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Artistas de la A a la Z

El estilo naturalista de Lisipo

Hay que referirse, por fin, al último gran maestro escultor del siglo que dominó con su personalidad poderosa toda la generación que sucedió a la de Scopas y Praxíteles. Este fue Lisipo, el escultor predilecto de Alejandro, el único con privilegio oficial para esculpir sus retratos. Lisipo no era de Atenas, sino de la misma ciudad que Policleto, de Sicione, de donde habían salido los grandes maestros fundidores del siglo anterior, pero se aprovechó de los inventos de la escuela de Atenas, de Scopas y Praxiteles. Plinio informa que empezó como aprendiz de obrero metalúrgico; no tenía, pues, en su familia antecedentes artísticos; su única escuela fue la de la vida.   

Alejandro de Lisipo (Musée du Louvre, París). Réplica de un original griego realizado por el escultor predilecto de Alejandro Magno. Ésta es una de las diversas esculturas que Lisipo hizo del personaje. Aquí aparece sereno y quizá empapado de la sabiduría que le transmitió su maestro Aristóteles.



Lisipo, después de Fidias con su idealismo glorioso, después de Praxiteles con su mórbida sensualidad, de Scopas con su obsesión trágica, representa otra etapa del arte griego: la del elevado naturalismo, sin descender nunca hasta el nivel de lo grosero personal.

   Debido a su meteórica carrera, Alejandro era un modelo digno de este escultor dinámico y naturalista. Se han conservado innumerables cabezas de Alejandro, las cuales pueden servir para conocer el estilo de Lisipo, con los cabellos leoninos ensortijados en los días de su gloriosa adolescencia, o prematuramente fatigado con los bucles en desorden, como un dios solar. Aquellos rizos fueron siempre característica inconfundible de la cabeza de Alejandro; arrancan de mitad de la frente y se separan cayendo a un lado y otro. Con Lisipo, pues, se ve aparecer lo personal y característico de los retratos, aunque sea tratándose de un héroe semidivino como era Alejandro.

Hércules Farnese (Museo Arqueológico Nacional, Nápoles). En esta magnífica copia de un original de Lisipo se aprecia el trabajo detallado de la musculatura de Hércules, que aparece descansando, en un gesto que denota, a la vez, fuerza y serenidad.




























Sileno y Dionisos (Musée du Louvre, París). Lisipo fue un verdadero maestro en cuanto al dominio de la técnica, aunque también era un auténtico artista que sabía captar el gesto adecuado, como lo demuestra esta copia de un original suyo en el que Sileno acoge en sus brazos con gesto delicado a un indefenso Dionisos.


 Apoxiómenos de Lisipo (Museo Vaticano, Roma). Se trata de un atleta esbelto y ritmado con el movimiento de un péndulo. Sus brazos proyectados hacia delante y su mirada fija en un punto lejano del horizonte incorporan al mármol el aire que le rodea.



Después de Alejandro, el tema predilecto de Lisipo fue Hércules, el hijo de Zeus, infatigable, prototipo del héroe para los intelectuales poco agresivos del siglo IV. Lisipo lo representó en su vida fatigosa con los doce trabajos; acaso un reflejo de estos grupos lisípeos se encuentre en el grupo de Hércules joven y la cierva, de Palermo. Otras veces, el héroe está figurado en reposo y pensativo, apoyado sobre la clava y la piel de león; la pequeña cabeza del musculoso héroe se presta para adaptarse al nuevo canon lisípeo. Una estatua gigantesca de Hércules descansando, apoyado en la clava, fue ejecutada en bronce por Lisipo para Tarento, y de allí trasladada a Roma. Constantino, a su vez, la llevó a Bizancio y figuró en el Foro hasta el 1202, en que la destruyeron los cruzados. Representada en innumerables cajitas bizantinas de marfit puede presumirse que la estatua de Lisipo hubo de ser considerada, en la propia Constantinopla cristiana, como principal ornamento de la ciudad. Otro Hércules, sentado y gozando de las delicias del banquete olímpico, era muy famoso por haberle tomado Alejandro tal afición, que siempre lo llevaba consigo.

