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Artistas de la A a la Z

Obra de Claude Monet Sin año

Almuerzo en la hierba

Atardecer

Bodegón con botellas

Bote de melocotones

Camille Monet En su lecho de muerte

Camino y casa

Casa del Parlamento

Casas en Argenteuil

Corral en Normandía

Dientes de león

Efecto de la nieve, El camino a Louveciennes

El camino a Vetheuil, efecto de la nieve

El jardín de Monet en Argenteuil

El paseo marítimo en Trouville

El Pave de Chailly en el bosque

El pueblo de Vetheuil

El puente japonés

El Sena bajo Rouen

El Sena en Bougival por la tarde

El Sena en Port- Villez

El Valle de Falaise

Estanque de nenúfares

Faisanes y chorlitos

Granja normanda a través de los árboles

Hielo flotante cerca de Vetheuil

Jardín en Vetheuil

Jarrón de crisantemos

La casa vista a través de las rosas

La casa vista desde el Jardín de las Rosas

La catedral de Rouen, la puerta y la torre

La catedral de Rouen, la puerta y la torre

La fortaleza vieja en Antibes

La playa en Honfleux

La ruptura de la hielo

La Siene en Argentuil

Las rocas de Belle-Lle

Le bras de Jeufosse, automne

Los témpanos de hielo

Nenúfares reflejados en el lago de su jardín de Giverny II

Paisaje con tormenta

Paisaje con tormenta

Paisaje en Giverny

Pajares: escarcha blanca, salida del sol

Pradera

Puerto de Honfleur. Realismo

Rincón del estudio

Rosas en el jardín de Hoshede en Montregon

Sauce llorón

Trofeos de la caza

Un molino de viento cerca de Zaandam

Venecia

Vistas de Rouelles Le Havre

Árboles frutales









El día de Ferdinand Hodler

 

       
   La posterior evolución de su estilo, dentro de la corriente del monumentalismo simbolista, le llevó a la creación de composiciones murales como ésta que vemos aquí. Obsérvese el equilibrio de masas, la fuerza rítmica y la configuración lineal de la obra. Hodler, una de las grandes figuras de la pintura helvética, se halla más próximo a Puvis de Chavannes que al simbolismo germánico. En su obra intentó traducir el drama de la existencia y el ritmo del universo, en una visión plástica grandiosa, mística y atormentada.

(Kunstmuseum, Berna)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat. 

La noche de Ferdinand Hodler

 

         En esta obra se observa el dominio de un fuerte colorido y de la configuración lineal. La composición y factura revelan claramente los vínculos que mantuvo Hodler con el Jugendstill y el simbolismo. No obstante, sus pinturas, influyeron también decisivamente a los pintores expresionistas.

(Kunstmuseum, Berna)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

David Hockney (1937)



Hockney,  David (Bradford, 9 de julio de 1937) Pintor y grabador británico.

Biografía
De 1953 a 1957 estudió en la escuela de arte de su ciudad natal y, entre 1959 y 1952, en el Royal College of Art de Londres. Tuvo como compañeros de clase a R. B. Kitaj y otros fundadores del movimiento Pop inglés. La influencia del primero le hizo perder el miedo a que su temática fuera bastante literaria y a extraer sus temas de lo más interesante de la vida cotidiana para él: su homosexualidad, en gran parte asumida gracias a sus lecturas de la obra de Walt Whitman. En estos años vio en Londres la obra de los expresionistas abstractos americanos y la gran exposición de Picasso en la Tate Gallery. De éste lo que más le interesa es su versatilidad: en 1962, se presentaron en la exposición Jóvenes contemporáneos cuatro obras de Hockney cuyos títulos eran Demostraciones de versatilidad.

