Páginas

Artistas de la A a la Z

Casa de la Villa, sede del Ayuntamiento de Madrid


Situada en la Plaza de la Villa, fue proyectada por Juan Gómez de Mora para ser utilizada por las casas consistoriales y como prisión de la villa. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Giambologna (1529-1608)



Giambologna, Jean Boulogne, llamado en Italia (Douai, 1529- Florencia, 13 de agosto de 1608) Escultor y arquitecto de origen flamenco, perteneciente a la última etapa del manierismo florentino. 


Fue autor de varias de las esculturas más famosas, en mármol y bronce, sobre temática mitológica. Ocupa asimismo un puesto clave en la historia de la escultura europea, como puente entre el Renacimiento de Miguel Ángel y el Barroco de Bernini.

Biografía

Juan de Bolonia nació en Douai, parte del condado de Flandes, actualmente en el noreste de Francia. Tras unos estudios tempranos de artes en Amberes con Jacques du Broeuq, se mudó a Italia en 1550, donde completó sus estudios en Roma estudiando la obra de Miguel Ángel (del que imitaría la tensión y dinamismo de sus obras) y de autores clásicos.

Tras perder un concurso para la Fuente de Neptuno de la Plaza de la Señoría de Florencia, el Papa Pío IV le compró su primera obra de importancia, una colosal estatua de bronce de Neptuno con figuras menores para la Fuente de Neptuno (con base de Tommaso Laureti, 1566) en Bolonia.

Juan de Bolonia pasó sus mejores años en la capital cultural de la época, Florencia, donde se asentó en 1553 bajo el mecenazgo de Bernardo Vecchietti. Terminó sus estudios con el análisis de las obras de Niccolò Tribolo y Pierino da Vinci (sobrino de Leonardo) y, gracias a la mediación de Vecchietti, fue presentado en la corte de Francisco I de Médici.

Se convirtió en escultor de la corte de los Médici, que le pagaron un sueldo mensual a cambio de esculturas tanto para exposición pública como para su colección privada, realizando numerosas esculturas a lo largo de los años hasta su muerte a la edad de 79 en la misma ciudad. Fue enterrado en una capilla que él mismo había diseñado en la iglesia de la Santissima Annunziata.


Obras comentadas


Galería

Alegoría del desnudo, 1560


Neptuno, bronce, 1560

Rapto de las Sabinas de Giambologna


El escultor proporciona a un grupo de figuras de mármol, de audaz equilibrio dinámico, una gran armonía estilizada. 

(Loggia dei Lanzi, Florencia). 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Fuente de Neptuno de Giambologna


En esta obra, el artista emplea toda su pericia como fundidor en bronce para introducir un nuevo elemento dinámico: los juegos de agua que determinan una fantasía luminosa y móvil dentro de espacios minuciosamente calculados. 

En Bolonia. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Giotto (1267?-1337)


Renacimiento. Quatrocentto.

Giotto (Colle di Vespignano, 1267? - Florencia, 1337) llamado Giotto di Bondone. Pintor y arquitecto florentino. Es una de las figuras fundamentales en la historia de la evolución de la pintura europea. Su influencia fue decisiva en su tiempo y sus contemporáneos más eminentes (Dante, Bocaccio) proclamaron su grandeza y vieron en su pintura una nueva visión del mundo y del hombre. Giotto rompió las estereotipadas formas italo-bizantinas y confirió naturalismo, movimiento y pasión a sus figuras, mientras que la armonía compositiva de sus escenas preludiaba el ideal del quattrocento toscano. Al parecer, en su juventud trabajó en Roma junto a Cavallini y se asegura que fue discípulo de Cimabue en Florencia. Entre 1290 y 1296 intervino en los frescos de la iglesia superior de Asís (Historia de Cristo, Historia de José) y también se le atribuyen los frescos de la Historia de San Francisco (1296).

Entre 1304 y 1309 pintó una de sus obras capitales, los frescos de la capilla de los Scrovegni, en la Arena de Padua. Otras obras de su fecunda madurez son la Madonna di Ognisanti (1310, Uffizi), el Crucifijo del templo Malatestiano de Rimini (1314) y los ciclos de frescos pintados en las capillas Peruzzi (1320) y Bardi (1325) en la iglesia de la Santa Croce de Florencia. Su fama le llevó a pintar en Roma (frescos del palacio de Letrán, 1300), Nápoles (1330, obra perdida) y Milán (1336). La ciudad de Florencia le nombró maestro de obras del Duomo y de los trabajos de Santa Reparata, y superintendente de los muros y fortificaciones de la comuna. Su realización arquitectónica más importante fue el campanile de la catedral de Florencia, aunque a su muerte quedó inacabado y sufrió modificaciones.

