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Artistas de la A a la Z

Diseño y postmodernidad

El siglo XX empezó con el movimiento de artes y oficios -Arts & Crafts- en Gran Bretaña y Estados Unidos, y su concepción unitaria del arte y la artesarúa basada en la recreación estética y formalista de los objetos. Este movimiento pretendía no sólo impulsar una gran renovación social y estética, sino también irradiar su validez teórica a otros movimientos posteriores, creó una gran cantidad de escuelas de arte, desde donde se intentó una exploración que contribuyó, siguiendo los ideales de William Morris, a la formación de un nuevo concepto del diseño industrial. El modernismo de los primeros años apuntó, en especial desde Viena, la necesidad apremiante de liberar a los objetos de inútiles ornamentaciones artesanales, cediendo protagonismo a la industrialización y a la estética mecanicista consecuente con las teorías que más tarde definirían el racionalismo. Adolf Loos, con su violenta réplica Ornamento y delito, preconizaba el futuro comportamiento estético del diseño.

La experiencia del diseño racionalista del movimiento moderno, en especial desde la lección impartida por la Bauhaus, definió nuevos parámetros de actuación del diseño industrial. El espíritu del funcionalismo se impuso a las futuras generaciones de diseñadores.


Mueble Casablanca de Ettore Sottsass. Creada en 1981 , esta pieza de mobiliario demuestra que el diseño postmoderno ha realizado un desplazamiento oblicuo respecto a la línea del movimiento moderno y ha transgredido su lenguaje, recobrando la capacidad expresiva de las formas y la singularidad de la pieza única frente a la producción a gran escala.  

Arquitectura y diseño, hasta la década transgresora de 1960, siguen la línea impuesta por el funcionalismo y la obra de los grandes maestros, permitiendo individualidades y caracteres específicos en cada país en función de la propia tradición y experiencia, y del grado de desarrollo técnico, cultural o económico. Así, la vanguardia de la modernidad se desliza hacia la proliferación de lo idéntico, hacia la repetición indiferente, una especie de creatividad difusa en la que va desapareciendo la actitud crítica y opositora de la misma vanguardia.

Un cierto conformismo lingüístico se apodera de la herencia racionalista, cuya matriz va logrando resultados débiles y repetitivos. Con independencia de los condicionantes de producción y de mercado, que están en la raíz de este proceso, el diseño ha interrumpido el hilo teórico de sus antecesores. El concepto de "movimiento moderno" y su imagen historiográfica entró en crisis en la década de 1960. A partir de entonces, las tendencias del diseño describen una órbita de retorno y recuperación de modelos pasados transcritos al lenguaje ecléctico y controvertido de la nueva modernidad, del episodio denominado "postmodernidad", realizando un desplazamiento oblicuo respecto al eje direccional de los acontecimientos. Este movimiento de desplazamiento lateral, no de huida, a modo de salto del caballo, estableciendo una analogía con el juego del ajedrez, es típico del procedimiento artístico, una actitud transgresora que permite al lenguaje, debilitado por la cotidianeidad, recobrar la capacidad de comunicación.


Cafeteras La Conica de Aldo Rossi. Creada en 1982, esta máquina de café expreso se caracteriza por su simplicidad de líneas y su estricta funcionalidad. Está construida en acero con apoyo de cobre.  

El mundo de los objetos domésticos -mobiliario, lámparas, objetos para la mesa-, de los productos textiles, cerámicos o electrónicos, al igual que el del diseño gráfico, abandona los recursos del lenguaje minimalista del racionalismo, breve de vocabulario, analítico en sus respuestas y dominado por las líneas rectas, geometría elemental y monocromía, para llevar a cabo un giro excitante hacia el omamentalismo y la recuperación de los valores artísticos del diseño. La apropiación y simulación de motivos historicistas es una de sus estrategias.

El "menos es más" enunciado por Mies van der Rohe, componente esencial del breviario funcionalista, cede lugar al" menos es aburrido"; la supeditación de la forma a la función explicada en la célebre frase de Sullivan "la forma sigue a la función", se transforma en su inversión,"la función sigue a la forma". Este cariz ecléctico del diseño durante las últimas décadas del siglo no supone la restitución pragmática de ningún modelo pasado ni la supresión vandálica de los ideales y premisas del movimiento moderno, sino una nueva vía de actuación, licenciosa y artificiosa, que opta por combinar tradición y vanguardia, artesanía y alta tecnología, funcionalidad y artisticidad, estandarización y producción limitada, comercialización y utopía, elegancia y desaliño, simplicidad y complejidad.


Tapón de botella "Anna Stop 7" de Alessandro Mendini. La reputación del diseño italiano se basó en el desarrollo de una estética exclusiva que trasciende la filosofía de austeridad del Movimiento Moderno y busca el valor expresivo de los objetos. Esta pieza diseñada en 1998 ejemplifica este concepto de unión entre funcionalidad y estética. 



El diseñador deja de ser autor anónimo de aquello que enriquece la cualidad de vida del individuo, para pasar al status de artista, al estrellato de los elegidos.

El carácter socializador del primer diseño industrial, desnaturalizado ya durante los años treinta bajo la presión del styling, pero asumiendo la realidad del diseño como actividad estratégica de ventas en la sociedad consumista, llega en los años ochenta a su momento más eufórico y prolífico. La utilidad directa del diseño se desafía como dogma; aparecen sillas de formas escultóricas realizadas con materiales insólitos -vidrio, cartón encolado-, mesas con patas parecidas a un manillar de bicicleta, metamorfosis o simbiosis en ocasiones teatrales, u objetos domésticos imposibles de utilizar. Al igual que las fachadas se cubren de estucados, dorados y efectistas enyesados, o descomponen su volumetría y estructura lógica buscando nuevas reflexiones sobre la plasticidad o la función de la arquitectura, un radio transistor puede convertirse en una fláccida bolsa de plástico transparente, y los muebles pueden transformarse en objetos poéticos imposibles de clasificar o inspirarse alternativamente en los lenguajes primitivistas y futuristas. El manierismo inyecta atrevimiento a las nuevas premisas, y el diseñador comparte libertad con el artista, los museos exponen piezas de diseño y los diseñadores tantean el mundo de la pintura y la escultura aportando color, expresión y cualidades texturales a sus piezas.


Interior postmoderno de Ferry Farell y Charles Jencks (Londres). Creado en 1988 para una Casa Temática de Kensington. 

La proliferación de este tipo de diseños no funcionales se explica en el contexto de una cultura hedonista, experimental y plural. El diseño ejerce un papel relevante en una época de cambios y los diseñadores asumen un papel estratégico interpretando o sugiriendo las imágenes formales de nuestro tiempo. No hay que olvidar que el mundo del diseño (gráfico, industrial, de interiores, textil, etc.) a partir de la década de 1960 obedece, lógicamente, a intereses económicos y productivos, y es, sin duda, uno de los sectores con más futuro y mayor expansión. En el entorno de la sociedad postindustrial, el diseño es una de las alternativas productivas más convincente. Los industriales van entendiendo, poco a poco, que el buen diseño es una cualidad básica para que sus productos sean competitivos en el mercado de los objetos. Desde el diseño "personal" de un interior al diseño" colectivo" del mobiliario urbano, de un cenicero a un tren de alta velocidad, todo se contempla desde la óptica del diseño de calidad, en el que el factor estético es determinante.


Sillones "Big Soft Easy" y "Rolling Volume" de Ron Arad. Realizados en 1990 con vistoso cromatismo y sugerente morfología, son piezas únicas de potente presencia. Los valores pictóricos y escultóricos, la forma y las texturas de los materiales, imprimen al nuevo diseño de las últimas décadas una gran expresividad. Arte y diseño concilian una vez más sus presupuestos, funden lenguajes y comparten espacio comunicacional. 

