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Artistas de la A a la Z

Obra de Théodore Chassériau. Orientalismo.

La Toilette de Ester, 1841

Ali Ben-Hamet, califa de Constantino y Jefe de los Haractas, seguido de su escolta, 1845

Bailarines árabes, 1849

Joven mujer morisca amamanta a su hijo, 1850

Mujer y niña de Constantino con gacelas, 1851

Mujer y niña de Constantino con gacelas, 1851

Árabes dando agua a sus caballos, 1851
Harem interior, mujer saliendo del baño de Constantino, 1854

Bazar en Orleans

Joven Teleb sentado

Obra de Théodore Chassériau. Simbolismo.

Macbeth, la aparición de los reyes, 1856. Romanticismo

 

Jean-Baptiste-Simeon Chardin (1699-1779)



Chardin, Jean-Baptiste-Simeon (París, 2 de noviembre de 1699 - 6 de diciembre de 1779) Pintor francés. Renovador de la naturaleza muerta y de la pintura de género intimista, bodegones y escenas de interiores burgueses. Contemporáneo del maestro del rococó, A. Watteau, desarrolló un estilo propio mucho más sobrio que éste. Se basó en la tradición de la pintura holandesa (Vermeer) y en el barroco realista francés (Louis Le Nain), pero le interesó en especial el problema de la percepción visual de los colores y las sombras y su plasmación en la tela. Sus cuadros abordan siempre temas muy simples, de composición sobria y sin anécdotas ni elementos simbólicos. Fue muy admirado por su habilidad en captar ambientes y por la sutileza de sus matices de color y de luz. De su obra destacan Niño haciendo burbujas de jabón, Le Bénédicité, La madre hacendosa, Naturaleza muerta de la pipa, Autorretrato en gorro de noche y Autorretrato de la visera verde.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Obras comentadas


Obra

Bodegón, 1728
El rayo o el interior de la cocina, 1728

Obra de Jean-Baptiste-Simeon Chardin. Barroco.

El buffet, 1728
La sopera de plata, 1728
Conejo salvaje con juego de bolsa de polvo y frasco, 1728-1730
Bodegón con arenques, 1731
El ayudante de cocina, 1738-1740
La oración antes de la comida, 1740
Bodegón con faisán, 1750
Bodegón con vaso, frasco y fruta , 1750
La mesa del mayordomo, 1756
Cesta de ciruelas, 1759
Peras, nueces y una copa de vino, 1768
Las sobras de un almuerzo, también llamada la copa de plata


Paul Cézanne (1839-1906)



Cézanne, Paul (Aix-en-Provence, 19 de enero de 1839 - 22 de octubre de 1906) Pintor francés, uno de los mejores representantes del postimpresionismo.

Su padre era un burgués emprendedor que pudo dar a su familia una buena posición en Aix-en-Provence, lugar donde el pintor nació, estudió y conoció al futuro novelista Zola, que tendría una importancia decisiva en su vida artística. En 1861 Cézanne consiguió permiso para trasladarse a París a estudiar pintura y se inscribió en la Academie Suisse, donde conoció enseguida a Guillaumin y a Pissarro, aunque, desanimado por los resultados de su pintura, volvió a Aix y se puso a trabajar en la Banca de su padre. A finales de 1862, sin embargo, insistió en la aventura de Paris y Zola pudo introducirle en el ambiente de los impresionistas. A partir de ese momento y hasta 1870 Cézanne alternó la vida en Paris, donde frecuentaba el Louvre, con largas estancias en Provenza. Sin embargo, su vida artística se desenvolvió bajo el signo del fracaso. En 1866 el Jurado del Salón Oficial rechazó su admisión, y el pintor escribió una violenta carta de protesta al director de Bellas Artes. No obtuvo ningún resultado, y hasta 1882 Cézanne sería excluido sistemáticamente de las exposiciones oficiales.

