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Función del arte


Henri Rousseau, pintor más conocido como El Aduanero, nació a mediados del siglo XIX en el seno una familia humilde. Sus padres no pudieron costearle los estudios de pintura. Había otras prioridades, y el arte, a fin de cuentas, ¿sirve para algo? Rousseau trabajó toda su vida como modesto funcionario hasta que en 1885 se jubiló con una pequeña pensión y pudo dedicarse a pintar unos maravillosos cuadros que muestran un personalísimo estilo primitivo.

Pintura rupestre, en las. cuevas de Altamira (Cantabria). Fechada en unos 12.000 años a.C., este sector de las pinturas muestra a dos bisontes. 

En sus orígenes, el arte tuvo una finalidad mágico-simbólica. En las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira, fechadas hacia 12000 a. C., se ven representadas con gran realismo unas figuras de bisontes, ciervos y jabalíes a las que unos humanos están dando caza. Parece poco verosímil que en la creación de estas pinturas haya intervenido el deseo de sus autores de embellecer las cuevas. En cambio, se cree que su función pudo derivar de la necesidad del ser humano de dominar un medio natural que le era hostil y le resultaba amenazador. El arte sería un instrumento mágico con el que se conjuraría la naturaleza. Gracias a él, los cazadores primitivos habrían creído que los animales reales iban a sucumbir a su poder.

Capitel izquierdo: La degollación de los inocentes y los Reyes Magos, capitel del claustro del monasterio de San Juan de la Peña (Huesca). Veinte de los capiteles del claustro fueron realizados por la escuela del llamado Maestro de San Juan de la Peña, que narran iconográficamente desde el Génesis hasta la Ascensión, pasando por la vida de Jesucristo. Capitel derecho: El sueño de San José, capitel del claustro del monasterio de San Juan de la Peña (Huesca). Realizado por la escuela del Maestro de San Juan de la Peña, en el que se reproduce uno de los pasajes de la vida de Jesús. 

Todavía en el siglo XX existían algunas etnias que tenían una concepción parecida en cuanto al poder de las imágenes, y por ello se negaban a que se les fotografiara, pues creían que la fotografía se apropiaba de su alma.

También en la Edad Media, templos, iglesias y catedrales cumplieron una finalidad mágica parecida. El arte que acogían estos edificios en sus pinturas murales o sus esculturas tenía por misión elevar al ser humano espiritualmente a otros mundos más perfectos; con ellas se pretendía, en cierta manera, que el fiel experimentara unas vivencias próximas a las que tendrían lugar en el reino celestial.

El "tianquiztli" o mercado indígena prehispánico de Diego de Rivera, en el Palacio Nacional de Ciudad de México. Fragmento de un mural en el que el artista representa con gran maestría los personajes que participaban en el mercado de Tlatelolco, que se celebraba antes de la llegada de Hernán Cortés. Esta tradición de mercado ambulante, donde se vende una gran variedad de productos, aún perdura hoy día con el nombre original, tianquiztli, palabra procedente de la lengua náhuatl de los aztecas. ·



Por otra parte, junto con esta voluntad de transportar al ser humano a otros mundos, en los edificios medievales también se daba una importante finalidad didáctica, pues se pretendía comunicar un mensaje religioso a la población analfabeta. Por ello, el programa iconográfico de las iglesias y catedrales acostumbraba a estar cuidadosamente planificado, lo que explica las escasas modificaciones de unas obras a otras.

No obstante, una parte de las obras estaba dirigida a un público minoritario, más culto, y se acostumbraba a hallar en lugares no tan accesibles, como los capiteles de los claustros.

Esta concepción de que el arte debía tener un objetivo didáctico ha persistido a lo largo de los siglos, si bien en el arte moderno y contemporáneo se ha mantenido algo reducida, con algunas importantes excepciones. Una de ellas son muralistas que trabajaron a partir de la década de 1920 en algunos edificios públicos mexicanos por encargo de José Vasconcelos, ministro de Educación. México era entonces un país analfabeto y pobre en el que acababa de triunfar la revolución, por lo que era necesario un arte que fuera accesible para la mayoría de la gente, de lo que se encargaron artistas como José Clemente OrozcoDiego Rivera y David Alfaro Siqueiros.

Estrechamente ligada a esta función didáctica se suele hallar cierta intención moralizante o de transmitir una doctrina, lo que se confunde, en la mayoría de los casos, con una voluntad propagandística.