A lo largo de la década de 1980 aparecen objetos que, superando las preocupaciones meramente funcionales o incluso poniéndolas en crisis, colocan en primer plano de su interés la expresión de los valores simbólicos, formales, conceptuales o rituales del diseño. Diseños originales, vanguardistas, radicales, como los proyectados desde 1976 por el Studio Alchymia, laboratorio de nuevas ideas fundado por Alessandro Guerrieri y definido como "proyecto de imágenes para el siglo XX". En 1979 presentó su primera colección de muebles y objetos "Bauhaus" con los prototipos y maquetas de Branzi, Michele de Lucchi, Mendini, Daniela Puppa y Ettore Sottsass, entre otros. Al mismo tiempo, Barbara Radice publicó Elogio del Banale. Alchymia prefiere definirse como productora de ideas y no de objetos.


Izquierda Silla Etrusca de Danny Lane (Colección particular). Diseño de 1990, realizado en cristal y acero forjado, en el que la simplicidad y la elegancia se combinan para producir un grato resultado. DerechaSilla Rush de Tom Dixon (Colección particular). Creada en 1990 utilizando acero y fibras de junco, su bajo coste y la matización, unidos al justo diseño, han hecho de esta silla un objeto clásico.   

En 1980 apareció en Milán el grupo Memphis alrededor del polifacético Ettore Sottsass. Desde el comienzo, una de las novedades de Memphis, como movimiento cultural integrado por arquitectos y diseñadores, fue su interés en colaborar con la producción industrial, considerándola como uno de los más importantes elementos canalizadores y promotores de la cultura pública. Pero como productora, Memphis no se sirve de los diseñadores, sino que se pone al servicio de sus intuiciones y visiones, convirtiéndose en una especie de camaleón que se mueve con soltura entre los museos y las grandes galerías, entre el mundo de los negocios y el de la cultura, una experiencia que nadie sabe cómo definir ni descifrar, que sigue un desarrollo insólito estableciendo nuevas relaciones con el público y el mercado. Memphis se caracteriza desde su nacimiento por la efervescencia de sus ideas e iniciativas, y cuenta con gran éxito entre el público y la prensa especializada. Los diseñadores vinculados a esta nueva productora -De Lucchi, Bedin, Thun, Du Pasquier, Zanini, entre otros- actúan como agitadores de ideas y amplían el concepto del diseño cargándolo de información y comunicación, y adecuándolo a las modas y a los gustos. Sottsass, al respecto, apunta: "Hoy, aquello que se hace se consume. Todo aquello que se hace está dedicado a la vida y no a la eternidad". Memphis tiene una personalidad hecha de collage de materiales y de estructuras, de espinas agudas y curvas sexy, de tonos cromáticos agresivos, de formas un poco infantiles que con el tiempo se vuelven más sofisticadas, a la vez que las aristas y los colores se suavizan. Muebles, objetos de iluminación, relojes, piezas de vidrio, estampados ... diseñados sin una pauta precisa, pero con una clara vocación de búsqueda agresiva y radical.


Bañera Edition 1 de Philippe Starck. Las creaciones de este diseñador sorprenden por su humor y mezcla de referencias, asociadas siempre al mundo del cómic o del cine. Las formas de sus piezas de mobiliario u objetos domésticos, como en el caso de esta bañera realizada en 1994, aparentemente absurdas o díscolas, aportan imaginación y nueva funcionalidad al diseño. 

Ettore Sottsass persigue la construcción de una nueva Gesamtkunstwerk, una nueva" obra de arte total", en la que la vida y el arte se entrelazan. Sus diseños encuentran en el placer del juego coloreado y de la presencia mágico-ritual de los objetos una continuidad feliz entre el impulso y el lenguaje. Si el proyecto racionalista puede contemplarse como metáfora del maquinismo, ahora la propuesta metafórica se actualiza: la metáfora del universo electrónico e informático, con la decoración como testigo, juega con la comunicación intercontextual de referencias de lo vivido, retomo de las vanguardias, imágenes extraídas de los medios de comunicación de masas, revalorización de lo banal en la línea del Pop art, etc.

El fenómeno italiano del diseño postmodemo, a pesar de que la etiqueta se cuestiona continuamente al igual que su influencia, conmueve al mundo entero. Entre la monotonía del "modemo"y la efervescencia superficial de lo "neomodemo" o "postmoderno", se van desarrollando y siguen en curso otras búsquedas, tantas, casi, como proyectistas individuales. Su tensión ha girado hacia una recuperación de la complejidad del objeto, más allá del movimiento moderno, o en un intento de ponerlo en relación con las tipologías históricas, a menudo con resultados de un carácter poético sutil y esquivo, con presencias a veces cargadas de memoria y a veces de analogías con formas arquitectónicas. Una de estas búsquedas es la protagonizada por el arquitecto italiano Aldo Rossi que, en 1980, presentaba una forma "análoga", la Cabina dell'Elba, al mismo tiempo arquetipo e imagen autobiográfica, pequeña arquitectura doméstica con muchas funciones posibles. Después ha continuado proyectando objetos que interrogan a la historia y proponen formas que perviven en la memoria, recuperando con la racionalidad del diseño el sentido de la dignidad y de la oportunidad del mueble, hasta llegar a congelar en mármol las líneas de una mesa 1800, como símbolo de repetición frente a la gratuidad de creaciones abstractas.


Tostadora Modelo TT-100. En la década de 1980, se recuperaba en Alemania el espíritu del diseño racional a través de la línea de productos de empresas como Braun, vinculada a la escuela de Ulm. Un ejemplo es esta tostadora

Con los muebles diseñados por Alessandro Mendini, llenos de referencias a un mundo plástico próximo, por ejemplo, a Kandinsky, por encima de la funcionalidad se persigue recrear la capacidad que tienen las formas y los colores de producir relaciones de afecto. Al igual que los muebles polifuncionales de Sottsass, combinan formas sorprendentes y autónomas tratadas de manera epidérmica y ornamental.

Los diseñadores italianos no cesan de idear nuevas formas contra el agotamiento de la repetición. Achille Castiglioni revela metáforas de tono irónico en sus piezas de mobiliario; Luigi Serafini se aproxima a la fantasía zoom órfica en su silla de orejas de conejo. Las formas vivas inspiran otras mueLas piezas, como el perchero "Spiros" de Vico Magistretti, que recuerda un árbol en invierno.

Habría que hablar también del manierismo sofisticado de Hans Hollein, cuyas decoraciones son una perfecta síntesis entre la ostentación de la alta tecnología, la cita historicista, la ironía y la búsqueda de la recreación de ambientes sugerentes.


Mesa y jarro de Shiro Kuramata. Diseño de 1985 realizado en resina sintética y aluminio. Utilizando esencialmente la estética de su país en sus obras, este arquitecto y diseñador japonés incorpora los nuevos materiales aparecidos en el siglo XX y se inclina hacia estilos de la cultura occidental moderna. 

En este esfuerzo por la renovación, la semiótica se mezcla con el arte conceptual desarrollando una amplia obra basada en el" desplazamiento" de significados y significantes, como ocurre en las piezas historicistas diseñadas por Charles Jencks, objetos que no buscan la sinceridad de los materiales o la técnica, ni la superficialidad de motivos del pasado, sino explorar los valores simbólicos, de gratuidad y de juego que en las combinaciones sintácticas de las formas se pueden obtener.

En Gran Bretaña, Derek Frost aloja videos y sistemas de alta fidelidad de los años ochenta en pagodas y tocadiscos de los cincuenta. Ron Arad da vida a extrañas creaciones de acero galvanizado cubierto de plástico, muebles o lámparas, piezas únicas o de producción limitada, que parecen más de la esfera de la ciencia-ficción que, de la doméstica, manifestando una tendencia casi turbadora a fragmentar el material industrial. Danny Lane, nacido en Estados Unidos, pero con estudio en Londres, utiliza el vidrio de modo inusitado y desafiante en piezas únicas, tan barracas de expresión como las sillas de metal de Tom Dixon.


Barra Libre de Josep Llusca. El diseño de aparatos de alta tecnología también reclama soluciones formales y funcionales nuevas. El trabajo en este campo destaca por su estricta metodología y creativa resolución, tal como se aprecia en el diseño de esta bancada audiovisual modular realizada en 2000.