El estallido de la guerra franco-prusiana le sorprendió refugiado en una villa cerca de Marsella, pero, estimulado por Pissarro, se trasladó en 1872 a Pontoise. La proximidad de su amigo y las sesiones de trabajo al aire libre aportaron profundas transformaciones a su pintura: la paleta se aclaró, el aire y la luz empezaron a circular sobre la tela, y las pinceladas se fraccionaron en toques impresionistas. Fue un período de intensa actividad creativa que culminó con la participación de Cézanne en la primera exposición de los impresionistas en 1874, donde fue admitido por intercesión del propio Pissarro. De hecho, hasta 1879 Cézanne permaneció fiel al lenguaje impresionista, y en 1877 incluso se dejó convencer para exponer en la tercera muestra, donde presentó un grupo de dieciséis obras. Tampoco esta vez fue comprendido su trabajo, ni siquiera por los poquísimos críticos favorables al Impresionismo, incluido su amigo Zola.

A partir de 1879 Cézanne se fue alejando progresivamente del lenguaje impresionista y, aunque mantuvo algunos contactos con los pintores, se negó siempre a exponer de nuevo con ellos. La muerte de su padre, en 1886, le puso a cubierto de cualquier preocupación económica y sus estancias fuera de Provenza se fueron haciendo cada vez más raras (aunque no le faltaron ocasiones para exponer en Bruselas en 1887, 1889 y 1890 con el "Grupo de los Veinte"), hasta que después de 1890 se encerró en un huraño aislamiento en Aix. A partir de este momento su interlocutor favorito fue la montaña de Santa Victoria, su motivo pictórico por excelencia, al que dedicó más de sesenta composiciones. Pronto la nueva generación reconoció en él al único de los viejos maestros que, saliendo del callejón sin salida al que había llegado el Impresionismo, y dejando a la sensibilidad su papel indispensable, había conseguido sustituir el empirismo por la reflexión.

Junto a los problemas de la luz, "absolutizados" por los impresionistas, Cézanne trató de resolver dos cuestiones básicas que fueron descuidadas por éstos últimos: espacialidad y objetividad. De hecho, pinta casi los mismos motivos que los impresionistas, pero con la idea de una síntesis en la que se combina la expresión de la luz con el cuerpo formal palpable, limitado por fijas relaciones de espacio. Sus cuadros ofrecen exactamente lo contrario de lo que los impresionistas son capaces de hacer: no el momento fugaz, lo resbaladizo y pasajero de los fenómenos, sino la consistencia y duración de lo imperecedero. Por eso, las distorsiones que aparecen en su obra se pueden explicar únicamente por los requisitos del diseño pictórico. Si consideramos que son el resultado de un ajuste continuo entre las verdades de lo que se conoce, lo que se ve y lo que se siente, estaremos en mejor posición para apreciar la originalidad de un arte tan alejado, por un lado, de las construcciones menos sensuales del Cubismo como, por otro, de la inmediatez naturalista de los primeros años del Impresionismo. Y si además no olvidamos que el motivo, tal y como lo registra su visión extraordinariamente aguda, será siempre contrastado en su mente con su alto ideal del arte representado por los grandes maestros del barroco europeo, podemos entender la dificultad y gravedad de la tarea que se impuso Cézanne. Como el mismo dijo, se trataba de llevar el Impresionismo a los museos.

Como ha señalado Hamilton, en contraste con la visión fotográfica de los primeros impresionistas, las telas de Cézanne son registros acumulativos de sucesivas instantaneidades. Cada pintura no es una exposición del motivo como elemento que permanece idealmente fuera de nosotros y, por tanto, más allá de la experiencia temporal: está constituido a base de observaciones sucesivas y singulares que se pueden ver todavía en los contornos multiplicados de los objetos, en la sustitución de la luz constante, difusa y abarcadora, por la tenue luz atmosférica de los impresionistas y en la perspectiva movediza de los paisajes y de las naturalezas muertas. Estas discrepancias rectangulares, prueba de su abrumador sentido de la forma, obligaron a Cézanne a deformar la apariencia "natural" de los detalles en favor del diseño total, y son más bien evidencia del tiempo que el pintor pasaba pintando y de las numerosas posiciones apenas distintas en que cada objeto era estudiado. Mediante esta introducción de cambios y procesos a través de los múltiples puntos depositados en la superficie, el cuadro se convierte en un registro del presente continuo, de la experiencia del espacio en el tiempo, que es, a su vez, una experiencia que requiere tiempo para revelarse.

