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Artistas de la A a la Z

La Cueva de Lascaux

Junto con las famosas Cuevas de Altamira, la de Lascaux (que se encuentran en Montignac, Dordoña, Francia) representa el otro gran hito del arte rupestre que se ha descubierto hasta el día de hoy. No fue hallada hasta 1940, por Ravidat y Marsal, pues era casi imposible dar con ella debido a su difícil acceso ya que la entrada la bloqueaban dos grandes piedras. Luego fueron objeto de estudio del gran especialista, el abate francés H. Breuil. El apogeo del perigordiense pictórico se encuentra en Lascaux, donde triunfan el modelado, los hábiles difuminados, y los silueteados sobre el blanco de la roca. Las grandiosas figuras de la "Sala de los Toros" son auténticas obras maestras.

Entre los diferentes espacios hallados, quizás los más significativos sean la Sala de los Toros -por su calidad y cantidad de animales representados-, en una de las primeras composiciones circulares; la galería axial, donde se puede contemplar el llamado "caballito chino"; el camarín de los felinos; así como el "pozo", donde se halla una escena mágico-cinegética bien conocida, con la presencia de un chamán.

La mayoría de las pinturas son de la etapa final del auriñaciense, o de principios del magdaleniense, e impresionan las dimensiones de algunas de las figuras representadas, como los toros -hasta 5 metros- , así como las técnicas dinámicas y seguras con las que están realizadas (figuras amarillas, bícromas, negras con degradación ... ).

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat


Bisonte herido


Cabra montés


Ciervos de ramificadas cornamentas


Décimo caballo chino


El bestiario de la sala de los Toros


El ciervo negro


El conjunto de Lascaux


Fragmento de las famosas pinturas rupestres




Panel del unicornio, en la sala de los toros






Vaca roja con cabeza negra
















La figura de "El hechicero"

Figura de "El hechicero" en la cuenva de los Trois Frères.

La cueva de Les Trois-Frères (situada en Ariége, Francia) es uno de los yacimientos prehistóricos de mayor relevancia que se encuentran en el país galo. Alberga una serie de pinturas de gran interés que han sido datadas entre el año 12000 y 10000 a.C. Sin lugar a dudas, la figura de "El hechicero" es la más conocida de las pintadas sobre las paredes de esta cueva. Les Trois-Fréres -descubierta en el año 1912 por los tres hijos del conde Bégouen en lo que eran entonces sus terrenos- destaca por sus manifestaciones de figuras fantásticas y pertenecen cronológicamente al período magdalaniense. Así, aparte de estas imágenes de carácter más popular, también se puede contemplar un hombre-bisonte con un instrumento musical y otra figura de hombre-bisonte, pero que en este caso aparece mucho más hibridada.

En casi un metro, e independientemente de otras pinturas de la misma cueva, se representa la figura que se conoce con el nombre de "El hechicero". Se trata de una figura antropomorfa, con partes humanas (el sexo, su postura bípeda) y animales (cuernos, orejas, barba, cola ...), mientras que la disposición de las piernas recuerda algún tipo de danza de encantamiento. El cuerpo está recorrido por finas líneas grabadas, mientras que los espacios intermedios presentan una pigmentación negra. Llama asimismo la atención el tratamiento expresivo de unos ojos desmesuradamente abiertos. Pese a su sintetismo, resulta de una gran calidad.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Naturalismo y magia

Pero ¿qué fue lo que impulsó al hombre del Paleolítico a la realización de estas pinturas? Ello continúa siendo un enigma. Algunos estudiosos sostienen que aparecieron en un momento en que el hombre disponía de cierto tiempo libre, probablemente provocado por vivir en una etapa de abundancia de productos que proporcionaba por entonces la Tierra. No obstante, esta teoría del arte por el arte no tiene tantos adeptos como la que sostiene que su principal finalidad era mágica, con un fin propiciatorio y/o sexual; lo cual explicaría muy bien ciertas características que ya se han comentado.

