El
arte prehistórico nace y se desarrolla con la caza. Desaparece en cuanto ella
deja de ser el recurso principal: es un arte "animalista". La última
glaciación de Würm pesó mucho en aquel viejo mundo del XV al X milenios. Los
grandes glaciares del Ártico se desbordan, en su parte sur, hacia las extensas
llanuras de Eurasia. Estas llanuras quedan enmuralladas, asimismo, por la
vertiente norte de los glaciares montañosos que se extienden desde las cadenas
asiáticas hasta los Alpes. Será una gran suerte natural para Eurasia este paso
siempre libre, desde el Baikal hasta el Atlántico, entre las masas glaciares
que se extienden al Norte y al Sur.
En esta inmensa faja pululan numerosas
especies animales: algunas presentes en todas partes, como el caballo o la
cabra montés; otras con un valor ecológico, más concreto, como el gran oso de
las cavernas asociado al hombre de Neandertal, y más tardíamente el mamut y el
rinoceronte lanudo, flanqueados por manadas de bisontes y renos. Estos animales
constituirán los temas favoritos de los artistas cazadores.
Ciervo de la cueva de Parpalló (Museo de Prehistoria, Valencia). En esta cueva se hallaron centenares de pequeñas placas de piedra caliza, en las que aparecen representados, pintados o grabados, los animales que vivían en la zona. En esta área levantina predominan las placas de piedra y el asta de ciervo para el arte mueble, a diferencia de la zona cantábrica, en que la piedra no es tan utilizada en beneficio del hueso.
En las grutas-santuario del norte de los
Pirineos, el caballo está representado 727 veces, es decir, el 35 % de toda la
fauna allí dibujada. El bisonte da igual porcentaje; el mamut, el12% y la cabra
montés, el 8 %. El reno, animal culinario por excelencia, que abunda muchas
veces entre los restos de cocina, aparece raras veces grabado o dibujado. El
abate Breuil lo explicaba humorísticamente: una especie abundante, gregaria,
fácil de cazar, y por tanto respecto a la que no había que recurrir a la magia
para conseguirla. Con ello, se llega a las razones profundas de este arte.
La rudeza del clima condena al hombre a
buscarse abrigo. El área occidental, con sus planicies calcáreas que contaban
con innumerables cuevas, y sus acantilados protegidos por despeñaderos, resulta
apta para ser habitada. Junto a las cuevas-refugio, se crearán
cuevas-santuario, y el arte prehistórico es el arte de estas cuevas. Las cavernas
del monte Castillo, de Altamira, de Niaux o de Montespan, del Tuc d' Audoubert
o de Trois-Frères, de Cabrerets y de Cougnac, de Lascaux, de Rouffignac, de
Font-de-Gaume, de Les Combarelles, son otros tantos santuarios artísticos. Pero
la monumentalidad y espectacularidad del arte rupestre no deben hacer olvidar
el arte mobiliar, las múltiples ornamentaciones naturalistas en los objetos.
Condenado a una alimentación a base de
carne, el cazador posee una rica panoplia: puntas de sílex, puntas foliáceas
con finos retoques, puntas de hueso, puntas fusiformes ensambladas en azagayas,
arpones con una o dos hileras espinosas, azagayas con ranuras para inserir en
ellas finos microlitos de sílex, como se ven en Mezin o en Kokorevo. El
propulsor incrementa la precisión y el alcance del dardo que envía. Con toda
naturalidad, aparece decorado con un motivo animal; tal es el caso del caballo
en el propulsor de Bruniquel, o los bisontes y cabras montés de los propulsores
pirenaicos.
Caballo grabado en un guijarro procedente de Ain, Ródano-Aipes (Musée de I'Homme, París). Pertenece al Paleolítico auperior. Los grabados y las pinturas en el interior de las cuevas o abrigos, o bien sobre objetos muebles de distinta naturaleza, forman el arte rupestre en el Paleolítico superior. Un arte naturalista ("animalista ") donde se solían representarse, principalmente, figuras de animales.