   Con Lisipo empieza la escultura ateniense a representar figuras que tienen lo que puede llamarse las tres dimensiones. Antes de Lisipo, acaso con la excepción de Mirón, todos los artistas escultores dan por descontado que sus estatuas se verán desde un determinado punto de vista, por lo cual componen las figuras para que hagan su mejor efecto desde aquel lado.

Venus de Capua (Museo Arqueológico Nacional de Nápoles). Aparte del estilo naturalista tan característico de las obras de Lisipo, destaca que muchas de ellas son susceptibles de ser contempladas desde diferentes perspectivas, como esta copia de una delicada Venus que aparece semidesnuda.
En realidad, más que estatuas independientes, son relieves de bulto entero destacados del fondo, pero todavía desplegándose en un plano que tiene algo de espesor. Esto explica que obras maestras como el Doríforo de Policleto se presenten en estricta frontalidad y que el dorso del Hermes de Praxiteles sea apenas esbozado.

 Agias (Museos Vaticanos, Roma). Copia de una obra de Lisipo que seguramente se encuentra entre las más antiguas de este espléndido artista griego. Esta estatua de un joven atleta se muestra algo estilizada ya que rompe con el famoso canon de Policleto al acreditar una cabeza más de altura de la que le correspondería si siguiera las proporciones marcadas por éste.



Lisipo es el primero que emancipa las estatuas del espectador; muchas de sus figuras pueden contemplarse por varios lados a la vez, extremando las dificultades con temas enrevesados. Hay ya en Lisipo algo del virtuosismo del arte que empieza a cansarse de aquello que es puramente bello y necesita la excitación de lo violento.

   Este escultor es, además, un genio verdaderamente ecléctico, que en su incesante producción se inspira en todo lo que se ha inventado anteriormente. Las obras de pintura y los relieves debieron de proporcionarle motivos de composición para sus figuras, en formas que la escultura no se había atrevido antes a reproducir.

Lisipo ejecutó rarísimas figuras femeninas o juveniles, todo lo contrario de lo que sucedía con Praxiteles. El total de su obra pasaba de 1.500 estatuas, de las cuales conocemos con seguridad una sola, mencionada por los escritores antiguos: la figura del llamado Apoxiómenos, descubiérta en Roma en el año 1849. Por ella se empezó a comprender algo del verdadero carácter del estilo de Lisipo. El Apoxiómenos ("el que se limpia rascando") es un joven corredor que se quita el aceite y el polvo de los brazos con un pequeño instrumento de bronce. Este nuevo tipo de atleta difiere completamente en sus proporciones del Doríforo y otras estatuas atléticas más antiguas. El cuerpo es más flexible y nervioso; aunque se dedica a ejercicios gimnásticos, aquel joven pertenece ya a otra sociedad más refinada; la cabeza es mucho menor y más naturalmente expresiva; tiene en la frente una arruga muy acentuada y una sombra en los ojos, que es como un recuerdo del pathos de Scopas y de la melancolía de Praxiteles. El Apoxiómenos no es un hombre del pueblo, ni un vulgar pugilista, ni un tipo ordinario de gimnasta; Lisipo, sin idealizarlo, lo ha visto de una manera nueva, altamente estética. Extiende los brazos adelante, lo cual obliga a mirarlo de lado para apreciar lo que está haciendo.

 Cabeza de Eros de Lisipo (Museo Éfeso, Selcuk). A Lisipo no le hacía falta esculpir el cuerpo de sus figuras para dotarlas de una gran fuerza expresiva. En este caso, la intensidad emocional de este rostro recae en su mirada y en el escorzo de la cabeza.



