Punto al Arte: La modernidad del arte prehistórico

La modernidad del arte prehistórico

"El arte empieza en el momento en que el hombre crea, no con un objetivo utilitario como hacen los animales, sino para representar o expresar", declara René Huyghe. El arte es un mensaje, un medio de expresión, una forma de contacto y de comunicación entre los hombres, tal vez anterior, incluso, al lenguaje. Esos medios son pinturas o grabados rupestres, figurillas mobiliares, modelados o esculturas, imágenes o decoraciones sobre los más diversos soportes: pieles o cortezas, huesos o defensas de marfil, piedras o cerámica (en época tardía). Muchos de estos soportes· no han llegado hasta hoy destruidos por el tiempo o aún por descubrir. El arte prehistórico sólo ofrece documentos esporádicos, jalones, y por muy brillantes que sean algunas de sus manifestaciones, siempre se lo conocerá fragmentariamente. Los pueblos, casi extinguidos, que se encontraban todavía en la Edad de la Piedra sólo hace algunos decenios, como es el caso de algunas tribus residuales del Alto Amazonas o de la Tierra de Arnheim, en Australia, muestran este arte sobre soportes perecederos.

Al otro extremo del tiempo, en los orígenes del hombre, las destrucciones son más evidentes, ya que los documentos más antiguos resultan ser los más escasos. En el caso de los documentos artísticos, se nota un incremento en el número, paralelo a la aceleración de la historia. Tomando un cordel, en el que, convencionalmente, cada milímetro de longitud represente un siglo, se tendría: las más antiguas herramientas conocidas, los cantos rodados tallados por el Zinjantropo de Tanzania, se sitúan a más de veinte metros. La célebre escultura de Laussel sólo quedará a treinta centímetros. Las galerías de mamuts de Rouffignac estarán situadas a catorce centímetros, los bisontes de la "Sala Negra" de Niaux a diez centímetros ... ¡y Marignan a cinco milímetros!

Hachas paleolíticas (Museo de Saint-Germainen-Laye).Procedentes del Paleolítico inferior. Tienen ochocientos mil años y están datadas en el período abbevilliense. Son unas piedras de doble cara, con talla bifacial y punta lograda a base de golpes con un percutor de piedra.

Hachas paleolíticas (Museo de Saint-Germainen-Laye). Procedentes del Paleolítico inferior. Tienen ciento cincuenta mil años, son más perfectas que las anteriores y presentan rasgos característicos del período acheulense; la punta ha sido acabada con  percutor de madera, más afilada y con un acabado perfecto. Su forma de "almendra" es mucho más bella..

Por consiguiente, el arte es un fenómeno "tardío". Los veinte centímetros de arte prehistórico animalista que guardan las grutas ornamentales, solamente representan la milésima parte de la historia tecnológica.

La realidad es más matizada y delicada. ¿En qué momento una obra humana se convierte en arte? Porque, ¿acaso no se pueden hallar testimonios artísticos mucho más antiguos que las representaciones naturalistas de los bisontes y mamuts de las cavernas? La humanidad más remota sólo conoció un rudimentario utillaje de cantos rodados, sumariamente tallados, golpeándolos entre sí. Estos retoques determinan una pieza cortante o una punta útil.

Arpones de hueso (Museo de Prehistoria y Arqueología, Santander). Los rasgos característicos de la última etapa del período magdaleniense (17000-11000 a.C.) son estos arpones. Hechos sobre fustes de asta, llevan en sus bordes una serie de dientes, elemento que hará que el animal no pueda desprenderse del arma. Es Europa occidental la que ve el desarrollo de los elementos del magdaleniense, aunque en este caso se han encontrado restos que alcanzan hasta Europa central.

El artesano, tanto si es el australopiteco, como el pitecántropo, ha "elegido" el canto rodado, porque su masa, su forma natural, le sugieren la herramienta que desea y que ya ha imaginado en su mente. Esta elección es propiamente humana, supone una inteligencia, conduce a una estética y constituye un lejanísimo intento artístico. Estas primeras fases técnicas son de una lentitud sorprendente. Lentitud que se explica por la extremada dificultad de las transmisiones, de generación a generación, de unos hombres a otros. La longevidad era muy limitada: tres o cuatro decenios para una vida humana. La densidad de población era ínfima, a pesar de su ecumenismo: unos pocos millares de seres, algunas decenas de millares en todo un continente.

Con la industria denominada "abbevilliense", de ochocientos mil años de edad, predomina una forma voluntaria de herramienta: la piedra de doble cara, canto rodado o pequeño bloque de sílex con talla bifacial, de unos quince a treinta centímetros de longitud, conservando en la base la ganga del bloque original, y con una punta forjada a base de vigorosos golpes con un percutor de piedra. Es una "herramienta universal", apta para los más diversos usos. También es una "forma", con una simetría, un equilibrio de la masa, dos hechos que ponen en evidencia una nueva intención.

Útiles de sílex (Museo de Prehistoria, Valencia). Pertenecientes al poblado de Ereta de la fase del Eneolítico. El sílex ofrece la particularidad de que, pese a su dureza, puede modelarse por percusión o por presión. El artesano ya se convierte en artista y construye sus herramientas utilizando este material y aplicando una elevada técnica.

Hacia los 150.000 años, las "bifaces" se han convertido en la "almendra" característica de la civilización "acheulense", de Saint-Acheul, suburbio de Amiens, en el Somme. Su forma es afilada. A menudo tallada a partir de una esquirla de sílex, su sección es menor, de forma plana, ligeramente hinchada en la base para una mejor prensión. La punta tiene un acabado perfecto conseguido con el percutor de madera, que permite cortes precisos y finos.

La bella "almendra" acheulense ofrece un indiscutible aerodinamismo que anuncia nuestras formas modernas. Los técnicos han bautizado esta forma alargada con el nombre de "gota de agua", y posee maravillosas cualidades de penetración y eficacia. Esta perfección de forma y equilibrio, ¿no es ya arte? Cogiendo con la mano una almendra, se percibe la perfección artesana, la minuciosidad extremada del trabajo, la comodidad del gesto. La palabra "arte" es la raíz de artesano.

Este primer arte técnico y concreto, fruto armonioso de una forma y equilibrio de una masa, es propio del mundo antiguo, exceptuando el Asia sudoriental. Raras veces el hombre prehistórico creará herramientas con formas tan bellas y eficaces. Nunca tan conseguidas, ni universales ... salvo, quizás, el hacha escuadrada y pulida del desbrozador neolítico. Es ésta una etapa, dentro de las múltiples andaduras del arte que, desde los orígenes tenebrosos, desemboca en la figura animal, grabada o dibujada, que parece "decorar" las paredes de la mayoría de grutas. Hacia los 50.000 años, el hombre de Neandertal, rama que merece una rehabilitación, posee raspadores de sílex de corte perfecto, y puntas cortadas sobre cantos rodados delgados, cuya forma vuelve a encontrarse en los vanos del gótico europeo. Se trata de herramientas cuya acabada técnica conduce a formas artísticas y cuya ejecución pone de manifiesto el goce de un artesano convertido en artista. Se olvidan ex profeso estas primeras formas de arte concreto, porque sólo se quiere ver arte en la imagen, el modelado o la escultura. Antes de crear la imagen, el hombre tuvo que comprender las imágenes de la naturaleza. Las primicias del arte-imagen parecen propias del hombre de Neandertal.

Hachas de mano o bifaces (Museo de Prehistoria, Valencia). Después de la utilización del hacha de mano bifacial. en la época abbevilliense se inició una industria lítica más desarrollada: la acheulense. Se extendió por Europa occidental y central (en particular por Francia, Bélgica y España), África (Etiopía, Tanzania y Argelia), Próximo Oriente (Irán) y el subcontinente asiático (India). Las hachas de mano n bifaces se caracterizan por tener unas formas más cuidadas, más regulares. Las lascas tienen diversas tipologías: raederas, raspadoras, o acabadas en punta.

En la gruta liguriense de Toirano, se descubren sobre la arcilla huellas de pasos, signos trazados con los dedos y numerosos arañazos humanos a imitación de los de osos. Una roca "zoomorfa" adquiere una significación naturalista para los hombres de Neandertal. Se convierte en la "imagen" misteriosa de un animal ... y los hombres la bombardearon con bolitas de arcilla. En Toirano, el hombre ve una imagen, una realidad zoomorfa en una combinación de la naturaleza. De ahí, a crear por sí mismo una imagen, aprovechando un relieve natural sugerente con el que define un cuerno, una pata, un hocico, sólo va un paso ... un paso que exigirá veinte o treinta mil años.

El cazador del trigésimo milenario, perdido en las profundidades de las cavernas, pobremente iluminado con sus lámparas de sebo, identificaba en ellas, con toda naturalidad, a los animales que le proporcionaban subsistencia. En Pech de l'Aze (Dordoña), se encuentran bastones de ocre entre los restos arqueológicos del hombre de Neandertal. Resulta verosímil pensar en pinturas corporales o sobre soportes perecederos. Los trazos sobre arcilla, hechos con el dedo, que encontramos en Toirano, tal vez figuren entre los trazos humanos más antiguos; sin embargo, ¿cuántos resultaron destruidos?


Escultura en gres del Paleolítico superior, procedente del Abrigo Pataud, en Dordoña (Musée de I'Homme, París). La reproducción de las imágenes que rodea al hombre supone una aceptación de la naturaleza, el paso previo pa ra aspirar al Arte. t:l hombre del Paleolítico, además de pintar, graba y esculpe.

Para inhumar a los difuntos, el hombre de Neandertal los colocaba en una fosa, como podemos observar en la Chapelle-aux-Saints, en Correze. Los protegía con una losa calcárea de 100 kilos, como en La Ferrassie, o con un túmulo hecho de piedrecitas, bajo una gruta, como en el Regoudou. Muy cerca de allí, un oso aparece protegido, o conservado, por una roca de 800 kilos. Además de su valor religioso, anuncian los ritos funerarios de los últimos milenios de la prehistoria y de los siglos de la historia: grandes tumbas, enormes túmulos, monumentos megalíticos.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

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