El arte de Giotto

En efecto, después de Cimabue, otro pintor, llamado Giotto, tenía que aventajarle en pasión y emoción. Dante, que hubo de presenciar la gran revolución acometida por su amigo Giotto, lo recuerda así en la Divina Comedia: Giotto (1266-1337) personifica el nuevo gusto dantesco, con todo lo que esta palabra significa de interés por los sentimientos humanos. Las leyes del deseo y el dolor están manifestadas plásticamente en sus composiciones, y por ello tenían que agradar como es natural al autor de la Divina Comedia:

  Credette Cimabue nella pittura
  Tener lo campo, ed ora ha Giotto il grido:
  si, che la fama di colui oscura.

⇦ Retrato del poeta Dante, en un detalle de los frescos que Giotto pintó en el palacio del Podestá de Florencia.  


Giotto (1266-1337) personifica el nuevo gusto dantesco, con todo lo que esta palabra significa de interés por los sentimientos humanos. Las leyes del deseo y el dolor están manifestadas plásticamente en sus composiciones, y por ello tenían que agradar como es natural al autor de la Divina Comedia. Giotto pudo tratar íntimamente a Dante cuando el poeta estaba desterrado en Padua; pero aunque para algunos es dudoso que Dante y Giotto coincidieran en Padua, no cabe dudar de su amistad y afecto mutuos. Dante hace en los versos citados el elogio del pintor, y éste pintó un retrato del poeta en los frescos del palacio del Podestá o Gobernador de Florencia.

Los dos coincidieron también en el hecho de dejarse arrastrar por las fuerzas pasionales de la naturaleza: Dante, implacable con los débiles, tiene caudales de piedad para los condenados por pasión y llora conmovido, en el Infierno, por el amor patrio de su enemigo Farinata; Giotto es el pintor de la Magdalena, del Noli me tángere, de las melancolías de Joaquín y Ana, y es el pintor de San Francisco, hermano de los pájaros, de la sora Luna, frate Solé, sor Acqua y frate Focu.

Lamento sobre Cristo muerto de Giotto


Giotto di Bondone (1267-1337), más conocido como Giotto, tuvo por maestro a Cimabue, y ya en el año 1300 era un artista de gran fama. Pintor y arquitecto, su influencia se extendió por toda Italia y posteriormente a Europa entera. El ciclo de las Historias de María y las Historias de Cristo que representó en la gótica capilla de Scrovegni, está considerado una de las principales obra maestras del arte medieval.

Lamento sobre Cristo muerto (Il Compianto su Cristo morto) forma parte de este ciclo. En la obra, la figura de Cristo muerto se encuentra desnuda tendida en el suelo. Junto a él, un grupo de mujeres cuida el cadáver; más allá, sus discípulos se hallan sumidos en el lamento, y en el cielo los ángeles participan del duelo con igual congoja. El fondo de la escena lo componen las rocas el árbol deshojado y el cielo oscurecido por un azul intenso. Todo parece indicar que la tragedia humana se ha desatado sobre la tierra en un dolor sin remisión. Casi todos los elementos del cuadro son esencialmente escabrosos: el oro de las aureolas, solamente, alude a una sustancia de naturaleza incorruptible.
 
En la formidable síntesis de formas de Giotto, ningún aderezo tiene función de ornamento gráfico, sino que posibilitan la definición de los volúmenes, el peso de la verticalidad y la medida de los gestos. En un contexto de máxima solemnidad, cada figura tiene su propia posición y expresa un gesto individual de atención o desolación ante la imagen del fallecido. El grupo, aislado del mundo, se forma de volúmenes tratados con amplios planos que emergen de la luz, cerrando el ámbito de las presencias humanas alrededor del cadáver las dos figuras de espaldas del primer plano.

El ritmo de la escena se encuentra marcado por pautas calculadas de espacio. En primer plano emergen los dos cuerpos agachados, más allá de Cristo se encuentran las figuras acongojadas de la Virgen María y María Magdalena. Los personajes inclinados hacia delante con vestidos celeste y rosa dirigen su atención hacia las figuras principales. Dos parejas de pie, a la derecha y a la izquierda, cierran el grupo. En la parte superior de la obra, las composición de la figura de los ángeles se encuentra definida por curvas cóncavas ascendentes, así como las terrenales están contenidas en general por curvas cóncavas descendentes. La separación de estos grupos se encuentra parcialmente determinada por la línea rocosa que atraviesa de forma oblicua la escena.

