Los restos del almuerzo, de Jean-Baptiste-Simeon Chardin

 


La pasta pictórica, en manos de Chardin, podía sugerir las cualidades táctiles de cualquier materia como nadie había conseguido antes de él: véanse la loza, el vidrio, el metal y la madera de su célebre cuadro de 1763. 

(Musée du Louvre, París)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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