Caballos, pintura de la cueva de Lascaux (Dordoña, Francia). La coloración y la definición del dibujo, su vientre, hocico, cola y crin suponen ya un profundo conocimiento técnico. La perspectiva empleada en la pintura y las imágenes sucesivas de animales que se encuentran en las paredes de la cueva son reveladoras de este hecho.

Uno de los hechos que más siguen sorprendiendo aún hoy en día de estas pinturas rupestres es el verismo con el que se representaban esos animales. Pero ¿por qué pintaban de esa manera? Parece ser que estas creaciones tuvieron una "función": formarían parte de un ritual enfocado hacia dos de los aspectos más vitales del hombre de la época, es decir, la caza y la reproducción.

Del primer tema es del que existe un mayor número de muestras, pues casi toda la iconografía se reduce a la animalística. El hombre paleolítico vivía fundamentalmente de lo que le proporcionan los animales, tanto su carne como sus pieles o sus huesos. De ahí que se plasmen escenas de caza. Partiendo de un instinto de posesión -pero al mismo tiempo, de su incapacidad para diferenciar lo que es real y lo que es imagen-, el hombre paleolítico creaba sus pinturas, en tanto que crear significa dar vida a algo. Obviamente, su meta era el parecido de esos animales que tanto ansiaba; y de ahí el naturalismo.

Bisontes a la carrera, pintura de las cuevas de Lascaux (Dordoña, Francia). El sentido amplio del color, la minuciosidad de las figuras y el movimiento de los animales eran rasgos que comenzaban a dominar los artistas prehistóricos. Aunque la pintura fue aplicada en mayor medida con el dedo, para los detalles solían utilizar pincel.

Aparte de esto, muchas de estas figuras zoomorfas, si los observamos, aparecen dibujadas o pintadas sobre las formas más salientes de las rocas, en especial en la zona del vientre, con lo que se reforzaba esa idea propiciatoria de la reproducción, y estilísticamente se refuerza su naturalismo ahora aprovechando recursos propios de la escultura -la tridimensionalidad-, como se puede observar en la "Gran Sala de los Polícromos" de las cuevas de Altamira.

Las escenas más abundantes, empero, eran las ligadas a la cinegética, más que las simples representaciones de animales. De esta manera, en un número elevado de ellas aparecían heridos, atravesados por flechas, lanzas u otras armas. El hombre paleolítico creía que, matando la imagen del animal, mataban asimismo el espíritu vital de la criatura, de forma que se facilitaba su caza.

Esto podría explicar, por ejemplo, que los detalles más naturalistas se centraran en las figuras de los animales, puesto que éste era el principal objetivo; mientras que las plasmaciones de las figuras humanas resultaban más bien esquemáticas, pues, al fin y al cabo, no era lo que más importaba. De la misma forma, se podría justificar así que los animales más fáciles de cazar o que eran más abundantes, no se solieran representar, puesto que los esfuerzos pictóricos de estas grutas iban encaminados únicamente para aquellos más preciados, escasos o difíciles de cazar.

La cueva de Rouffignac (Dordoña, Francia) se caracteriza por ser uno de los conjuntos pictóricos del Paleolítico más importantes. Destacan las numerosas plasmaciones de mamuts, rinocerontes, caprinos y caballos, siendo una de las cuevas que más mamuts reúne en un mismo conjunto. Cabe destacar la voluntad por representar una escena de conjunto, a diferencia de la mayoría de casos en que el animal se representa aisladamente, a pesar de tener otros seres cercanos.

Como ya se ha señalado anteriormente, no todas las escenas o figuras representadas se referían a la caza de los animales, sino también hay, aun siendo menor su número, unas cuantas relativas a la fertilidad o la fecundidad. En general, la localización de las pinturas rupestres no se encontraban en la embocadura de las grutas, sino en su interior. Quizás esto obedezca al deseo de introducirse "dentro" de la tierra, en sus entrañas, esto es: del origen creador de la Madre Tierra. El hombre de la época creía que de esta manera podía aproximarse a ese poder creador, y de ahí que pintaran en lo más profundo de esas cuevas. Esto les condujo a ese naturalismo, en ese deseo de imitar a la Tierra, en tanto que se entendía como creación.