En cualquier caso, el reconocimiento de Cézanne se hizo esperar bastante y hasta las exposiciones retrospectivas de la galería Ambroise Vollard (a quien Cézanne había conocido en la Gran Exposición de Paris en 1895), en 1895 y 1898, las generaciones más jóvenes no se decidieron a saquear su obra para encontrar lo que en ella querían ver. Primero fue el aspecto "decorativo" lo admirado por los simbolistas y los nabis; después de la exposición conmemorativa en el Salón de Otoño en 1907, los cubistas empezaron a reivindicar los efectos estructurales. Más tarde fue aclamado como uno de los pioneros del arte abstracto, a causa de la subordinación, al menos aparente, del tema al diseño. Y así sucesivamente. Cada faceta es, desde luego, defendible, pero todas son parciales. A partir de 1920 la relación de Cézanne con el Impresionismo había sido prácticamente olvidada y se completó la imagen del pintor como el primitivo de los modernos, como el maestro que echó los cimientos del nuevo arte abstracto y constructivista del siglo XX, aunque en realidad no fuera ése el verdadero logro de Cézanne e interpretar así sus obras sea sacrificar su significado por un ideal subsecuente y distinto.

Cézanne o la estructura consistente

Sin duda la muerte prematura de Georges Seurat representó una gran pérdida para el arte. Su carrera se auguraba brillante, y resulta imposible deducir hacia dónde se habrían dirigido sus inquietudes si hubiese vivido más años. En cambio, toda la obra de Cézanne ofrece, al examen de quienes de verdad se interesan por los altibajos de la pintura, el proceso de un largo y trabajoso esfuerzo por llegar a una meta casi inaccesible.

Paul Cézanne (1839-1906) perteneció a la misma generación de los maestros impresionistas, con los que convivió unos años y con algunos de los cuales siguió en relación de una muy estrecha amistad; pero su labor está tan íntimamente enlazada con los problemas que se han planteado a la pintura actual, que parece más del siglo XX que de la segunda mitad del XIX.

Autorretrato de Paul Cézanne (Kunstmuseum, Berna). Cézanne sigue en este autorretrato la fórmula de pintores anteriores. Se representa vestido elegantemente, con traje y sombrero, el semblante serio y mirando fijamente al espectador. Por el fondo de la composición parece que está ambientado en su propio taller.  

Obra de Paul Cézanne. Impresionismo.

Fábricas cerca de Mont de Cengle, 1870

Bodegón, 1871

La casa del ahorcado en Auvers (La casa del suicidio), 1873

Madame Cezanne apoyada en una mesa, 1873

Pareja, en, un, jardín, 1873

Vista de Auvers, 1873

Bodegón con vasija de barro italiano, 1874

Bodegón, jarrón de Delft con flores, 1874

En el valle de Oise, 1874

Eremitage, Pontoise, 1874

La casa y el árbol, 1874

Un pintor en el trabajo, 1874

Autorretrato, 1875

Bañistas, 1875

Don Quijote, vista desde atrás, 1875

Parejas relajadas junto a un estanque, 1875

Tarde en Nápoles, 1875

Tres bañistas, 1875

Vida en los campos, 1875

Castaños y caserío de Jas de Bouffin, 1876

Jas de Bouffan, la piscina, 1876

Los árboles de Jas de Bouffan, 1876

Maceta de flores, 1876

Auvers. Vista de cerca, 1977

Bañista, 1977

Bañistas en reposo, 1977

Compotier y plato de Galletas, 1977

Dos jarrones de flores, 1977

La mujer eterna, 1977

Recolectora de frutas, 1977

Retrato de Victor Chocquet, 1977

Retrato de Victor Chocquet, sentado, 1977

El estanque del Jas de Bouffan, 1878

El Sena en Bercy, 1878

Escena legendaria, 1878

El puente de Maincy, 1879

Fondo del Barranco, 1879

La bahía de l'Estaque y Saint-Henri, 1879

Punto al Arte