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Artistas de la A a la Z

Las civilizaciones de Nok e Ifé

Es en Nigeria donde se han localizado los más antiguos testimonios del arte africano. En el poblado de Nok, en la provincia de Zaria, se hallaron, en unas minas de estaño abandonadas, y mezcladas con hachas de piedra pulimentadas y con restos de una industria del hierro, un conjunto de esculturas de terracota de tamaño diverso, entre las que destaca una serie de estilizadas cabezas humanas de forma cilíndrica o cónica, con complicados tocados, y boca, ojos, orejas y pupilas realizados mediante escisiones. Además de estas cabezas y de fragmentos de cuerpos, brazos y piernas humanos, se han encontrado figurillas de animales de tipo realista. A los hallazgos de Nok se han unido, en los últimos lustros, varios más descubiertos en lugares cercanos. Según los datos que proporciona la datación mediante el carbono 14, las esculturas de Nok se remontan a una época comprendida entre el 500 a.C. y el 200 d.C.

Cabeza con peinado trilobulado (Museo Kansallis, Lagos). Pieza en terracota  pertene-
ciente al arte Nok, cuyas figuras, en este período, acusan una gran homogeneidad esti-
lística: cuidado de los detalles corporales, búsqueda de la expresividad, tratamiento geo-
métrico de los ojos, frecuentemente triangulares, y técnica de perforación de los ojos, la 
nariz y las orejas. Unas tienden a la esquematización, y otras, al naturalismo.

Cerca de Nok, en el sudoeste de Nigeria, en territorio habitado desde antiguo por la etnia yoruba, se desarrolló un importante foco cultural centrado en tomo a la ciudad de Ifé, capital religiosa de la mencionada etnia.

Un investigador alemán, Leo Frobenius, descubrió en 1910, en la ciudad de Ifé, un conjunto de esculturas representando bellísimas cabezas humanas realizadas en terracota y en bronce fundido, de tamaño algo menor que el natural, de un extraordinario realismo y elaboradas con una habilidad y una técnica altamente refinadas; junto a estas cabezas aparecieron también esculturas muy estilizadas que entroncaban el arte de Ifé con el de Nok.
Figurilla de terracota (British Museum, Londres). 
Correspondiente a la civilización Nok del norte de 
Nigeria, forma parte de un conjunto de figurillas 
descubierto por Bernard Fagg, que constituye el 
más antiguo testimonio de obras escultóricas del ar-
te negroafricano. Podemos hablar de una gran diver-
sidad, entre figuras animales y humanas de distintos 
tamaños.

En 1938 fueron descubiertas, también en Ifé, 18 hermosas cabezas en bronce fundido, de extraordinaria perfección, la mayor parte de las cuales se conservan hoy en día en los museos de Nigeria (en Ifé y en Lagos). En los años sesenta se practicaron excavaciones en algunos centros cercanos a Ifé, que proporcionaron nuevos y extraordinarios hallazgos.

Lo más sorprendente del arte de Ifé son, sin duda las magnífcas cabezas humanas, que constituyen verdaderos retratos, quizás algo idealizados. Estas cabezas difieren totalmente, tanto en el tratamiento de las formas, como en las técnicas empleadas, e incluso en el mensaje que transmiten, de cuanto representa el arte negroafricano posterior; hasta el punto que se ha pretendido entroncar el arte de Ifé con el de las altas culturas mediterráneas. En 1950, M. W. Fagg formuló la hipótesis de que los yoruba, creadores del arte de Ifé, hubiesen emigado hasta Nigeria desde las orillas del alto Nilo, en los inicios de la era cristiana; las emigraciones pudieron producirse en diferentes oleadas, de modo que Nigeria habría recibido el influjo de la cultura de Nubia, donde se conservaban tradiciones egipcias y prehelénicas.

Otras hipótesis, menos plausibles, entroncan el arte de Ifé con posibles contactos e influencias de fenicios, cartagineses e incluso griegos y romanos, que pudieron establecerse en aquellos territorios de modo fortuito, en el transcurso de sus expediciones a lo largo de las costas del golfo de Guinea.

El oní regulaba los conflictos dinásticos y coronaba a los reyes de los estados federados. La ciudad "santa" de lfé era -y es aún en la actualidad- foco de atracción de peregrinajes procedentes de buena parte de la cuenca del río Níger. Las cabezas de terracota y de bronce serían retratos de los oni y de sus esposas.

Jefe nigeriano (British Museum, Londres). Cabeza de bronce
característica del arte que floreció en lfé entre los siglos XI y 
XV. Realizadas con el procedimiento de la cera perdida, 
cuando en Europa todavía era desconocido, las cabezas y figu-
ras de lfé presentan una gran tendencia naturalista, sobre 
todo en los rostros, pudiéndose hablar de verdaderos retratos. 
Algunas de las cabezas de bronce están provistas, alrededor 
de los labios y, a veces, en torno a la frente, de orificios 
destinados probablemente a la fijación de postizos.

