Los caudillos del cambio en
México, en insurgencia contra "la escuela", fueron, sin duda, Mérida
y Tamayo, ejemplos para las nuevas generaciones de artistas, seguidos por otros
tres más jóvenes: Pedro Coronel, Juan Soriano y Gunther Grezso. Rufino Tamayo (1899-1991) vivió en Nueva York durante la década de 1930 investigando sobre la
esencia de la pintura.
Hacia la década siguiente ya tenía su propio estilo. De
regreso a México, realizó dos grandes murales sobre bastidor en el Palacio de
Bellas Artes, demostrando excepcional maestría en el uso del color. Carlos
Mérida (1891-1984) nació en Guatemala y residió en México desde los treinta
años de edad. Su mayor mérito en pleno muralismo fue afianzarse como
geométrico, trabajando en contra de los cánones oficiales vigentes.
La apertura del arte mexicano a
las corrientes contemporáneas fue tardía. La rigidez de los principios de
la" escuela" mantuvo aislados a los jóvenes artistas, a quienes
llegaban escasos ecos de lo que sucedía en el ambiente artístico internacional.
Esa generación de pintores, surgida hacia el año cincuenta, no pudo canalizar
sus inquietudes estéticas en grupos diversos de tendencias definidas: su único
aglutinante era la lucha contra la "escuela", que todavía en 1970
tenía ardientes defensores a pesar de que entonces la batalla ya estaba ganada.
En la nueva figuración destacan: Alberto Gironella (19291999), Francisco Toledo
(1940) y Rodolfo Nieto (1936-1985), Brian Nissen (1939), Roger Van Gunten,
Garóa Ponce, Rafael Coronel, Pedro Friedeberg y Javier Esqueda.
Composición en blanco y negro de Luis Fernando Robles. En esta obra el pintor colombiano presenta un intento de acercamiento intelectual a la antigua estética indígena, imitada en la superposición de planos y el retorcimiento de líneas curvas. El dinamismo del conjunto produce en el espectador un efecto de volumen visual de las formas que se realza por el contraste cromático, emulando los jirones de un telar tradicional de los pueblos nativos. Sus aproximaciones al abstraccionismo geométrico se inspiran asimismo en elementos musicales del jazz y de la obra de Bartok, uno de los compositores favoritos del autor.
Colombia se ha transformado en centro artístico de importancia en Iberoamérica en los últimos años. Desde 1965 predomina la figuración; no obstante, varios artistas destacados perseveran en el arte no figurativo.
Relevante personalidad es
Alejandro Obregón. Su obra, abundantísima, puede agruparse en cuatro períodos,
de los cuales el tercero (1955-1967) es el de su madurez. Con definido estilo
expresionista y americanista, en esa época Obregón alcanza la máxima jerarquía
a nivel continental y gana en 1962 y 1966 el primer premio en el Salón de
Pintura Nacional. Una de sus obras maestras es El último cóndor, de 1959.
La obra abstracta de David Manzur
data del comienzo de la década de 1960. A partir del año 1967 trabaja con hilos,
siendo hasta ahora su más destacada obra el mural Elementos del Progreso, de 1974. Otros artistas de importancia son
Fanny Sanín, Carlos Rojas, Ornar Rayo, Manuel Hernández y Antonio Grass.
Reina Riqui de Alberto Gironella (Museo de Arte Moderno, Ciudad de México). Partiendo de una visión figurativa de la realidad, el autor terminó este óleo comunicando una expresión puramente espiritual. Tras pintar varios retratos de sus amigos y familiares, Gironella realizó en 1978 este enérgico cuadro de su hijo menor enmarcado con un contorno diseñado por él mismo. Basándose en una variación velazqueña de Las Meninas, pero también en pinceladas de Munch, Gironella parece exhibir la obra a medio proceso para dejar abierta la posibilidad de retocarla durante toda su vida. Su amigo Octavio Paz destacó de él su apasionamiento y su ferocidad animal.