Cualquier mínima pieza ósea aparece con
finos grabados zoomorfos: ¿recuerdos de caza o preparación mágica para la caza?
Con la imagen aparece en escena la magia, que viene en ayuda del cazador. En
Massar, La Vache o en La Colombiére se encuentran cantos rodados, en los cuales
se amontonan grabados superpuestos y en todas direcciones representan do al
caballo, a la cabra montés, a ciervos, bisontes, osos ... Algunos son
auténticas obras maestras del arte animalista, pero el desorden de las
superposiciones demuestra claramente que se está en presencia de algo muy
distinto a una obra de arte. Tales superposiciones son voluntarias. El canto
rodado fue santificado con un primer grabado, realizado por el
hechicero-artista, para invocar una pieza de caza. En el caso de ser ésta
fructífera, el guijarro resulta benéfico, y es objeto de nuevos grabados, de
nuevas "imágenes-realidad".
El arte prehistórico es, esencialmente,
una "acción", una "creación" real. La estética se da por
añadidura, al igual que la delicadeza del retoque se agregaba a la almendra
acheulense. Las múltiples superposiciones que aparecen en las paredes de las cuevas
tienen la misma explicación: Lascaux, Cabrerets, Niaux ... La "elucidación
de los temas" conduce a animales aislados, muchas veces yuxtapuestos, más
o menos encabalgados, asociados de forma voluntaria o fortuita.
Sin embargo, la magia, de creadora puede
pasar a destructora. Tal es el caso de los bisontes y las cabras montés de
Niaux, o aquel caballo de Lascaux, atravesados por dardos. El animal, creado,
es destruido seguidamente. El oso acéfalo de Montespan, modelado en arcilla,
está acribillado con treinta azagayadas. El arte prehistórico, naturalista y
basado en representaciones animales, se desarrolló porque respondía a graves
imperativos económicos. Lo requería la necesidad de encontrar y abatir a una
abundante caza. No obstante, se ha objetado a veces que, para unas creaciones
esencialmente mágicas, en las que la estética sólo se daba por añadidura, no
había necesidad de llegar a crear obras maestras. Bastaría con simples croquis,
con unos esbozos para las prácticas mágicas. Y en efecto así es: ¡no todos los
dibujos prehistóricos son obras de arte!
No cabe duda que el esbozo de un buey.
realizado con el dedo sobre la arcilla, enriquecido con treinta mil años de
edad, resulta conmovedor. Pero no exige el mismo entusiasmo que el que
legítimamente despiertan los mamuts grabados en el "friso de los
cinco" de Rouffignac, el "abuelo" del gran techo de esa misma
gruta, o los bisontes de la "Sala Negra" de Niaux. La emoción
arqueológica de un testimonio humano salido de las profundidades de los
tiempos, y la emoción puramente artística resultado de una contemplación,
constituyen dos sentimientos muy diferentes.
Talla sobre dientes de mamut, del período auriñaciense, hallada en Baden-Wurtenberg (Alemania). Algunos detalles ejecutados por los cazadores paleolíticos son verdaderas obras de arte, miniaturas grabadas sobre cualquier pieza ósea que les recuerdan la caza y les preparan en un acto mágico para la misma. Los elementos de adorno, los dientes perforados y rematados para lucirse, son característicos de este período.
La prehistoria no engendró sólo obras
maestras representando animales; muy lejos de esto. Hay esbozos, intentos a
menudo torpes, representaciones fragmentarias: he aquí incontables fracasos,
aunque siempre resulten muy respetables para el estudioso; pero esto es otro
asunto. Ahora, lo que interesa es "elegir" ante la riqueza y la
abundancia de la iconografía prehistórica.