En 1960 pintó Doll Boy y en 1961 hizo su primera visita a los Estados Unidos; a su vuelta realizó la serie de grabados A rake's progress. En 1962 se graduó con la medalla de oro en el Royal College of Art. En aquel momento su obra era ya bastante conocida. En 1963 tuvo lugar su primera exposición individual en la galería de John Kasmin, viajó a Egipto y recibió el premio para obra gráfica de la Bienal de París. Hizo sus primeros cuadros de duchas y conoció a Henry Heldazhler.

En 1964 se trasladó a Los Ángeles y realizó sus primeros cuadros de piscinas y sus primeras instantáneas con Polaroid. La luz, los jardines, la arquitectura y las piscinas de California ejercieron una influencia creciente en su trabajo desde mediados de los años sesenta. Al mismo tiempo dejó de pintar al óleo y empezó a trabajar con acrílicos. El uso de esta técnica junto a su dedicación al medio fotográfico contribuyeron a la imagen inmaculada y precisa de su obra de esta época, lo que favoreció una tendencia hacia el fotorrealismo que se le hizo muy incómoda hacia 1968.

Desde el principio de su estancia en Estados Unidos dio comienzo su actividad docente en la Universidad de Iowa. En los años siguientes continuó enseñando en distintas universidades norteamericanas y ganó diversos premios. En estos años ilustra mediante grabados poemas de Cavafi y cuentos de los hermanos Grimm.

En 1968 se instaló en Londres y en 1970 la Whitechapel le organizó su primera retrospectiva: David HockneyPaintings, Prints and Drawings (1960-1970). Entre 1973 y 1975 vive en París, en 1974 tuvo lugar su exposición en el Museo de Artes Decorativas de París. En 1976 volvió a Los Ángeles y comenzó a trabajar intensamente con la fotografía.

En 1978 diseñó la producción de La Flauta Mágica de Mozart y en los años siguientes hizo escenografías para diversas óperas. Su trabajo como escenógrafo contribuyó a romper con el naturalismo y acercó esta disciplina a otros conceptos espaciales más abiertos. En 1982 realizó sus primeras composiciones con Polaroids y collages fotográficos, y en los siguientes años produjo una enorme cantidad de ellos.

Con parte de sus cuadros, dibujos y obra gráfica, su trabajo con la cámara refleja muy bien un espíritu luminoso, personal, casi periodístico, experimental y espontáneo en cuanto a técnica. No hay un interés en la fotografía instantánea en sí misma, sino como parte del collage de la que va a formar parte. "...No miras nunca una foto más de treinta segundos, a no ser que haya mil caras y estés buscando a tu madre..." (Hockney). En los años siguientes le fueron concedidos numerosos premios. Actualmente vive y trabaja en Los Ángeles.

Galería

 Hojas de otoño, 2008

Ama de casa de Beverly Hills , 1967

Hiroshige (1797-1858)


Hiroshige Ando (Edo, actual Tokio, 1797 - Edo, 12 de octubre de 1858) Pintor  y grabador japonés. Perteneció a la Escuela Utagawa, una de las más reputadas del estilo ukiyo-e. Hiroshige fue uno de los principales exponentes del paisajismo japonés, llevando esta disciplina a un nivel artístico y de estilo de gran calidad. Es también conocido como Andō Hiroshige (安藤広重?) e Ichiyūsai Hiroshige (一幽斎廣重?).

Biografía

Hiroshige era dibujante, grabador y pintor, con una prolífica obra desarrollada entre 1818 y 1858, etapa en la que creó más de 5400 grabados. Se distinguió por series de estampas sobre el monte Fuji y sobre Edo (actual Tokio), dibujando con maestría los paisajes y la atmósfera de la ciudad, y captando los momentos de la vida diaria de la capital nipona antes de su transformación durante el período Meiji (1868-1912). Estas obras se caracterizan por su formato vertical, por el control sutil del cromatismo —con el dominio del verde y del azul— y su sentido del primer plano, que sería imitado, más tarde, por la fotografía y el cine.1​

Fue uno de los últimos representantes del ukiyo-e, y en particular del grabado, al que condujo a una cota de gran calidad antes de la decadencia de la xilografía en Japón. Hiroshige fue un humilde intérprete de la naturaleza, pero sobre todo fue un verdadero genio cuando se expresó con la ayuda de los medios limitados del grabado sobre madera, haciendo surgir las delicadas transparencias de la atmósfera al compás de las estaciones, en paisajes donde el ser humano está siempre presente.