Otra estatua encontrada en Delfos, en 1897, parece ser copia muy cercana al original de una escultura de Lisipo. Es el retrato de un joven llamado Agias que formaba parte de un grupo escultórico de varios individuos de una familia de príncipes de Tesalia. El grupo de Delfos llevaba una inscripción poética que sirvió para identificar a los personajes, pero lo más interesante fue que se pudo comprobar que esta lápida de Delfos era idéntica a otra que había existido en la propia patria de los personajes del grupo, y allí estaba con el agregado de que las esculturas eran de Lisipo. No quedaba duda de que los opulentos señores de Tesalia que encargaron a Lisipo un grupo con sus retratos habían regalado al santuario de Delfos copias de las mismas estatuas.

 Hermes probándose las sandalias de Lisipo (Musée du Louvre). Copia de un original en el que el artista griego representa a Hermes en un curioso gesto con el que parece querer humanizar a la divinidad.



De inspiración lisípea, sobre todo por las proporciones y postura del cuerpo, es el conocido Ares Ludovisi, una figura del dios guerrero sentado negligentemente, con las piernas hacia delante y las manos apoyadas sobre la rodilla izquierda. La genealogía de este tipo es muy antigua en el arte griego; Polignoto, ya a principios del siglo V a.C., debió de crearlo en alguno de sus frescos, porque aparece en seguida en el repertorio de los pintores de vasos. En el friso del Partenón, los escultores de la escuela de Fidias lo adoptaron para representar a Ares inquieto en el grupo de los dioses. El dios de la guerra es el único que no puede soportar la duración del cortejo de Atenas, y, en su impaciencia, hace el gesto de levantar una pierna. Pero allí, en el friso del Partenón, la figura no salía del campo de la pintura: el relieve tenía un solo plano, como un cuadro. La dificultad de representarla en bulto entero no fue atacada hasta el tiempo de Lisipo.

Combate de lucha, en el cementerio de Dipylon (Museo Arqueológico Nacional, Atenas). Relieve fechado hacia el año 51 O a.C. que representa a dos jóvenes deportistas practicando la lucha grecorromana. Está realizado en mármol y forma parte de la base de una estatua.
Como el dios guerrero, en sus ocios, era propenso al amor, el Ares Ludovisi tiene un pequeño amorcillo que juega entre sus pies, muy restaurado (el rostro es del escultor barroco Algardi), pero que debía de estar ya en el primitivo original, puesto que figura también en otra copia del Museo de Nápoles.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Ares Ludovisi. Lisipo

El llamado Ares Ludovisi es una obra atribuida a Lisipo, el último escultor del período clásico. Perteneciente al segundo clasicismo, al siglo IV a.C., destacará junto a otros dos escultores famosos: Praxíteles y Scopas.

Lisipo fue el escultor predilecto de Alejandro, trabajó para él y sus compañeros, lo que le dio gran fama y notoriedad. Fue excesivamente prolífico, pues todo apunta a que llegó a ejecutar más de 1.500 obras. Las primeras de las que conservamos copias fidedignas parecen ser posteriores al 350 a.C.; pero lo cierto es que su trayectoria escultórica comienza sin duda antes de esta fecha.

La mayoría de sus obras fueron cuerpos de atletas a los que parece darles vida y en donde el movimiento se articula con toda verosimilitud, captados en magníficas instantáneas. Fue un renovador de la técnica escultórica. Él mismo se congratulaba de no seguir los modelos de sus predecesores.

Como todo escultor griego buscaba un ideal de belleza basado en el equilibrio y la proporción, pero destacó por representar a los hombres "tal como se ven" y no "como son".

Revolucionó completamente las proporciones elaborando su propio canon. Intentó dar a sus esculturas una marcada esbeltez mediante la reducción del tamaño de las cabezas contraponiéndolas a las largas piernas. Los músculos tensos animaban las figuras, las cuales mantenía algo del pathos de Scopas.