Las cabezas de bronce están fundidas por el difícil procedimiento de la cera perdida, realizado con extraordinaria perfección, sólo superada por los grandes escultores italianos del Renacimiento. Algunas de estas cabezas, por su expresión severa y altiva, poseen la dignidad de los retratos de la Roma imperial; no obstante, sus rasgos, sus bocas de labios gruesos, los ojos rasgados, la nariz ancha de aletas dilatadas, reflejan las características raciales negroafricanas. Algunas cabezas presentan surcos paralelos, que recorren las caras longitudinalmente y que representan un tipo de escarificación practicado en esta zona de África. Asimismo, en torno al nacimiento del cabello y de la boca y las mejillas, algunas cabezas ostentan pequeños orificios en los que al parecer se insertaban pelucas, barbas y bigotes artificiales hechos con pelo natural.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat.

El arte del reino de Benin

Al este de los yoruba y al oeste del río Ifé, están establecidos los edo, una etnia compuesta por varias tribus, entre las que se cuenta la de los bini, cuya capital fue Benin.

Los bini formaron en el siglo XII uno de los reinos confederados que rendía pleitesía al oni de Ifé. Incluso parece que un aba -rey- de Benin pidió al oni de Ifé, en el siglo XIII, que enviase a su ciudad un maestro en el arte de la fundición del bronce.

Los bini constituían un grupo guerrero y pronto formaron uno de los más poderosos imperios que han existido en África. En el siglo XV, el portugués Fernando Poo estableció un tratado comercial, entre el rey de Portugal y el oba reinante en Benin, por el que los africanos entregaban productos tales como pimienta, aceite de palma, marfil y esclavos, recibiendo a cambio sal, telas, alambre, utensilios metálicos, armas de fuego y pólvora. Los portugueses introdujeron en Benin las naranjas, los limones, el cacao, el maíz y el tabaco.
Cabeza de terracota (British Museum. Londres). Escultura del siglo XII 
procedente de lfé. El investigador alemán Leo Frobenius descubrió en 
1910, en la ciudad de lfé, unas bellísimas cabezas humanas realizadas en 
terracota y bronce, de tamaño algo menor que el natural y de gran realis-
mo, lejano a las manifestaciones habituales del arte negroafricano. Estas 
cabezas fueron realizadas por alfareros y fundidores.


En los siglos XVI y XVII comerciantes ingleses y holandeses establecieron sus factorías en Benin. Precisamente un viajero holandés, Dapper, nos ha dejado una magnífica y vívida descripción de la ciudad de Benin y del palacio del oba, con sus pilares recubiertos de placas de bronce decoradas con hermosos relieves.

El bronce era un material de primordial importancia para los bini, y el oba tenía el monopolio de su fabricación y utilización, consistente en la realización de objetos suntuarios y religiosos para el oba y su corte.

En Benin se produjeron piezas de bronce, y también tallas de marfil, a lo largo de varios siglos; las mejores y más bellas esculturas y placas con relieves son, sin duda, las realizadas a mediados del siglo XVI. Entre las primeras destacan las cabezas de reinas madre, de bellos y delicados rostros y graciosos tocados; entre las placas destacan las escenas de caza, en las que están representados arcabuceros portugueses, y las de corte. Otra época de bellas producciones fue el siglo XVIII. A partir de entonces el arte de los broncistas de Benin entró en una progresiva decadencia; las cabezas de los oba se hicieron cada vez más estereotipadas, la fundición perdió calidad, y aumentó el grosor del material empleado.

A finales del siglo XIX, cuando los ingleses iniciaron la colonización de Nigeria, el reino de Benin se había convertido en paradigma de terror y crueldad, ya que los oba, para mantener su posición preponderante sobre las tribus vecinas, recurrían a un constante uso de la fuerza, que se manifestaba especialmente durante las ceremonias anuales dedicadas al culto a los oba difuntos y a la divinización de] oba reinante, y que implicaban la realización de sacrificios masivos de los prisioneros de guerra.
Cabeza de bronce (Museo de Arte Primitivo, Nueva York). Esta escultura pro-
cede del reino de Benin y está fechada aproximadamente en el período que va 
de 1550 a 1680. Cabezas semejantes fueron halladas en los altares reales de Be-
nin como recordatorio de los antepasados.

En 1897, las constantes denuncias que hacían los pueblos vecinos de la crueldad que reinaba en Benin decidieron al vicecónsul británico, Mr. Phillips, a intervenir, comunicando al oba que deseaba visitar la ciudad. Pese a la negativa del oba, que manifestó que la época no era oportuna, por celebrarse entonces los ritos que aseguraban la continuidad de la dinastía y la riqueza de su reino, Phillips decidió realizar la visita.

