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Artistas de la A a la Z

El arte figurativo

Es de aceptación generalizada que el modo de vida paleolítico se acaba en torno al año 10000 antes de nuestra era, con los cambios climáticos que se caracterizarán por la fijación de unas temperaturas algo más elevadas, al final de la última glaciación de Würrn y la retirada de los hielos hacia el norte europeo. Las condiciones climáticas de este nuevo período -el Holoceno, Postpleistoceno o Neotermal- tuvieron importantes consecuencias medioambientales. Por un lado, la retirada de los glaciares hacia el norte de Europa dejó libres muchas tierras que empezaron a ser ocupadas por el hombre; pero esta ampliación de las zonas habitables quedó compensada por la reducción de las tierras costeras ante la elevación del nivel de los mares.

Figura humana con animales, pintura rupestre de la Cañada de Marco (Aicai-
ne, Teruel). Situado en el Parque Cultural del Río Martín, el abrigo de la Ca-
ñada de Marco es uno de los conjuntos de mayor relevancia. Enmarcado prin-
cipalmente en el Arte Levantino, se compone de 119 figuras y el total del fri-
so pintado ocupa unos ocho metros de longitud. La composición que aparece 
representada, una escena de pastoreo, es una de las más llamativas. La figura 
humana está rodeada por una serie de cabras, en rebaño y a paso lento (como 
parecen indicar la disposición de sus patas). Es una obra notable, pues parece 
indicar que se está en el momento inicial de la domesticación del animal por 
el hombre.

        Ahora, la mayor parte de Europa queda cubierta de bosques, y los animales que se habían adaptado a las frías condiciones glaciales desaparecen, como el mamut o el rinoceronte, o emigran hacia las zonas más septentrionales, como el reno; los animales susceptibles de ser cazados son más pequeños, bien porque pertenezcan a otras especies nuevas o porque las anteriores han reducido su tamaño para adaptarse a las nuevas condiciones.

Figura humana, pintura de la Cueva de la Vieja en Alpera (Aibacete). Descu-
biertas en 191 O, su cronología se sitúa entre el VI y elll milenio a.C. Casi to-
dos los individuos masculinos que aparecen llevan un arco, utilizándolo, o 
simplemente mostrándolo, siendo los verdaderos protagonistas de la Cueva de 
la Vieja. La mayoría de las figuras no luce ningún elemento que haga pensar 
en algún tipo de prenda. El adorno suele concentrarse en la cabeza, y las pier-
nas siempre reciben un tratamiento cuidadoso en la definición de sus formas. 
Los colores utilizados fueron el rojo con amplias variaciones en el tono, desde 
el rojo pardo al anaranjado.

        En realidad, el cambio para el hombre prehistórico no fue drástico ni repentino. Durante mucho tiempo continuó siendo cazador-recolector, pero en muchos lugares desarrolló una actividad de subsistencia de amplio espectro que le llevó a explotar todos los recursos del medio, posibilitando una residencia mucho más estable, a veces verdaderamente sedentaria.

Inscripciones prehistóricas de Peña Escrita, en Fuencalientes (Ciudad Real). Las pinturas rupestres de Fuencalientes guardan ciertas características comunes: están hechas en paredes verticales y siempre en cuevas o covatillas en contacto con la luz, con pequeños abrigos que permiten resguardarse de las durezas del clima. El color que predomina es el rojo, siendo la figura antropomorfa la más representada.

        Una mayor fijación en el territorio, unas posibilidades de subsistencia aseguradas, por lo menos a corto plazo, son rasgos que debieron de influir en las relaciones entre individuos y grupos, entre hombre y medio, y no se sabe hasta qué punto en los conceptos de la vida y del mundo. Lo cierto es que el gran arte del Cuaternario desaparece y, con él, la ideología que lo hizo posible y la relativa unidad de estilo y temática que se había producido en diferentes áreas europeas.

        No obstante, las representaciones rupestres no desaparecen. En las regiones orientales de la península Ibérica se empieza a desarrollar el llamado arte levantino. Ciertamente cambia el estilo, puesto que las figuras son más pequeñas, hay una tendencia progresiva hacia el esquematismo, la figura humana es casi protagonista y las composiciones ofrecen una gran movilidad. Tampoco son infrecuentes las representaciones de arqueros, de escenas que parecen de lucha y que podrían ser reflejo de una creciente competitividad entre los grupos por el control de unos recursos alimenticios.

Conjunto de pinturas de la cueva de Almadén (Museo de Prehistoria, Santander). Durante el Neolitico, las figuras estilizadas y dinámicas del Levante español se transforman paulatinamente en ideogramas y signos que llegan a distorsionar el tema y sus protagonistas hasta hacerlos irreconocibles. Aparecen además numerosos signos a modo de adiciones y superposiciones que pudieran ser simbólicas, pero que pudieran ser asimismo puramente arbitrarias.

        La progresiva adopción de la agricultura y el pastoreo fue definitiva para la generalización de la vida sedentaria. El ciclo agrícola depende de una serie de factores climáticos que aseguren el buen desarrollo de las cosechas: la fertilidad de la tierra se convierte en un objetivo de vital importancia. Será entonces el culto a este principio lo que inspirará toda una serie de representaciones femeninas que encontraremos en muchas de las culturas europeas del Neolítico Antiguo. Son pequeñas esculturas, de cerámica o de piedra, que de un modo naturalista o esquemático coinciden en centrar la atención o acentuar aquellos rasgos físicos relacionados con la fecundidad.

        Las religiones del Viejo Mundo siempre estuvieron dominadas por un principio femenino, la Gran Diosa Madre, que poco a poco fue desplazada por el principio masculino, representado primero como esposo e hijo de la diosa, hasta asumir posteriormente para sí solo el papel de dios creador del mundo, tal como vemos en las religiones ya organizadas de las primeras grandes civilizaciones como Mesopotamia o Egipto, o en las creencias de los pueblos de habla indoeuropea.

        Estas figurillas aparecen por lo general en ambientes domésticos, en las casas, demostrando que responden a cultos que no requieren todavía una organización centralizada. Hacen aparición entre las comunidades agrícolas y sedentarias del Próximo Oriente y se encuentran en parte en Europa a medida que el nuevo tipo de vida se va extendiendo por Grecia, los Balcanes o Europa central. La Península italiana y, sobre todo, la isla de Malta, marcan el punto más occidental de distribución de estas esculturas. En Malta, aparecen en templos, como el de Hagar Quim, o en complejos conjuntos funerarios, como el hipogeo de Hal Saflieni.