Si bien se aplicó fundamentalmente a los animales, se ha encontrado algún caso excepcional referente a la fertilidad humana, lo que nos hace pensar que, en general, por aquella época, la especie humana no estaba tan preocupada en cuanto a su capacidad de reproducción como en la de las criaturas de las que dependía su subsistencia. La Cueva de Addaura, cerca de Palermo, en Sicilia, descubierta en la década de 1950, constituye una de las raras muestras sobre este tema.

Rinoceronte lanudo, pintura de la cueva de Rouffignac (Dordoña, Francia). Esta pintura deja constancia de la existencia de esa especie de rinoceronte, de gran tamaño y espeso pelo lanoso, un animal ya extinguido en el área. Eran herbívoros. Sus cuernos eran aplanados y largos, especialmente el primero, que podía alcanzar un metro de longitud, y no sólo les servían para hacer frente a enemigos, sino para apartar la nieve en invierno y buscar hierbas y raíces.

No obstante, hay que recordar que no todo el arte de la prehistoria siempre fue tan naturalista: hay que pensar en el caso del expresionismo presente en las figurillas femeninas de las "venus", realizadas con un mismo fin propiciatorio mágico-sexual, pero deformando y centrándose fundamentalmente en las zonas reproductoras; la abstracción de ciertos signos (interpretados algunos de ellos como calendarios lunares o solares), mientras que otros hacían referencia a marcas étnicas, etc.

Así pues, se ha entendido que en una sociedad en la que el hombre fundamentalmente se dedicaba a la caza, en correlación, las muestras pictóricas halladas hasta ahora se centran fundamentalmente en este mismo tema.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

La Venus de Laussel


Entre todo el conjunto de descubrimientos de yacimientos prehistóricos que se han conseguido realizar hasta la fecha, puede parecer complicado, incluso temerario, señalar un hallazgo que suponga toda una iluminación para comprender mejor el arte de aquellos tiempos tan lejanos.

La Venus de Laussel resulta ser una de las obras esenciales para conocer el arte de las sociedades prehistóricas, una obra que sí supone un auténtico hito para los investigadores. Se descubrió en el 1911 en el departamento francés de la Dardoña, por el equipo del Dr. Lalanne. Actualmente, forma parte de la colección del Museo de Saint Germain-en-Laye, al oeste de París. La Venus de Laussel, esculpida en relieve sobre la roca caliza en época solutrense, mide unos 46 cm de altura, dimensiones mayores que las presentes en las Venus de bulto redondo. La figura femenina se halla plasmada desde una perspectiva frontal, desnuda, y sostiene un cuerno de bisonte con su mano derecha. Como es habitual en las representaciones de este tipo, la cabeza aparece tan sólo esbozada, mirando al cuerno, mientras el resto del cuerpo presenta una exageración respecto a sus caracteres genéricos.

Se piensa que esta escultura presentaba pigmentos rojizos en el momento de su ejecución. Fue tallada en un bloque de piedra, probablemente el elemento central de un santuario que se cree relacionado con los ritos de fecundidad.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat


El artista, cazador y chamán

Como se acaba de explicar la caza era una de las actividades fundamentales de este hombre del Paleolítico, de forma que casi todos sus esfuerzos se dirigían para llevarla a buen puerto, y de entre ellos, la pintura cumplía una función ritual. Es por este motivo que era necesaria la presencia de alguien que fuera especialmente hábil a la hora de pintar. Así, se procuraba buscar a aquél que sobresaliera en su talento para imaginarse figuras en las formas geomórficas de las rocas de las grutas y, después, que tuviera la facultad de pintarlas. A esta figura se le conoce como el mago-artista.

Cabeza de bisonte en negro, pintura de la cueva de Rouffignac (Dordoña, Francia). En 1956 se descubrió en esta cueva un importante conjunto de pinturas rupestres. Cronológicamente las pinturas deben situarse en el magdaleniense medio y reciente, aunque la ocupación de la cueva se alargara hasta la Edad del Hierro. La tonalidad negra y la rojiza de estas pinturas se explica por el hecho de los materiales empleados: tierras o minerales mezclados con agua, resinas, etc.