Sin embargo, el elemento más característico de su producción fue el otorgar a sus obras múltiples puntos de vista: sus estatuas invitaban a darles la vuelta, a ser admiradas desde cualquier perspectiva desvelando, de esta manera, aspectos diferentes en cada nueva posición.

En la estatua de Ares Ludovisi emergen de manera ejemplar todos los rasgos que se le atribuyen. El dios de la guerra se presenta desnudo, sentado, pero sin desprenderse de su espada que sostiene con la mano izquierda. A pesar de estar descansando, se está conteniendo en su marcha, aguantando una pierna con las manos, impaciente, inquieto, como corresponde al belicoso dios. Tiene jugueteando entre sus piernas el amorcillo que le impide incluso levantarse y salir a guerrear.


La cara conserva todavía la mirada profunda y patética típica de Scopas; pero en cambio, la obra de Lisipo es una estatua con múltiples facetas. Se acentúa la tendencia al realismo al dar más importancia a la expresión y al movimiento. Un realismo que abrirá las puertas del helenismo. En este período, la exaltación de las emociones y de las pasiones, sin olvidar el movimiento en sus formas, se antepondrá a todos los demás conceptos.

A los ritmos estáticos, el célebre escultor contrapone un verdadero estado de agitación. En el joven Ares de semblante relajado, se desprende una tensión de movimiento en su cuerpo. Una inquietud que se contrapone con el aspecto de serenidad que despierta. Esta es la clave de arte de Lisipo.

La copia del original del Ares Ludovisi de Lisipo, fechado hacia el 320 a.C., se conserva en el Museo de las Termas de Roma, aunque también hay otra copia de la misma obra en el Museo de Nápoles.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Monumento funerario de Carlos V de León y Pompeyo Leoni


En la iglesia-panteón del monasterio de El Escorial (San Lorenzo de El Escorial). Este grupo escultórico del emperador y su familia, que en su estilo anuncia claramente el barroco, fue realizado en Milán y colocado en el monasterio en 1 587. Las figuras de Carlos V y la emperatriz, las princesas María y Leonor, hermanas del emperador, aparecen erguidas, orando con solemne y eterna majestad. El bronce dorado con in'crustaciones de piedras irr\ita adornos y aderezos, hasta convertirse en suntuoso brocado. 
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Carlos V hollando al Furor de León y Pompeyo Leoni


En esta estatua del emperador se pone tal cuidado en el detalle, que la armadura puede sacarse y el emperador, desnudo, se convierte en un héroe de la antigüedad. 

Museo del Prado, Madrid

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La reina María de Hungría de León y Pompeyo Leoni


Estos famosos broncistas de Milán, padre e hijo, trabajaron para Carlos V y Felipe II. Hacia 1555 realizaron este retrato de tamaño natural de la hermana del emperador. 

Museo del Prado, Madrid

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Abundancia de Henri Le Fauconnier


Aunque ya se había dado a conocer en exposiciones junto a Gleizes y Delaunay, la fama de Le Fauconnier nació a partir de su participación en el Salón des lndépendents con esta alegoría de la fertilidad. La mujer desnuda cargada de frutas acompañada de un niño pequeño es una evidente metáfora de la abundancia y la riqueza.

(Haags Gemeente Museum, La Haya)

Henri Le Fauconnier (1881-1946)




Henri Victor Gabriel Le Fauconnier (Hesdin, 5 de julio de 1881 – París, 25 de diciembre de 1946), fue un pintor cubista francés.

Después de haber estudiado derecho en París, Le Fauconnier estudió pintura en el taller de Jean-Paul Laurens, antes de incorporarse a la Académie Julian. En 1904 expusó en el Salon des indépendants, una exposición de arte que se presenta anualmente en París desde 1884. En la exposición, junto a Henri Matisse, llevo a cabo la aplicación de colores llamativos en línea. En 1907, Le Fauconnier se trasladó a Bretaña y pintó los paisajes rocosos de Ploumanac'h, caracterizados por tonos escarmentados de marrón y verde con bordes gruesos que delimitan las formas simplificadas.