Vaso geminado con decoración cardial, procedente de la Cava de I'Or, Alicante (Museo Arqueoló­ gico, Valencia). La decoración era realizada por medio de incisiones practicadas con valvas de moluscos, con el borde de la concha del Cardium edule. Precisamente, la decoración cardial de la cerámica, ha sido uno de los hallazgos más importantes de este período. Aparecen grabadas diversas figuras antropomorfas, símbolos (geométricos y abstractos) y otros motivos que se relacionan directamente con el arte levantino.

        Más hacia Occidente, este simbolismo centrado en un principio femenino aparece más tarde. Posiblemente ello se debe a que lo que, en esta zona, se considera Neolítico Antiguo no tiene en realidad un carácter tan agrícola y sedentario. En la segunda mitad del III milenio, en un ambiente plenamente calcolítico y de poblados con una arquitectura defensiva bien desarrollada, son frecuentes en Andalucía -en el sudeste es la cultura de Los Millares-, Extremadura y Portugal los ídolos cilíndricos de piedra o marfil, de hueso -ídolos falange- o en placas de pizarra -las placas alemtejanas-, con representaciones muy esquemáticas en las que priman los motivos oculados. A estos pequeños objetos cultuales se les asocia con los cultos a la Diosa Madre.

        Poco a poco, esta simbología ligada a unos cultos de la fertilidad, centrados en un principio femenino y propios de la sociedad neolítica europea, acabará por desaparecer, dando paso a una temática completamente diferente que refleja la imposición del principio masculino en todos los órdenes. Es difícil conocer el "momento" en que ocurre este cambio, pero se va detectando a lo largo del III milenio -en el período conocido como Calcolítico-, y se refleja claramente en algunas manifestaciones artísticas a partir de la Edad del Bronce.
Vaso campaniforme, procedente de Ciempozuelos
(Museo Cerralbo, Madrid). Después de las prime-
ras piezas de cerámica lisa, sin adorno, el hombre
aprende a embellecerlas con incisiones sobre la
pasta blanda. Este bellísimo ejemplo, que toma su
nombre de la elegante forma de campana,  tiene
una decoración en bandas de una sorprendente re-
gularidadgeométrica. Es el arte sedentario y del a-
gricultor. No en vano se ha dicho que los vasos del
tercer milenio son grandes propagadores de la te-
tica abstracta y obras de arte indiscutibles.

        Son, sobre todo, los ajuares funerarios los que indican que se está gestando un nuevo orden. La diferencia de riqueza en los que acompañan a los muertos son un reflejo de que los individuos, en vida, desempeñan papeles diversos según la edad y el sexo; hay diferencias de status, aunque todavía estamos lejos de las verdaderas clases sociales. Por lo general, esta individualización del rango se acompaña en las tumbas masculinas por la deposición de armas, que reflejan el papel simbólico de la guerra y del status del guerrero.

        Pues bien, en lugares tan apartados de Europa como la región alpina -Val Camonica, Monte Begoy Escandinavia -Malmo, Bohusland, Gotland- se conocen abundantes grabados rupestres, en rocas al aire libre, que desarrollan temáticas muy similares y respondiendo a una ideología similar a la que expresan las tumbas.

        Generalmente se acepta que, cuando hay una agricultura de arado, esta actividad económica deja de estar en manos de la mujer para convertirse en una actividad masculina y que esto repercute en la consolidación de las sociedades patriarcales. La mujer pasa a desempeñar un papel secundario en el mantenimiento económico del grupo. Son muy frecuentes las representaciones humanas y sólo muy excepcionalmente son mujeres; aparecen figuras masculinas, como guerreros, cultivando o en actitud de orantes con los brazos levantados. Las armas parece que ocupan un lugar muchas veces central.

        De nuevo, el papel predominante de la guerra como principio de reflejo de poder. En las representaciones escandinavas destacan las figuras de barcos, al principio sencillos, pero más adelante con mascarones terminados en cabezas de animales reales o fantásticos, claro precedente de las posteriores embarcaciones de los vikingos. Finalmente, hay que destacar el conocido hallazgo en el fondo de un pantano, donde fue lanzado como ofrenda, del carro de Trundholm (Dinamarca): es de bronce y representa un caballo -animal muy frecuente en el arte desde la Edad del Bronce-sobre cuatro ruedas que arrastra un gran disco de bronce, cubierto con hoja de oro decorada con franjas concéntricas de motivos también en círculos concéntricos. Es una de las representaciones más claras de la nueva religión que ha sustituido a la neolítica, centrada en el culto de la Diosa Madre. Ahora, el principio dominante es masculino, el Sol, que en su viaje diario -representado a veces por el carro tirado por un caballo o por un ave acuática- cumple con el cometido de la creación del mundo y de su continua regeneración. El Sol se convierte en fuente de toda vida.

        En la península Ibérica se conocen también importantes concentraciones de petroglifos y grabados rupestres, sobre todo en el área gallega, donde predominan las representaciones de armas o de temas geométricos abstractos. Aunque el soporte sea diferente, y correspondan a ambientes funerarios, hay que citar aquí las célebres estelas alemtejanas con representaciones de armas o las posteriores estelas extremeñas, en las que aparece una figura masculina rodeada de objetos de status, como armas, fíbulas, carros, etc., que son fiel reflejo de la importancia que el simbolismo de la guerra había adquirido entre la sociedad, en este caso ya del Bronce Final.  

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

Arte levantino

Las primeras pinturas del Levante español fueron descubiertas en 1903 por Juan Cabré. Y los últimos estudios las sitúan en el Neolítico. Jordá establece una relación entre el arte levantino y el final del mundo neolítico, siendo paralelo al fenómeno del megalitismo.

Vaso neolítico, procedente de la Cueva de los Murciélagos en Zuheros (Museo Arqueológico, Córdoba). El fondo del vaso es liso y está decorado con lfneas incisas, con un acabado sencillo. Presenta una decoración a la "almagra", que es la aplicación de un colorante rojizo que se obtiene del óxido de hierro. Esta técnica se conocía en perfodos anteriores, pero no habfa sido fechada hasta el momento de este hallazgo en el Neolftico.

La pintura rupestre levantina se extiende por la zona montañosa cercana al Mediterráneo, desde Huesca y el sur de Cataluña hasta Almería, penetrando igualmente en las provincias actuales de Teruel, Cuenca y Albacete. Se concentra básicamente en Castellón y Valencia, teniendo como marco las covachas y las paredes rocosas al aire libre. Esta es una de las principales particularidades que la distinguen de otras pinturas prehistóricas anteriores a ella. A pesar de encontrarse ciertos caracteres particulares según las zonas, sí cabe hablar de una cierta homogeneidad de estilo entre ellas.

El clima unifica una nueva manera de vivir. La elevación de la temperatura y el aumento del grado de humedad traerá un ascenso de la población y, por consiguiente, la necesidad de una nueva manera de sobrevivir: la agricultura y la ganadería. En este sentido cabe hablar de la existencia de una divinidad femenina relacionada con la agricultura y con la caza (Agua Amarga, Cueva de los Caballos).

Cabe destacar el predominio de las escenas sobre las figuras aisladas que encontrábamos en las pinturas anteriores; se trata, en su mayor parte, de representaciones humanas combinadas con figuras de animales de intenso contenido narrativo. El hombre pasa a ser el protagonista.

Los procedimientos técnicos en la pintura levantina son semejantes a los del Paleolítico: los pigmentos naturales eran triturados y diluidos con grasas animales y claras de huevo. Seguramente se utilizaban unos pinceles hechos de plumas de ave para su aplicación. Las figuras eran realizadas sin preparación en la roca.
Vasos de Vaux-et-BorsetLieja (Museo Arqueológico, Bruselas). Presentan la particularidad de la llamada cerámica de bandas, a base de una decoración de meandros, espirales , zigzag, etc. Esta cerámica constituye uno de los testimonios de la cultura danubiana que se formó a mediados del V milenio a.c., teniendo una gran difusión desde Europa central hasta Bélgica y Francia. La cerámica neolítica es el rasgo cultural propio de una sociedad sedentaria y agrícola

Domina la monocromía (rojo -procedente de almagres y ocres-, negro y, muy raramente, blanco), con tintas planas para contornos y siluetas. Se rellenaba totalmente de color la silueta de la figura, tanto humana como animal, aunque también se ha encontrado algún ejemplo en que únicamente existe el contorno y la parte interna con escasos trazos. Precisamente, la utilización de la tinta plana refleja una pobreza de medios de expresión que se atenuó con el gusto por el movimiento que tenían esos pueblos. La creación de una perspectiva basada en la línea oblicua de fuga, en cuya dirección se ordenaban las figuras, fue de capital importancia para conseguir sus objetivos de movimiento.

Un ejemplo de esta aportación se encuentra en la serie de arqueros en el Charco del Agua Amarga. Otra de las importantes novedades del arte levantino fue la disposición de las figuras dentro de un encuadre romboidal dispuesto oblicuamente, como en la escena de caza representada en la Cueva Remigia de Ares del Maestre (Castellón). Hábilmente también, el hombre levantino supo aprovechar magníficamente los salientes o huecos de una roca, como la Cueva de la Araña de Bicorp (Valencia), creando distintos niveles de profundidad.

Tanto las figuras antropomorfas como zoomorfas representadas reflejan el nuevo clima reinante en todo el Levante español. Así, las vestimentas apuntan a un clima suave y seco. También la fauna representada es muy significativa de las nuevas condiciones. La cabra fue objeto de caza, aunque también encontramos algún ejemplo, como en la Cañada de Marco, en que aparece domesticada junto al rebaño y el pastor. El toro aparece solo o en rebaños y, posiblemente, domesticado. El ciervo resume perfectamente el nuevo marco físico protagonizado por las praderas.

Trípodes neolfticos de barro cocido (Museo Cernuschi, París). Otras cerá­ micas neolíticas presentan una decoración incisa, destacando también otro tipo de vasijas, tales como platos hondos o escudillas para guisos caldosos, jarros y tinajas. Es precisamente el barro cocido lo que define el nivel neolítico en un yacimiento prehistórico.

Además de esta particular presencia, cabe destacar cómo el animal es concebido como elemento participante en una escena, tanto venatoria como religiosa. Igualmente cabe hablar de escenas relacionadas con cultos zoolátricos o antropomorfos. Uno de los ejemplos más representativos es el culto al toro, de gran tradición en el Mediterráneo, con escenas de ofrendas, sacrificios, danza ritual (Dos Aguas) y de tauromaquia (Cogull, La Casulla, Los Grajos). El animal es igualmente representado en escenas de caza.

El hombre, sin embargo, y como se ha señalado, es el verdadero protagonista, ya representado como cazador, arquero o jefe de guerra. Jordá apunta la idea de que en esas escenas se está viviendo un claro ejemplo de una nueva sociedad agrícola y ganadera, y no tanto de una comunidad recolectora o cazadora propia del Paleolítico. Así, junto a escenas de recolección de miel (La Araña) o de aceituna (La Sarga), se han hallado escenas de un posible arado (Dos Aguas) y de algún rebaño de cabras (Cañada de Marco) o de toros (Al pera).

Por lo que respecta a la figura humana, cabe dejar constancia de una posible organización social basada en fuertes estructuras militares. Así, el varón aparece siempre como guerrero y cazador, mientras que la mujer se representa en escenas religiosas y agrícolas. Al mismo tiempo, la presencia de las figuras importantes de la sociedad, de mayor tamaño que las otras, o más ataviadas, apunta a una sociedad fuertemente jerarquizada.

Uno de los ejemplos más claros viene dado en las escenas de batallas o cacería, en las que el jefe de guerra o de caza se distingue del resto de los personajes por su mayor tamaño o por sus adornos.

Vasija neolítica de cerá­mica policroma, procedente de Cucuteni (Rumania). Su antigüedad se remonta al año 2500 a.C. La cultura Cucuteni se extendió por Ucrania occidental y parte de Transilvania; sus poblados estaban rodeados por fosos y fortificaciones y modificó el entierro, practicándolo de forma extendida. Se conoce en Rumania desde 1884, pero las primeras excavaciones se llevaron a cabo en 1909. La cerámica encontrada, adornada en cordón, es la habitual de los pueblos esteparios.

Otro de los puntos a destacar como novedad es la vestimenta, que apuntaría tanto a un nuevo clima como a un nuevo gusto: la vestimenta femenina incorpora una falda más o menos acampanada, que en algunas ocasiones está decorada por franjas verticales u horizontales. Igualmente se presta atención a los complementos de decoración, tales como las cintas o diademas y tocados de pluma.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

La cerámica

Actualmente, la cerámica es considerada como una de las artes menores, aunque hay que recordar que grandes maestros de la pintura moderna, como Picasso, la usaron en no pocas ocasiones.

En la prehistoria, y durante mucho tiempo, la cerámica ha constituido el fósil director más importante para reconocer grupos culturales en el tiempo y en el espacio. A menudo, las culturas prehistóricas tienen como denominación un tipo determinado de cerámica, como por ejemplo la cultura de la Cerámica de Bandas.

La importancia que se ha otorgado a esta expresión cultural se debe a que es una materia prácticamente indestructible; es cierto que una vasija de barro se rompe con facilidad, pero siempre queda un trozo, y para el prehistoriador puede contener una información preciosa.
Casco de bronce estampado (Museo de Saint-
Germain-en-Laye). Uno de los más bellos de
la Edad del Bronce. En su forma inicial los cas-
cos fueron hemisféricos o bien ovoides, siendo
los de cuero un antecedente de los de metal,
y perfeccionándose con el tiempo las formas
sencillas y originales.

La cerámica, hecha a partir de una materia prima tan poco excepcional como la arcilla," se inventa" con una finalidad utilitaria: sirve como contenedor para guardar líquidos o sólidos, para cocinar, para comer y beber. Es un rasgo cultural propio de sociedades sedentarias y agrícolas, aunque se sabe que hubo comunidades no neolíticas que sí usaron cerámica.

A pesar de su carácter eminentemente utilitario, desde el primer momento la cerámica ha sido objeto de decoración y para muchos grupos culturales, y durante mucho tiempo, el único medio de expresión artística que ha llegado hasta el presente. Cuando se ha modelado un recipiente, tras dejarlo secar y antes de proceder a la cocción en un horno, la superficie es consistente pero todavía suficientemente blanda como para proceder a su decoración mediante diferentes técnicas: impresión, incisión, escisión, aplicaciones en relieve; también se puede decorar pintando su superficie antes o después de la cocción. Por lo general, la cerámica decorada suele ser minoritaria en los yacimientos y de buena calidad en relación al resto de la cerámica de uso común. Hasta que aparece el tomo, se acepta que la cerámica es una actividad femenina, conservadora en la repetición de formas y patrones decorativos, y expresión, por tanto, de la idiosincrasia del grupo.

No siempre la decoración responde a una finalidad exclusivamente estética. A veces se usa para expresar una simbología que algunos califican de religiosa, como ocurre con algunas cerámicas de Los Millares que repiten los temas a que ya antes se ha aludido al hablar de los ídolos de marfil.

Aunque cada grupo o área geográfica suele identificarse por estilos cerámicos propios, a veces hay tipos muy similares en cuanto a forma y decoración que tienen una amplia distribución geográfica y traspasan fronteras culturales. Un buen ejemplo de ello es la cerámica campaniforme, el llamado estilo marítimo o internacional, que se encuentra desde Europa central hasta el Atlántico y desde el norte del continente hasta el Mediterráneo. Esto ocurre a finales del III milenio, a partir del 2200 a.C., cuando las diferentes regiones europeas son cada vez menos autosuficientes como consecuencia de la necesidad de abastecerse de materias primas de calidad, como obsidiana, ámbar, calaíta y, sobre todo, metales. Se van marcando unas rutas de comunicación y surgen mecanismos de intercambio que seguramente son, a su vez, responsables de la presencia de cerámicas valiosas por su decoración.

Fíbula (Museo Petit Palais, Parls). Construida con metal repujado (se daba 
volumen a una lámina de metal para que por una de sus caras apareciera di-
bujada en relieve). Esta hebilla, a modo de imperdible, se utilizaba para su-
jetar los vestidos. Las más antiguas proceden de los países nórdicos europeos.

Asimismo, la cerámica ha desempeñado un papel importante en el ámbito funerario; es un elemento que se depositaba junto al muerto como vaso de ofrendas de carácter ritual o como identificador del prestigio o personalidad social que el individuo desarrolló en vida, cuando se trata de vasos excepcionales por su calidad o por su exótica decoración.

Dolmen de Pedra Gentil, en Vallgorguina (Barcelona). Los monumentos megalíticos, de origen mediterráneo, se difundieron en realidad por toda la Península con excepción de la región centro-oriental. En Cataluña no alcanzan las proporciones gigantescas de otras localizaciones, sino modestas; son, sin embargo, numerosos y datan, en su mayoría, de comienzos de la Edad del Bronce.

      En determinado momento, a partir del 1200 a.C., se generaliza en gran parte de Europa el ritual funerario de la incineración, y entonces la urna funeraria, de cerámica, se convierte en un objeto simbólico importante.

Cueva de Menga en Antequera (Málaga). Hacia el tercer milenio antes de Cristo se registra un gran número de monumentos funerarios, dólmenes y menhires. La Cueva de Menga es una galería sostenida por inmensos pilares y constituye una de las tumbas más impresionantes de toda la prehistoria. Sólo la cámara funeraria, formada por 8 losas gigantescas, mide 25 metros de largo por 6,50 de ancho, y su altura 3,30 metros. La losa del fondo mide unos 12 por 7 metros y su grosor es de 2 metros; se ha calculado que pesa 320 toneladas.

        Durante milenios, la cerámica se fabricó a mano en la Europa prehistórica. Sólo a partir de los siglos VIII y VII a.C. -y no de una manera uniforme- empezó a incorporarse el torno como consecuencia de la influencia de los pueblos colonizadores y comerciantes: fenicios y griegos. Esta actividad, hasta entonces doméstica, se convertirá. ahora en una actividad artesanal especializada, incorporará nuevas técnicas y modas decorativas de influencia mediterránea, pero continuará siendo un vehículo de expresión artística y simbólica.

Fuente: Texto extraído de Historia de Arte. Editorial Salvat

Arte esquemático

En relación con el arte levantino se encuentran muchas veces representaciones que se han definido como "arte esquemático" y que seguramente serían contemporáneas a aquéllas.

La industria del hueso, ampliamente desarrollada durante el magdaleniense (Paleolí-
tico Superior) perduró en el Neolítico, tal y como se aprecia en estos utensilios proce-
dentes de la cueva de la Sarsa, Bocairente, Valencia (Museo de Prehistoria, Valencia). 
Punzones y brazaletes de hueso son los utensilios más característicos del periodo. 
También pertenecientes a esta cultura son las hachas de piedra dura, básicamente desa-
rrolladas en estos años y de tradición ya en el Paleolítico.

Sierra Morena es la zona donde se ubica mayoritariamente la pintura esquemática. Estas representaciones de signos van disminuyendo a medida que se asciende hacia el norte, al tiempo que se observan influencias levantinas en las escenas y personajes representados. Encontramos escenas similares a las del arte levantino, llegando, sin embargo, a un nivel de abstracción tal, que se hace difícil determinar su significado. Figuras y símbolos solares y estelares son representados con ínfimos trazos, pudiéndose adivinar el perfil de un animal o de una figura humana. Esta será la más representada, siendo sugerida mediante esquemas conocidos como "cruciformes", "ancoriformes", figuras en "fi griega", "halteriformes", etc., que quedarían resumidos en zigzag, líneas ondulantes, puntos y barras.

Distintos adornos neolí­ ticos, procedentes de la Cova de I'Or, Alicante (Museo de Prehistoria, Valencia). La sedentarización datada a partir del X milenio a.C., como consecuencia del importante cambio climático, supuso en el ámbito artístico una serie de importantes transformaciones. Se desarrollaron las técnicas antiguas de la piedra, como la del pulido, y se introdujeron procedimientos nuevos, tales como la cerámica. La mujer cobra ahora una importancia especial; participa en las labores agrfcolas y en la elaboración de la cerámica familiar, teniendo lugar en distintas sociedades neolíticas el régimen de matriarcado.

La figura humana es representada, en su mayor parte, con brazos y piernas en arco o en ángulo, con cabeza, tronco y sexo -con un solo trazo en el caso del varón-. El tipo de piernas más generalizado es en arco, llegando hasta una gran simplificación. Son muy numerosas las escenas relacionadas con la caza y, seguramente, cabría hablar también de representaciones religiosas a través de ídolos aculados, símbolo de una divinidad fuertemente extendida por el Mediterráneo.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

La ornamentación corporal

Naturalmente, las manifestaciones artísticas se encontraron también supeditadas al despegue cultural que supuso la implantación de la nueva técnica neolítica. Así, la naturaleza de objetos domésticos de uso cotidiano comenzó a manifestar cambios progresivos.

Un collar y dos colmillos de jabalí, procedentes de un ajuar funerario hallado en la sepultura número 3 de la necrópolis del Solar, en Riner (Museo Arqueoló­gico Diocesano, Solsona). La cultura material megalítica desarrolla la industria del sílex y la piedra pulida. El adorno es profusamente utilizado en collares y brazaletes de piedras o conchas y amuletos religiosos.
El abrupto crecimiento demográfico que significó la sedenterización de grupos humanos, supuso la necesidad de una nueva forma de administración de trabajos, roles y tareas. En este contexto, las relaciones sociales en general tomaron gran envergadura. La cohabitación de los habitantes de las aldeas adquirió una importancia sin precedentes y los recursos que en principio fueron utilizados para la supervivencia se emplearon con mayor frecuencia en los momentos de ocio, festejo y descanso.

De este modo, se incrementó no sólo la aparición de objetos comunes a los núcleos familiares, como utensilios de cocina, sino también la de objetos personales, en gran parte, individuales, objetos que sirven para ornar el cuerpo de sus propietarios. El sentido de estos adornos puede variar. Algunos pueden representar un significado mágico y ser usados como amuletos, o tener carácter social, diferenciando hombres, mujeres y niños, e incluso rangos y elites. Entre ellos podemos destacar brazaletes y ajorcas de mármol, pizarra o concha de pectúnculo; pendientes y colgantes de dientes de animales. Se han hallado incluso joyas de oro trabajado en frío, como la diadema hallada en la Cueva de los Murciélagos (Granada). Se tiene constancia también de la existencia de fábricas de objetos ornamentales, como la Cova de les Animes (Barcelona). Estudios arqueológicos demuestran que durante el Neolítico era costumbre habitual sepultar a los difuntos acompañados de sus objetos personales.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

La gran arquitectura

Los monumentos megalíticos han sido, sin duda, una de las manifestaciones del hombre prehistórico que más ha llamado la atención. Buena prueba de ello es la cantidad de leyendas populares que rodean a algunas construcciones atribuidas, según los países, a gigantes, druidas, brujas o extraños. El tamaño de dichos monumentos y el significado que debieron de tener para sus constructores no pasaron inadvertidos desde la antigüedad. En algunos casos, las grandes piedras paganas fueron cristianizadas mediante la adición de símbolos de la nueva religión. En la actualidad, el monumento de Stonehenge, en Inglaterra, sigue congregando cada año grupos de personas que pretenden resucitar antiguos ritos celtas, sin saber seguramente que dicha construcción es bastante anterior a la presencia de dicho pueblo.

Túmulo de Newgrange, en el valle de Boyne (Irlanda). Datado hacia 3200 a.C. El pasadizo interior es de unos 19 metros, hasta llegar al compartimento principal, tres pequeñas cámaras revestidas de grandes losas. En el solsticio de invierno, al amanecer, se cuela el sol por una pequeña abertura que hay en la entrada y penetra al mismo centro de la cámara y la ilumina espectacularmente.

Túmulo de Barnenez, en Bretaña (Francia). Aspecto exterior. Uno de los edificios más antiguos erigidos por el hombre, datado a mediados del V milenio a.C. El tamaño del túmulo es de 72 metros de largo por aproximadamente 20 a 25 metros de ancho, y unos 9 de alto, el más grande de Europa, con un peso estimado de unas 12.000 a 14.000 toneladas. Está constituido por piedras amontonadas que recubres 11 dólmenes que dan a un pasillo.

Naturalmente, estos monumentos llamaron también la atención de los estudiosos, y son numerosas las hipótesis que han tratado de explicar cómo y por qué aparecieron estas construcciones en la Europa prehistórica. Llamaba la atención el carácter monumental de las mismas, por lo que no se entendía que pueblos tan primitivos como los de la Europa neolí­tica fueran capaces por sí solos de inventar semejante arquitectura. Hubo explicaciones peregrinas, como la propuesta por Elliot Smith, a comienzos del siglo XX, que pretendía que fueron los egipcios los que en sus navegaciones llevaron los conocimientos arquitectónicos a Europa y, posteriormente, al continente americano. Por fortuna, esta hipótesis pasó sin demasiados adeptos, porque obviaba razones históricas, geográficas, tipológicas, técnicas y cronológicas que la invalidaban. Pero durante muchos años, hasta la década de 1960, ha predominado la creencia de que el megalitismo europeo es el resultado de una difusión de técnicas constructivas y creencias religiosas desde el Egeo. La razón de esta expansión se buscaba en la necesidad de metales -cobre y estaño- entre las comunidades egeas y su búsqueda en Occidente. Así llegaron al sur de la península Ibérica, donde se establecieron en colonias como Los Millares, en Almería, o Vila Nova de Sao Pedro, en la desembocadura del Tajo. Al mismo tiempo, introdujeron el ritual de enterramiento colectivo en tumbas monumentales, los tholoí, sepulcros de cámara circular con cubierta en falsa cúpula y corredor o dromos de entrada. Desde allí, la gran arquitectura se extendería por gran parte de Europa occidental, dando lugar a diferentes tipos de construcciones que ya no se ceñían a la técnica constructiva de los tholoi. Actualmente, se sabe que algunos monumentos megalíticos occidentales son mucho más antiguos que los del Egeo; datan de comienzos del IV milenio, por lo que se les considera como una creación de las comunidades neolíticas de Europa occidental para expresar unos rituales funerarios y creencias acordes con los cambios de organización social que el trabajo de la tierra y la vida sedentaria habían generado.

La arquitectura megalítica, como su nombre indica -megas: grande, lithos: piedra-, hace referencia a construcciones de grandes bloques de piedra sin trabajar que delimitan un espacio y que originan una cubierta plana; es, pues, una arquitectura adintelada. Se distribuye por gran parte de Europa occidental: Escandinavia y norte de Europa, Francia, Islas Británicas, gran parte de la península Ibérica, Córcega y Cerdeña, y algunos ejemplares en las Baleares.

Corredor interior del túmulo de Gavrinis en Bretaña (Francia). El túmulo recubre un pasillo largo que conduce a la cámara funeraria. Las baldosas están decoradas suntuosamente: cayados, hachas, curvas o líneas se combinan de muy diferentes modos. Sobre 29 baldosas que forman las paredes, 23 son adornadas y 21 casi recubiertas en su totalidad sobre su cara visible; todavía hay que añadir a ello la piedra del umbral a la entrada de la cámara, ciertas baldosas del suelo y las superficies no visibles desde el interior de la cripta.

La mayoría de estas construcciones eran de uso funerario, y servían para enterramientos colectivos, es decir sucesivos, de una comunidad. Según el tamaño y la planta, se puede hablar de diferentes tipos como: sepulcro de corredor (cámara poligonal y corredor de entrada); galería cubierta (planta rectangular alargada sin separación de cámara y corredor, aunque sf se pueden distinguir en alzado, puesto que aquélla suele ser más alta que éste); dolmen o cámara sencilla (planta poligonal sin corredor destacado, a no ser a veces un pequeño vestíbulo), y tholoi. A partir de estas formas pueden darse enormes variaciones. En algunos casos, y esto es característico de los territorios atlánticos, las grandes piedras estaban decoradas por su cara interna con grabados de temas abstractos, geométricos. Aunque, en la actualidad, la mayoría de estos monumentos están al descubierto y se puede ver su arquitectura, no era así en el pasado. Efectivamente, todas las cámaras funerarias estaban cubiertas por un túmulo, de tierra o a veces de piedras, que sólo dejaba al descubierto la puerta de entrada. En Bretaña y en las Islas Británicas no es extraño que un gran  túmulo cubra dos o más estructuras funerarias: Barnenez es un gran túmulo de planta rectangular que cubre nueve sepulcros de corredor. Es interesante que lo que actualmente parece una arquitectura monumental, en el pasado fuera una arquitectura para no ser vista. Lo que sí destacaba en el paisaje era la enormidad del túmulo, y es evidente que la obtención de la piedra, la construcción del monumento y la cubrición con el túmulo supusieron una gran cantidad de horas y de mano de obra invertidas. Está claro que el objetivo primario de las tumbas era el de albergar los cadáveres de una comunidad, generación tras generación, manteniendo después de la muerte unos lazos de parentesco que les habían unido en vida; pero actualmente se piensa que, además, podían cumplir otros cometidos, como servir de símbolo de identificación de una sociedad o comunidad determinada y, al mismo ti e mpo, constatar el derecho de uso de la tierra donde se asentaron sus antepasados.

Menhir caído de Le Table de Marchands, en el yacimiento de Locmariaquer (Bretaña, Francia). Al caer, este gran menhir, que superaba los veintidós metros de altura, se rompió en tres trozos. Quizás se utilizara para el culto o para la observación astronómica; es una cuestión que aún no se ha determinado.

Dolmen de Pierres Plates, en el yacimiento de Locmariaquer (Bretaña, Francia). La 
mayoría de arqueólogos creen que estos grabados muestran collares y joyas a una 
diosa del matriarcado, posiblemente símbolo del culto a la Luna.

Pero, paralelamente al desarrollo de esta arquitectura funeraria, hay otras construcciones de más difí­cil interpretación. Los menhires son grandes piedras enhiestas que suelen estar relacionadas espacialmente con sepulturas, a veces claramente distribuidas por rutas de trashumancia. Excavaciones realizadas en la base de algunos de estos monumentos han revelado la existencia de vasos cerámicos como depósitos de fundación; piensan, algunos investigadores que por sí mismos podrían tener un significado religioso, considerándolos como posibles símbolos fálicos. Ciertamente, en el sur de Francia son frecuentes las estelas-menhires con representaciones antropomorfas, por lo general femeninas, que podrían reflejar su sentido religioso. Algunos son de gran tamaño, hasta de 6 metros, siendo el menhir caído de Locmariaquer el más famoso de todos por su longitud de 22 metros.

Alineamientos de Carnac en Morbihan (Bretaña, Francia). Estos fantásticos alineamientos agrupan varios miles de menhires dispuestos paralelamente en una extensión fabulosa, que cubre más de un kiló­metro en línea recta. Ello prueba que la sociedad que los construyó era próspera y contaba con gran organización. La cronología de las tumbas más antiguas se establece a fines del III milenio, mientras que las alineaciones se creen erigidas en la primera mitad del II milenio.

Alineamientos de Avebury en Malborough (Gran Bretaña). Sin duda uno de los santuarios prehistóricos más impresionantes de Europa, que marcan el descubrimiento de la arquitectura. Es el mayor santuario megalítico de Gran Bretaña. Está compuesto por tres partes: tres círculos de piedras enormes (de hasta 100 metros de diámetro); un complejo menor formado por varios círculos concéntricos de piedras y postes (de 40 metros de diámetro máximo), y una avenida bordeada de monolitos que unía ambos conjuntos.

En ocasiones, las piedras monolíticas están agrupadas formando conjuntos complejos que ocupan una gran extensión de terreno. En Bretaña aparecen los famosos Alineamientos, como los de Carnac, que consisten en una gran avenida formada por hileras de menhires dispuestas de una manera no exactamente paralela, sino ligeramente convergente, aunque nunca llegan a unirse. En Gran Bretaña son famosos los Círculos, Cromlech o monumentos Henge, como los de Avebury o Stonehenge (que significa círculo de piedra). Son recintos circulares -el de Avebury abarca una superficie de 19 hectáreas generalmente delimitados primero por un foso y terraplén e inmediatamente, en el interior, por grandes piedras levantadas. El círculo de Stonehenge es de una gran monumentalidad; lo que se puede ver hoy es el resultado de varias fases constructivas. Se sabe que, inicialmente, en el IV milenio, el lugar fue usado para realizar varios enterramientos; había adquirido ya un significado simbólico importante. En el III milenio empezó la construcción del círculo con la apertura del foso y de los 56 agujeros llamados de Aubrey. Posteriormente se construyó el doble círculo de menhires, el interior llamado de "piedras azules", de unas 4 toneladas cada una de ellas y procedentes del País de Gales, a más de 200 kilómetros de distancia. Ya en el II milenio se levantó el gran círculo adintelado y, en el interior, cinco trilitos (dos piedras verticales y otra horizontal encima) dispuestos en forma de herradura de caballo: este momento final, de gran esplendor, corresponde ya a la denominada cultura de Wessex, durante la Edad del Bronce. Es una muestra evidente del uso de un espacio, seguramente sagrado, durante milenios.

Templo de Mnajdra en la isla de Malta. Datado alrededor del tercer milenio antes de Cristo, está enclavado en una roca y el aspecto de sus piedras es rugoso. En el complejo de Mnajdra han sido descubiertos tres templos: dos edificios grandes con dos pares de ábsides y uno mucho más pequeño, el más antiguo de los tres, con una disposición de tré­bol. Los dos monumentos principales fueron limpiados por Vance durante el año 1840 pero no se conoce ninguna relación detallada de la excavación. El primer plan exacto fue hecho por el doctor Albert Mayer en 1902. En 1910, los miembros de la escuela británica en Roma, ayudaron en las investigaciones.

Templo de Hagar Qim en la isla de Malta. Este templo fue excavado por primera vez en 1839, con una datación de 3600 - 3200 a.C. Consiste en una sola unidad de templo, aunque no es claro si al principio fue construido con una estructura de cuatro o cinco ábsides. El patio delantero y la fachada siguen el modelo típico de los templos en la zona. Es notable por su impresionante fachada y el tallado de la entrada, así como por los enormes bloques utilizados en la construcción. Se encontraron algunas figuras femeninas en el recinto (Venus de Malta).

Se ha discutido mucho sobre el posible significado de estas enormes construcciones. Sí que parece evidente que, por lo menos los círculos, pudieron estar relacionados con determinados cultos solares. El eje principal de Stonehenge está orientado hacia la salida del sol en el solsticio de verano, pero esta orientación se detecta también en algunas tumbas megalíticas de Bretaña en las que el primer rayo de sol del solsticio va a dar cfuectamente a la cámara, como ocurre en el gran templo funerario de Ramsés II en Abu Simbel. Esta coincidencia, por supuesto, no implica ningún tipo de interdependencia de w1 lugar a otro. Todos los pueblos primitivos comparten cultos solares, reconociendo al Sol como principio creador y regenerador de vida. Pero, probablemente, estos lugares tuvieron un significado mucho más complejo que el exclusivamente religioso y cultual. Se piensa que estos espacios delimitados arquitectónicamente -los círculos o los alineamientos- podrían ser centros comunitarios para w1as poblaciones dispersas en el territorio y que se desarrollaran en ellos toda una serie de relaciones económicas, sociales y religiosas de gran transcendencia para la continuidad de los grupos humanos y de sus vínculos sociales.

Templo de Tarxien en la isla de Malta. El complejo consiste en cuatro templos construidos entre el 3300 y el 2500 a.C. Es una construcción que está situada en el centro de un espacio cerrado por un muro, con forma de herradura, alberga una especie de celdas intercomunicadas. La decoración espiral en bajo relieve, y los motivos zoomorfos que aparecen grabados en el templo, son una constante que se repetirá en los monumentos megalíticos.

Junto a este megalitismo que se podría denominar clásico, en el Mediterráneo se desarrollan otras formas de expresión que no dejan de ser monumentales. Por ejemplo, en la península Italiana, Sicilia y Malta, no hay tumbas megalíticas, de construcción aérea. Allí, los enterramientos colectivos se realizan en hipogeos, que son cámaras excavadas en el subsuelo, pero que reproducen la misma idea de distinguir un corredor y una cámara, y a veces llegan a adquirir plantas muy complejas: ocasionalmente, en la excavación de los diferentes ámbitos se reproducen en la roca blanda elementos arquitectónicos, como jambas y dinteles, a veces decorados con grabados o bajo relieves. El más famoso y sorprendente es el de Hal Saflieni en la isla de Malta. Hipogeos aparecen también en las islas de Córcega, Cerdeña, las Baleares, así como en el sur de Francia, donde también se construyen megalitos.

Pero quizá sea la arquitectura maltesa y su antiquísima construcción uno de los logros culturales más sorprendentes de la antigüedad. Durante el III milenio, contemporáneamente al desarrollo de los hipogeos, se empiezan a construir en esa peque­ña isla una serie de templos que impresionan por su tamaño, complejidad constructiva, y por el número relativamente elevado en toda la isla, aproximadamente unos 30. Estas construcciones en un principio eran de planta lobulada, recordando con frecuencia los hipogeos más sencillos. Pero en la época de máximo apogeo, el llamado período Tarxiense, se pasa a las plantas trilobuladas y a las más complejas absidales. En esta última fase es frecuente también que algunas partes de los templos estén decoradas con frisos en bajo relieve, donde se desarrollan temas geométricos, de espirales sobre todo, conociéndose también temas animalísticos de un gran naturalismo y hermosura. Es en estos templos, así como en algunos hipogeos, donde han aparecido las estatuillas femeninas, por lo que puede hablarse de un culto a la Diosa Madre.

Torre megalítica de Cuntorba en la isla de Córcega (Francia). Erigido sobre un cerro, el denominado "Castello de Cuntorba" es un ejemplo de los monumentos circulares atribuidos a la Edad del Bronce en el sur de Córcega. Consta de un recinto y de varios habitáculos articulados alrededor de una cámara central donde serpentea un pasillo de circulación. La construcción dominaba todo el golfo de Valinco.