Poco después de la apertura forzada del Japón a los intercambios comerciales con Occidente, fue principalmente a través de la obra de Hiroshige que Europa descubrió hacia 1870 la asombrosa originalidad de las artes gráficas niponas. Su obra influyó en numerosos artistas europeos, creando un estilo denominado japonismo, que tuvo una influencia determinante sobre movimientos como el impresionismo y el modernismo.

Galería
En círculo, figura, (al aire libre), 1821


Aterrizaje de gansos en Massaki, 1820-1825

Frida Kahlo (1907-1954)


Kahlo, Frida (Coyoacán, 6 de julio de 1907 – 13 de julio 1954) Pintora mexicana. 

Considerada como una de mejores pintoras de México de todos los tiempos, su cuadros fueron a menudo adscritos al movimiento surrealista, a pesar de que ella rechazara esta etiqueta. Casada con el muralista Diego Rivera, formaron una pareja de enorme fama en México que compartió la casa natal de la artista, la llamada "Casa Azul", donde fueron anfitriones de personajes tan importantes, dentro del arte y la política, como León Trotsky o André Bretón; dicha casa se convirtió en el actual Museo Frida Kahlo cuatro años después de la muerte de ésta. Comprometida, al igual que su marido, con el ideario comunista, ambos fueron integrantes del Partido Comunista mexicano en varias ocasiones, y tomaron parte activa en la lucha obrera de su país.

Su arte, tan original como profundamente personal, no siguió más directriz que la de representar las experiencias de su propia existencia, afirmando su condición de mujer, su ideal comunista y su arraigo a la tierra mexicana, valiéndose para ello de innumerables símbolos que expresan tanto el erotismo, la desesperación, el amor y el sufrimiento. Precisamente, será ese sufrimiento el que esté presente en toda su obra; no en vano, la artista padeció durante toda su vida dolorosísimas convalecencias que le postraron durante largas temporadas en la cama, sobre todo a raíz de un gravísimo accidente de autobús que sufriera cuando era adolescente.

Su obra está diseminada por todo el mundo, algunas de las piezas en pinacotecas tan importantes como el Museo del Louvre, el Museo de Arte Moderno de Nueva York y el Centro Georges Pompidou de París, además de en el propio museo dedicado a la artista en Coyoacán.

Biografía

Magdalena Carmen Frieda Kahlo Calderón quiso nacer el 7 de julio de 1910, el mismo año en que se produjo la Revolución Mexicana. La realidad fue que ya llevaba tres años en el mundo cuando Madero llamó a la revolución desde Texas. Sin embargo, el derrocamiento de Porfirio Díaz fue para muchos mexicanos el nacimiento de un nuevo México, y Kahlo quiso nacer al mismo tiempo que lo hiciera su nueva nación.

Su padre fue Guillermo Kahlo, un fotógrafo de origen judío-húngaro que abandonó su tierra natal para probar fortuna en América. Se casó con una lugareña, Matilde Calderón (que provenía de una familia mestiza, con sangre española e india), y con ella vivió años de prosperidad, gracias al encargo que el dictador Díaz le hiciera de retratar con su cámara todos los rincones de México, buscando monumentos arquitectónicos de la época prehispana y colonial. Kahlo amasó una pequeña fortuna con la que pudo adquirir un terreno de 800 m2 en Coyoacán, antigua propiedad de los carmelitas. En ella construyó, en 1904, una casa que vería nacer a la pintora, un inmueble muy especial que incluía espacios al aire libre en su interior y que estaba pintada de un color azul intenso.