Le Fauconnier exploró un estilo personal en el cual incorporó retratos o desnudos, como el de Pierre Jean Jouve en 1909 (París, Museo Nacional de Arte Moderno).

De vuelta en París, Le Fauconnier mezcla lo artístico y lo literario recopilado del restaurante La Closerie des Lilas, en Montparnasse, por Paul Fort.

Murió en París, el 25 de diciembre de 1946.

Texto extraído de: es.wikipedia.org

Obras comentadas


El lago de Henri Le Fauconnier


En sus paisajes, Le Fauconnier trabajaba sobre todo los volúmenes de las formas, contrastando vivos colores para dar fondo al cuadro y sensación de perspectiva. La exacerbada intelectualización de los cubistas cede aquí para naturalizar más el paisaje de suaves formas con pinceladas gruesas, más espontáneas y sueltas y menos preocupadas por el detalle.

(Museo del Ermitage, San Petersburgo)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Fuente


La famosa Fuente (Fountaine) es, seguramente, el más emblemático y controvertido de los ready-mades de Marcel Duchamp por el escándalo que originó al ser presentado en el Salón de los Independientes de Nueva York.

A partir de la década de 1910, Duchamp emprendió un nuevo camino que le situó como precursor del Dadaísmo, incluso antes de que el movimiento hallase su definición en el Manifiesto Dada (1918) de Tristan Tzara. Comienza a descon-textualizar objetos prefabricados dotándolos de una nueva significación. Ideó lo que él llamó los ready-mades o esculturas realizadas con objetos existentes y vulgares, que fueron una de las aportaciones más importantes al arte del siglo XX.

Duchamp se había limitado a escoger un utensilio corriente que al arrancarlo de su mundo cotidiano, de su ambiente de uso, lo coloca en uno de inutilidad, privándolo por completo de todo valor funcional. Entresaca los objetos de su contexto habitual y los sitúa en otros, es decir, los recontextualiza.

La Rueda de bicicleta, de 1913, se convirtió en su primer ready-made. En este caso, coge una simple rueda y la fija a un taburete de cocina, convirtiendo ambos objetos en obra de arte.

Pero su atrevimiento más espectacular fue cuando presentó en la primera exposición pública de la Sociedad de Artistas Independientes (Society of Independent Artists), que se inauguró el 9 de abril de 1917, un urinario de porcelana blanca colocado al revés con el título de Fuente. Era el máximo ejemplo de aquello que deseaba el artista francés: la desacralización del arte. Incluso renunció a su nombre adoptando el seudónimo de R. Mutt.

Esta agrupación artística se había constituido en Nueva York en el mes de diciembre de 1916 inspirándose en la homónima institución parisina, aunque sin jurado o comité de selección. No se otorgaban premios ni distinciones; todo el que quisiera pagar la cuota, los derechos reglamentarios de admisión, tenía derecho a exponer.

Esta primera muestra de los Independientes obtuvo un gran éxito; sin embargo, el urinario transformado en fuente, no figuró entre las obras expuestas. Los organizadores decidieron no exponer aquel objeto por considerarlo "indecente", lo cual provocó varias discusiones internas y la dimisión del mismo Marcel Duchamp, que formaba parte del comité directivo. En su alegato de protesta, el controvertido artista formuló al mismo tiempo la definición del ready-made: "Que el Sr. Mutt haya hecho con sus manos La fuente (nombre con que también se conoce El urinario) o no, carece de importancia. Él es quien la ha elegido. Ha tomado un artículo común de la vida de todos los días, lo ha colocado de modo que su significado útil desapareciera, ha creado un nuevo pensamiento para este objeto".

El artista dio al objeto un giro de noventa grados sugiriendo la imposibilidad de su empleo originario al presentar un urinario masculino que apoyaba sobre un pedestal horizontal la parte que habría estado enganchada a la pared. Lo colocó de forma diferente de cómo le correspondería por su función. Estaba claro que el asunto había sido una provocación.