El hecho de que el arte haya estado muy relacionado con el poder a lo largo de la historia ha te nido como consecuencia que el uso propagandístico constituya un aspecto destacado de algunas obras. La Alemania nazi, la España franquista, la Italia mussoliniana y el Portugal de Salazar estaban llenas de obras, principalmente arquitectónicas, que se distinguían por la monumentalidad y por una belleza que se inspiraba en los modelos clásicos.

También con clara finalidad política, algunas obras de arte pretenden denunciar una situación injusta o llamar la atención sobre algún aspecto negativo de la sociedad. Por ejemplo, Francisco de Goya pintó en 1808 la obra El tres de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío tras quedar impresionado por los fusilamientos, por parte de los franceses, de los españoles que resistieron la invasión napoleónica.

Funeral en Ornans de Gustave Courbet (Musée d'Orsay, París). Representante del Realismo, este artista logró con este cuadro realizar su obra maestra. La escena corresponde al entierro de un personaje importante, que quizás fuera su abuelo materno, al que asiste toda la comunidad. El resultado fue el conjunto de casi 40 retratos a tamaño natural, pintados con gran verismo y utilizando colores oscuros.
    
Como oposición a un arte realista y de connotaciones políticas representado en el siglo XIX por Gustave Courbet, entre otros, nació L 'art pour l'art, un movimiento relacionado con el romanticismo. Théophile Gautier, uno de sus artífices, se planteó que el arte debía hallarse libre de toda doctrina y debía ser la encarnación de la belleza.

Sin embargo, a partir de la Revolución industrial, a las posibles funciones de embellecimiento de la obra de arte se les añade otra: la utilitaria. En este sentido, los ingleses John Ruskin y William Morris propusieron de manera clara una nueva relación entre el arte y la sociedad, que se basaba en una revitalización de las artes y los oficios tal como se habían dado en la Edad Media. El arte debía responder a las nuevas condiciones de la sociedad que estaba surgiendo. Los nuevos objetos debían ser funcionales y al mismo tiempo bellos. Con ello inauguraron nuevos planteamientos que llevarían al Art Nouveau.

Tapicería del siglo XIX de William Morris (Victoria and Albert Museum, Londres). Fechado entre 1877 y 1900, este tapiz realizado a mano es un diseño de Morris, uno de los promotores del movimiento Arts and Craft en Gran  Bretaña. Los  motivos vegetales y florales, como los de la pieza que se reproduce, fueron una constante en las obras de este autor, que ha ejercido una gran influencia en la tapicería moderna. 

En la actualidad, a todas las funciones mencionadas se le ha sumado otra en el arte moderno y contemporáneo: lo que ahora busca el artista es expresarse, plantear preguntas o entender mejor la esencia de la vida. En este sentido, las obras de la pintora mexicana 
Frida Kahlo, de la primera mitad del siglo XX, surgen de la necesidad de la artista de expresar el dolor que sentía.

Las dos Fridas de Frida Kahlo (Museo de Arte Moderno, Ciudad de México). En este doble autorretrato, la artista parece querer expresar el doloroso momento de su separación de Diego de Rivera. La imagen de la izquierda es la Frida vestida a la europea, con el corazón roto y unas tijeras que le sirvieron para cortar el fuerte vínculo sanguíneo con su p.:lrc ja: su traje está manchado de sangre. La imagen de la derecha, vestida con traje popular mexicano, es la Frida que todavía ama a Diego, que tiene el corazón entero y sostiene en su mano izquierda un pequeño retrato del pintor. 

IzquierdaÁnfora ática de figuras negras (Museo de Arte e Historia, Bruselas). Con una antigüedad que se remonta al siglo IV a.C., esta pieza se utilizaba en la Antigua Grecia para guardar el aceite sagrado de la Atenea y se entregaba como trofeo a los vencedores de los juegos de la diosa protectora de Atenas.  Derecha Máscara de antílope de los bambara, en Sudán (Museo Rietberg, Zurich). Máscara ritual, que los Bambara utilizan en susdanzas y que está tallada en un solo bloque de madera. Estos ritos se celebran una sola vez al año, al final de la estación seca.

        No se puede cerrar este capítulo sin plantear la siguiente cuestión: ¿qué lugar merece el entretenimiento en el arte? Debe tenerse en cuenta, a este respecto, que gran parte del arte actual integra con un importante elemento lúdico, pues la participación del espectador y su implicación en los happenings, por ejemplo, resulta sumamente importante.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

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