Reina Riqui de Alberto Gironella (Museo de Arte Moderno, Ciudad de México). Partiendo de una visión figurativa de la realidad, el autor terminó este óleo comunicando una expresión puramente espiritual. Tras pintar varios retratos de sus amigos y familiares, Gironella realizó en 1978 este enérgico cuadro de su hijo menor enmarcado con un contorno diseñado por él mismo. Basándose en una variación velazqueña de Las Meninas, pero también en pinceladas de Munch, Gironella parece exhibir la obra a medio proceso para dejar abierta la posibilidad de retocarla durante toda su vida. Su amigo Octavio Paz destacó de él su apasionamiento y su ferocidad animal.
En la nueva figuración militan
Fernando Botero (1932), Enrique Grau (1920-2004) y Leonel Góngora (1930-1992).
Fernando Botero ganó en 1960 el premio Guggenheim y se radicó definitivamente
en Estados Unidos. Es el pintor más importante de la actualidad, con una
vastísima producción estética.
El arte político actual con la
violencia como tema fundamental tiene en Colombia su precursor en Ángel
Rengifo, quien en 1964 realizó una importante exposición titulada "Trece
grabados sobre la violencia".
El "Taller 4 Rojo",
creado en 1972 por Nirma Zárate y Diego Arango, es un grupo político militante
que constituye el primero de trabajo artístico de Colombia y que incluye en sus
actividades la labor docente en la escuela del mismo nombre. Dentro de sus
creaciones plásticas destaca la serie de fotoserigrafías titulada Agresión del Imperialismo. Otros
artistas destacados son Pedro Alcántara, Umberto Giangrandi, Luis Paz y Clemencia
Lucena.
Aurora de Marco Ospina (Museo de Arte Moderno, Bogotá). En la obra de este pintor colombiano se entremezclan las formas biomórficas con ciertas premisas postcubistas, caracterizándose por un cruce entre la estética criolla y las tendencias no figurativas más extremas surgidas de la vanguardia europea. A Ospina se le puede considerar el introductor del arte abstracto en Colombia en el año 1940, aunque manteniendo una sensibilidad especial en el color para crear sugerentes paisajes líricos de formas lánguidas, casi melancólicas.
Aurora de Marco Ospina (Museo de Arte Moderno, Bogotá). En la obra de este pintor colombiano se entremezclan las formas biomórficas con ciertas premisas postcubistas, caracterizándose por un cruce entre la estética criolla y las tendencias no figurativas más extremas surgidas de la vanguardia europea. A Ospina se le puede considerar el introductor del arte abstracto en Colombia en el año 1940, aunque manteniendo una sensibilidad especial en el color para crear sugerentes paisajes líricos de formas lánguidas, casi melancólicas.
A pesar de la revolución, en
Cuba, René Portocarrero (1912-1995) mantiene su estilo, trabajando nuevamente
en la pintura figurativa a base del geometrismo.
El cambio que registra Ecuador al
afianzar su sector terciario en la década de 1950 repercute lentamente en el
campo de la plástica. Se
recrean los temas indigenistas con añoranzas de tradición, en tanto que se
produce la apertura hacia los movimientos estéticos internacionales
contemporáneos ayudada por la presencia de artistas extranjeros como Wulf y
Schreuder, y la posibilidad de algunos pintores de viajar a Estados Unidos y
Europa. Empiezan a verse resultados en la pintura a fines de la década de 1950,
destacando entre otros Oswaldo Viteri (1931), Enrique Tábara (1930), Arubal Villacís
(1927), Estuardo Maldonado (1930), Luis Molinari Flores (1929).
Fernando de Szyszlo, nacido en
Lima en 1925, es un calificado exponente del arte abstracto en el que domina el
color sin forma. Hizo gran parte de su carrera en el extranjero, habiendo expuesto
en la N y V Bienales de Sao Paulo, en la XXIX de Venecia, en la Pittsburgh International
(1958) y en el Guggenheim Museum de Nueva York (1966), además de realizar otras
numerosas exposiciones. Su personalidad alcanza renombre internacional. Prestigiosos
artistas peruanos son Tilsa Tsuchiya (1932-1984) y Luis Arias Vera (1932),
derivado del "pop art".