Los diseñadores franceses más interesantes, Pascual Mourgue, Philippe Starck o Jean Nouvel, buscan inspiración en el minimalismo, la aerodinámica y el mundo del cómic. La tradición escandinava sigue la ruta de su aire simple y funcional, adecuado a la producción en pequeña escala, y ofrece conceptos de diseño imaginativos también en el campo de la iluminación o la electrónica, tal es el caso de Ahlström, Andersen y Jensen. El diseño alemán combina elegancia e innovación tecnológica en productos con frecuencia deudores aún del espíritu Bauhaus; el equipo de diseño de los productos Braun actualiza esta constante, y las sutiles lámparas de Maurer dan una nueva dimensión a la tradición alemana.

Robert Venturi ironiza las formas tradicionales y Michael Graves celebra su poshnodernidad en cada objeto que diseña. La obra de Holl evoca en muebles de armadura de acero y líneas verticales la imagen de los rascacielos. Los diseños de Frank O. Gehry se exponen en todos los museos del mundo como imagen de las tendencias más atrevidas y renovadoras del diseño de la década de 1990.

El panorama japonés está sustantivado por nombres de reconocimiento internacional. Isozaki practica deliberadamente el eclecticismo en muebles de formas imprecisas que combinan tecnología y sofisticación, a la vez que Shinohara invierte la corriente megaestructural creando mobiliario de apariencia ligera y engañosa simplicidad geométrica. Kuramata aloja pequeños circuitos integrados de plástico Led bajo la superficie de vidrio coloreada de la mesa "Blues in the Night", o evoca las cualidades de la luz natural o artificial en la malla metálica de sus butacas y sillas.

Taburete Dúplex de Xavier Mariscal. A partir de la década de 1980, el diseño industrial español consigue un alto nivel de competitividad en el panorama internacional. Un ejemplo de este proceso es el amplio espectro de los trabajos realizados por el polifacético diseñador valenciano. 



No siempre la clave histórica o poética que siguen los proyectistas se traduce en formas sorprendentes y mpturistas, como las formas rotas de apariencia inestable diseñadas por Paolo Pallucco y Mireille Rives, Zana Hadid o Borek Sipek. La simplicidad formal, los materiales tradicionales, la belleza de la línea, la expresión de una funcionalidad son también ingredientes básicos en los diseños de lámparas de Kurokawa, los muebles de Bellini o las piezas de mesa de Magnussen.

El diseño español emerge a partir de la década de 1980 proyectándose internacionalmente, y la colaboración de las instituciones y empresas modelo en el campo de la producción hace más fácil este despegue. El diseño juega un papel de ariete del proceso de modernización social y económica del país y actua como uno de los ejemplos más visibles de la nueva sintonía entre las producciones culturales españolas e internacionales. Nombres propios destacan en el campo del mobiliario, en especial a partir de las piezas diseñadas por Pedro Miralles, Pete Sans, Gemma Bernal y Ramon Isern, Osear Tusquets, Jorge Pensi, Alberto Liévore, Vicente Blasco o Josep Llusca, entre los seguidores de la línea más exquisita y original del diseño español. Una tendencia más radical en el tratamiento de las formas y su conceptualización postmoderna la representan los trabajos de Xavier Mariscal, Santiago Calatrava, Pepe Cortés y el grupo Transatlántic (Benedito-Morillas-Puig).

El diseño industrial más vinculado con los avances de la tecnología y sus aplicaciones en los aparatos electrónicos, instrumental técnico, máquinas y herramientas, equipamientos urbanos, etc., en una línea más tecnicista y empresarial que esteticista, apunta hacia la labor realizada por Ramon Benedito, Ramon Bigas, Guillermo Capdevila, Esteve Agulló o Santiago Miranda, entre otros diseñadores.


⇨ Pantalla B-10.000 de Ramon Benedito. Pantalla acústica omnidireccional, diseñada en 1980 para Vieta, que marcó un hito en su época a nivel internacional. Estos altavoces recreaban un sonido tridimensional a través de tan solo dos canales de sonido, jugando con la reflexión del sonido en las paredes adyacentes. 

Al igual que ocurre internacionalmente, el nivel del diseño español encuentra su parangón en el ámbito de la creación gráfica. ilustraciones de Peret y Xavier Mariscal; diseños de identidad corporativa realizados por Alberto Corazón, J. M. Cruz Novillo y Arcadi Moradell; carteles de América Sánchez y Albert Isem; portadas de Enrie Satué y Daniel Gil; imágenes de comunicación visual creadas por Yves Zimmermann, Josep M. Trias y Lluís Pau, entre otros muchos, son excelente muestra de la línea de normalización del diseño español próximo a las tendencias europeas contemporáneas y singular en sus aportaciones.

En la última década el diseño también se ha afianzado en el plano institucional, pedagógico y profesional. Muestra de ello es la aparición de nuevas generaciones de creadores formados en las escuelas de diseño y su normalización como servicio regular a las empresas. Tal normalización no ha agotado, sin embargo, el impulso cultural que caracteriza, desde sus orígenes, al diseño. Las creaciones más recientes que emergen en este cambio de siglo a una completa revisión del papel del diseñador, de las relaciones entre el diseño y los medios tecnológicos y del valor social del diseño. La experimentación con los nuevos medios y los nuevos materiales, la preocupación etnográfica por el papel del usuario o la calidad ecológica de los productos y los mensajes han inspirado las aportaciones de colectivos de creadores y editoras de diseño como los holandeses de Droog Designo la alemana Authentics. Su influencia se ha dejado sentir también en el diseño catalán y español con nombres como Martí Guixé, Luki Huber, Martín Azua o Curro Claret. Estos nombres constituyen buenos ejemplos del vigor intelectual y testimonial del diseño, de la disolución de fronteras disciplinares entre el diseño y el arte y de cómo se ha dado un nuevo énfasis a la experim2ntación interdisciplinar como sucedió en Europa a principios del siglo XX. La elipse ha recorrido su trayectoria, el futuro sigue ante nosotros.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Tate Modern


Dirección:
Bankside.
SE1 9TG Londres (Gran Bretaña).
Tel: (+44) 20 7887 8888.

Exterior del edificio de la Tate Modern de Londres. 
La Tate Modern forma parte de los cuatro museos británicos que contienen la colección iniciada por Sir Henry Tate a finales del siglo XIX. En torno al año 2000, ésta fue reorganizada, separándose sus distintas secciones para ser alojadas en diferentes edificios. Así, la Tate Modern comprende la selección de arte contemporáneo internacional de la colección Tate, con obras fechadas desde 1900 hasta la actualidad. Por otra parte, cabe mencionar los tres centros restantes que completan la exposición de dicha colección: la Tate Britain, la Tate Liverpool y la Tate St lves.

El edificio que alberga el Museo era una antigua central eléctrica en ladrillo, la Bankside Power Station, diseñada a mediados de siglo XX por el arquitecto Sir Giles Gilbert Scott, quien también fue el responsable de la Catedral Anglicana de Liverpool o de la famosa cabina de teléfonos roja británica.

Interior de la Tate Modern de Londres. 
Se trata de una construcción espaciosa y dotada de una gran nave central, en la que se hallaba la turbina del generador, y que hoy sirve para alojar las más grandes instalaciones en exposición. Posee una gran chimenea de unos cien metros de alto, casi igual de alta que la torre de la Catedral de Saint Paul, que se halla en las inmediaciones, justo al otro lado del Támesis, y a la que el visitante puede acceder con facilidad a través del Millenium Bridge.

La antigua central fue remodelada por los arquitectos de origen suizo Jacques Herzog y Pierre de Meuron, quienes trataron de adaptar el espacio a sus nuevas necesidades, respetando en la medida de lo posible el edificio de Sir Giles Gilbert Scott. La aportación más interesante es el techo luminoso, fabricado con paneles translúcidos, que corona por su parte exterior la famosa chimenea de la Tate. Este techo, además de permitir que la luz penetre en el interior del Centro, acoge una cafetería con magníficas vistas al corazón de la ciudad inglesa. Conocido como The Swiss Light, el techo fue ideado por los arquitectos en colaboración con el artista británico Michael Craig-Martin.