Según parece, uno de los jefes de las tropas del oba, desobedeciendo las órdenes de éste, hizo caer en una emboscada a los blancos, y Phillips y sus acompañantes (excepto dos, que pudieron escapar y explicar lo sucedido) fueron asesinados.

La respuesta británica fue contundente, la ciudad de Benin fue sitiada, cañoneada hasta arrasarla y entregada al pillaje.

Los tesoros del palacio del oba, los altares, las cabezas de bronce, las copas, campanas, trompas, marfiles tallados, y las hermosas placas de bronce de paredes y columnas, fueron repartidas entre los soldados. A la larga, una buena parte de las mejores piezas pasaron a engrosar las colecciones inglesas; algunas, muy pocas, quedaron en Nigeria y otras se dispersaron por el mundo.

Actualmente, la mayor y mejor colección de piezas de Benin es, sin duda, la del Museo de Berlín -Dahlen; le sigue la del Museo Británico y la colección Pitt-Rivers, también en Inglaterra.
       
Así terminó la más importante y más larga tradición artística del África negra.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

Las tallas africanas de madera

La estatuaria del África negra de madera incluye objetos y temas variados. Hay que destacar en primer lugar Las figuras para el culto a los antepasados y las máscaras, que constituyen los temas más ampliamente difundidos. Otros temas cultivados solamente por tribus muy determinadas son los fetiches, relacionados con la magia, las figuras de divinidades o de personajes reales (que aparecen solamente entre las tribus de mayor desarrollo cultural) y objetos varios en los que, en ocasiones, la plástica africana alcanza sus más bellas manifestaciones, como tronos, taburetes, bandejas y cajas para la adivinación, copas, puertas, columnas, tambores y figuras de animales. Se ha dicho que toda la estatuaria africana tiene un trasfondo religioso. Aunque esta afirmación es excesivamente rotunda, es cierto que una buena parte de las mejores tallas africanas están dedicadas al culto a los antepasados, al mito, la magia y el ritual.

Figura de bronce (Museo Volkerskunde, Viena). Pro-
cede de Benin, donde a finales del siglo XIII, de a-
cuerdo con las tradiciones, el aba Oguola, sexto de la 
dinastía, pidió al oni de lfé que le enviase un orfebre 
para enseñar a sus artesanos la técnica del bronce. Es-
ta rama artística tuvo mucha difusión entre los persona-
jes regios y los altos dignatarios.

El negroafricano cree que todos los seres y cosas dotados de vida poseen un espíritu que los anima: cuando mueren, su espíritu vaga libremente y, según sea el comportamiento de los vivientes respecto a él, puede actuar de una manera positiva o negativa.

El hombre, para lograr dominar los espíritus de los difuntos, puede recurrir al culto, que incluye ritos, sacrificios y ceremonias, y también acudir a la magia, que podrá ser realizada con fines benéficos (magia blanca) o maléficos (magia negra).

La propia realización de una talla dedicada a ese culto se inicia ya en medio de ritos especiales que tienen por objeto apaciguar al espíritu del árbol del que se ha de obtener la madera para la escultura. Los ritos consisten en sacrificar al espíritu del árbol un pequeño animal, generalmente un pollo, cuya sangre se derramará sobre la madera, y en el recitado de fórmulas mágicas salmodiadas. Una vez tallada la figura, se purifica ésta mediante sahumerios y se baña con aceite de palma para evitar que espíritus dañinos penetren en ella. Más tarde se consagra a los espíritus de los difuntos, que pasarán a residir en ella mediante ceremonias en las que se invoca a los espíritus en medio de danzas y ritos especiales.

Una vez "consagrada" la estatuilla, en la que ya reside el espíritu de un difunto en particular, o el espíritu de los difuntos del grupo, se procurará obtener su benevolencia y ayuda mediante pequeñas ofrendas de comida, vino de palma, sahumerios, etc.

Máscara de marfil procedente de Benin (British Museum, Londres). Las más-
caras están estrechamente vinculadas a la iniciación, es decir, al ceremonial de 
una enseñanza que los recién llegados reciben de sus mayores y cuyo secreto 
deben guardar. Según las poblaciones, las máscaras eran realizadas por espe-
cialistas, así como por miembros de la asociación o de los nuevos iniciados que 
trabajaban bajo la dirección de sus mayores. Hechas de madera y fibras vegeta-
les, adornadas con mechones de pelo, conchitas o pequeños objetos de proce-
dencia europea, o enteramente de metal, las máscaras son tradicionalmente ob-
jetos de carácter casi siempre religioso o mágico.