El autor estaba convencido de la inutilidad de la pintura tradicional y de la necesidad de un arte basado en las ideas; por este motivo buscaba la sustitución de la obra de arte tradicional, "hecha a mano", por artículos ordinarios producidos en serie y hechos a máquina.

Con sus ready-mades niega el concepto tradicional de arte y se propone cuestionar el estatuto artístico, es decir, la belleza, al seleccionar utensilios del entorno más común. De esta forma plantea al espectador un interrogante, que en realidad no sabe exactamente qué pensar sobre algo semejante. En definitiva, da a entender que el único factor determinante de que un objeto tenga o no valor estético sea la misma percepción.

La obra original, de 60 cm de altura, se ha perdido y se conservan dos versiones la de Sydney Manis, de Nueva York, de 1951, y la de la Galería Schwarz, de Milán, de 1964.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Jean Dubuffet (1901-1985)



Dubuffet, Jean (Le Havre, 31 de julio de 1901 – París, 12 de mayo de 1985). Pintor y escultor francés de los más famosos de la segunda mitad del siglo XX.

Biografía

Dubuffet nació en Le Havre. Se mudó por primera vez a París en 1918 para estudiar pintura en la Académie Julian, pero tras seis meses allí dejó la academia para estudiar de forma independiente. En 1924, dudando del valor del arte, dejó de pintar y se hizo cargo del negocio de su padre de venta de vinos. Retomó la pintura nuevamente en la década de 1930, pero nuevamente la abandonó, sólo volviendo de manera duradera en 1942. Su primera muestra individual se llevó a cabo en 1944. Se aproximó al surrealismo en 1948, luego a la patafísica en 1954.

Influenciado por el libro de Hans Prinzhorn, Artistry of the Mentally III, Dubuffet acuñó el término Art Brut (arte en bruto) para el arte producido por no profesionales que trabajan por fuera de las normas estéticas, tales como el arte de los pacientes mentales, prisioneros y niños. Formó su propia colección de tal forma de arte, incluyendo a artistas tales como Aloïse Corbaz, Alfredo Pirucha y Adolf Wölfli. Dubuffet pretendía crear un arte tan libre de las preocupaciones intelectuales como el Art Brut, crea figuras elementales y pueriles y, a menudo crueles: (se inspiró en los dibujos de los niños,los criminales y dementes) personajes bufos, morbosos,como las mujeres de su serie" DAMES"; o seres infrahumanos, figuras deformes, absurdas y grotescas, como los ciclos "BARBAS".

Muchos de los trabajos de Dubuffet fueron realizados con óleos, utilizando un lienzo reforzado con materiales tales como arena, alquitrán y paja, otorgándole al trabajo una inusual superficie texturada. Desde 1962 produjo una serie de obras en las cuales se limitaba a sí mismo con los colores rojo, negro, blanco y azul. Hacia finales de la década de 1960 se volcó más a la realización de esculturas, produciendo trabajos en poliestireno, a los cuales pintaba con vinílico.


Obra comentada


Obra
Retrato de Armand Salacrou, 1917. Expresionismo


Paisaje de Argelia, 1919. Expresionismo

Desnudus de Jean Dubuffet


La obra de este artista se centró en lo que él mismo definió como art brut (arte en bruto), es decir, un arte ejecutado por personas "carentes de cultura artística, que permiten que afloren en sus trabajos todas sus experiencias interiores, sin dejarse influir por las trivialidades del arte clásico o del arte de moda". Para Dubuffet, mitificar el arte poniéndolo a la altura de las actividades sublimes para diferenciarlo de las manifestaciones que displicentemente se denominan folclor, era simplemente una estupidez. Así pues, en su afán por defender estas ideas, él y sus seguidores inventaron sus propias técnicas y hasta aportaron materiales inéditos.       

(Colección Fundación Dubuffet, París)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

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