En la primavera de 2006, la Tate Modern reorganiza sus objetos en exposición, siendo la primera vez que el Museo proyecta un cambio de esta envergadura desde su creación. Así, se reforman las secciones de cubismo, futurismo y vorticismo; surrealismo y tendencias surrealistas; expresionismo abstracto y arte informal europeo, sin olvidarla de minimalismo.

La Tate Modern cuenta con casi 13.000 m2 de espacio expositivo, además de una sala de actos, dos cafeterías, tres tiendas de regalos y múltiples salas para almacenaje y oficinas. Debido tanto a su capacidad como a su vitalidad y dinamismo, se trata, sin lugar a dudas, de uno de los museos de arte contemporáneo más importantes del mundo.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El retorno al clasicismo

A partir de 1960, la revisión formal iniciada por los arquitectos que desarrollaron su trabajo en la década de 1950, y que de alguna manera habían caído en un cierto manierismo respecto de los maestros modernos, desembocaría en una definición de posturas teóricas y formales mucho más claras y que se extenderían a partir de diversos grupos o tendencias arquitectónicas. Una de estas líneas de trabajo fue la que se centró en la "hipertecnología", como postulado básico de trabajo para superar y modificar la idea convencional de ciudad y crear nuevos valores, utópicos sin duda alguna, para una futura urbe. Entre los exponentes de esta tendencia figura el grupo británico Archigram, así como otro grupo de arquitectos italianos -Aldo Rossi, Giorgio Grassi, Manfredo Tafecci, Carla Aymonino, Vittorio Gregottique formulaba sus intenciones ideológicas de manera muy explícita. Para ellos, lo fundamental en sus proyectos y realizaciones era la concepción de la tradición histórica como fuerza desbordante que reconstruía el tejido cultural. La realidad de la ciudad tradicional y las enseñanzas de la historia eran valores que debían ser recuperados, y por tanto, en todas sus propuestas se tenían en cuenta no sólo los conocimientos de la tradición arquitectónica, sino también los monumentos urbanos y las preexistencias urbanas. En este grupo italiano se puede ya observar una de las características que serán fundamentales a partir de 1970, la recuperación de elementos arquitectónicos propios de otros momentos históricos, especialmente el clasicismo, aunque el artista de la nueva década recupere estos valores a partir de otra sensibilidad mucho más ecléctica. El ejemplo más claro de este nuevo espíritu arquitectónico postmodemo es Aldo Rossi.

Cementerio de San Cataldo de Aldo Rossi (Módena). Proyecto terminado en 1984 que recrea una "ciudad" para los muertos. La figura de este arquitecto es decisiva en la arquitectura de las últimas décadas. Su confianza en el repertorio de la historia, su manierismo e incansable voluntad de seguir inventando a través de la poética personal, proveen a sus proyectos de un rigor y creatividad modélicos. 

Las propuestas de la arquitectura estadounidense, influidas por el peso de una sólida tradición representada por Sullivan o Wright, definían un carácter muy sintético, que enlazaba la calidad e innovaciones formales con un gran pragmatismo y conciencia comercial. Así pues, desde finales de 1960, arquitectos neoyorquinos como Michael Graves, Richard Meier, Peter Eisenman, Charles Gwathmey, John Hejduk, & Robert Siegel, agrupados bajo el nombre de"NewYork Five", establecerían el punto de partida para las posteriores ideologías postmodernas a partir del lenguaje de las vanguardias, en especial de Le Corbusier, Terragni y De Stijl.

A finales de 1970, tanto arquitectos como teóricos observaron que no sólo se estaba produciendo un cambio en las ideas arquitectónicas, sino que se estaba entrando también en una nueva etapa, con un espíritu y unos valores claramente diferentes de todos los movimientos anteriores. A la nueva postura del arquitecto frente a la tradición, frente a los elementos estructurales y plásticos, se le llamó "postmoderna". Así lo constataban escritos como los de Charles Jencks o Paolo Portoghesi. Jencks, en su libro El lenguaje de la arquitectura postmoderna, publicado en 1977, define la nueva arquitectura como un lenguaje que ofrece al público muy diferentes niveles de lectura, y donde todos los postulados quedan reducidos a una cuestión de "fachada", interpretación, sin duda alguna, en extremo formalista.


Edificio Portland de Michael Graves (Portland, Oregón). La obra de este arquitecto mantiene el carácter más sugerente del eclecticismo radical de la nueva arquitectura. El edificio se estructura a partir de una continua composición de referencias a la clave clásica, desafiando el peligro de caer en el juego fácil de citas personales. Su lirismo parece burlarse de la adecuación funcional de la arquitectura. 


Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA) de Richard Meier (Barcelona). El arquitecto comparte, junto a otros proyectistas de su generación, la obsesión por los temas formales a expensas del contenido y la función, como una reacción en contra de la escuela tecnológica, poniendo énfasis en la delgadez de las estructuras, el carácter plano y la transparencia. 

Se extendió una conciencia de crisis del desarrollo capitalista y del agotamiento de las fuentes de energía que generaría la aparición de una arquitectura alternativa, muy cercana a la ecología, que evitaba todo contacto con el marketing y el desenfreno consumista, para primar valores como la intervención del usuario en el diseño de los espacios, la creación de espacios más humanos, la utilización de materiales fáciles de manipular y el uso ahorrativo de la energía. La vuelta a retomar elementos del clasicismo se inscribía dentro de una nueva manera de entender la arquitectura que se alejaba de la lógica y la racionalidad de movimientos anteriores. Los arquitectos no pretendían configurar un nuevo clasicismo en el sentido estricto del término, sino que escogían aquellos elementos que les eran útiles para definir un espacio determinado, sin pretender que la totalidad del proyecto fuera coherente bajo el punto de vista formal o tradicional. Así pues, lo clásico se incorporaba a una cierta dispersión en cuanto a referencias, que otorgaba mucha más importancia a cuestiones plásticas y sensitivas, que a la elaboración de un discurso lógico y ordenado. Ante todo, la arquitectura de la década de 1980 se destaca como el resultado de un individualismo acérrimo, donde todas las referencias a modelos anteriores no son sino una selección producto del deseo exclusivo del arquitecto.

Frente al internacionalismo que proponían los movimientos de vanguardia, la arquitectura postrnoderna tiende a valorar, por el contrario, la cultura local y las influencias directas de las preexistencias regionales. En estos mismos términos, el teórico Kenneth Frampton define el "regionalismo crítico" como una arquitectura ligada a culturas menores y locales.


Museo de Arte Romano de Rafael Moneo (Mérida). La obra desarrolla un juego semántico típico de la sensibilidad postmoderna. Este museo, terminado en ·1985, expresa en su arquitectura los mismos arquetipos formales y constructivos de la arquitectura romana. Una enorme nave, hecha de muros de ladrillos y grandes arcos de medio punto, expresa las premisas en que se basó la arquitectura romana: la solidez de la construcción.

Robert Venturi, arquitecto y teórico nacido en Filadelfia en 1925, inicia su labor a partir de la idea de que el lenguaje académico en arquitectura era más genuinamente americano que europeo.Venturi aplicó criterios constructivos que provenían del clasicismo y los aunó con repertorios formales provenientes del Pop y de la cultura comercial. Su desconfianza en la conciliación entre forma-función le llevó a crear una estructura arquitectónica envuelta o disfrazada por efectos o decorados ópticos, donde la opción sensualista y sensible predomina por encima de cualquier otra idea. Lo importante y decisivo para Venturi es el gusto e imaginación del consumidor, por lo que en cada caso el proyecto es esencialmente diferente, aunque siempre muy escenográfico.