      Las tallas para el culto de los antepasados de ciertas etnias africanas se cuentan entre las más notables piezas del denominado "arte primitivo"; así, las de los baulé de Costa de Marfil, los dogon de Mali, los fang de Gabón y Guinea Ecuatorial, los bakota de Gabón, los bakongo, baluba, bakota, bapende, bena lulua, etc., de Zaire.

Aunque la utilización de máscaras se extiende a todos los continentes, épocas y culturas, es en África, y entre los pueblos de raza negra y de cultura agrícola, donde el uso de la máscara alcanza mayor difusión, significado y variedad.

Las máscaras, como las estatuillas para el culto a los antepasados, están relacionadas con el mundo de los espíritus. La máscara es el instrumento del que se vale el hombre para captar la fuerza que emana de los espíritus, someterla y transmitirla a la comunidad, para que ésta la use en su propio provecho.
Estatuilla fang femenina (Museo Etnológico, Bar-
celona). Símbolo de la numerosa descendencia, es-
ta figura representa a un antepasado femenino. En 
el arte fang, el culto a los ancestros se manifiesta 
con estas tallas en madera, que evidentemente per-
sonifican a una muerta en posición sedente.


La máscara ha de tener un aspecto semejante al del espíritu que se desea dominar, para que éste se sienta atraído y tome posesión del portador de la máscara.

La máscara es una simple apariencia del espíritu y el enmascarado no se identifica con el espíritu que invoca, sino que éste toma posesión de su persona, hasta el punto que el portador de la máscara," fuera de sí" -perdida momentáneamente su propia personalidad-, en puro frenesí en estado incluso de trance, actúa, se mueve, habla, gesticula y danza de modo distinto al suyo habitual; se convierte en instrumento del espíritu, a través del cual éste se manifiesta.

Las máscaras desempeñan un papel eminente en las ceremonias funerarias¡ gracias a ellas, el grupo -familia, clan, tribu- del que formaba parte el difunto logra dominar la fuerza vital del espíritu del difunto, de modo que no pueda convertirse en una fuerza maligna que llegue a perjudicar a los suyos.

Realmente, las máscaras están presentes en todas las ceremonias y actividades importantes de las sociedades negroafricanas. Así, se invoca a los espíritus de la fecundidad en el momento de iniciar la siembra o de recoger la cosecha. Se les invoca en las ceremonias nupciales para que la nueva pareja sea fecunda y dé muchos hijos a su pueblo.

Los espíritus de los animales son requeridos mediante ceremonias y danzas en los que actúan hombres cubiertos con máscaras, en las que aparecen atributos y rasgos propios de los animales invocados, bien para propiciar una buena caza, bien para alejarlos del grupo o del poblado, si son animales dañinos.

Los pueblos que han desarrollado un panteón de divinidades y una mitología relacionada con ellos celebran ceremonias en las que los participantes, enmascarados, animan con sus gestos y movimientos los relatos míticos que relacionan a la divinidad con el grupo social en cuestión.

Las máscaras también pueden revestir un carácter antisocial, cuando las usan hechiceros o brujos, para captar la fuerza de los espíritus malignos y encauzarla hacia fines perversos.

Una característica común a la mayor parte de los pueblos negroafricanos son las denominadas sociedades secretas.
Figurilla Dogon (Colección Fuhrman,
Nueva Cork). Pieza procedente de
Malí y realizada por la etnia Dogon,
que representa a un personaje mito-
lógico.

Se trata de asociaciones que agrupan a ciertos individuos de un poblado para realizar alguna tarea en común: sociedades de cazadores, de herreros, sociedades que se ocupan del gobierno del poblado, de la administración de justicia, del mantenimiento del orden o de la iniciación de los jóvenes.

Cada una de estas sociedades observa ceremonias especiales de iniciación de los nuevos miembros, en cuyo contexto se efectúan ritos y danzas en las que actúan elementos enmascarados.

Las sociedades más ampliamente extendidas son las dedicadas a la iniciación de los niños, que también han sido denominadas "escuelas de la selva", ya que en su seno los niños van aprendiendo los conocimientos de los adultos: el cultivo de la tierra, los métodos de caza y pesca, y los relatos acerca de las hazañas de sus antepasados.

En estas "escuelas de la selva", los niños son sometidos a duras pruebas para fortalecer su cuerpo y su espíritu. En muchas de estas pruebas participan hombres enmascarados y los hechiceros practican a los niños los tatuajes, marcas y escarificaciones que les identificarán como miembros del grupo; por último, y como signo de entrada en la edad adulta, el hechicero los circuncidará.

Cabe decir que, desde el punto de vista estético, las máscaras constituyen, sin duda, la más original vigorosa, variada, expresiva y bella de las realizaciones plásticas de las culturas negroafricanas.

