Punto al Arte: Nacionalismo comprometido e internacionalismo estetizante

Nacionalismo comprometido e internacionalismo estetizante

El movimiento de renovación en la plástica hispanoamericana arranca en México con el muralismo, promovido por Vasconcelos en 1921 desde el Ministerio de Educación, en el que destacan los llamados "Tres Grandes": José C. Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, de personalidades diferentes. Brote explosivo de alcances vastísimos, se intensifica culminando en la década de 1930. Obras colosales en los edificios públicos -a escala arquitectónica- manifiestan un profundo contenido indigenista y cantan a la Revolución mexicana y a la historia de la nación en. lenguaje que se desea llegue fácilmente a las masas.

José Clemente Orozco, al igual que Rivera y Siqueiros, se inicia en la Escuela Nacional Preparatoria, donde en 1923 pinta dos excelentes frescos: La trinchera y La Trinidad: campesino, obrero y soldado. También como Rivera, hacia 1940 ya ha producido lo mejor de su obra, y fallece en 1949. Respondiendo a encargos de los Estados Unidos, entre 1930 y 1934 deja allí una producción artística monumental. El primer mural, a su regreso a México en 1934, es La Catarsis, para el Palacio de Bellas Artes, en el Distrito Federal. En 1940 realiza una obra extraordinaria para el Museo de Arte Moderno de Nueva York, Dive Bomber, y en 1947 pinta un mural al aire libre en la nueva Escuela Normal.

Zapata de Juan Clemente Orozco (Art lnstitute, Chicago). Quien fuera director del Museo de Arte Popular se uniría a Diego Rivera en un sindicato de pintores afines al gobierno que realizaron una amplia serie de obras destinadas al pueblo mexicano. Tras una serie de murales sobre la conquista, la colonización y la revolución mexicana, recibió encargos de los Estados Unidos como el de esta representación de la trinidad revolucionaria compuesta por campesino, obrero y soldado, realizada en 1931 . Orozco fue una de las principales influencias del primer Pollock, antes de que el muralista evolucionara en su última época hacia aproximaciones más simplificadas y expresionistas. 

Hidalgo empuñando la antorcha de la libertad de Juan Clemente Orozco (Palacio del Gobierno, Guadalajara). Coincidiendo con la guerra civil española, Orozco hizo entre 1936 y 1939 varios encargos para la ciudad de Guadalajara, como las pinturas del paraninfo y la cúpula de la universidad o este mural en la escalera del palacio del gobierno donde retrata de forma exagerada y con un gesto enérgico al prócer de la independencia. En recuerdo de la firma del decreto que abolió la esclavitud en México, Orozco pintó en el techo de este antiguo edificio barroco del siglo XVII una vigorosa imagen de Miguel Hidalgo enarbolando un puño cerrado en alto y la gran tea en la otra mano, con la que incendia un país sometido. Bajo la impresionante figura del libertador una multitud anónima lucha contra la horda de autoridades que se aproxima desde uno de los muros inferiores, compuesto por militares y clero que aparecen simbolizados como payasos de un circo portando cruces, esvásticas, hoces y martillos. Orozco se mostró aquí admirablemente crítico con los líderes de las falsas ideologías que habían arrastrado a la humanidad al hambre y a las incurables heridas de la guerra. 

Diego Rivera trabajó en México y en los Estados Unidos. Plásticamente compone al estilo del Renacimiento italiano, innovando con su carencia de academicismo. Entre 1923 y 1928 decora magníficamente la Secretaría de Educación en Ciudad de México, plasmando la vida entera de su país. En la misma época realiza la decoración de la antigua capilla de la hacienda de Chapingo, nueva sede de la Escuela de Agricultura, resultando una obra maestra en la que abunda el desnudo. En 1930 trabaja la galería abierta del palacio de Cortés en Cuernavaca, entrando en el tema propiamente histórico. La serie de frescos del Palacio Nacional de México, realizada entre 1926 y 1935, constituye su obra más ambiciosa: el águila y la serpiente -símbolos nacionales presiden la historia completa de la nación.

Cortés evaluando los tesoros de Diego Rivera (Palacio de Cortés, Cuernavaca). Auspiciado por el embajador estadounidense Dwight Morrow, Rivera pintó este mural de la galería abierta del antiguo palacio en 1929, el mismo año que fue expulsado del Partido Comunista. Al serie rechazado un nuevo plan de estudios tras ser nombrado director de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional, la desilusión le empujó a marcharse a California. 