El estudio exhaustivo de todas las obras
de Delacroix, Matisse o Picasso, incluyendo también sus garabatos, tiene su
interés científico, aunque nunca podrá equipararse a la iconografía de sus
obras maestras. En el caso de la prehistoria, la elección resulta difícil. Si
el censo completo puede hacerse, por fortuna, con la mayor objetividad, en
cambio el juicio estético será siempre, por desgracia, subjetivo. ¿Qué
criterios deben utilizarse para poder elevar grabados o pinturas rupestres al
rango de obras maestras? A título experimental, y sobre la base de la
provisionalidad -en espera de unas reglas estéticas por definir-, se ha
elaborado un censo de las obras de calidad dentro del universo prehistórico.
De 727 caballos registrados al norte de
los Pirineos, destacan 93 figuras de calidad, es decir, el 12%. De 260 mamuts
(Europa occidental), destacan 47 figuras de calidad, o sea, el 18%. Entre 184
cabras montés (en la misma área), hay 39 de calidad, es decir, el 15%. Entre
123 renos (en la misma área), 20 son de calidad, es decir, el 16%. De 118
bisontes (registrados al sur de los Pirineos), 16 son de calidad, lo que
equivale al 13%. De 56 osos (Europa occidental), 8 son de calidad, es decir, el
14%. Entre 50 felinos, 7 son de calidad, equivalentes al 14% y de 26
rinocerontes, hay 6 de calidad, equivalentes al 23%.
Caballo de Lourdes. Esta figura de caballo, modelada en hueso, procede de la cueva de Espelugnes (Francia). Pertenece al magdaleniense superior, último estadio de la cultura magdaleniense y final del Paleolítico inferior. En este periodo cualquier mínima pieza ósea aparece con finos grabados zoomorfos. Y pese a que éste sea un ejemplo de obra maestra en la prehistoria, no todos los dibujos y esbozos en esta época lo son.
Resumiendo: de un total de 1.544 figuras
(registradas por los estudiantes del Institut d' Art Préhistorique de
Toulouse), se pueden considerar que 236 son de una notable calidad estética,
obras maestras del arte animalista, lo que equivale a un porcentaje global del
15 %. Evidentemente, el juicio es subjetivo por completo, pero al referirse a
una amplia iconografía, resulta válido y altamente interesante. Nótese que la
mayoría de las especies comunes - caballo, cabra montés, reno, bisonte-, y
entre las más numerosas, el oso y los felinos, alcanzan porcentajes "estéticos"
rayanos en la media: 12, 15, 16, 13, 14 y 14% respectivamente. Por el
contrario, las especies excepcionales por su poder y escasamente representadas
en los vestigios óseos de occidente -en consecuencia, especies relativamente
raras- como son el mamut y el rinoceronte, poseen porcentajes de calidad
superiores a la media: 18 y 23%.
Estas cifras se explican por la calidad
excepcional de las obras de Rouffignac, lo cual pesa claramente en la
iconografía de la especie. En menor grado, el papel de Les Combarelles, por la
calidad de los renos, y el papel de Altamira, por la calidad de los bisontes,
también resultan notables.
Las obras prehistóricas son anónimas,
pero es evidente la influencia de un "maestro", sobre todo en el arte
de las grutas más importantes. Hay el "maestro de Rouffignac" que
descuella en la ejecución del mamut con un maravilloso sentido de la composición
y organización de los temas: friso, enfrentamiento, equilibrio piramidal, etc.
Un mamut grabado en la pared izquierda de Font-de-Gaume, después del
"Rubicón", es una prueba clara de su paso por esta gruta vecina a
Rouffignac. El ejemplo de Les Combarelles es característico. Sobre ella, el
abate Breuil ha dado dos acotaciones personales: una en 1902, poco después del
descubrimiento de la cueva, cuando iniciaba sus estudios; la otra, en 1924, al
cabo de 22 años de experiencia. En la primera ocasión, señala 14 mamuts y 13 en
el segundo inventario. En la primera acotación, registra únicamente 2 bisontes
frente a 37 en 1924.