Un caballo de la cueva de Pech-Merle (Lot, Francia). El hombre del Paleolítico, esencialmente cazador, dejó numerosos ejemplos de los animales existentes en las distintas épocas y zonas, a través de las pinturas en las cuevas. Este ejemplo de la cueva de Pech-Merle forma parte del llamado "Fresco de los caballos punteados", de más de tres metros de longitud. Presenta como particularidad el curioso punteado de su cuerpo, así como las impresiones en negativo de manos humanas.

A este binomio anterior le tendríamos que añadir otro término más, el del cazador, desde el momento en que el hombre paleolítico, por antonomasia, es ante todo eso: un cazador. Y esta tríada iba indisolublemente unida siempre. Así pues, la caza era su actividad principal. Para ello, se organizaban en hordas poco numerosas, haciendo uso de armas fabricadas en muchas ocasiones a partir de lo que les proporcionaban esas mismas criaturas, así como de trampas. Con el tiempo, todo esto se iría complementando con la pesca y la recolección de frutos silvestres.

Debido a ello, de entre todos los cazadores de la tribu, se escogía como líder aquél que tuviera más facilidad para ser a la vez artista y chamán, es decir, que tuviera el suficiente poder para ejecutar pictóricamente, y de la forma más naturalista posible, la representación de sus futuras presas. Para ello, y siguiendo con su mentalidad de mímesis en relación a la posesión - anteriormente comentada-, no sólo se dedicaban a pintar animales de forma realista, sino incluso el mismo mago-artista intentaba aprehender esos rasgos animales.

Caballo y bisonte, pintura de la cueva de Pech Merle (Lot, Francia). Se atribuye a la cultura perigordiense, de principios del Paleolítico superior que convivió con el auriñaciense. La combinación de estos dos animales constituía un tema central en el arte en la época prehistórica. En el este de la cueva son visibles caballos, un felino y la evocación imaginaria de ciervos; al oeste se extiende una red más vasta y más rica, el único accesible en el momento de las visitas.

Por este motivo, iba vestido con pieles animales, llevaba máscaras y cornamentas, y se movía imitando los movimientos de los mismos -ritmo en el que se ha visto el origen de la danza-. Y es que se tiene la necesidad de asumir la forma de ciertos seres, ya que de esta manera se obtienen mayores facultades cercanas a esos animales, o sus características.

Con todo, la asociación a un animal determinado resulta difícil de averiguar en estas representaciones, aunque destaca el grupo de figuras ornitocéfalas. Aparte, como líderes dotados de ese don que les diferenciaba del resto, llevaban un bastón de mando, generalmente realizado sobre hueso o marfil, y que presentaba decoraciones animales en grabado, como el hallado en la Cueva del Pendo, en Escobedo (Camargo, Cantabria). Ahora eran ellos la obra de arte, sin necesidad de pasar por la creación de un "objeto".

Bisonte herido con una flecha en el costado, pintura de la cueva de Niaux (Ariege, Francia). El artista cazador tiene necesidad de representar la caza como quehacer cotidiano de supervivencia. Esta cueva, además de reunir distintas representaciones de mamíferos, tanto bajo la técnica del grabado como de la pintura, permite contemplar signos ideomorfos o signos pintados en rojo. 

En algunas ocasiones, aparte de representar la presa de caza, ellos mismos se "autorretrataron", en una serie de figuras antropomorfas, híbridos entre seres humanos y animales, que constituyen manifestaciones de las primeras tentativas humanas de dar forma a conceptos religiosos y la actitud del hombre frente a lo sobrenatural. Con todo, en estas pinturas aparecen con bastantes deformaciones, en un deseo de acercarse a la fisonomía animal.