Hans Hollein, nacido en Viena en 1934, utiliza la metáfora como idea básica en su obra. Heredero de la cultura del diseño de objetos de la Viena de finales del siglo XIX, este arquitecto cosmopolita y de gran experiencia, tanto en el terreno artístico como técnico, ha desarrollado una arquitectura muy personal, basada en una metodología de trabajo influida por las teorías freudianas del inconsciente y por la interpretación de los signos de Jung. A estas fu entes de trabajo cabría añadir también sus actividades artísticas como pintor y escultor, que le llevaron a sintetizar la idea del espacio barroco combinada con un sistema constructivo de alta tecnología. Sus obras tienden a ser bellas, pulcras y acabadas, resultan altamente evocadoras y muy sensuales, y en ningún momento se tiene la sensación de que Hollein hiciera ninguna diferencia entre el terreno de la arquitectura y el del objeto.

Hasta 1970, toda la arquitectura española se había centrado en las ciudades de Madrid y Barcelona, pero a partir de esta década empezaron a surgir otros grupos de arquitectos, vascos y andaluces sobre todo, que descentralizarían los modelos anteriores y aportarían nuevas concepciones espaciales. Tal es el caso de Rafael Moneo, nacido en Tudela en 1937, que centró su empeño creativo en manejar elementos lingüísticos extraídos de la historia. Para este arquitecto fue decisiva su estancia en Roma, de 1963 a 1965, donde pudo estudiar la tradición clásica y, en especial, los orígenes del templo griego. A su interés por el pasado cabría añadir también la fuerte influencia organicista y tecnológica de la obra de Alvar Aalto y la observación de los modelos americanos, de manera que sus realizaciones combinan, de un lado, un racionalismo de corte expresionista y, del otro, un organicismo muy marcado.



Teatro Nacional de Catalunya de Ricardo Bofill (Barcelona). La recuperación del repertorio formal del clasicismo -columnas, pilastras, frontones, cornisas, molduras-, elementos utilizados de forma ecléctica y dispar, caracteriza algunos de los aspectos más relevantes del espíritu de la postmodernidad. 

El estudio MBM (Martorell, Bohigas y Mackay) surge en 1963 de la asociación de tres arquitectos, dos de los cuales -Martorell y Bohigas- habían sido fundadores, junto a Antoni de Moragas, Josep M.a Sostres y José Antonio Coderch, del Grupo R y G (1951). La idea fundamental del estudio radicaba en que la arquitectura en Cataluña debía adecuarse a sus posibilidades reales, evitando un excesivo atrevimiento tecnológico y, en cambio, asumiendo sus materiales tradicionales. Sus producciones siempre eran una respuesta a la exigencia del usuario, en generalla burguesía, por lo que normalmente el tamaño del proyecto solía ser doméstico y civil, enfatizando los espacios intermedios como los accesos, patios, galerías, escaleras... Su trabajo consistió principalmente en la combinación de una gran profesionalidad y un alto pragmatismo. También Ricardo Bofill, nacido en Barcelona en 1939, tiene como punto de referencia el lenguaje tradicional de la arquitectura catalana, para pasar luego a una idea global de ciudad vertical, creada mediante células de espacios cons~das con alta tecnología y basándose en un método de trabajo multidisciplinar. Bofill se distanció progresivamente de las ideas racionalistas y modernas de la Escuela de Barcelona, para concretar, tras sus múltiples experiencias en Francia, un tipo de arquitectura que utilizaba materiales y técnicas cada vez más industriales, sistemas compositivos con efectos monumentales, y recuperaba elementos de los lenguajes clásicos como frontones, pilastras y arcadas, siempre revestidos del aura de la historia y de lo mediterráneo.

El japonés Arata Isozaki, nacido en Oita en 1931, tras su paso por el grupo Metabolismo, donde se inscribió en un tipo de proyectos que definían ciudades megaestructurales, hipertecnológicas y cambiantes, en 1963 se independizó de influencias excesivamente tecnológicas y racionalistas para acercarse abiertamente a la sensibilidad postrnoderna. Utilizó entonces la repetición de elementos geométricos, como tubos y bóvedas, para definir espacios y funciones, y trabajó también con referencias formales decorativistas y manieristas muy concretas, como las de Palladio, Ledoux, Boullée, Otto Wagner, Adolf Loos, que eran aplicadas a modo de decorado rococó o barroco encima de la malla estructural del edificio.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La arquitectura postmoderna

Durante la década de 1950 las obras de Le Corbusier y Mies van der Rohe no dejaron demasiado margen para la renovación creativa del lenguaje arquitectónico. Las dos fórmulas arquitectónicas combatían estérilmente. Tratando de superar esta disputa surgió la que se dio en llamar" tercera generación" de la arquitectura moderna.

El término hace referencia a una primera generación que había sido la del purismo de la década de 1920, y a otra, la segunda, constituida por los partidarios del empirismo y de la llamada arquitectura orgánica. El m ensaje de Frank Lloyd Wright (junto con el de Hans Scharoun o Alvar Aalto) inspiró profundamente esta tercera generación por su condena de la arquitectura objeto y por su persistente búsqueda de significación de la forma, poniendo en tela de juicio el es tilo oficial del funcionalismo, del estilo internacional.


Portland Building de Michael Graves (Port-
land, Oregón). Proyectado en 1980 por es-

te arquitecto, el edificio es el intento de res-

catar o reinterpretar el lenguaje clásico de 

a arquitectura. 
La problemática del estilo internacional, planteada en la década de 1930 a través del movimiento empirista, debía ampliarse, y culminó durante la de 1960 en una especie de fragmentación del movimiento moderno, que abría inevitablemente múltiples vías de reflexión. Los arquitectos de la década de 1960 trataban de reducir el antagonismo ideológico entre tecnologismo y brutalismo, y de separar las obras de Mies van der Ro he y Le Corbusier de las etiquetas que se les había puesto, más preocupados por alentar una vía para restablecer la jerarquía correcta en los programas arquitectónicos, y por consiguiente en las estructuras urbanas. Las prometedoras nuevas fórmulas urbanas de la modernidad sólo habían provocado la desintegración de la estructura urbana, y era preciso reconsiderar la cuestión del" organismo urbano" estableciendo las prioridades. La resolución de esta cuestión era urgente, ya que el desarrollo espectacular en la década de 1960 transformaba cada día con mayor rapidez el entorno urbano.


Interior del Palacio de los Deportes de Roma de Pier Luigi Nervi (Roma). Este destacado arquitecto italiano desarrolló una importante arquitectura de hormigón armado continuadora de la tradición técnica francesa. El edificio, construido en 1960, presenta una cúpula de superficies ondulantes realizada mediante un sistema de prefabricación inventado por Nervi. Los nuevos procedimientos técnicos de pretensado hidráulico del hormigón permitieron construir estructuras más económicas y de gran originalidad. 


Edificio de Congresos de Oscar Niemeyer (Brasilia). Construido en 1960, en esta ciudad planificada, Niemeyer alcanzó el punto culminante de su carrera, al proyectar todos los edificios públicos importantes, expresando el contenido simbólico de cada uno de ellos mediante las posibilidades plásticas y estructurales del hormigón armado, en la línea iniciada por Le Corbusier. Creó nuevas soluciones de aparente sencillez y gran belleza, fruto de su inagotable capacidad de imaginación 



Ante los inmensos rascacielos era necesario hallar una nueva fórmula de individualización de la obra arquitectónica: reducir las dimensiones, aislar el edificio mediante espacios verdes, enriquecer las formas y los perfiles, lograr originalidad estilística. De este modo, se acuñó un estilo de diseño formalmente distinto al de la arquitectura corriente: la curva y el movimiento frente a la ortogonalidad. En este nuevo planteamiento conocieron un éxito extraordinario las estructuras que Pier Luigi Nervi diseñaba desde hacía treinta años, así como el lirismo de algunas realizaciones de Alvar Aalto, o el estilo dinámico de Hans Scharoun. Esta nueva promoción de la arquitectura ofrecía grandes opciones de expresión individual, tal como la desarrollaron algunos arquitectos desde finales de la década de 1950. Es el caso de Oscar Niemeyer, Kenzo Tange o Luis l. Kahn.

Oscar Niemeyer fue el introductor de las ideas del movimiento moderno en Brasil y autor del ambicioso proyecto de la nueva ciudad de Brasilia, sede del gobierno a partir de 1960. La obra de este arquitecto muestra una continua preocupación por las posibilidades plásticas y estructurales del hormigón armado, siguiendo la influencia de Le Corbusier, por encima de las consideraciones funcionales o maquinistas presentes muy a menudo en las obras de sus contemporáneos.


Catedral de Santa María de Kenzo Tange (Tokio). Antes de proyectar esta catedral, Tange visitó variaf catedrales góticas europeas y tras observar los grandes espacios y las torres apuntando hacia el cielo, el arquitecto concibió la catedral con grandes espacios diseñados según el estilo moderno. 

Kenzo Tange, destacado discípulo de Le Corbusier, simboliza la nueva arquitectura japonesa en la década de 1960, en la que se concilian las formas inclinadas de la tradición japonesa con el uso de tecnologías avanzadas. Los dos palacios de deportes construidos por Tange para los Juegos Olímpicos de Tokio, en 1964, presentan una singular cubierta sostenida por dos pilares de hormigón armado a modo de recios mástiles; la comunicación peatonal entre uno y otro estadio se realiza a través de plataformas y pasarelas por encima del tráfico rodado.

La experiencia arquitectónica desarrollada por Luis I. Kahn a partir de 1951, cuando empieza a realizar su obra personal en plena madurez y bajo unas ideas arquitectónicas realmente singulares, plantea una total inversión del funcionalismo. Kahn empezó a intervenir en el panorama de la arquitectura internacional cuando ya se había manifestado claramente la crisis del movimiento moderno. Kahn busca un orden concreto que genere la totalidad del edificio, tanto en planta, como en volumen y aberturas; en la Unitarian Church (1959-1967), la geometría se organiza en torno del espacio central de la capilla. Construye sabiendo que cada material tiene su propia lógica constructiva: el ladrillo el arco, o el hormigón el arquitrabe, y que cada pieza debe tener su forma autónoma, integrándose en el edificio de manera ordenada y unitaria, como puede apreciarse en el edificio de la Asamblea Nacional de Dacca (Bangladesh).


Kimbell Art Museum de Louis l. Kahn (Fort Worth). En la década de 1960, la arquitectura de este autor alcanza su máxima cota creativa desarrollando un vocabulario formal de convincente funcionalidad y belleza. 


Marina City de Bertrand Goldberg (Chicago). Rascacielos en forma de torres cilíndricas realizado en 1964. Situado a orillas del río, este edificio multifuncional alberga apartamentos, zona de aparcamiento y un gran teatro. Fuertemente influido por Wright y el organicismo, este arquitecto experimenta nuevas tecnologías que le permiten aunar belleza y monumentalidad, plasticidad en el uso de elementos prefabricados y seguridad en una estructura a prueba de fuego. 

El esfuerzo compartido por estos arquitectos para reestructurar el ámbito de la arquitectura iba a culminar en uno de los monumentos más significativos del siglo XX, la Opera de Sydney, en Australia, edificio diseñado por el danés Jørn Utzon en 1956. En este caso, al aprovechamiento de un hermosísimo paraje a la orilla del mar no sólo se unió el lirismo del diseño, sino también una racionalidad técnica rigurosa, gracias a la cual los grandes luquetes en voladizo pudieron ser enteramente prefabricados. Fascinado por la obra de Gaudí, Utzon trató de lograr esa fusión casi imposible entre espacio poético, forma sobria y tecnología audaz, una ambición de síntesis extremadamente atrevida para su época; quizás éste fue el motivo de que el arquitecto abandonara las obras antes de su terminación, molesto por las disputas internas que surgieron.

También ejemplo de la preocupación de los nuevos arquitectos hacia los problemas de la continuidad de las vanguardias, en el marco de la inevitable renovación de sus planteamientos, la obra del holandés Aldo van Eyck forja una fuerte personalidad, en la que confluyen vanguardia, elementos folclóricos y una gran sensibilidad hacia las necesidades humanas. A partir de la década de 1960, Van Eyck proyectó sus obras más notables: el Orfelinato de las afueras de Amsterdam (195 7 -1960) y una iglesia católica en La Haya (1968-1970).


Teatro de la Opera de Jørn Utzon (Sydney). Proyecto de 1956 de este arquitecto danés, que, por su atrevimiento formal y sus soluciones constructivas, se ha convertido en una obra emblemática para los arquitectos de la denominada "tercera generación". 


Edificio de la American Telephone & Telegraph de Philip Johnson y John Burgee (en Madison Avenue, Nueva York). Construido entre 1978 y 1983 utilizando referencias "clásicas" -el frontón roto de la cúspide o el arco de la entrada, y su fachada de granito rosado-, como rechazo a las fórmulas del rascacielos a modo de caja de cristal. La recreación de lenguajes tradicionales se combina con el uso de tecnologías avanzadas. 

A lo largo de toda la década de 1960, la arquitectura de esta llamada "tercera generación" llevó a cabo un paulatino abandono del paradigma de la máquina, revisando cuestiones esencialmente formales, y defendiendo la necesidad de una mayor diversidad de modelos morfológicos adecuados a la diversidad de situaciones socioculturales. La obra arquitectónica y teórica de los británicos Alisan y Peter Smithson ha sido básica para la renovación del repertorio formal de la arquitectura a partir de esta década. La escuela secundaria en Hunstanton, Norfolk, realizada entre 1949 y 1954, cita a Mies van der Rohe en la volumetría general y los detalles, a la vez que manifiesta la nueva corriente del new brutalism, especialmente en el tratamiento directo de los materiales y las instalaciones.

La fragmentación del movimiento moderno era ya un hecho incuestionable. Siguiendo el ideario de Wright, se enfatiza la importancia de la arquitectura con su entorno, ya no sólo como entorno geográfico, sino también entendido como entorno cultural de determinada historia o incluso de determinada herencia psíquica.


Pacific Design Center de Cesar Pelli (Los Angeles). Sede del Museo de Arte Contemporáneo de esta ciudad, en 1975 se inauguró en Center Blue y en 1988, el Center Green. Los dos centros están conectados en las plantas primera, tercera y sexta, éstas últimas unidas por un puente peatonal diseñado por Gruen Associates, que se inauguró en 1991. En sus salas de exposición se exhiben todo tipo de productos de interiorismo destinado a arquitectos, diseñadores, interioristas, instaladores, decoradores y comerciantes. 


National Gallery of Art de l. M. Pei (Washington). El edificio Este se inauguró en 1978 en respuesta a las necesidades del museo, y la forma trapezoidal del terreno impulsó al arquitecto a concebir un edificio espectacular: dos espacios entrelazados de forma triangular albergan las salas de exposición, el auditorio y las oficinas administrativas. Aunque las formas triangulares contrastan definitivamente con la fachada clásica y la bóveda del edificio Oeste, ambas estructuras están construidas con el mismo mármol rosa de Tennessee

Fruto de la aplicación en los distintos ámbitos culturales de los principios generales y utópicos del movimiento moderno abundan las escuelas locales: el new empirism en los países nórdicos; el bay region style en California; el new brutalism entre los británicos; el estilo alpino en Lucerna; el neorrealismo en Roma; el neoliberty en Milán, y la Escuela de Barcelona en Cataluña. Las posturas teóricas se definen distinguiendo tres tendencias concretas. En primer lugar, la tendencia hipertecnológica, cuyo objetivo es una arquitectura de alta tecnología y valores utópicos: Archigram, James Stirling o Norman Foster. En el ámbito italiano aparece una generación de arquitectos -Aldo Rossi, Giorgio Grassi o Vittorio Gregotti- que defienden una visión histórica y cultural de la arquitectura. Un nuevo centro de gravedad, en las postrimerías del siglo, se sitúa en el dominio americano, cuyos arquitectos saben aunar calidad e innovación con pragmatismo y comercialidad; por un lado, los más productivistas -Venturi, el grupo SOM (Skidmore, Owing & Merrill), Kevin Rache, Philip Johnson y John Burgee, Charles Moore, Cesar Pelli, o I. M. Pei-, y junto a ellos, los arquitectos neoyorquinos del denominado New York Five -Michael Graves, Richard Meier, Peter Eisenman, John Hejduk y Charles Gwathmey & Robert Siegel-, seguidores del lenguaje de las vanguardias, en especial Le Corbusier, Terragni y el grupo De Stijl. Todos ellos participan en la evolución más significativa de las últimas tendencias de la arquitectura postrnoderna, desarrollada a partir de la década de 1970, y analizada y teorizada en los escritos de Charles Jenks, El lenguaje de la arquitectura postmoderna (1977), y Paolo Portoghesi, Después de la arquitectura moderna (1980), responsable de la exposición guía de la arquitectura postrnoderna,"La Strada Novissima", en la Bienal de Venecia de 1980.