Cuando aún era muy niña, en 1913, Frida enfermó de poliomielitis. Este sería el primero de los confinamientos forzosos que sufrió en su vida, que en este caso le mantuvo encerrada en casa durante nueve meses. Las secuelas hicieron mella en su cuerpo de niña: la pierna derecha adelgazó mucho, y el pie derecho se quedó atrás en el crecimiento. Sus compañeros de escuela comenzaron a llamarle “Frida la coja”, algo que le hería profundamente y que hizo que intentara por todos los medios disimular su defecto; así, pronto comenzó a utilizar pantalones, de donde vino la costumbre, ya de adolescente, de vestirse como un hombre, tal y como aparece en algunas fotografías familiares.

Su padre le inició en la fotografía y en la pintura, de la que era muy aficionado. Tras obtener el certificado escolar, ingresó en la selectiva Escuela Nacional Preparatoria, la que mejor fama tenía en México, donde los alumnos se preparaban para ingresar en una carrera superior, al modo de los colleges británicos. Frida fue una de las treinta y cinco alumnas de la Escuela, frente a los cerca de dos mil varones que estudiaban en el centro.

En la escuela había numerosas pandillas, cada una con distintos intereses y actividades; Frida pertenecía a los “Cacuchas”, comprometidos con la literatura y el arte en general, e identificados con el ideal social del ministro de cultura José Vasconcelos. Del grupo saldrían algunos de los líderes de la izquierda mexicana posterior, y entre ellos se encontraba el que fuera el amor de juventud de Kahlo, Alejandro Gómez Arias.

Los planes de futuro de la joven pareja incluían viajes, estudios y una vida en común dedicada al arte. Sin embargo, un terrible suceso cambió la vida de ambos; el 17 de septiembre de 1925, Frida y Alejandro, que habían tomado un autobús para dirigirse desde la escuela a Coyoacán, sufrieron un aparatoso y grave accidente que provocó la muerte de varios pasajeros. Alejandro recibió lesiones de poca consideración, pero Kahlo sufrió graves heridas, sobre todo una producida por una barra de hierro que le atravesó la cadera, además de la clavícula, varias costillas rotas y serios destrozos en el pie derecho. El accidente le obligó a pasar un mes en el hospital inmovilizada y tres meses guardando cama, e hizo que le quedaran secuelas para toda la vida; de hecho, un año después del accidente le hicieron una radiografía de la columna (algo que obviaron en un principio) en la que descubrieron que tenía una rotura en la vértebra lumbar, por lo que se vio forzada a usar diversos corsés de escayola.

El confinamiento le impedía hacer prácticamente ningún movimiento, pero el aburrimiento era tal que su madre se las ingenió para que pudiera pintar tumbada con un aparato ortopédico puesto; le añadió, además, a la cama un baldaquín con un espejo en todo lo largo, lo que hizo que Frida comenzara a pintar lo primero que tenía delante: a sí misma: “me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco”.

Hacia finales de 1927 Frida pudo, al fin, llevar una vida relativamente normal, y volvió a frecuentar a sus antiguos compañeros de escuela (la mayoría ya universitarios). Por aquellos tiempos un grupo de intelectuales de izquierdas propugnaban una revolución cultural que buscara la igualdad social y la revalorización de la cultura autóctona mexicana y del arte popular. Kahlo se adhirió a este movimiento hacia 1928, y fue así como conoció al pintor Diego Rivera, cuyas inclinaciones políticas (hacía poco que había visitado la Unión Soviética) y éxito como artista corrían en boca de todos.