Bisonte herido con flechas, pintura de la cueva de Niaux (Ariége, Francia). El análisis de los pigmentos utilizados en las pinturas de esta cueva ha dado como resultado el uso de la combinación del pigmento con talco para dotar de más cuerpo a la pintura y con aceites vegetales para plasmarla. Destacan los dibujos de caballos y bisontes que, como es esta imagen, se ha plasmado con la silueta negra.

Hay una escena al respecto -una de las primeras composiciones de la "Prehistoria" del Arte-, en las cuevas de Lascaux, que ilustra a la perfección todo lo que se está comentando: en la llamada escena del "pozo" se representa a un chamán con los brazos extendidos y la cabeza animal, a su lado el bastón de mando -cuya parte superior también ostenta la forma de un ave-, mientras que frente a él está el bisonte herido, atravesado por una lanza.

De cualquier forma, dejando a un lado la cuestión iconográfica, la diferencia de estilo entre el esquematismo de la figura humana y el detallismo del rostro y del pelaje de la bestia son evidentes. El hombre paleolítico intentaba pintar de la misma forma que cuando cazaba, empleando un estilo simple, pero seguro y dinámico, y que recuerda a las características de la cinegética. No obstante, algunos historiadores y antropólogos defienden la hipótesis  de que en realidad pintaban sólo animales -y figuras humanas con rasgos zoomórficos-, ante su incapacidad de representar seres humanos.

Hembra de bisonte muerta, pintura de la cueva de Niaux (Ariege, Francia). Por la posición extraña que toma esta figura y las fechas clavadas, se la ha interpretado como de una hembra muerta. Localizada en el "Salón negro" de la cueva donde se animan centenares de bisontes, ciervos, caballos, ' gamuzas ..., claras muestras del arte paleolítico del magdaleniense.

Como se puede comprobar, aquellos antepasados ya tenían un cierto sentimiento religioso. Se sabe que procedían a la inhumación de los muertos, que los enterraban cerca de donde estaban los vivos -no se distinguía aún claramente entre la vida y la muerte-, y existía un culto a los cráneos. Aparte de esto, existían diferentes tipos de ritos (de iniciación, de antropofagia ...). Pero los más importantes, una vez más, iban dirigidos hacia la caza.

En este sentido, más que hogares, las grutas donde se han encontrado todas estas pinturas tenían antes una consideración de santuarios. Es por ello que se cuidaban de que las pinturas estuvieran bien protegidas y en un lugar más próximo y en comunión con el centro de la Tierra. En este sitio, rodeados de todas estas pinturas, tenían lugar los diferentes rituales. En las cuevas de Niaux, por ejemplo, se han encontrado huellas de niños que intentaban acceder a la categoría de cazador.

Felinos, pintura de la cueva de Combe d'Arc (Ardeche, Francia). El cazador que tuviera más. facilidad para ser artista y chamán, para retratar de la forma más naturalista posible las presas o los animales que le rodeaban, se constituía en el líder. En esta imagen los felinos son representados con motas en el cuerpo y una gran cabeza, en un deseo por acercarse a la fisonomía animal.

La aparición de la llamada "Revolución neolítica" supuso la introducción de la agricultura -cultivo de la tierra-, de la ganadería - domesticación de animales-, de una vida más sedentaria, así como la aparición de nuevas actividades, tales como la alfarería o la tejeduría. Por todo ello, la caza ya no lo era todo para este nuevo hombre. En consecuencia, la finalidad de sus pinturas ya no era la misma. De ahí que el naturalismo presente hasta entonces dejara paso a un estilo mucho más simbólico y esquemático, como se puede ver en el arte levantino.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Las diosas primitivas

Desde finales del pleistoceno y sobre todo a principios del Neolítico, empiezan a proliferar las esculturas femeninas de pequeño formato, que hoy en día se conocen bajo la denominación de Venus. Se las encuentra esparcidas por una amplia zona geográfica, pues están presentes desde el Midi francés hasta Siberia.