Capítulo aparte merecen las construcciones ciclópeas de las islas de Cerdeña, Córcega, Mallorca y Menorca que, bajo ningún concepto, deben ser confundidas con el megalitismo. Pertenecen a una cronología bastante más tardia, puesto que son del II milenio, ya en plena Edad del Bronce, y además tienen una función o significado diferente; por otra parte, desde el punto de vista tecnológico, las grandes piedras utilizadas en las construcciones han sido previamente trabajadas para conseguir un mejor ajuste.

En primer lugar, hay que tener en cuenta las construcciones que cumplen una función defensiva, como las murallas que rodean los poblados, y, sobre todo, unos edificios turriformes llamados talaiots en las Baleares, torres en Córcega y nuraghes en Cerdeña, y que han servido para dar nombre a las culturas talayótica, torreense y nurághica. Estos últimos recintos, de planta circular por lo general, aunque también pueden ser de planta cuadrangular, es posible que cumplieran otros fines, quizá como lugar de vivienda, o de culto. Efectivamente, no son torres macizas, sino que en su interior suele haber un corredor que da a una cámara cuyo techo está sostenido por una columna central.
Taula del santuario megalítico de Torralba (Menorca). Período Talayótico III (del 800 al 450 a.C.) Las taules son monumentos únicos, formados con dos bloques de roca caliza los que forman una T, uno de ellos clavado en el suelo y en posición vertical; el otro colocado sobre el primero de forma horizontal. Se le atribuye un carácter mágico y protector y se los ha identificado como los símbolos del equilibrio en el Cosmos y de la Suprema Proporción.

En Menorca hay otros tipos de construcciones. Una de ellas es la taula. Consta de una gran losa de forma rectangular con otra piedra rectangular encima, aparentando una mesa; son muy altas y pueden tener otra pequeña taula inclinada y apoyada en uno de los lados estrechos actuando como soporte. Por lo general, estas taulas se hallan en el centro de estructuras circulares delimitadas por grandes piedras verticales. La taula ha dado pie a numerosas interpretaciones; se la ha relacionado con el culto al toro, aceptando que ella misma representaría una estilización de ese animal, o con sacrificios humanos, en cuyo caso funcionaría como un altar.

Una tendencia actual la considera simplemente como un elemento arquitectónico de sostén, siendo la columna central que sostendría algún tipo de techado. Por lo general, estos conjuntos ocupan un lugar central privilegiado dentro del poblado, evidenciando un significado especial entre las demás construcciones de tipo doméstico.

La naveta des Tudons, en la isla de Menorca. Este monumento funerario de dos plantas y forma de nave invertida, se considera como una de las construcciones megalíticas más antiguas de Europa.

Finalmente, hay que aludir a las célebres navetas, como la llamada des Tudons. Son construcciones hechas de piedras bien trabajadas para que ajusten, de planta absidal y cubiertas por aproximación de hiladas; la fachada es recta y de forma trapezoidal. En conjunto aparentan la forma de una nave invertida, y de ahí el nombre. En realidad, construcciones de planta absidal se conocen ya en el período pretalayótico en Mallorca y, en ese caso, se trata de estructuras domésticas en el interior de los poblados. Las navetes menorquinas son monumentos numerarios, para enterramientos colectivos, y por lo general tenían dos pisos, actuando el superior como osario para las deposiciones secundarias.

Es evidente que las islas del Mediterráneo centro occidental muestran, pues, una serie de características comunes que ponen de manifiesto la existencia de contactos y relaciones entre los habitantes de las mismas. Estas, bien sea por su riqueza en materias primas o por su posición geográfica idónea en la ruta marítima hacia puntos concretos del Mediterráneo -la costa italiana o el sur de la península Ibé­rica, por ejemplo-, están llamadas a desempeñar un papel importante en las colonizaciones y actividades comerciales de gentes como los micénicos, los fenicios y los griegos.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Conjunto megalítico de Stonehenge



Sin lugar a dudas, el conjunto megalítico de Stonehenge es una de las construcciones más fascinantes que quedan en pie en el mundo entero. Datado hacia 1600 -1400 a.C., este conjunto fue construido en la llanura de Salisbury, al suroeste de Inglaterra, entre los últimos períodos del Neolítico, finales de la Edad de Piedra y los primeros de la Edad del Bronce. Por tanto, su edificación se prolongó durante un extenso período de tiempo y es lógico suponer, por tanto, que debió de sufrir no pocas modificaciones a lo largo de esos años. Está constituido por menhires, que en bretón significa "piedra" ("men") "alta" ("hir"), los cuales en algunos casos se elevan hasta los cuatro metros de altura y llegan a pesar más de cuarenta toneladas. A partir del menhir entendido como unidad elemental, se establecen las diferentes organizaciones espaciales que caracterizan la arquitectura megalítica. El conjunto de Stonehenge, con sus avenidas de menhires y sus círculos concéntricos, es un cromlech, palabra que en gaélico quiere decir "círculo de piedras" y que normalmente se identifica con un templo; por lo tanto, es probable que fuera ésta la naturaleza de la construcción. Asimismo, todo el conjunto está rodeado por un foso circular que mide 104 m de diámetro.

Aparentemente, el cromlech de Stonehenge fue construido en tres etapas. Durante la primera de ellas, fue una gran plataforma circular de tierra, en la cual se practicaron fosas de incineración. La segunda etapa supuso la construcción de dos círculos concéntricos de menhires y de un alineamiento de cerca de medio kilómetro de longitud. Durante la última etapa, tuvo lugar la colocación de otro círculo de treinta piedras. De esta etapa, la más próxima a la actualidad, es de la que se conservan más restos.


Desde que se apreciara la importancia de este conjunto megalítico, uno de los debates que ha suscitado mayores discusiones y opiniones encontradas es el de su posible significado religioso. Parece ser, aunque no está establecido con completa certeza, que esta construcción cumplía las funciones de templo. Pero, como es sabido, se han realizado numerosos estudios acerca de la relación astral de este tipo de construcciones, y el orden de la disposición de los menhires en el conjunto de Stonehenge suele relacionarse con el firmamento. Se cree, además, que el carácter vertical del menhir implica una relación de "elevación" de la Tierra hacia el Cielo.

Por otra parte, su estructura central, en forma de herradura, está orientada de tal manera que el eje principal coincide exactamente con el lugar por donde sale el Sol. Como una prueba que se ha querido definitiva de la relación con los astros de Stonehenge, hay que señalar que el lugar en el que se levanta es el único en una zona de amplio diámetro en el que la luna llena está completamente perpendicular a la salida del sol durante el solsticio de verano. Todos estos elementos, por lo tanto, permiten pensar en un templo dedicado a los ciclos de la vida y la muerte, poderes invisibles de la naturaleza de carácter sagrado.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

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