Entre las tallas africanas hay que destacar un tipo de figuras relacionadas con la magia, generalmente de tipo maléfico, o de magia negra; son los denominados fetiches (de la palabra portuguesa jeiti9o, hechizo). Son casi siempre figuras humanas o de animales de pequeño tamaño, y su poder mágico, su fuerza, no radica en la estatuilla propiamente dicha, sino en alguna sustancia, dotada de poderes mágicos, que se conserva en su interior, generalmente en una cavidad excavada en el torso o en el ombligo de la figurilla, que va tapada en muchas ocasiones por un espejito. Las sustancias mágicas pueden ser pequeños huesos de animales, garras, o colmillos de león o leopardo, picos de pájaros o cabellos de algún brujo. Un tipo especialmente maligno de fetiches son los llamados "de clavos"; son figuras humanas, erizadas de clavos de hierro, cada uno de los cuales representa una maldición, un conjuro para lograr provocar la muerte, o un daño intenso, a otro ser humano.

Al parecer, los fetiches tienen su origen en los relicarios introducidos en el Congo por los portugueses, en su intento por cristianizar aquellos territorios.

Estatuilla fang masculina (Museo Etnológico,
Barcelona). Los fang utilizaban estas figuras
para el culto a los antepasados; estaban pro-
vistas de un vástago que se introducía en la
tapa de una caja cilíndrica hecha con corteza
(bieri), en cuyo interior se guardaban los crá-
neos de los ancestros ilustres.
Algunas etnias han desarrollado tipos especiales de estatuaria, aparte de las tallas para el culto a los antepasados, las máscaras y los fetiches. En general, se trata de las tribus de cultura más desarrollada; así, los yoruba de Nigeria, descendientes de los creadores del arte de lfé y Benin, cuyos conceptos religiosos han evolucionado hasta crear un vasto panteón de divinidades, tallan representaciones de esos dioses: Olorun, dios del mar; Obatala, diosa de la tierra, o Shango, dios del trueno. Por otra parte, en las sociedades secretas de esta etnia se utilizan máscaras muy complejas, en forma de casco coronado por estructuras formadas por numerosos personajes; en estas escenas se representa a los dioses o los reyes rodeados por sus cortesanos, escenas míticas con numerosos animales, y también a los hombres blancos y sus extrañas costumbres, siempre cubiertos con salakot y, modernamente, montados en vespa o en coche.

Los yoruba también tallan unas figuritas de pequeño tamaño, denominadas ibeji, que se utilizan en el culto a los hermanos gemelos; si uno de ellos muere, la madre, y más tarde su mellizo, cuidarán de la estatuilla que le ha sido dedicada y le ofrecerán pequeños sacrificios y toda clase de cuidados.

Algunas tribus del Congo, como los bakuba y los bakongo, realizaron en el pasado extraordinarias esculturas representando a sus reyes. Algunas de ellas han llegado hasta el presente gracias a los especiales cuidados a que fueron sometidas, mediante unturas con aceites que las protegieron perfectamente y les proporcionaron bellas pátinas: retratos del rey Shamba Bolongongo (1600-1620) y de Kata Mbala (1810), ambas conservadas en el Museo de Tervuren (Bélgica).

Máscara Kuwelw (Museo de Artes Africanas y Oceánicas, París). Procedente de la Repú-
blica del Congo. Esta máscara de madera policroma tiene un uso ritual en las ceremonias 
de iniciación de los jóvenes, en la que pasan de la adolescencia a la edad adulta. Las más-
caras suelen hacerlas especialistas o las asociaciones de los nuevos iniciados.

Los bakuba tallaban además hermosos recipientes para libaciones rituales en forma de mujer arrodillada, que sostiene entre sus manos una copa, o también copas en forma de cabeza de mujer. Los baluba (también del Congo) realizaban taburetes y reposacabezas, usados también por el rey y su corte: el asiento reposa sobre los hombros y la cabeza de una mujer arrodillada, cuyo rostro refleja una infinita resignación. ...,.. Fetiche de la cultura Kota (Museo de Arte Africano, Washington). En África abunda este tipo de estatuillas destinadas a guardar objetos con poderes sobrenaturales y los hechiceros son los encargados de influir sobre tales fuerzas en sentido benéfico o maléfico para la comunidad.

Máscara de la tribu Gourosi (Museo lfán, Dakar). Usada 
en las ceremonias de iniciación, la pieza está realizada en 
madera con decoración geométrica policroma y representa
a un animal.


Vaso de sacrificios tallado en madera pintada, del pueblo  yoruba (Mu-
seo lfán, Dakar). El uso de la madera fue muy extendido entre las tri-
bus africanas. Generalmente, la talla en madera se realizaba con una a-
zuela o un simple cuchillo. El pueblo yoruba realizó numerosas escul-
turas representando divinidades, héroes y familiares, y para ritos de so-
ciedades masculinas.