Manos humanas en rojo y negro, en la cueva de Gargas (Altos Pirineos,Francia). Más de doscientas impresiones de manos se han encontrado en esta cueva. Muchas veces han quedado impresas al apoyar simplemente la mano manchada, otras rodeándola con pintura; ésta última era la opción pictórica más común y su sentido puede ser místico, de invocación. El color y las formas conseguidas daban una gran fuerza al conjunto.

Mano en la cueva del Castillo (Puente Viesgo, Cantabria). En todo el arte paleolítico existen solamente cuatro cuevas que presentan amplios conjuntos de manos como protagonistas, siendo una de las más representativas la del Castillo, con una cincuentena de ejemplos. Seguramente, la plasmación de la mano respondería a un cierto significado religioso asociado a la protección. Se relacionan con ideomorfas y animales, sirviendo como antesala a los "santuarios de animales". Lo único que se conoce con seguridad es que la mano izquierda tiene un mayor número de representaciones que la derecha y que el tamaño de ellas se asociaría al de la mano femenina o de niño. En algunas ocasiones se puede apreciar la falta de las falanges de los dedos, como si se tratara de mutilaciones, quizá rituales.

Se trata, generalmente, de esculturas de bulto redondo (exentas, no como parte fija de un conjunto), aunque a veces se las ha encontrado aplicadas en relieve sobre superficies rocosas. Las Venus de bulto redondo forman parte de lo que se denomina "Arte mobiliar", o "Arte mueble", ya que se trata de piezas de dimensiones reducidas y se pueden transportar con facilidad. Éstas, habitualmente, miden entre los 3 y los 22 centímetros, y estaban concebidas para caber en la palma de una mano; por lo que se cree tienen su origen en colgantes o amuletos que aquellos antepasados más remotos llevaban para protegerse, o bien como parte de sus rituales cotidianos.

Las Venus prehistóricas son especialmente características debido a las proporciones con que se las representa. Por lo general, sus atributos sexuales están muy enfatizados, con senos, vientre, nalgas y caderas abultados sobremanera. Por otra parte, a medida que fueron evolucionando, las Venus se vieron sometidas a un proceso de esquematización, cosa que actuaba en detrimento de los otros rasgos del cuerpo, en especial el rostro, que con frecuencia aparece tan sólo esbozado, o simplemente no existe.

En la cueva del Castillo (Puente Viesgo, Cantabria), se hallaron numerosos ideomorfos de color ocre rojizo, de unos 30 a 60 cm de longitud, seguramente de la misma época que las manos pintadas o posteriores a ellas. Algunos de ellos están realizados a base de trazos paralelos en forma de escalera (los más primitivos), de parrilla, en aspa, zigzag, rombos, a modo de chozas ("tectiformes") o a base de puntos. No se conoce exactamente su significado, aunque se apunta la posibilidad de que los cuadrangulares sean de esencia femenina y los de las filas de puntos, sus complementarios masculinos. Son más abundantes en las cuevas de la región cantábrica que en la zona del Levante español.

Las Venus son objetos conectados con el estilo de vida y las creencias de las comunidades humanas prehistóricas. En este contexto, la fertilidad era un elemento fundamental, ya que su función era la de ser madres, y perpetuar la vida en un mundo lleno de hostilidades para el hombre.

La representación de los órganos reproductivos de la mujer fue una constante en el mundo antiguo, desde la época del hombre de Neandertal. La vulva es, sin lugar a dudas, el símbolo más utilizado, a diferencia del falo masculino, que aparece plasmado en contadas ocasiones. La vulva sería, así pues, una plasmación física de la necesidad de perpetuación de la especie humana. Generalmente, ésta no aparece sola, sino representada junto a otros símbolos relacionados con la abundancia, como figurillas zoomorfas, muestras del deseo de sus creadores de obtener más ejemplares del animal esculpido.

Pintura rupestre de la cueva de la Pasiega (Puente Viesgo, Cantabria). En esta cueva, descubierta en 1911 por Obermaier y Wemert, se encuentran numerosas figuras. Contiene un gran número de animales pintados y signos al final de un largo pasillo, siendo el color ocre y la línea ancha las características que predominan en la composición. Ciervos, caballos, bisontes, caprinos y bóvidos son los animales que se repiten con más frecuencia.