⇦ Brazalete de hueso. Datado en el Paleolítico (hacia 1 0000-4500 a C.), fue hallado en el sudeste de Moravia (República Checa). El arte mueble desarrollado durante este período no tenía sólo una utilidad práctica ni estaba limitado a la caza. Colgantes y brazaletes de piedra, o de hueso o concha, dan fe de un cierto interés estético.
¿Qué puede deducirse de ello? Mamuts y
bisontes fueron realizados por dos artistas diferentes. El primero era un gran
especialista en mamuts, y todas sus obras pueden reconocerse rápidamente, aun
por ojos inexpertos. Por el contrario, resulta mediocre "el especialista
en bisontes", y sus obras identificadas pasan del 5 al 94%. Estos hechos
demuestran la existencia de una auténtica especialización artística y denotan
la influencia de verdaderos "maestros". El arte prehistórico, sin
perder su carácter anónimo, adquiere cierta personalidad, y el expresionismo,
tan diverso y sugerente en el tratamiento del ojo de mamut como es el caso de
Rouffignac, denota un temperamento artístico excepcional. En Niaux,los grandes
cuadros de caballos, cabras montés y bisontes de la "Sala Negra", son
obra del "gran maestro de Niaux". Él asume la responsabilidad
principal en el sancta sanctorum de la gruta. En cambio, deja al cuidado de los
artistas de su "taller" la realización, por ejemplo, de las figuras
de animales de las salas o galerías secundarias.
El abate Breuil, en su testamento
científico Quatre cents siecles d'Art
Préhistorique, había ordenado el arte en dos grandes ciclos, con
determinados matices evolutivos. Esta distribución continúa siendo válida. Sin
embargo, conviene adaptarla a las nuevas cronologías (resultado de las
determinaciones de la antigüedad por medio del carbono 14) y restringir la
evolución entre el XIII y X milenios. Sobre todo, conviene aligerar su noción
de ciclo, excesivamente rigurosa, sustituyéndola por la noción de "escuela
de arte", más flexible y humana. Las expresiones "perigordiense"
y "magdaleniense", que definen los dos ciclos "sucesivos"
de Breuil, deben aplicarse a las escuelas con un valor más estilístico que
cronológico.
Así, la escuela del Périgord, con su
particularísima grafía que se analizará más adelante, nace hacia el año 30000,
con el material arqueológico denominado "perigordiense", compuesto
por cantos rodados o huesos grabados, fechados a través de estos lechos, representativos
precisamente de esta original grafía, pero, sin embargo, la concepción
intelectual de las imágenes perdura mucho más allá en el tiempo. Los cantos
rodados grabados de La Colombiére, fechados en el 15000 y el arte de Lascaux,
considerado del 13500, pertenecen a la época final de esta escuela. El arte del
Levante español posterior al X milenio - entre el 10000 y con frecuencia el
5000-, continúa inspirándose en la tradición gráfica del Périgord. Igualmente,
el arte del Ártico, entre el 8000 y el 7000, por una parte, y el 4000 y el
3000, por otra, está inspirado también en tradiciones del Périgord extendidas
del Baikal a Ucrania. Un arqueólogo (que estudiará sistemáticamente el más
mínimo trazo) situará Lascaux en los milenios del magdaleniense. Un historiador
de arte verá en Lascaux el apogeo de la escuela del Périgord, en lo que se
refiere a los aspectos propiamente estilísticos, y lo considerará contemporáneo
de los milenios del magdaleniense medio, en cuanto a la cronología. Esta es la
posición que aquí se adopta, y constituyen legión los ejemplos de parecida
naturaleza en la historia del arte.