Numerosas etnias africanas tallan objetos de madera para uso cotidiano, decorados con relieves e incluso con figuras exentas. Así, las puertas para las casas de los dogon y bambara de Mali, y de los senufo y baulé de Costa de Marfil; las columnas formadas por figuras superpuestas, de los yoruba de Nigeria y los fon de Dahomey (actual Benin); las cerraduras para puertas, de los dogon y bambara. Entre las etnias del Camerún es frecuente tallar taburetes cuyo asiento reposa sobre la espalda de un leopardo, y hace unas décadas, realizaban curiosos tronos para sus reyes que recubrían con infinitas sartas de cuentas de vidrio de colores.

Fetiche de la cultura Kota (Museo de Arte Africano, Washington). En Áfri-
ca abunda este tipo de estatuillas destinadas a guardar objetos con poderes 
sobrenaturales y los hechiceros son los encargados de influir sobre tales 
fuerzas en sentido benéfico o maléfico para la comunidad.

Figura sentada en un leño (Museo de Artes Africanas y Oceánicas, París). El uso de la 
madera fue muy amplio entre las tribus africanas. Generalmente, la talla en madera se 
realizaba con una azuela o un simple cuchillo. El pueblo yoruba realizó numerosas es-
culturas representando divinidades, héroes y familiares, y para ritos de sociedades mas-
culinas, como esta pieza procedente de Nigeria.

También se decoran los instrumentos musicales: arpas, tambores, liras y otros muchos objetos.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

La influencia del arte negroafricano en el siglo XX europeo


Los prometidos de Modigliani (Museum
of Modern Art, Nueva York)
El arte negroafricano es fundamentalmente escultórico y la materia prima predominante en su elaboración ha sido desde sus inicios la madera. Como es lógico, sus escultores han preferido siempre la utilización de maderas blandas por la facilidad que les brindaba la naturaleza de su constitución en el momento de ejecutar la talla. Pero, por otro lado, esta elección implica un material con menor resistencia a la erosión y representa un inconveniente a la hora de profundizar en su estudio, ya que gran parte de las obras ha desaparecido.

Sin embargo, la escultura negroafricana, que ha mantenido una serie de constantes en el trascurso de miles de años, ha conseguido llegar a la actualidad representando, incluso, una importante influencia en numerosos artistas occidentales modernos. Podría decirse incluso que sus premisas estéticas han contribuido a revolucionar parte importante del arte europeo a partir del siglo XX. Movimientos cubistas, fauvistas, expresionistas, se han nutrido de la influencia de estas consignas en su desarrollo, y los ejemplos pueden encontrarse en obras de artistas de la talla de BraquePicasso o Vlaminck, que se han servido notablemente de su fuerza expresiva.

Entre estos artistas, es importante señalar la transformación pictórica llevada a cabo por Amedeo Modigliani en este sentido, que se hace evidente en la composición de sus singulares retratos.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

Las técnicas cerámicas

Las piezas cerámicas más antiguas que se han descubierto en el continente africano se remontan al VI milenio a.C., tal como demuestran ciertos fragmentos hallados en el desierto del Sahara.

Mwana Hiti (Museo de Etnologra AMPK, Ber-
lín). Figura de forma cilindrica y muy estiliza-
da, procedente de Tanzania, que representa a u-
na muchacha. Las utilizan las jóvenes durante 
su reclusión ritual antes de la ceremonia de ini-
ciación.
Pueden distinguirse entre dos tipos de objetos cerámicos: las esculturas y los utensilios de uso cotidiano. A pesar de estar fabricados con las mismas técnicas, éstos difieren radicalmente en cuanto a su funcionalidad y naturaleza. Mientras la escultura puede tener significación ritual o mágica, los elementos domésticos eran concebidos para resultar prácticos en el hogar. Estos últimos podían contener leche o grano, cerveza o miel, hierbas curativas e incluso las cenizas de los familiares fallecidos. Cada uno de ellos adaptaba su forma y aspecto externo a su funcionalidad precisa.

La cerámica africana antigua estaba habitualmente modelada por mujeres, ya que el acto de realización de este tipo de obras se encontraba íntimamente relacionado con los rituales de fertilidad y el proceso de creación de la vida. Sin embargo, y como se verá un poco más adelante, existen ciertas culturas en las que son los hombres quienes se ocupan de esta labor.

Los objetos cerámicos africanos tradicionales están modelados a mano, sin la utilización de la rueda de alfarero. Si bien en la actualidad ésta se halla presente en algunos centros productores, las técnicas ancestrales de manipulación y tratamiento de la arcilla siguen siendo las más expandidas en la mayor parte del continente, sin peligro de desaparecer próximamente. De hecho, trabajar el material a mano presenta más dificultad que hacerlo con la rueda de alfarero, por lo que los objetos realizados mediante esta técnica requerían mayor destreza que los hechos utilizando medios mecánicos.


Máscara yoruba (Museo de Arte Africano, Washington). El 
arte yoruba, fuertemente deudor del de lfé y Benin, desa-
rrolló numerosas representaciones de divinidades.
En la imagen se muestra una pieza que se caracteriza por su
reducido tamaño en comparación con otras como las de los 
baga de Guinea. Las máscaras africanas ofrecen un gran aba-
nico de representaciones, unas más "realistas" y otras de ca-
rácter eminentemente simbólico. También son muy variadas
sus dimensiones.

Taburete (Museo del Congo, Bruselas). Talla en madera procedente de Lubason-
gye (Congo). El trabajo de la madera presenta múltiples variaciones. sufriendo a 
menudo manipulaciones con pátina o barniz, que dan a las esculturas bellos ma-
tices, como se aprecia en la pieza de la imagen.

Como ya se ha avanzado, tanto los receptáculos como las esculturas cerámicas africanas se realizaban teniendo en cuenta las mismas técnicas, ya que normalmente una sola persona se encargaba de fabricar el material y de darle forma. El creador, una vez preparada la arcilla mezclando la tierra seleccionada con agua, colocaba una pequeña cantidad de ésta sobre un soporte, para realizar la base del objeto. Encima de la misma se iba construyendo el artefacto, a través de diferentes trozos que se modelaban con las manos de forma individual. Sin embargo, en determinadas regiones del continente, se usaban otras técnicas para construir los objetos. Las mujeres ashanti de Ghana, por ejemplo, los elaboraban a partir de una única porción de arcilla; al igual que los artistas cerámicos de Sokoto.

Panel de madera esculpida (Musée de I'Homme, Pa-
ris). Además de esculturas y máscaras de madera, los 
pueblos africanos trabajaron a menudo objetos del mo-
biliario, como las puertas y los pilares de los palacios 
reales.

        Generalmente, los objetos se dejaban secar al sol hasta que perdían toda la humedad. Entonces, se procedía a su cocción, para lo cual se colocaban sobre una capa de maleza, eran recubiertos con hierba y, finalmente, se prendían con fuego. Aunque la duración de la cocción variaba según las dimensiones de la pieza y las regiones donde se efectuaba, habitualmente ésta se prolongaba entre 15 minutos y un par de horas. Los hornos no empezaron a ser utilizados hasta el final de la sociedad tribal, por lo que hoy en día muchos pueblos africanos siguen elaborando sus objetos cerámicos con las técnicas ancestrales de sus antepasados.

        Los utensilios que se usaban para la fundición de estas piezas eran, por regla general, elementos sacados del entorno natural, como vainas, trozos de cuero y guijarros, e incluso pequeñas varillas de madera para efectuar las decoraciones del exterior antes de su secado. Después de éste, se podían realizar ornamentaciones con incisiones de cuchillos o incluso con pigmentos.

        Nigeria es uno de los lugares que alberga restos de cerámica de gran antigüedad, en especial procedentes de la cultura de Nok. Estos pueblos sobresalieron en las representaciones escultóricas de cabezas y partes del cuerpo, algunas de ellas de tamaño real, y se les puede considerar como precursores de este tipo de producción en el continente.

        Además de la cultura de Nok, en Nigeria también es destacable la presencia de los lfé, cuya tradición cerámica es igualmente remarcable. Probablemente influenciados por el pueblo Nok, los Ifé produjeron también esculturas de gran naturalismo, tratándose de las dos únicas culturas africanas en haber construido figuras de seres humanos a tamaño natural.

Bote de cerámica (Museo Horniman, Londres). Realizada por la etnia yoruba de Nigeria, esta 
vasija se utiliza para guardar agua o el licor obtenido de la palmera.

        Ghana es una de las regiones productoras de cerámica, que destaca tanto por lo que se refiere a su producción ritual como a sus esculturas y otras piezas de uso doméstico. En esta región, las mujeres tenían prohibido realizar piezas cerámicas con formas antropomórficas o zoomorfas. De su elaboración y también de la ornamentación se ocupaban, entonces, los hombres. La leyenda cuenta que una mujer, después de haber modelado este tipo de obras, se quedó estéril, al haber confundido su rol de madre con el de alfarera.

        Los pueblos ashanti de Ghana se revelan como unos de los creadores más interesantes, expertos en la confección de los denominados abusua kuruwa. El término kuruwa significa utensilio para líquidos, elaborado por un hombre, y abusua quiere decir familia, o clan. Estos recipientes familiares, tienen una funcionalidad ritual ya que son usados durante las ceremonias que siguen a los entierros, para albergar los cabellos de los familiares vivos, y ser enterrados con sus restos, así como con otros objetos de características semejantes. Por otra parte, los ashanti son también especialistas en la realización de mogyemogye, o "mandíbulas", un receptáculo destinado a contener el vino usado en ciertas ceremonias de libación tribales. Este tipo de trabajos es especialmente bello y ornamental, siendo muy apreciado en la actualidad por los coleccionistas.