Durante el período magdaleniense, se empiezan a destacar las zonas púbicas de las Venus, mediante una incisión triangular. Esta manera de poner de relieve los genitales femeninos durará hasta la aparición de las primeras manifestaciones artísticas griegas, influyendo en su génesis y posterior desarrollo. A medida que la ejecución de las Venus fue evolucionando, perdiendo su inicial tendencia por el naturalismo, la plasmación de la vulva también varió, volviéndose cada vez más esquemática.

Pintura rupestre de la cueva de las Chimeneas (Puente Viesgo, Cantabria). La cueva, descubierta en 1953, tiene este nombre porque se llegó a ella bajando a través de unos pozos naturales, que desde la bóveda alta conducen a la entrada. Las pinturas son naturalistas y aunque esquemáticas y sencillas, son muy expresivas. Pueden distinguirse tres zonas: la última de ellas, la tercera, contiene un panel con ciervos en pintura negra.

Venus localizada en Dolni (Moravia). igura femenina esculpida en colmillo de mamut, de unos ocho centímetros deltura, hiperestilizada, que procede de un matadero de mamuts en Dolni. En esta región se han encontrado otras figuras femeninas, objetos conectados con el estilo de vida y la creencia prehistórica, donde la fertilidad y la función de madre de la mujer era un elemento fundamental.


Otro de los símbolos relacionados con el culto a la fertilidad son los senos femeninos. Aunque en contadas ocasiones se encuentran de forma exenta, por lo general nunca se hallan desvinculados del resto del cuerpo humano. Resultan atípicas las representaciones de mujeres con más de dos mamas, peculiaridad que se da también en elementos pertenecientes a otras culturas y épocas.

Las Venus, aún sin ser esculturas de bulto redondo y estar ideadas para poder ser manipuladas y observadas desde varios puntos de vista, presentan dos tipologías diferentes. Por un lado, las hay frontales, cuyos rasgos sexuales están acentuados para ser contemplados por su parte anterior. En este caso, se enfatizarían principalmente las caderas. Un ejemplo paradigmático de esta tipología es la Venus de Lespugue.

Por otro lado, estarían las Venus de perfil, cuyos atributos se destacarían al ser vistas de lado. Éste es el caso de la Venus de Savignano, que junto con la Venus de Willendorf y la de Lausel son las más famosas de todas las representaciones de divinidades primitivas relacionadas con el culto a la fertilidad.

La Venus de Savignano, por su parte, es la mayor de las Venus halladas hasta el presente. Mide unos 22 centímetros y fue hallada en 1925 por un obrero de la construcción en Savignano sul Punaro, en las cercanías de la ciudad italiana de Módena. Esta pieza, realizada con piedra serpentina verdosa, ha llegado hasta la actualidad en buen estado de conservación. Aunque no se encontró acompañada de otros materiales que facilitaran su datación, se cree que es del período auriñaco-perigordiense, y que fue realizada alrededor del 25000 a.C. Su cabeza y sus piernas, meramente esbozadas, presentan forma triangular. Esta disposición concentra toda la fuerza de la composición en pechos, vientre y nalgas, si bien las caderas no están ensanchadas, muy probablemente debido a la forma de la piedra sobre la cual se esculpió.

La Venus de Willendorf fue descubierta en 1908, por el arqueólogo Josef Szombathy, cerca de la localidad austríaca de la que la Venus tomó su nombre. Pertenece al auriñaciense tardío, por lo que se podría fechar en torno al 22000 a. C. Esta pieza, que mide unos 11 centímetros, fue realizada con un tipo de piedra no presente en las inmediaciones de Willendorf, por lo que se cree que, o bien se importó el material, o bien fue hecha en otra región y posteriormente llevada a la zona.