Fragmento de un propulsor magdaleniense en asta de reno, procedente de la cueva de Les Trois Frères en Ariège (Musée de I'Homme, París). La perfección técnica de las armas del hombre del Paleolítico. se fue combinando con la decoración, resultando utensilios como el de la imagen, que además de asegurar la supervivencia dotaban de atractivo a la creación.
a escuela del Périgord posee y conserva
durante muchos milenios rasgos visuales simples, procedimientos técnicos
primitivos y grafías originales, como es el caso de la "perspectiva
retorcida", tan característica: los animales aparecen de perfil, pero las
astas y las cornamentas están dibujadas de frente. El procedimiento de la
pintura "hueca" aparece en Cargas, con las huellas de manos en
negativo: la mano, una vez retirada, deja su forma en blanco, y queda aureolada
de color. Los puntos de color, realizados con un tampón más o menos fino,
proporcionan unos trazados punteados, después "punteados babosos" y,
al final, unos punteados lineales. Generalmente, los trazados amarillos y luego
rojos, son anteriores a los trazados negros.
Resulta difícil acotar con certeza esta
primera fase del arte, porque se corre el riesgo de atribuirle incluso
cualquier entorno inhábil de épocas posteriores. Es preciso no confundir los
criterios de una escuela primitiva y las torpezas escolares de un artista
tardío. La clasificación sólo se consigue con un conocimiento integral de una
cueva.
Bisonte tallado en una asta de reno procedente de Dordoña (Francia) y hallado en la cueva de La Madeleine (Museo de Saint-Germain-en-Laye). El insólito gesto de la cabeza, que parece indicar que el animal intenta lamerse el flanco con la lengua, está condicionado por la forma del asta de reno. El arte prehistórico va adquiriendo con el tiempo cierta personalidad. La pieza tiene un tamaño de diez centímetros.
La escuela magdaleniense, que
corresponde al segundo ciclo de Breuil, se afirma hacia el 15000 y dura aproximadamente
hasta el 10000. Por consiguiente, sus primeras obras son contemporáneas de las
obras tardías de la escuela del Périgord. Los trazos lineales simples adquieren
una elegancia y una precisión radicalmente nuevas. Con lentitud, los colores
planos, siempre oscuros, invaden las superficies que representan animales, con
lo que se llega a una nueva experiencia en el modelado. Se impone el detalle,
que va acompañado de precisiones clínicas. La perspectiva se hace
"real". Los mamuts de Cabrerets aparecen todavía con una perspectiva
semirretorcida en lo que se refiere a las defensas, pero la trompa, el opérculo
anal y el pelaje son ya detalles propios de la nueva escuela.
La contemporaneidad de las escuelas se
hace patente en una "corrección" realizada en la gruta del Porte
(Ariége). Las pezuñas de un bisonte negro puesto de perfil -vistas de frente en
perspectiva retorcida-, quedan corregidas en la perspectiva real mediante un
delgado trazo de buril sobre la pintura negra, que es algo más antigua.
Propulsor de hueso decorado procedente de la cueva de Bruniquel, en Tarn-et-Garonne (Museo de Saint-Germain-en-Laye). También se lo conoce como El caballo saltando. Se fecha en el magdaleniense IV y es de suma importancia para la datación de las obras parietales, ya que los detalles del grabado de su crin son idénticos a los de los caballos que se hallan en los conjuntos de pintura. Mide 28 centímetros.
Rouffignac señala la fase clásica del
dibujo magdaleniense. En ella, se multiplican los hechos expresivos:
tratamiento del pelaje, expresionismo de los ojos, riqueza de detalles en los
cuernos, trompas, pezuñas y crines, pero sobre todo precisión y exactitud llena
de vida en las actitudes. Las figuras se ordenan en temas principales: el de
los animales enfrentados, en el friso, el monumental encuentro de dos manadas
de mamuts ... Esta organización rítmica, compleja, es la aportación esencial de
la escuela magdaleniense. El tema del enfrentamiento inicia aquí una larga y
fecunda carrera que desembocará en las leonas de Micenas. Al igual que las
técnicas, el arte experimenta su aceleración. Entre el 12000, estimación
cronológica de Rouffignac, y el 10000, fecha en que terminan las obras maestras
de Niaux, se concentran grabados y dibujos de múltiples grutas, todos ellos de
elevado valor artístico: Les Combarelles y Font-de-Gaume, Marsoulas y Niaux, el
Tuc d' Audoubert y Trois-Frères, las grutas del monte Castillo, Tito Bustillo,
la maravilla de Altamira, la primera cueva decorada que se descubrió y que
continúa siendo la más espléndida.