La niña de los globos de Diego Rivera. Inspirado seguramente por el arte naif francés de principios del siglo XX, Rivera imita en este lienzo el colorismo de Henri Rousseau poniendo el mayor énfasis cromático en los globos que porta la niña en la mano, remarcada por las diferentes formas de la vegetación que la envuelve y por el contraste con la otra figura infantil que aparece a su lado.


El maguey de Diego Rivera (Palacio Nacional, Ciudad de México). En el primer piso del antiguo palacio realizó Rivera en 1914 una serie de nueve murales que representan sendos cuadros costumbristas de la vida prehispánica, desde escenas de un mercado tradicional y varios talleres de artes y oficios, hasta detalles más didácticos sobre el cultivo del maíz, el cacao y el pulque y la fibra de maguey y el tejido del algodón, incluyendo además un último panel sobre el martirio de los esclavos y la evangelización de los indígenas con la llegada de los conquistadores españoles.

Escena de la conquista de México de Diego Rivera (Palacio de Cortés, Cuernavaca). El mismo año en que se casó con Frida Kahlo, Rivera pintó una serie de 16 paneles en los que resumía la historia de México desde la conquista española hasta su independencia. Entre los episodios representados en las grisallas del palacio, Rivera plasmó varias escenas de Cortés ante los emisarios de Moctezuma, recibiendo el apoyo de los tlaxcaltecas y construyendo el propio palacio y las refinerías de azúcar empleando cientos de esclavos mexicanos. 



David Alfaro Siqueiros participó en el movimiento de renovación artística desde sus antecedentes políticos, pero su obra mural es posterior a la de sus dos compañeros de fama. Su importante obra de caballete data -en su mayoría- de 1930, constituyendo magnífica expresión dramática su Madre obrera y su Madre proletaria. En la década de 1930 va a Los Ángeles (California), donde realiza una pintura en equipo usando nuevas técnicas. Viaja a Buenos Aires, Nueva York y España, participando en la guerra civil. En 1941 está en Chillán (Chile), donde realiza un gran mural por encargo del gobierno mexicano, Muerte al invasor, en el que muestra su barroquismo formal. En Cuba (1943) deja tres grandes composiciones de contenido político.Ya plenamente reconocido en su país, realiza varias obras hasta nuestros días, entre las que figuran la del Instituto Técnico Nacional (1952), relieves en mosaico de vidrio en la Ciudad Universitaria; las del Centro Médico (1958),  del Museo de Historia de Chapultepec (1957-1960) y del "Polyforum" (1972), de Ciudad de México.


Del porfirismo a la revolución de David Alfara Siqueiros (Museo Nacional de Historia, México). En este detalle de un mural del castillo de Chapultepec quedan patentes las constantes revolucionarias de este ferviente estalinista siete veces encarcelado por sus ideas políticas contrarias al gobierno y perseguido en el exilio por alentar a las clases desfavorecidas contra las autoridades oficiales. Siqueiros puso aquí en práctica sus teorías sobre el dinamismo visual desde la perspectiva del espectador, optimizando los planos verticales en el espacio y remarcando la composición con el tratamiento escultural de las figuras. 


Nuestra imagen actual de David Alfara Siqueiros (Museo de Arte Moderno, Ciudad de México). Una de las obras más provocativas de este polémico artista es este lienzo de 1947 donde suaviza su habitual sentido crítico sin dejar de ser evidente. La imagen de una roca pensante y carente de rostro con unas robustas manos abiertas con gesto de mendicidad no fue del agrado del gobierno mexicano, que le encarceló por sus provocativas convocatorias populares en más de una ocasión. Tras fundar el contestatario periódico El Machete y ser indultado en 1964 por organizar disturbios estudiantiles de extrema izquierda, Siqueiros suavizó los contenidos en la Marcha de la Humanidad, un enorme mural del Hotel de México. 


Murales exteriores del Polyforum Cultural de David Alfara Siqueiros (Ciudad de México). Siqueiros cedió a los caprichos del empresario Manuel Suárez, quien diseñó un centro urbano para el Parque de la Lama que incluyera un lujosísimo hotel de turismo, ampulosos salones de convenciones y un centro cultural que albergara un teatro, un foro para eventos y una sala de exposiciones. La decoración de este singular edificio en forma de dodecaedro, cuya estrambótica arquitectura rehuye de los cánones ortodoxos, convertía la propia construcción en parte misma de la obra plástica de Siqueiros. 