Es importante destacar el detalle de la Madre con la Santa Faz, donde se condensa todo el patetismo de la composición. La fría rigidez de la muerte contrasta con la vitalidad del rostro y la delicadeza de las manos de la Virgen. Las miradas de casi todos los personajes de la representación se concentran en esta escena principal, e incluso la roca que sobresale de la derecha sigue la misma dirección que la línea de las miradas como un respaldo de robusta materia. La expresividad en esta escena debía conmover al observador y llamarlo al arrepentimiento ante la visión del sacrificio Divino.

El fresco, realizado entre 1304 y 1306, mide 200 x 185 cm. e integra el ciclo ya mencionado en la capilla de los Scrovegni, Padua.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Giotto y el alma humana

El principal interés de los frescos de Giotto en Padua y Asís estriba siempre en la perspicacia del artista para analizar las íntimas profundidades del alma humana. El que por primera vez, sin estar preparado, viese estos dos conjuntos monumentales, acaso quedaría algo desconcertado por la ingenua simplificación de los fondos, la pobreza de aquellos paisajes, dibujados con árboles en miniatura, y las infantiles arquitecturas de edificios fantásticos, sostenidos por columnitas de inverosímil delgadez, con las que Giotto quiere representar el templo de Jerusalén o los palacios de su época. 

No obstante, para el gran artista todo aquello es menos que secundario; lo principal, casi lo único, es el alma humana, protagonista en todas las escenas. El amigo de Dante tenía que distinguirse precisamente por esto; Giotto, como el poeta florentino, observa atentamente a la inmensa multitud de seres que actúan sobre la tierra, para dar a cada uno su gesto, su alma propia, su mirada característica, que expresa el tormento o la alegría de aquel ser en uno de los instantes de su existencia.

Para el hombre occidental, la vida no es un estado permanente, sino más bien una sucesión de momentos de placidez, de ansiedad, de tristeza o de dolor.
 
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Giotto y la figura del artista


Con Giotto no sólo se dan los fundamentos de la pintura moderna, sino también los trazos que hicieron visible al individuo sacándolo del anonimato medieval. Su decisión de romper con los estereotipos italobizantinos en favor de la pasión e imaginación como atributos de la obra de arte supone una reivindicación del sujeto artista como motor de la libertad creativa. Sus pinturas y sus diseños arquitectónicos transmitan esa sensación de humanidad, cotidianidad o autoridad, aún en el marco rígido de las escenas religiosas o de la funcionalidad de los templos.

   En Giotto late ya la vita nuova de la que darán testimonio Dante y Petrarca, esa actitud artística que exalta la intensidad de los sentimientos como expresión de perennidad del amor y de la individualidad del ser humano. En este sentido, Giotto podría también decir de su obra y de los personajes que en ella representa, lo que Petrarca dice en el epígrafe de su Canzoniere: "Laura, célebre por sus propias virtudes y por mis poemas que tanto se complacieron en cantarla ... ".

   Desde este punto de vista, la obra artística trasciende el tiempo indefectiblemente unida a la emoción y a la personalidad del artista, al que identifica y sitúa en la memoria colectiva. De aquí que esta conciencia de la individualidad sea, aunque no haya sido el único, una de las contribuciones fundamentales de Giotto a la consideración del artista como creador original y, por tanto, con derecho a ser reconocido por la sociedad. El reconocimiento y el prestigio social son desde entonces para el artista la plataforma que lo distingue y sitúa por encima del estatus de mero artesano repetidor más o menos hábil de fórmulas preconcebidas.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Lorenzo Ghiberti (1381-1455)

 


Ghiberti, Lorenzo (Pelago, 1381 - Florencia, 1 de diciembre de 1455) nacido Lorenzo di Bartolo, fue un artista italiano florentino del Renacimiento temprano más conocido como el creador de las puertas de bronce del Baptisterio de Florencia, llamado por Miguel Ángel las Puertas del Paraíso. Formado como orfebre y escultor, estableció un importante taller de escultura en metal. Su libro de Commentarii contiene importantes escritos sobre arte, así como lo que puede ser la primera autobiografía sobreviviente de cualquier artista.


El Bautista era uno de los santos protectores de Florencia; por esto el pequeño baptisterio octogonal, con su cúpula decorada todavía con mosaicos bizantinos, para el que Andrea Pisano había fundido ya las citadas puertas de bronce, venía a ser como una especie de santuario nacional. Leonardo proyectó alzarlo todo sobre un basamento, por medio de grandes e ingeniosas máquinas, para que resultara más esbelto, y Vasari le llama aún “templo antiquísimo y principal de la ciudad”.