Los inventarios de objetos artísticos
mobiliares resultan significativos: La Madeleine y Laugerie Basse proporcionan
1.142 documentos, de los 2.329 inventariados en todo el Périgord, es decir, el
48%. El 5 % de los yacimientos mobiliares, ofrece el 66% de las obras. Tales
concentraciones implican auténticos "talleres artísticos", como
Limeuil, La Marche, Gönnersdorf... de acuerdo con los preceptos de las
escuelas. Cada escuela tiene sus temas predilectos. El 4% de los renos
dibujados puede atribuirse a la escuela del Périgord, frente al 96% a la
escuela magdaleniense.
Fragmento de una lanza esculpida con la figura de un mamut en el período magdaleniense, procedente de Montastruc, Tarn y Garona (British Museum, Londres). Es una pieza de aproximadamente de unos 12.500 años de antigüedad. Este es el único ejemplo conocido que tiene un agujero como ojo (que probablemente sostuvo un encarte de hueso o piedra). El gancho que sobresale también es infrecuente en este tipo de creaciones.
La escuela magdaleniense es mucho más
que una escuela artística. También es una escuela de pensamiento. El techo de
la cueva de Altamira mide 18 metros de largo por 8 o 9 de ancho. Son
dimensiones a escala humana y una ojeada puede abarcarlas. En sus orígenes,
sólo alcanzaba dos metros de altura. Erizado de protuberancias rocosas, del
orden de los 50 centímetros, cada una tiene pintado su bisonte, captado en
actitud recogida, saltando o revolcándose. La enorme impresión que produce es
la de un impetuoso rebaño desplegado en una oleada a los pies de la gran corza
policroma (2,25 metros) que ocupa el sector más alejado, con la cabeza vuelta
hacia la entrada. ¿Será la lejana prefiguración de la Diana cazadora?
En Rouffignac, los frisos alinean mamuts
y rinocerontes. Únicamente, un sector escapa a esta ordenación: el gran techo.
Este sólo tenía uno o dos metros de altura en sus orígenes. En él se ven
superpuestos cincuenta magníficos animales, imágenes-realidad, creadas y
sobrecargadas unas con otras por la magia, no por pura gratuidad artística.
¿Por qué se eligió sólo este techo?
Bajo el techo, se abre un vasto embudo,
cuyo fondo desemboca en el piso inferior. En él corre una estrecha galería y a
nivel del suelo, una fisura conduce al tercer piso por donde discurre todavía
el río subterráneo. Los magdalenienses conocían y utilizaban esta fisura. En el
pilar que hay sobre ella, se despliegan, en rojo y negro, bisontes, caballos y
mamuts. A la altura de la vista, preside el lugar un magnífico antropomorfo, el
"Ser Superior" de Rouffignac, gozando de una situación elegida y
privilegiada, como el "hechicero" o el "dios cornudo" de la
gruta de los Trois Frères.
Figura de un bisonte esculpida en madera, período auriñaciense (4500020000 a.C.) y procedente de la cueva de Birdsman (Alemania). En el período medio del auriñaciense surgen diversos objetos tallados en hueso, madera y marfil, las primeras manifestaciones artísticas. Y aunque el auriñaciense es conocido especialmente en Francia, su zona de dispersión es muy grande, hacia el Este de Europa, y penetra también en la región cantábrica española.