El último cóndor de Alejandro Obregón. Este pintor colombiano siempre ha tratado de reflejar una realidad más profunda que la captada por una observación superficial de la naturaleza. Destacándose por una factura suelta y poderosa del pincel, por la estructuración organizada de los elementos compositivos y el agreste uso del colorido, la obra de Obregón logra articular espacios de una gran fuerza emocional. En este cuadro de una larga serie dedicada al cóndor pinta unas nubes cargadas en el cielo, expresando una violencia natural impresionante. Utilizando este animal como símbolo totémico, remite tanto al escudo patrio como emblema de una identidad, como consigna asimismo la idea de poder, aludiendo al mismo tiempo con orgullo a la fauna americana y a una geografía en la que convergen diversas culturas que han sobrevivido a conquistadores, hambrunas y expropiaciones.
En la década de 1960, Buenos
Aires siente la efervescencia de corrientes estéticas de singulares
características. La nueva figuración reúne a Macció, Noé, De la Vega y Deira,
gran dibujante, entre varios· que exponen en 1961 en la Galería Peuser. Otros
artistas, similares entre sí, son Antonio Seguí (1934), con importante premio
en la II Bienal
de Jóvenes de París (1963) y la Bienal de Tokio (1966); Jorge Demirjian y Juan Carlos Distéfano
(1933), autor de los originales catálogos del Instituto Di Tella, pasando luego
a una pintura agresiva. La primera que se lanza al"pop art" es Marta
Minujin (1941), culminando en "happenings" y"
ambientaciones".
En el arte venezolano, los
"Disidentes" de París engendraron dos corrientes fundamentales: la
del arte cinético y la del geometrismo neoplasticista, en las que se encauzan
artistas de la talla de Otero, Soto y Cruz-Díez.
El arte óptico unió a Venezuela y
Argentina en la avanzada continental e internacional. Un pionero en Venezuela
es el arquitecto Carlos Raúl Villanueva (1900-1975), responsable de la
construcción de la famosa Ciudad Universitaria de Caracas.
Pintura, de Fernando Botero. La imagen es un detalle de una de las obras de la primera época pictórica de este artista colombiano, en la que abundaban las referencias a la religiosidad y las figuras de monjas y obispos con una intención satírica. A pesar de haber vivido durante años en un exilio voluntario, Botero siempre ha insistido en llevar a su obra plástica sujetos que están cerca de la idiosincrasia colombiana.
Pintura, de Fernando Botero. La imagen es un detalle de una de las obras de la primera época pictórica de este artista colombiano, en la que abundaban las referencias a la religiosidad y las figuras de monjas y obispos con una intención satírica. A pesar de haber vivido durante años en un exilio voluntario, Botero siempre ha insistido en llevar a su obra plástica sujetos que están cerca de la idiosincrasia colombiana.
Un precursor en el arte óptico es
Alejandro Otero (1921-1990), quien hacia 1960 expuso obras que implicaban
movimiento. Jesús Soto (1923-2005) estudió en Caracas, y a partir de 1955
investigó efectos ópticos logrados con hojas de plexiglás transparente sobre el
que dibuja líneas geométricas. Desde entonces ha evolucionado en constante
búsqueda. Actualmente acopla en sus obras una parte mecánica que permite
movilidad logrando efectos diferentes.
Argentina tiene su gran
representante en Julio Le Pare, nacido en Mendoza en 1928. Llegado a París en
1958, dos años más tarde se integra en el grupo "Recherche d' art
visuel", al que también pertenecieron Horado García Rossi y Francisco
Sobrino. Su país lo presentó como artista único en la Biena1.ci:le Venecia en
1966, donde ganó el Gran Premio de Pintura con obras en las que se requería la
participación activa del espectador. Hacia 1972 las obras· de Le Pare son
netamente políticas, habiendo derivado, finalmente, hacia la expresión
conceptual. Otros artistas argentinos en el campo cinéticoóptico son Marta Boto
y Vardánega en el mecánico, y Luis Tomasello en el"físico" de la luz.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.