Al
este de los yoruba y al oeste del río Ifé, están establecidos los edo, una
etnia compuesta por varias tribus, entre las que se cuenta la de los bini, cuya
capital fue Benin.
Los bini formaron en el siglo XII uno de los reinos
confederados que rendía pleitesía al oni de Ifé. Incluso parece que un aba
-rey- de Benin pidió al oni de Ifé, en el siglo XIII, que enviase a su ciudad
un maestro en el arte de la fundición del bronce.
Los bini constituían un grupo guerrero y pronto
formaron uno de los más poderosos imperios que han existido en África. En el
siglo XV, el portugués Fernando Poo estableció un tratado comercial, entre el
rey de Portugal y el oba reinante en Benin, por el que los africanos entregaban
productos tales como pimienta, aceite de palma, marfil y esclavos, recibiendo a
cambio sal, telas, alambre, utensilios metálicos, armas de fuego y pólvora. Los
portugueses introdujeron en Benin las naranjas, los limones, el cacao, el maíz
y el tabaco.
En los siglos XVI y XVII comerciantes ingleses y
holandeses establecieron sus factorías en Benin. Precisamente un viajero
holandés, Dapper, nos ha dejado una magnífica y vívida descripción de la ciudad
de Benin y del palacio del oba, con sus pilares recubiertos de placas de bronce
decoradas con hermosos relieves.
El bronce era un material de primordial importancia
para los bini, y el oba tenía el monopolio de su fabricación y utilización,
consistente en la realización de objetos suntuarios y religiosos para el oba y
su corte.
En Benin se produjeron piezas de bronce, y también
tallas de marfil, a lo largo de varios siglos; las mejores y más bellas
esculturas y placas con relieves son, sin duda, las realizadas a mediados del
siglo XVI. Entre las primeras destacan las cabezas de reinas madre, de bellos y
delicados rostros y graciosos tocados; entre las placas destacan las escenas de
caza, en las que están representados arcabuceros portugueses, y las de corte.
Otra época de bellas producciones fue el siglo XVIII. A partir de entonces el
arte de los broncistas de Benin entró en una progresiva decadencia; las cabezas
de los oba se hicieron cada vez más estereotipadas, la fundición perdió
calidad, y aumentó el grosor del material empleado.
A finales del siglo XIX, cuando los ingleses iniciaron la colonización de Nigeria, el reino de Benin se había convertido en paradigma de terror y crueldad, ya que los oba, para mantener su posición preponderante sobre las tribus vecinas, recurrían a un constante uso de la fuerza, que se manifestaba especialmente durante las ceremonias anuales dedicadas al culto a los oba difuntos y a la divinización de] oba reinante, y que implicaban la realización de sacrificios masivos de los prisioneros de guerra.
En 1897, las constantes denuncias que hacían los
pueblos vecinos de la crueldad que reinaba en Benin decidieron al vicecónsul
británico, Mr. Phillips, a intervenir, comunicando al oba que deseaba visitar la ciudad. Pese a la
negativa del oba, que manifestó que la época no era oportuna, por celebrarse entonces
los ritos que aseguraban la continuidad de la dinastía y la riqueza de su
reino, Phillips decidió realizar la visita.
Según parece, uno de los jefes de las tropas del
oba, desobedeciendo las órdenes de éste, hizo caer en una emboscada a los blancos,
y Phillips y sus acompañantes (excepto dos, que pudieron escapar y explicar lo
sucedido) fueron asesinados.
La respuesta británica fue contundente, la ciudad
de Benin fue sitiada, cañoneada hasta arrasarla y entregada al pillaje.
Los tesoros del palacio del oba, los altares, las
cabezas de bronce, las copas, campanas, trompas, marfiles tallados, y las hermosas
placas de bronce de paredes y columnas, fueron repartidas entre los soldados. A
la larga, una buena parte de las mejores piezas pasaron a engrosar las
colecciones inglesas; algunas, muy pocas, quedaron en Nigeria y otras se
dispersaron por el mundo.
Actualmente, la mayor y mejor colección de piezas
de Benin es, sin duda, la
del Museo de Berlín -Dahlen; le sigue la del Museo Británico
y la colección
Pitt-Rivers , también en Inglaterra.
Así terminó la más importante y más larga tradición
artística del África negra.
Fuente:
Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat
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