Las Torres Blancas de Francisco Javier Sáenz de Oiza (Madrid). Edificio construido entre 1964 y 1969 que, a pesar de su nombre, está constituido por una sola torre de 71 metros y no es blanca sino gris, de hormigón visto. El arquitecto se inspiró en el racionalismo de Le Corbusier y el organicismo de Frank Lloyd Wright.

En el panorama español, Madrid y Barcelona dirigen los cauces de la nueva arquitectura. Destaca la trayectoria del Grupo R -Sastres, Coderch, Bohigas, Moragas, etc.-, Federico Correa y Alfonso Milá, el equipo de Ricardo Bofill, los maestros Javier Sáenz de Oiza y Alejandro de la Sota, y la nueva generación de Antonio Fernández Alba, Juan Daniel Fullaondo y Rafael Moneo, los cuales, además de una intensa actividad arquitectónica, han desarrollado un cualificado trabajo teórico.

Los arquitectos alemanes Oswald Mathias Ungers y J. Paul Kleihues, el vienés Gustav Peichl, los italianos Franco Purini y Francesco Venecia, el portugués Alvaro Siza Vieira, el californiano Frank O. Gehry o Bernard Tschumi, en el marco del eclecticismo de fin de siglo, plantean una sugerente continuidad de la arquitectura actual.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La arquitectura de la ciudad, de Rossi

Planos del Teatro del Mundo, de Aldo Rossi. La creación más poética e imaginativa de este arquitecto italiano fue el Teatro del Mondo, realizado para la Bienal de Venecia de 1980.

Otro arquitecto del espíritu postmoderno y que seleccionó elementos de la imaginería clásica fue el milanés Aldo Rossi (1931-1997). Arquitecto y teórico, Rossi asumió de su maestro Ernesto Natham Rogers unos conceptos básicos que desarrollaría de manera más personal: la revalorización crítica de la tradición, el respeto a las preexistencias ambientales, la importancia del monumento en la gran ciudad. En su libro La arquitectura de la ciudad (1966) muestra la idea de una arquitectura entendida como producto de la ciudad, y que, por tanto, conlleva toda su visión histórica y cultural, que debiera ser muy tenida en cuenta en los nuevos proyectos. Para Rossi, la arquitectura no es un arte independiente, sino que entra en relación con todos los otros ámbitos de la cultura, tales como la antropología, la geografía, la literatura, la psicología, etc. Los edificios proyectados por este arquitecto tienden a ser espacios abstractos de gran precisión geométrica, elaborados a partir de la simetría y la repetición de elementos decorativos: columnas, frontones, ventanas cuadradas, conos y torres truncadas, barandillas y chimeneas; todos ellos son utilizados como imágenes plásticas que se repiten para crear espacios muy definidos y de una gran claridad. Para Rossi, la arquitectura sería una síntesis de la ciencia y la autobiografía, de la memoria y de la imaginación, de la poesía y de la metodología, de la poética personal y de la historia colectiva.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Arquitectura y tecnología

Frente a tendencias como la italiana o la estadounidense surgió otra tendencia, de capital importancia para el desarrollo de la arquitectura desde la década de 1960. Se trata de la arquitectura conocida bajo el término de"hipertecnológica", y como tal, de carácter eminentemente radical.

Fue en 1960-1961, poco antes que apareciera el primer número de la revista Archigram, denominación dada por el propio grupo británico de arquitectos que llevaba este nombre, cuando se iniciaron unos proyectos con imágenes neofuturistas. Se trataba de megaestructuras, a modo de viviendas-cápsula, ciudades-enchufe y ciudades-en-movimiento, en las que imperaban numerosas aportaciones tecnológicas y electrónicas unidas a un fuerte peso del Pop inglés. La tecnología quedaría asociada a consumismo. Ideológicamente, el grupo de Archigram se mantuvo muy cercano al del ingeniero y diseñador estadounidense Buckminster Fuller, con sus cúpulas geodésicas, que podían modificar -utópicamente hablando- el hábitat de una gran ciudad, y a la tendencia tecnocrática de los británicos John McHale y Reyner Banham.

Peter Cook fue uno de los arquitectos más destacados del grupo británico. Su investigación se centraba en la evocación de formas hasta entonces ausentes del repertorio arquitectónico. Definido, a menudo, como arquitecto utópico por sus torres infinitamente delgadas, Cook se sirvió de elementos provenientes del video al utilizar colores nuevos de este medio.

Städtisches Museum Abteiberg de Hans Hollein (Monchengladbach, Renania Septentrionai-Westfalia). Construido entre 1972 y 1982, este edificio consagró a su autor como una 
de las figuras de la arquitectura postmoderna, además de recibir el Premio Pritzker en 1985, el máximo galardón para un arquitecto. 

En la década de 1960, el grupo Archigram habría de mantener estrechos puntos de interés con los denominados Metabolistas japoneses. El problema de la superpoblación de Japón llevó a realizar diversos proyectos encaminados a crear ciudades megaestructurales, hipertecnológicas y cambiantes, siendo Kitutake uno de los miembros más destacados, con sus ciudades flotantes, junto a Kenzo Tange y Arata Isozaki.

Isozaki tiende durante las décadas de 1950 y 1960 a la conciliación de una arquitectura racional y tecnológica, capaz de expresar formas escultóricas e innovadoras. A partir de 1964, Isozaki se independiza de la influencia metabolista apartándose del gigantismo tecnológico, fuera de la escala humana, para investigar, primero, el uso de estructuras geométricas y, en la década de 1980, adscribirse abiertamente a las corrientes más radicales, postmodernas, historicistas y eclécticas. El año 1968 sería clave en la trayectoria de este arquitecto, al coincidir en la XIV Triennale de Milán con Archigram y Hans Hollein. La Biblioteca Central de Kitakyuchu (1971-1973), el Palladium Club de Nueva York (1983), el Centro Cívico de Tsukuba (1978-1983) o el pabellón olímpico -Palau Sant Jordi- de Barcelona (1984-1990).

Walking City de Ron Herron. La concepción de la arquitectura como producto de consumo, el progreso tecnológico, la producción en serie, la idea de movilidad o los valores de la comunicación, son algunos de los principios que comparten los miembros del grupo Archigram. Sus proyectos, la mayoría utópicos, conciben la ciudad y la vivienda como un artefacto tecnológico capaz de dar soluciones y nuevos esquemas de habitabilidad. Éste es un proyecto de una ciudad ambulante sobre un colchón de aire. 