Venus de Kostienki (Museo del Ermitage, San Petersburgo). Descubierta en 1908 por el profesor Szobarhy, está datada en 23000 a.C. De diez centímetros de altura, constituye una de las figuras femeninas más famosa de la Prehistoria. De aspecto naturalista y representando a una mujer obesa, está esculpida en piedra caliza eólica. Sus senos, sus caderas y su vientre, en relación con sus brazos, son exagerados, formándose una figura redonda y pequeña, maciza. 

De proporciones gruesas, esta Venus posee un plasticismo notable, y una particular exuberancia, relacionada con los ritos de fertilidad con los cuales estaba relacionada.

Las Venus podían presentar policromía. Recientes estudios creen que estos pigmentos, por lo general rojizos, añadían una función al simbolismo inherente a las Venus. El rojo estaba vinculado con la existencia de los hombres y los animales, pudiendo aludir también a la menstruación.

Estas esculturas femeninas han sido relacionadas con el culto a las divinidades naturales, anteriores a la aparición de las religiones organizadas. Las Venus podrían, entonces, ser consideradas como el origen de las representaciones de la Madre Tierra.

La Venus de Mentan (Museo de Saint-Germainen-Laye, Francia), es una estatuilla femenina producto de una artesanía doméstica, especialmente ligada al hogar, que había de dejar paso con el tiempo a los numerosos fetiches. Si el arte animalístico, dependiendo del poderoso mundo de la caza, es un arte de escuelas y de estilos, estas estatuillas tienen el sabor ingenuo de una industria casera. Seguramente por ello es tan grande su popularidad.

La Venus recibieron su nombre en una época en que se las consideraba meramente esculturas eróticas, figuras triviales radicadas en el entorno de la sexualidad humana. Sin embargo, pronto se abandonó esta idea, a favor de una interpretación más abierta de su significado. Las Venus pertenecían a un universo en el que eran veneradas por lo que ellas simbolizaban: la fuerza de la naturaleza y el poder de la fertilidad.
Venus de Grimaldi (Museo de Saint-Germainen-Laye). Esta Venus tiene 81 mm de altura, data de unos 22.000 años, fue localizada en Grimaldi (Italia). Su cabeza es ovoide, se puede distinguir en ella un ojo y la nariz. Como se ve, su vientre y sus caderas son prominentes, así como sus mamas, todo ello símbolo de la fertilidad.

Diosa sentada, procedente de Pazardzik, en Bulgaria (Naturhistorisches Museum, Viena). Es una figura de terracota que representa a la Diosa Grá­ vida sentada sobre un taburete. De 18.4 cm de altura, sus nalgas son amplias y el triángulo del pubis está remarcado, adornado de espirales. Es típico del perfodo magdaleniense destacar las zonas púbicas de las Venus para poner de relieves los genitales femeninos.


Figura femenina esculpida en colmillo de mamut, procedente de Kostienki (Rusia). Son varias las figuras de Venus que se localizaron es esta zona de Rusia. De modulación pronunciada en sus atributos. Sus nalgas están desarrolladas y sus pechos son oscilantes. El sexo, la ejecución cuidada y la durabilidad son unos rasgos que reunieron las figuras femeninas en el Paleolí­tico.

Venus izquierda: Venus de Savignano, vista de perfil (Museo Preistorice Pigorini , Roma). Puede considerarse la Venus italiana más famosa. Es la mayor de las encontradas hasta el momento. No tiene una datación precisa , se cree que fue realizada alrededor del 25000 a.C. 
Venus derechaVenus de Savignano, vista de frente (Museo Preistori ce Pigorini, Roma). Hallada en 1925 y de unos 22 centímetros, es una figura tallada en piedra Los ongenes del arte 101 serpentina, en la que los brazos son una continuación del pecho y su cabeza y sus piernas son triangulares.

Venus de Willendorf (Naturhistorisches Museum, Viena). Una vez más se encuentran los atributos femeninos resaltados, descuidando las extremidades, sin detallar el rostro. Probablemente esta figura coronara el amontonamiento de ofrendas. Tallada en piedra caliza, de 12,7 centímetros de altura, no se sabe con exactitud si pudiera ser la representación de una divinidad.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Savat


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