Kahlo fue a visitar a Rivera a la Secretaría de Educación Pública, donde éste pintaba un mural, y le mostró algunas de sus obras, solicitándole su opinión. El artista quedó gratamente sorprendido, por lo que ella le pidió que fuera a su casa a ver el resto de su obra. Fue así como se inició una relación entre ambos que acabó en una profunda amistad y, a la postre, en un matrimonio, que se celebró el 21 de agosto de 1929. Rivera sacaba a Kahlo más de veinte años, y su aspecto, corpulento, orondo y de rostro ancho, se distanciaba mucho de la menuda y frágil pintora, por lo que hacían una peculiar pareja. El matrimonio resultó un escándalo para la sociedad mexicana no sólo por la diferencia de edad, sino por la fama de mujeriego del pintor y por las reconocidas ideas comunistas de ambos.

Tras una temporada en un piso alquilado en el centro de la ciudad, la pareja marchó a Estados Unidos, donde Rivera había recibido el encargo de pintar varios murales en San Francisco, Nueva York y Detroit. La estancia en esta última ciudad fue traumática para Kahlo, aburrida en una ciudad industrial sin ninguna vida, donde además, en 1930, sufrió un aborto que le sumió en una profunda depresión. En Nueva York, sin embargo, ambos fueron bien acogidos por el círculo de artistas, donde Kahlo se sentía más cómoda, aunque criticó, de igual manera, a la alta sociedad neoyorquina.

La pareja volvió a México en diciembre de 1933, después de que las referencias, demasiado explícitas, al comunismo en la obra de Rivera terminaran por eximirle de sus contratos en territorio estadounidense (a pesar de que hubiera sido expulsado años atrás del Partido Comunista, lo que fue refendado por el abandono voluntario de Kahlo). El pintor, fascinado por la tierra gringa, regresó a México de mala gana, algo que hizo que la relación con Kahlo se resintiera. De hecho, las infidelidades del artista fueron en aumento, hasta el punto de que acabó teniendo una relación con la hermana de Frida, Cristina. La gota que colmó el vaso estaba servida, y Frida abandonó a Rivera y se instaló en un apartamento en el centro, pensando incluso en el divorcio.

Poco después viajaría a Nueva York de nuevo. Kahlo comenzó a cultivar nuevas relaciones, tanto con hombres como con mujeres, aunque el paso del tiempo y la situación política hizo que volviera a acercarse a Rivera, preocupados ambos por el inminente estallido de la Guerra Civil Española; de hecho, firmaron, junto a otros simpatizantes, un comité de solidaridad para apoyar la causa republicana. Fruto de este nuevo entendimiento fue la petición que la pareja hizo al presidente Lázaro Cárdenas para que aprobara la solicitud de asilo realizada por León Trotsky al gobierno mexicano, ya que se encontraba en esos momentos exiliado y había sido expulsado de Noruega. El matrimonio Trotsky fue, así, acogido en la Casa Azul, dando lugar a toda una serie de movimientos intramuros encaminados a organizar la Cuarta Internacional y a una estrecha relación entre ambos matrimonios que incluso devino en una relación sentimental entre Kahlo y el propio Trotsky, aunque fue mantenida en secreto por ambos.

Por otra parte, André Bretón y su compañera Jacqueline Lamba, quienes se encontraban de viaje por México, también pasaron una larga temporada en la Casa Azul, donde mantuvieron largas conversaciones sobre política y arte con los Rivera y los Trotsky, e incluso realizaron algún viaje a los lugares más destacados de la geografía mexicana.

En 1953 Kahlo realizó una primera exposición individual en la galería de Julien Levy, en Nueva York, e inició una relación amorosa con el fotógrafo Nickolas Muray. A partir de este momento, Kahlo tomó una mayor conciencia de su condición de artista, y como tal comenzó a recorrer diversos lugares de América y Europa, debido a la falta de galerías en su país natal. Así, expuso en París, en la galería Renou & Colle, donde coincidió con algunos pintores surrealistas, e incluso el mismo Louvre se interesó por la artista, hasta el punto de comprar uno de sus cuadros, el Autorretrato “The Frame” (1938), la primera obra de un artista mexicano adquirida por el prestigioso museo. Sin embargo, los problemas con su columna comenzaron a agravarse, lo que se sumó a las dificultades que atravesaba su matrimonio, las cuales culminaron con el divorcio de la pareja, llevado a cabo a finales de 1939.