Si los metabolistas japoneses se sintieron cercanos al espíritu de Archigram, no lo estuvieron menos otros hombres como Cedric Price, Norman Poster, Richard Rogers, que tanta influencia habrían de tener a partir de 1970. Como aquéllos, su mirada se dirigió especialmente a la arquitectura industrial, y no parece una simple coincidencia el hecho de que industrias de alta tecnología eligiesen este tipo de arquitectura. Uno de los numerosos ejemplos es la construcción de la fábrica de microprocesadores 1mnos (Gales), realizada por Richard Rogers. Cabe destacar igualmente el empleo de los "espacios servidos" y "sirvientes" de Louis l. Kahn en distintas manifestaciones arquitectónicas de Rogers o, lo que es lo mismo, la necesidad de expresar y articular tanto la estructura como los servicios. Este precepto se puede apreciar en la sede de Lloyds en Londres, diseñada en 1976 y terminada en 1984, y en el magnífico Centre National d' Art et de Culture Georges Pompidou de París, construido entre 1971 y 1977, y que supuso la materialización de la retórica tecnológica e infraestructural del grupo de Archigram. Una maravillosa tecnología avanzada y emuladora de una refinería de petróleo se concentra en este emblemático edificio, diseñado por Rogers en colaboración con el italiano Renzo Piano, uno de los principales protagonistas de la ola del experimentalismo tecnológico de los años setenta.

Domus de Arata lsozaki (A Coruña). Llamado también la Casa del Hombre, fue inaugurado en 1996 y es el primer museo interactivo del mundo que trata el ser humano de forma global y monográfica. De los 1.500 metros cuadrados de exhibición la quinta parte corresponde a la sala Severo Ochoa para exposiciones temporales.

Al igual que otros arquitectos seguidores de esta corriente, Piano siente una profunda admiración por el espíritu científico de la ingeniería, llevándole en numerosas ocasiones a colaboraciones con equipos de ingenieros. Precisamente una de las máximas impulsoras del Centro Georges Pompidou fue la empresa de ingeniería Ove Arup & Partners, que contaba con Peter Rice y Tom Barker, especialistas en estructuras e instalaciones, respectivamente. También fueron determinantes las teorías del igualmente ingeniero Richard Buckminster Fuller, con sus estructuras ligeras de elementos estandarizados.

Junto a Richard Rogers, Over Arup, Cedric Price y Peter Cook, y sus respectivas influencias recibidas del grupo de Archigram, debe destacarse otro importante grupo de arquitectos e ingenieros: Norman Foster Associates. Si el grupo Archigram había centrado sus investigaciones en la arquitectura industrial, Foster y sus colaboradores se iniciaron también en edificios industriales, terminales de compañías de transporte y oficinas.

Centre National d'Art et de Culture Georges Pompidou de Richard Rogers y Renzo Piano (París). Edificio realizado en 1977, que se considera uno de los primeros ejemplos de la experimentación tecnológica de la nueva arquitectura de los setenta. El diseño tecnologista, o high tech, desarrolla todas las recetas formales del mimetismo industrial y, en este caso, enfatiza el juego de volúmenes de las estructuras exteriores, insistiendo en la idea de "fábrica de la cultura". 

Foster Associates -desde 1992 Foster and Partners- nació en 196 7, como consecuencia directa de otro grupo, denominado Team 4, y que había estado formado por Norman Foster (1935), Wendy Foster, Giorgie Wolton y Richard Rogers. Precisamente la escisión del grupo de este último llevó a la formación de Foster Associates, que tan estrechamente habría de colaborar con Buckminster Fuller. Entre los edificios industriales, cabe citar la construcción de la fábrica de electrónica Reliance en Wiltshire (1966), la sede social de IBM en Hampshire (19701971), el centro Renault en Swindon, Wiltshire, terminado en 1983, la terminal del tercer aeropuerto de Londres en Stansted, y un larguísimo etcétera. Foster Associates se ha caracterizado igualmente por su expansión internacional. Así pues, a la torre Century de Tokio, a la construcción de un hotel sobre un nudo de autopistas en La Haya o a las oficinas de Televisa en México, con la nueva tipología de cubierta de paraguas, se debe sumar uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de Hong Kong, la sede de la Hong Kong and Shangai Banking Corporation (1979).

Metro de Bilbao de Norman Foster. Inaugurado en 1995, la obra de Foster está considerada como uno de los emblemas de la transformación de Bilbao, Uno de los hitos arquitectónicos de la ciudad son los "fosteritos", las entradas a las estaciones construidas en vidrio y acero y llamadas así popularmente en honor al arquitecto. En 1998, el metro de Bilbao obtuvo el Premio Brunel de Arquitectura ferroviaria, por la obra en su totalidad y por la estación de Sarriko en particular. 

En la década de 1980, España tendría la oportunidad de conocer dos interesantes proyectos de Foster Associates. Por un lado, un diseño para el metro de Bilbao que, planteado con gran realismo, convertía la bóveda del túnel en protagonista absoluta al dejarla vista tras un casetonado de hormigón. Un segundo aspecto de interés lo constituyen las bocas de entrada, que fueron diseñadas y concebidas como pabellones cerrados de vidrio. El proyecto incluía, asimismo, una interesante muestra de mobiliario interior. El segundo proyecto, aprobado en julio de 1988, es la torre de comunicaciones de Barcelona, que ocupa una posición destacada en la montaña del Tibidabo. El diseño de la torre muestra maravillosamente una de las principales aportaciones de Foster a la historia de la arquitectura del siglo XX: la consecución del máximo efecto con los medios estructurales mínimos. Su estructura se asemeja a la imagen del mástil de un navío y ofrece unas excelentes cualidades de ligereza, flexibilidad de uso e integración en el paisaje. La forma de la planta -un triángulo equilátero con sus lados curvos- se diseñó con el objetivo de ofrecer la mínima resistencia al viento y la máxima a los empujes laterales, torsiones y vibraciones.

Neue Staatsgalfery de James Stirling (Stuttgart). El edificio de la Nueva Galería Nacional es una de las obras cumbres del postmodernismo. El célebre arquitecto británico realizó con esta obra de 1992 originales propuestas para lo que debe ser un museo contemporáneo basado en nuevos conceptos de instalación. 

También el arquitecto británico James Stirling, representante de la denominada" tercera generación", presenta en su trayectoria influencias de la high tech que, sumadas a la de Le Corbusier, el racionalismo inglés y la recuperación de ciertos criterios academicistas y pintoresquistas, le convierten en un claro exponente del eclecticismo expresivo de la arquitectura postrnoderna. La primera etapa de su carrera culmina con el proyecto de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Leicester (1959-1963), edificio que se construyó configurando nuevas leyes compositivas, un atrevido equilibrio de los volúmenes y una nueva retórica tecnológica. La experimentación del lenguaje tecnológico fuerza incluso el condicionante funcional en obras como la Facultad de Historia de la Universidad de Cambridge (1964-1967) o los proyectos para la Siemens AG de Munich (1969). A mediados de la década de 1970, una serie de proyectos para museos, de los cuales únicamente realiza el de Stuttgart (1977), suponen la conclusión de su voluntad de síntesis entre high tech y tecnología tradicional, entre espacios modernos y estructuras tipológicas modernas que pueden evocar al espectador sensaciones contrastadas. En la ampliación de la Tate Gallery de Londres (19801987) y en la Staatsgallery de Stuttgart (1984), el recurso del lenguaje historicista y tecnológico se mezcla con detalles Pop, como los tubos de colores de las barandillas.

Museo Granell de Álvaro Siza (Santiago de Compostela). Situado en el Pazo de Bendaña del siglo XVIII, en el centro del casco histórico de la ciudad, este museo patrocinado por la Fundación Eugenio Granell está dedicado al arte surrealista. Junto al antiguo edificio del Pazo, Siza construyó en 1993 un edificio de claras lfneas postmodernas. 

Tecnología y clasicismo, purismo y lirismo parecen convivir sin fricciones en un período que evita los estilos y aprueba las confluencias de intereses y actitudes.

La arquitectura denominada "deconstructivista" ejemplifica este programa de alteración de las presunciones culturales arraigadas en una cierta visión de la arquitectura como orden, armonía, estabilidad y unidad. Las premisas de la forma pura incitan a los arquitectos a experimentar nuevas opciones en una arquitectura escurridiza, que utiliza las superposiciones en diagonal de formas rectangulares o trapezoidales, la ruptura de los planos y la desestabilización de la estructura, para buscar en los límites de la arquitectura un nuevo territorio.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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