El arte se convierte en filosofía, en
religión, en esta gruta de Rouffignac, la gruta de los cien mamuts (en realidad
123 ...). Dos descubrimientos recientes confirman este tema de génesis: en
Ekain, veinte caballos aparecen encima de dos "bocas de la oscuridad"
que conducen igualmente a las profundidades; en Tito Bustillo, grandes caballos
y renos forman un vasto conjunto en torno a una boca semejante, desde la cual
se oye el rugido del torrente subterráneo. Delfos nació de una grieta rocosa en
las Fedriadas. Rouffignac se despliega sobre una sima subterránea. Para los
magdalenienses, el mundo animat mundo sagrado que les proporciona la
subsistencia, nace de la tierra, una tierra con rostro de "Tierra Madre".
Mientras los dibujos, grabados o
pinturas, y los modelados o las esculturas de animales tienen expresamente una
gran calidad estética (con un 15 % de obras maestras), en cambio, las
representaciones humanas (de las cuales, el 63% son asexuadas) son de una
lastimosa torpeza. Los grabados antropomorfos de Rouffignac, "Adán y
Eva", al igual que los de Les Combarelles o de Marsoulas, no pueden
compararse con los grabados de animales vecinos. No pueden ser obra de la misma
mano ...
Cabeza de buey esculpida sobre una piedra, procedente de Riparo Tagliente (Italia). Período paleolítico. La reproducción de la naturaleza ofrece una amplia información de las especies que predominaban en una zona durante ésa época y de la especialización de la caza. Así, en Europa central y oriental, caballos, bóvidos, rinocerontes lanudos y mamuts fueron los más representados. En Europa occidental, en cambio, lo fueron el ciervo y el reno.
Igualmente, las figurillas, modeladas o
esculpidas, conocidas con el nombre demasiado halagador de "Venus",
presentan ex profeso idénticas características: exageración en las formas,
gruesas y abundantes, frecuente negligencia en los rasgos del rostro, los
brazos y las piernas, como si la feminidad esencial se limitara a un cuerpo
sobrecargado, deformado por las maternidades. En efecto, estas figurillas no
son "bellezas", sino "madres".
Desde el Extremo Occidente hasta la más
lejana Asia, sin prejuzgar su área de origen, se las encuentra, tanto en la
escuela del Périgord, como en la magdaleniense. Al parecer, su realización
escapa a las influencias de las escuelas artísticas. Esta es la explicación de
su mediocridad estética. El arte animalista, ligado a la economía de la caza,
fundamental para el hombre, es un arte de escuela, un arte que sacerdotes,
brujos y artistas enseñan en los santuarios colectivos de las grutas.
Bastón con grabados de peces y un caballo, perteneciente al período magdaleniense, procede de La Madeleine (British Museum, Londres). El lugar que dio origen al nombre del período fue precisamente la cueva de La Madeleine (Dordoña), que es donde se han hallado mayores vestigios de la época. Debido a la decoración del bastón, se supone que éstos fueron los símbolos del poder.
Los dibujos y estatuillas humanas
femeninas (en un 99 %, en el caso de las estatuillas), son el resultado de un
arte "doméstico", estrechamente ligado al hábitat. En una choza de
Mezin, junto a la pared, varias estatuillas femeninas estaban clavadas en el
suelo, a modo de guardianas del hogar, anunciando los iconos del futuro ... De
Lespugue a Sireuil, de Tursac a M en ton, de Dolni-Visto ni ce a Mezin, en
Gargarino, Malta y en los confines del Baikal, se observa esta completa
continuidad geográfica, con una misma estética.
Cuando los cambios climáticos y las
nuevas economías provocan la desaparición, hacia el10000, del arte naturalista
de representaciones animales, ligado a las escuelas de arte y a la caza,
continúan subsistiendo las estatuillas femeninas domésticas, porque la vida
prosigue …
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat