen al mundo y a los hombres. Mondrian lo intentó en sus cuadros y escribió: "Se sirve a la humanidad iluminándola".


Construcción lineal, de Naum Gabo (Tate Collection, Londres). Perteneciente a la serie que desarrolló en la década de 1940, esta pieza escultórica de Gabo muestra hasta qué punto el artista se adelantó a su época, revalorizando el concepto de espacio contenido en el vacío central. En este tiempo elaboró una importantísima obra sin precedente, utilizando redes de hilos de alambre y fibras de plástico entrecruzados que creaban delicadas transparencias gracias a los juegos de luz y las superficies ingrávidas resultantes. 


Pelagos, de Barbara Hepworth (Tate Collection, Londres). La que fuera la mejor escultora británica de su generación junto a su marido, el también pintor abstracto Ben Nicholson, ya había cumplido los cuarenta años cuando creó en 1946 esta obra, inspirada en el choque de las olas en la bahía de Saint lves. Vaciando en espiral un volumen esférico de madera, Hepworth expresaba con las cuerdas del centro la tensión que sintió frente al mar, balanceada por el viento que soplaba de las colinas. 


Oval, de Barbara Hepworth (Gimpel Sils Gallery, Londres). En 1943, Hepworth realizó la primera de las muchas esculturas ovaladas que desarrollaría a lo largo de su vida, inspirándose en las formas en espiral y en los agujeros cerrados de Henry Moore. Con esta obra en bronce, Hepworth quería expresar la delicadeza con que la mano del artista descubre los sentimientos del propio material, creando una pieza que incita a la suave caricia.  

La abstracción geométrica no se caracteriza, pues, por el empleo exclusivo de formas geométricas ni por su rechazo total de toda referencia a la realidad perceptible, sino por su manera de considerar, de ordenar y de comprender el universo. No es el lenguaje geométrico lo que le confiere su impulso innovador, sino el pensamiento matemático, tal como lo formuló Max Bill en un texto de 1949: El pensamiento matemático y el arte de nuestro tiempo. Es una necesidad de objetividad y de capacidad de transmisión lo que, liberándonos de la arbitrariedad de las apariencias de la naturaleza y de la subjetividad de nuestro temperamento individual, nos ha permitido dominar el mundo. Se trata de un arte que pretende hacer visibles las leyes de este universo, la música de las esferas, coincidiendo así con la profecía de Flaubert. Es un arte que pretende ser un faro. Por esto Mondrian ha hablado siempre de este arte como de una "visión verídica de la realidad".

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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