El pequeño edículo octogonal, con sus fuentes bautismales en el centro, tiene tres fachadas: una delante de la catedral y dos más, una a cada lado; en su pared posterior está el ábside con el altar, excavado en el grueso del muro. Estas tres fachadas tienen cada una sus puertas de bronce; las primeras son las elaboradas por Andrea Pisano; las otras dos fueron obra de Lorenzo Ghiberti, el primer gran escultor del siglo.

Corría precisamente el año 1401 cuando los mercaderes de Florencia se propusieron completar la decoración de San Giovanni con estas dos nuevas puertas de bronce. Para ello abrieron un concurso, en el que tomaron parte siete escultores, todos ellos toscanos: dos de Siena, dos de Arezzo, uno de Val d’Elsa y dos de Florencia. Los escultores florentinos eran Brunelleschi, el que sería después el arquitecto de la cúpula del Duomo, y Ghiberti, que contaba entonces poco más de veinte años de edad. Todos tenían que componer y fundir, en el término de un año, un plafón de la misma forma y medida que los de la puerta de Andrea Pisano, desarrollando dentro de la orla del recuadro un mismo asunto: el sacrificio de Isaac por su padre Abraham. 

Puerta del Paraíso de Lorenzo Ghiberti (Baptisterio de Florencia). Esta fue la tercera, y última, puerta del baptisterio florentino que realizó Ghiberti, con la ayuda de Michelozzo, Benozzo Gozzoli y Bernardo Cennini entre 1425 y 1452, y cuya belleza movió a Miguel Angel a darle el nombre con que hoy se la conoce. Está dividida en diez paneles en los que se hallan representadas, en relieve y con perspectiva renacentista, escenas del Antiguo Testamento. 

En el Museo Nacional de Florencia se conservan los modelos en bronce presentados en este concurso por los florentinos Brunelleschi y Ghiberti; se conoce que en tiempo de Vasari ya se los admiraba, comentándolos y comparándolos en todos sus detalles. Es de suponer que los que propusieron el tema señalaran también el número y posición de las figuras, porque en ambos modelos hay el mismo número de personajes; a los escultores no quedaba más que disponerlos según aquella novedad y belleza de estilo que constituye la invención artística.

Jean-Léon Gérome (1824-1904)



Gérome, Jean-Léon (Vesoul (Alto Saona), 1824 - París, 1904). Pintor y escultor francés. Fue discípulo de Paul Delaroche en la Escuela de Bellas Artes de París y después siguió a su maestro hasta Roma, donde estudió las corrientes estéticas del momento. Esta etapa italiana, junto a los estudios del clasicismo de Charles Gleyre en París, determinaron los primeros temas de Gérome, que se ganó reputación como pintor neo-grec, con una serie de cuadros que mostraban acontecimientos de la época antigua. Creó, con un realismo fotográfico, escenas y acontecimientos ocurridos en otro tiempo y lugar.

Realizó varios viajes a Italia, Turquía y Egipto, como consecuencia de los cuales empezó a pintar sus famosas escenas orientales. Debutó en 1847 en el Salón de París, a la edad de 23 años, con una pintura titulada Jeunes grecs faisant battre des coqs, obra que le valió una medalla y fue adquirida por el Estado.

En 1864 fue nombrado profesor de la Escuela de Bellas Artes de París y un año después miembro del Instituto de Francia. Como maestro influyó mucho en sus alumnos, entre los que se contaban Pierre-Auguste Renoir, Frédéric BazilleThomas Eakins. Se opuso de por vida a las innovaciones artísticas, tales como el Impresionismo, que puso de manifiesto claramente con su protesta pública contra la retrospectiva póstuma de Manet, organizada a petición del Senado francés. Para Gérome el Impresionismo era "el deshonor del arte francés".

Fuente: Texto extraído de www.mcnbiografias.com

Obra comentada


Más obras
Jóvenes griegos alentando gallinas para luchar, 1846. Academicismo

La cita, 1844. Academicismo

Jóvenes griegos en una riña de gallos de J.L. Gérome


Obra representativa del academicismo del Segundo Imperio francés. Fue una época de gran prosperidad material, de advenedizos y de nuevos ricos, con prisa de gozar. Los pintores se esforzaban por rivalizar con la fotogra fía, recién inventada, para no sorprender a sus clientes burgueses. Gérome eliminaba de la realidad todo cuanto pudiera parecer grosero, feo o vulgar y producía amables desnudos, pretendidamente "griegos", que tuvieron en su época un éxito fabuloso 

(Musée d'Orsay, París)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Punto al Arte