Diego en mis pensamientos (Frida como Tehuana). (Óleo sobre lienzo, 1943). Colección Jacques & Natasha Gelman (México D.F.)

A pesar del divorcio y la separación, la pareja continuó en contacto, y cuando Frida sufrió una recaída en sus afecciones que le llevaron a ser ingresada en el hospital Saint Luke de San Francisco (donde se puso en manos del doctor Eloesser, célebre cirujano), Rivera permaneció muy atento a su estado de salud. Así, el matrimonio que fuera roto hacía un año volvió a unirse el 8 de diciembre de 1940, y volvieron de nuevo a instalarse en la Casa Azul, la cual ya nunca fue abandonada por Kahlo. El inmueble sería, además, el centro de reunión de numerosos intelectuales y artistas mexicanos y extranjeros, algunos venidos de la vieja Europa; así, por ella pasaron el fotógrafo Fritz Henle (con quien Kahlo mantuvo una intensa relación), Concha Michel, Dolores del Río, María Félix, Lucha Reyes y Chavela Vargas.

En 1943 Kahlo fue nombrada profesora de pintura en la Escuela de Pintura y Escultura de La Esmeralda, adonde acudía a dar clases a un reducido grupo de alumnos; sin embargo, al poco tiempo tuvo que abandonar éstas debido al agravamiento de su enfermedad. Sus alumnos decidieron trasladarse a Coyoacán, a la Casa Azul, para recibir allí sus lecciones. El grupo se redujo a cuatro jóvenes apodados "Los fridos": Fanny Rabel, Guillermo Monroy, Arturo "el Güero" Estrada y Arturo García Bustos, quienes se convertirían en importantes pintores de la vanguardia mexicana.

La actividad de Kahlo como profesora, no obstante, se vio interrumpida definitivamente por sus problemas de salud. Confinada a guardar cama, la artista no renunció a seguir pintando, y su labor fue reconocida con el Premio Nacional de Pintura, otorgado por el Ministerio de Cultura mexicano a su obra Moisés. Por esta época reanudó su militancia política activa, para lo cual se adhirió de nuevo al Partido Comunista, aunque su salud empeoró de nuevo, y tuvo que ser operada hasta en siete ocasiones de la columna, lo que le obligó a pasar nueve meses en el hospital. Cuando acabó su calvario hospitalario, Kahlo se vio obligada a desplazarse en una silla de ruedas y a tomar una fuerte medicación que hizo aún más mella en su maltrecho organismo.

Sus últimas apariciones públicas vieron a una Kahlo agotada, aunque firme en sus convicciones; así, participó en la recogida de firmas en apoyo del Movimiento Pacifista. Su amiga, la fotógrafa Lola Álvarez Bravo, organizó en la primavera de 1953 la primera exposición individual de la artista en México, a la que ésta acudió, en un estado deplorable y anestesiada por las drogas, en su propia cama, trasladada en una ambulancia.

Los dolores en su pierna derecha eran ya insoportables, y los médicos no tuvieron más remedio que amputársela a la altura de la rodilla. Una infección pulmonar se sumó a sus dolencias; aún así, y sin el permiso de los médicos, tuvo fuerzas para acudir a una manifestación contra la intervención americana en Guatemala. Diez días más tarde fallecía en la que fuera su casa natal. La autopsia declaró que una embolia pulmonar fue la causa de su muerte, aunque nunca se ha descartado que la artista decidiera acabar con su vida, harta ya de tanto sufrimiento.

Tras la muerte de Rivera, en 1957, la Casa Azul se convirtió en el Museo Frida Kahlo, entregado al pueblo mexicano según expreso deseo de su marido y compañero durante tantos años.

