La
estatuaria del África negra de madera incluye objetos y temas variados. Hay que
destacar en primer lugar Las figuras para el culto a los antepasados y las
máscaras, que constituyen los temas más ampliamente difundidos. Otros temas
cultivados solamente por tribus muy determinadas son los fetiches, relacionados
con la magia, las figuras de divinidades o de personajes reales (que aparecen
solamente entre las tribus de mayor desarrollo cultural) y objetos varios en
los que, en ocasiones, la plástica africana alcanza sus más bellas
manifestaciones, como tronos, taburetes, bandejas y cajas para la adivinación,
copas, puertas, columnas, tambores y figuras de animales. Se ha dicho que toda
la estatuaria africana tiene un trasfondo religioso. Aunque esta afirmación es
excesivamente rotunda, es cierto que una buena parte de las mejores tallas
africanas están dedicadas al culto a los antepasados, al mito, la magia y el
ritual.
El negroafricano cree que todos los seres y cosas
dotados de vida poseen un espíritu que los anima: cuando mueren, su espíritu
vaga libremente y, según sea el comportamiento de los vivientes respecto a él,
puede actuar de una manera positiva o negativa.
El hombre, para lograr dominar los espíritus de los
difuntos, puede recurrir al culto, que incluye ritos, sacrificios y ceremonias,
y también acudir a la magia, que podrá ser realizada con fines benéficos (magia
blanca) o maléficos (magia negra).
La propia realización de una talla dedicada a ese
culto se inicia ya en medio de ritos especiales que tienen por objeto apaciguar
al espíritu del árbol del que se ha de obtener la madera para la escultura. Los
ritos consisten en sacrificar al espíritu del árbol un pequeño animal,
generalmente un pollo, cuya sangre se derramará sobre la madera, y en el
recitado de fórmulas mágicas salmodiadas. Una vez tallada la figura, se
purifica ésta mediante sahumerios y se baña con aceite de palma para evitar que
espíritus dañinos penetren en ella. Más tarde se consagra a los espíritus de
los difuntos, que pasarán a residir en ella mediante ceremonias en las que se
invoca a los espíritus en medio de danzas y ritos especiales.
Una vez "consagrada" la estatuilla, en la
que ya reside el espíritu de un difunto en particular, o el espíritu de los
difuntos del grupo, se procurará obtener su benevolencia y ayuda mediante
pequeñas ofrendas de comida, vino de palma, sahumerios, etc.
Las tallas
para el culto de los antepasados
de ciertas etnias africanas se cuentan entre las más notables piezas del
denominado "arte primitivo"; así, las de los baulé de Costa de
Marfil, los dogon de Mali, los fang de Gabón y Guinea Ecuatorial, los bakota de
Gabón, los bakongo, baluba, bakota, bapende, bena lulua, etc., de Zaire.
Aunque la utilización de máscaras se extiende a
todos los continentes, épocas y culturas, es en África, y entre los pueblos de
raza negra y de cultura agrícola, donde el uso de la máscara alcanza mayor
difusión, significado y variedad.
Las máscaras, como las estatuillas para el culto a
los antepasados, están relacionadas con el mundo de los espíritus. La máscara
es el instrumento del que se vale el hombre para captar la fuerza que emana de
los espíritus, someterla y transmitirla a la comunidad, para que ésta la use en
su propio provecho.
La máscara ha de tener un aspecto semejante al del
espíritu que se desea dominar, para que éste se sienta atraído y tome posesión
del portador de la máscara.
La máscara es una simple apariencia del espíritu y
el enmascarado no se identifica con el espíritu que invoca, sino que éste toma
posesión de su persona, hasta el punto que el portador de la máscara,"
fuera de sí" -perdida momentáneamente su propia personalidad-, en puro
frenesí en estado incluso de trance, actúa, se mueve, habla, gesticula y danza
de modo distinto al suyo habitual; se convierte en instrumento del espíritu, a
través del cual éste se manifiesta.
Las máscaras desempeñan un papel eminente en las
ceremonias funerarias¡ gracias a ellas, el grupo -familia, clan, tribu- del que
formaba parte el difunto logra dominar la fuerza vital del espíritu del
difunto, de modo que no pueda convertirse en una fuerza maligna que llegue a
perjudicar a los suyos.
Realmente, las máscaras están presentes en todas
las ceremonias y actividades importantes de las sociedades negroafricanas. Así,
se invoca a los espíritus de la fecundidad en el momento de iniciar la siembra
o de recoger la cosecha.
Se les invoca en las ceremonias nupciales para que la nueva
pareja sea fecunda y dé muchos hijos a su pueblo.
Los espíritus de los animales son requeridos
mediante ceremonias y danzas en los que actúan hombres cubiertos con máscaras,
en las que aparecen atributos y rasgos propios de los animales invocados, bien
para propiciar una buena caza, bien para alejarlos del grupo o del poblado, si
son animales dañinos.
Los pueblos que han desarrollado un panteón de
divinidades y una mitología relacionada con ellos celebran ceremonias en las
que los participantes, enmascarados, animan con sus gestos y movimientos los relatos
míticos que relacionan a la divinidad con el grupo social en cuestión.
Las máscaras también pueden revestir un carácter
antisocial, cuando las usan hechiceros o brujos, para captar la fuerza de los
espíritus malignos y encauzarla hacia fines perversos.
Una característica común a la mayor parte de los
pueblos negroafricanos son las denominadas sociedades
secretas.
Figurilla Dogon (Colección Fuhrman,
Nueva Cork). Pieza
procedente de
Malí y realizada por
que representa a un personaje
mito-
lógico.
|
Se trata de asociaciones que agrupan a ciertos
individuos de un poblado para realizar alguna tarea en común: sociedades de
cazadores, de herreros, sociedades que se ocupan del gobierno del poblado, de
la administración de justicia, del mantenimiento del orden o de la iniciación
de los jóvenes.
Cada una de estas sociedades observa ceremonias
especiales de iniciación de los nuevos miembros, en cuyo contexto se efectúan
ritos y danzas en las que actúan elementos enmascarados.
Las sociedades más ampliamente extendidas son las
dedicadas a la iniciación de los niños, que también han sido denominadas
"escuelas de la selva", ya que en su seno los niños van aprendiendo
los conocimientos de los adultos: el cultivo de la tierra, los métodos de caza
y pesca, y los relatos acerca de las hazañas de sus antepasados.
En estas "escuelas de la selva", los
niños son sometidos a duras pruebas para fortalecer su cuerpo y su espíritu. En
muchas de estas pruebas participan hombres enmascarados y los hechiceros
practican a los niños los tatuajes, marcas y escarificaciones que les
identificarán como miembros del grupo; por último, y como signo de entrada en
la edad adulta, el hechicero los circuncidará.
Cabe decir que, desde el punto de vista estético,
las máscaras constituyen, sin duda, la más original vigorosa, variada,
expresiva y bella de las realizaciones plásticas de las culturas
negroafricanas.
Entre las tallas africanas hay que destacar un tipo
de figuras relacionadas con la magia, generalmente de tipo maléfico, o de magia
negra; son los denominados fetiches (de la palabra portuguesa jeiti9o,
hechizo). Son casi siempre figuras humanas o de animales de pequeño tamaño, y
su poder mágico, su fuerza, no radica en la estatuilla propiamente dicha, sino
en alguna sustancia, dotada de poderes mágicos, que se conserva en su interior,
generalmente en una cavidad excavada en el torso o en el ombligo de la figurilla,
que va tapada en muchas ocasiones por un espejito. Las sustancias mágicas
pueden ser pequeños huesos de animales, garras, o colmillos de león o leopardo,
picos de pájaros o cabellos de algún brujo. Un tipo especialmente maligno de
fetiches son los llamados "de clavos"; son figuras humanas, erizadas
de clavos de hierro, cada uno de los cuales representa una maldición, un
conjuro para lograr provocar la muerte, o un daño intenso, a otro ser humano.
Al parecer, los fetiches tienen su origen en los relicarios
introducidos en el Congo por los portugueses, en su intento por cristianizar
aquellos territorios.
Algunas etnias han desarrollado tipos especiales de
estatuaria, aparte de las tallas para el culto a los antepasados, las máscaras
y los fetiches. En general, se trata de las tribus de cultura más desarrollada;
así, los yoruba de Nigeria, descendientes de los creadores del arte de lfé y
Benin, cuyos conceptos religiosos han evolucionado hasta crear un vasto panteón
de divinidades, tallan representaciones de esos dioses: Olorun, dios del mar;
Obatala, diosa de la tierra, o Shango, dios del trueno. Por otra parte, en las
sociedades secretas de esta etnia se utilizan máscaras muy complejas, en forma
de casco coronado por estructuras formadas por numerosos personajes; en estas
escenas se representa a los dioses o los reyes rodeados por sus cortesanos,
escenas míticas con numerosos animales, y también a los hombres blancos y sus
extrañas costumbres, siempre cubiertos con salakot
y, modernamente, montados en vespa o en coche.
Los yoruba también tallan unas figuritas de pequeño
tamaño, denominadas ibeji, que se utilizan en el culto a los hermanos gemelos;
si uno de ellos muere, la madre, y más tarde su mellizo, cuidarán de la
estatuilla que le ha sido dedicada y le ofrecerán pequeños sacrificios y toda
clase de cuidados.
Algunas tribus del Congo, como los bakuba y los
bakongo, realizaron en el pasado extraordinarias esculturas representando a sus
reyes. Algunas de ellas han llegado hasta el presente gracias a los especiales
cuidados a que fueron sometidas, mediante unturas con aceites que las
protegieron perfectamente y les proporcionaron bellas pátinas: retratos del rey
Shamba Bolongongo (1600-1620) y de Kata Mbala (1810), ambas conservadas en el
Museo de Tervuren (Bélgica).
Los bakuba tallaban además hermosos recipientes
para libaciones rituales en forma de mujer arrodillada, que sostiene entre sus
manos una copa, o también copas en forma de cabeza de mujer. Los baluba
(también del Congo) realizaban taburetes y reposacabezas, usados también por el
rey y su corte: el asiento reposa sobre los hombros y la cabeza de una mujer
arrodillada, cuyo rostro refleja una infinita resignación. ...,.. Fetiche de la cultura Kota (Museo
de Arte Africano, Washington). En África abunda este tipo de estatuillas
destinadas a guardar objetos con poderes sobrenaturales y los hechiceros son
los encargados de influir sobre tales fuerzas en sentido benéfico o maléfico
para la comunidad.
Máscara de en las ceremonias de iniciación, la pieza está realizada en madera con decoración geométrica policroma y representa a un animal.
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Numerosas etnias africanas tallan objetos de madera
para uso cotidiano, decorados con relieves e incluso con figuras exentas. Así,
las puertas para las casas de los dogon y bambara de Mali, y de los senufo y
baulé de Costa de Marfil; las columnas formadas por figuras superpuestas, de
los yoruba de Nigeria y los fon de Dahomey (actual Benin); las cerraduras para
puertas, de los dogon y bambara. Entre las etnias del Camerún es frecuente
tallar taburetes cuyo asiento reposa sobre la espalda de un leopardo, y hace
unas décadas, realizaban curiosos tronos para sus reyes que recubrían con
infinitas sartas de cuentas de vidrio de colores.
También se decoran los instrumentos musicales:
arpas, tambores, liras y otros muchos objetos.
Fuente:
Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat
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