Puerto en Normandía, 1909 de Georges Braque |
En 1909 Braque y Picasso estrechan su amistad y consiguen desarrollar la nueva tendencia. Juntos crearon las dos tendencias del cubismo. La primera es el cubismo analítico (1909-1912), en donde la pintura es casi monocroma en gris y ocre. Los colores en este momento no interesaban pues lo importante eran los diferentes puntos de vista y la geometrización, no el cromatismo. Fueron elaborando un «nuevo lenguaje» que analiza la realidad y la descompone en múltiples elementos geométricos. Los puntos de vista se multiplicaron, abandonando definitivamente la unidad del punto de vista de la perspectiva renacentista. Se introducen en la pintura los «pasos», definidos como ligeras interrupciones de la línea del contorno. Los volúmenes grandes se fragmentan en volúmenes más pequeños. Entre las obras de esta fase del cubismo se encuentra el Retrato de Kahnweiler (1910, Instituto de Arte de Chicago).
A este período
también se le llama de cubismo hermético, pues por la cantidad de puntos de
vista representados, algunas obras parecen casi abstractas. Al hermetismo se
llega porque los planos acaban independizándose en relación al volumen de
manera que es difícil decodificar la figuración, reconstruir mentalmente el
objeto que esos planos representan. El color no ayudaba, al ser prácticamente
monocromos y muchas veces convencionales, no relacionados con el auténtico
color del objeto. La imagen representada, en definitiva, era ilegible, casi
imposible de ver, a no ser por algunos objetos como una pipa, o letras de
periódico, que permiten distinguir lo que se está representando.
Es en esta fase
cuando el cubismo se presenta en público. Pero no por obra de Picasso y Braque,
que exponían privadamente en la galería Kahnweiler, sino por otros pintores que
conocieron la obra de aquellos en sus talleres. Se presentaron al Salón de los
Independientes de 1911. En su sala 41 aparecieron obras de Jean Metzinger,
Albert Gleizes, Henri Le Fauconnier, Fernand Léger y Robert Delaunay.
Provocaron el escándalo y rechazo de público y crítica. Ello llevó a que se
construyera ya una obra doctrinal de primera hora explicando los hallazgos de
la nueva tendencia. Así, el primer estudio teórico del cubismo lo hicieron en
1912 Gleizes y Metzinger: Du "Cubisme" («Sobre el cubismo»).
Apollinaire, por su parte, escribió Les peintres cubistes («Los pintores
cubistas. Meditaciones estéticas») en 1913. Hubo otras adhesiones, como la de
la mecenas Gertrude Stein o los marchantes como Ambroise Vollard y Henry
Kahnweiler. Otros poetas, además de Apollinaire, defendieron el nuevo estilo:
Pierre Reverdy y Max Jacob.
Además del rechazo
de los tradicionalistas de la pintura, hubo posteriormente críticos que venían
de la propia vanguardia, centradas en dos problemas que planteaba el cubismo:
su estatismo y su adhesión a lo figurativo. En efecto, sobre todo los
futuristas objetaron al cubismo que en sus obras el movimiento estuviera
ausente, siendo así que el mundo actual es esencialmente dinámico. Gino
Severini, a quien se considera el más cubista dentro del futurismo, lo criticó
en Del Cubismo al Clasicismo (1921), aunque con el tiempo (1960) reconoció que
debía al cubismo gran parte de su técnica. Algunos cubistas fueron sensibles a
esta crítica y crearon obras influidas por el futurismo, como hizo Marcel Duchamp con su primera versión de Desnudo bajando una escalera (1911, Museo de
Arte de Filadelfia, col. Arensberg). Por otro lado, aunque en su época no
resultaba fácil deslindar el cubismo de la abstracción, hoy resulta evidente
que siguen sujetos a una representación figurativa de las cosas reales. Se
seguían representando sillas, botellas o figuras humanas, aunque las
descompusieran en planos y volúmenes geométricos. No se apartaban de
representar la realidad, sino que querían representarla en el cuadro con un
nuevo lenguaje.
El camino trazado
por Picasso y Braque pronto fue seguido por los pintores Juan Gris (José
Victoriano González) y Louis Marcoussis, el primero influido por Picasso, el
segundo por Braque. Gris, tercer gran nombre del cubismo. Este madrileño
malvivía en París dibujando para revistas y periódicos. A partir de 1911 se
interesó por el problema de la luz sobre los objetos, creando cuadros con
iluminación naturalista, en los que los rayos luminosos oblicuos y paralelos
entre sí inciden sobre formas rígidas, como puede verse en su Retrato de
Picasso de 1912. Él mismo dijo haber adoptado el cubismo «analítico»,
multiplicando los puntos de vista y usando colores vivos. Para el año 1912,
Braque y Picasso ya habían realizado collages, y Gris comenzó a introducir en
sus obras diversos materiales como la madera o la tapicería, bien imitándolos,
bien pegándolos (El lavabo, 1912).
Braque, por su
parte, influyó en el polaco Marcoussis (Ludwig Markus). Más ortodoxo y menos
original que Gris, creó una obra con colores intensos y cercana a veces al
futurismo. Comenzó en 1912 a trabajar el cubismo analítico, con obras como
Naturaleza muerta con damero (1912), Museo Nacional de Arte Moderno, Centro
Georges Pompidou).
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