Obra

La pintura de Frida Kahlo está marcada por una constante: mostrar el dolor y la soledad que la artista sentía durante los largos confinamientos que se veía obligada a padecer a causa de sus continuos problemas físicos. En sus cuadros refleja su cuerpo maltrecho y lacerado por las llagas que le acosaron continuamente, aunque también fue una constante en su obra la búsqueda de su identidad y de un ideal que, precisamente, le alejara de ese sufrimiento. Es por ello que la mayor parte de su obra sean autorretratos, pintados desde que fuera una adolescente (el primero de ellos en 1923) hasta poco antes del momento de su muerte.

La mezcla de culturas e incluso razas que suponía el tener ascendencia germana por parte de padre e india y española por parte de madre, hizo que fuera recurrente en sus obras el uso de símbolos que plasmaran esa diversidad, a menudo reflejándolos en peculiares retratos de familia, a modo de árboles genealógicos, donde se pintaba a sí misma en diferentes edades, así como a todos los miembros de su familia. Es particularmente destacable la búsqueda de la afirmación de su identidad mexicana, sobre todo de su raíz india, de la que tanto hizo gala y que tan del gusto fuera de su marido, Diego Rivera, ferviente defensor, al igual que la artista, de la revalorización de la cultura ancestral de su país. De hecho, era muy propio de la imagen de la artista el aparecer con los atributos de las culturas mesoamericanas que tanto arraigo tienen en México; así, vestía largos vestidos típicos y portaba vistosos adornos folclóricos, y con ellos se retrataba en sus cuadros. Es especialmente destacable esta característica en los cuadros que realizara en suelo estadounidense, donde al progreso y la frialdad propias de ciudades como Detroit contrasta con la exuberante naturaleza mexicana, el arraigo a la tierra como madre de su cultura, de donde brotan los símbolos propios de su país.

La simbología en sus cuadros está muy presente, desde los colores, que inundan sus obras de una impactante mezcla de tonalidades, hasta los elementos que reflejan sus inquietudes y las experiencias propias, vividas o sufridas, que se convierten así en temas recurrentes de sus pinturas y en las que afirma su condición de mujer, su ideal comunista y su arraigo a la tierra mexicana, valiéndose para ello, como ya se ha afirmado, de innumerables símbolos que expresan tanto el erotismo, la desesperación, el amor y el sufrimiento que rodearon su vida. La artista no dudaba en retratarse con los objetos cotidianos que la rodeaban, aunque fueran símbolos de su dolor (como la cama, la silla de ruedas o algunos de los corsés que se vio obligada a llevar), o en incluir en sus cuadros a personajes de su círculo íntimo (miembros de su familia, amistades cercanas, amantes de uno y otro sexo, etc.), aunque también los retratara en solitario. La figura más habitual de sus composiciones, como pueda imaginarse, fue Rivera, por el que la artista sintió tanto amor como admiración, a pesar de las desavenencias que surgieron entre ellos; de hecho, la pareja admitió sin rodeos su libertad sexual, aunque fuera una de las parejas más sólidas del círculo artístico mexicano.

Son también destacables aquellas obras que plasman la maternidad frustrada de la artista, donde más fuerza si cabe tiene el simbolismo propio de su arte; entre ellas, la más impactante quizá sea Mi nacimiento, donde la artista relata su propio alumbramiento, el cual se mezcla con la reciente muerte de su madre (que aparece con una sábana ocultándole el rostro) y con el aborto que hacía poco había padecido (el bebé, con los rasgos de la artista adulta, yace muerto entre las piernas de su madre).

La Tate Modern de Londres inauguró en junio de 2005 una gran retrospectiva de su obra en la que expuso ochenta y siete trabajos, sesenta y siete de los cuales eran óleos.

Fuente: Texto extraído de www.mcnbiografías.com

Obras comentadas

Galería


Autorretrato, 1922

Autorretrato con traje de terciopelo, 1926

Punto al Arte