Figuritas Matakam (Colección privada). Estas dos vasijas huecas de terracota representan a un hombre y una mujer exageradamente caracterizados por sus atributos sexuales. La cultura matakam, de la que se conservan algunos vestigios tribales en las montañas de Camerún, sufre en la actualidad una progresiva extinción de sus tradiciones debido a la tremenda expansión de la civilización occidental. Anclada en las costumbres del neolítico. el estilo de vida Matakam se ha mantenido aislado del contacto del hombre blanco hasta los albores del siglo XX.

       La región central del continente africano, especialmente la actual República del Congo, es así mismo una de las zonas más interesantes por lo que respecta a la producción cerámica. Se trata de un área especialmente rica a nivel tipológico, como también lo es el noreste de África, cuyas piezas de uso doméstico destacan de entre el resto por su sencillez y delicadeza. Burundi es igualmente un país con una rica herencia cerámica, cuyo ejemplo más representativo podrían ser los utensilios en forma de pequeñas calabazas, tan sugestivas y sofisticadas que se han llegado a comparar con objetos decorativos japoneses.

        El caso de Uganda es especial, ya que en este país se han hallado un tipo de representaciones atípicas, sin parangón en el resto del continente. En el yacimiento de Luzira Hill, no muy lejos del Lago Victoria, se descubrió una serie de cabezas y torsos en terracota, de pequeño formato y de características formales muy peculiares. Aunque no se conoce todavía la fecha exacta de su realización, se cree que fueron elaboradas hace más de 400 años. Sin seguir criterios naturalistas, estas figuras de proporciones aleatorias transmiten, sin embargo, una gran fuerza expresiva.

Máscara funeraria ashanti (Colección privada). Procedente de Ghana, esta pie-
za de cerámica es una muestra de la orfebrería de carácter funerario que solían 
realizar los artesanos de la cultura ashanti. Estas esculturas de arcilla presenta-
ban unos rasgos muy naturalistas y se acostumbraban a enterrar junto a conos 
de tierra destinados a las tumbas de personajes ilustres.
En pueblos vecinos, dichos betilos también sirven como mojones de culto propi-
ciatorio de la fertilidad y la resurrección.

        Nigeria es otra de las zonas más interesantes por lo que se refiere a sus producciones cerámicas antiguas. La cultura yoruba, presente en la parte occidental del país, es conocida por haber fabricado recipientes para el culto a los dioses. Éstos se hallan en su mayoría bellamente ornamentados, sobre todo en el extremo suroeste de la región, cerca de la frontera de Benin. A diferencia de los ashanti, en los yoruba era la mujer quien modelaba la cerámica, y el hombre se dedicaba a las obras que requerían el trabajo con bronce fundido.

Vaso circular igbo (Colección privada). Este recipiente globular de terracota, probablemente realizada por artesanos nigerianos en el siglo X, presenta asideras en forma de cola de serpiente y una elaborada ornamentación incisa. De entre las 250 etnias que conforman el Estado de Nigeria, los pueblos del sureste engloban predominantemente la cultura igbo, cuyo amplio sector poblacional se convirtió al cristianismo con la llegada del hombre europeo.

      Los igbo, también pertenecientes a la actual Nigeria, conservan una tradición cerámica excepcionalmente variada, semejante a la de los pueblos del Congo. Sus piezas, de formas, colores, texturas y estilos muy diversos, se cuentan entre las más famosas de África, destacando entre ellas las concebidas para el culto a los antepasados.

Vaso circular zulu (Museo Horniman, Londres). En las ceremonias zulu la ingesta de bebidas alcohólicas y psicotrópicas tiene un destacado papel ritual. Este recipiente de cerámica pulida proveniente de Sudáfrica servía como ofrenda de líquidos para los dioses.

        Finalmente, cabe poner de relieve las piezas cerá micas de la Kabilia argelina. Los kabilios, pueblo de agricultores y reputados joyeros, son también famosos por sus producciones en cerámica, y especialmente por las decoraciones geométricas de sus piezas. La tradición cerámica kabilia es muy antigua, de hecho, se tiene constancia de la existencia de piezas fechadas en el siglo VII a. C. Sus influencias son variadas, pero residen sobre todo en los estilos neolíticos de las costas mediterráneas. Sin embargo, la rica tradición kabilia parece estar despareciendo debido a las presiones de la industrialización y al peso de la religión monoteísta.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

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