Otros muralistas destacados y pintores contemporáneos de los "Tres Grandes" son Rufino Tamayo, Juan O'Gorman, Rodríguez Lozano, Carlos Orozco Romero, Alfonso Michel y Francisco Goitia (18821960), quien alcanzó la fama con su obra cumbre Tata Jesucristo (1927). La influencia del muralismo, concretada en sus innovaciones técnicas y planteamientos formales, jugaría un papel importante en el desarrollo de los movimientos artísticos estadounidenses posteriores a la ll Guerra Mundial.

El historiador Jorge A. Manrique expresa la pérdida de equilibrio de la escuela mexicana hacia fines de la década de 1930 señalando que "había perdido impulso la preocupación de búsqueda formal y en cambio cobraba mayor importancia la temática de alabanza de lo local, de la exaltación del glorioso pasado indígena".

Gertrudis Bocanegra da su sangre por la independencia de Juan O'Gorman (Iglesia de San Agustín de Pátzcuaro, Michoacán). O'Gorman pintó en 1941 este mural en una antigua iglesia mexicana reconvertida hoy en biblioteca para honrar homenaje a la mítica heroína que murió fusilada durante su cautiverio carcelario. En esta obra, el artista combina los dos rasgos característicos de la pintura moderna hispano-americana; por un lado el indigenismo, que pone de manifiesto el rostro de los personajes, y por otro la crítica social y la temática revolucionaria. En esta composición el pintor se vale de un evidente y nada disimulado recurso pedagógico que repetiría en años posteriores, denunciando algunos pasajes de la historia mexicana, e insistiendo en las escenas sobre la conquista española.  

El "compromiso" que engendra el muralismo mexicano se reencarna en el "afichismo" de Cuba -que está en pleno vigor a partir de 1965-y de Chile hasta 1973. En este país, pintores como José Balmes y. Gracia Barrios -pertenecientes al grupo" Signo"-volcaron su arte en servicio de la "revolución pacífica", inspirados en sus colegas cubanos. Las autoridades del país antillano comprendieron que aquellos elementos representantes de la sociedad capitalista que animaban la ciudad, y que fueron suprimidos por el régimen revolucionario, debían ser sustituidos por expresiones que dieran vida plástica al medio de acuerdo con los objetivos del cambio. En consecuencia, surgieron en Cuba los" afiches" callejeros que empapelan prácticamente todos los pueblos y ciudades de la isla y las "vallas", de enormes proporciones, que representan imágenes de los héroes nacionales.

A su vez, otros países latinoamericanos tienen manifestaciones artísticas de" compromiso" político. Ecuador se muestra a través de Guayasamín; Colombia, con sus grabadores del "Taller 4 Rojo"; Argentina, con Demetrio Urruchúa, Juan Carlos Castagnino, Antonio Bemi, Carlos Alonso, dibujante, y Ricardo Carpari, integrante del grupo "Espartaco".

 Teogonía de los chibchas de Luis Alberto Acuña (Hotel Tequendama, Ciudad de Santa Fe de Bogotá). En este detalle de un mural ejecutado en óleo sobre madera para un hotel de la capital de Colombia se destaca la figura del dios Chiminigagua, el creador del mundo según la cultura chibcha. La imagen humanizada que ofrece el autor es la de un valeroso cazador oteando el horizonte con un lujoso tocado con plumas mientras un ser licantrópico bebe un brebaje de una marmita sagrada. 



Retrocediendo a la década de 1930, el "muralismo" se expandió especialmente sobre los países de la vertiente del Pacífico, herederos de las más avanzadas civilizaciones precolombinas, provocando una corriente "indigenista" que tomó cuerpo en Escuelas y Talleres de Arte. En Perú, el "indigenismo" encuentra su paladín en José Sabogal (1888-1956), que fuera director de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima desde 1933 a 1943, sin que la calidad de su obra -exclusivamente de caballete y figurativa- lo coloque en lugar destacado.

En Ecuador, Manuel Rendón (1894-1982) es uno de los "tres grandes" de la pintura de su país. José Abraham Moscoso (1896-1936), de ideología marxista sostenida a ultranza, es uno de los precursores de la expresividad combativa que llega hasta la denuncia social. Camilo Egas se alinea junto a las tres grandes personalidades de la pintura ecuatoriana contemporánea. Oswaldo Guayasamín (1918-1998) estudió en la Escuela de Bellas Artes de Quito, graduándose en 1941 como pintor y escultor. En 1942 expone por primera vez en esta ciudad, revelándose en su estilo como un revolucionario frente a los cánones vigentes en el arte de la Escuela en que se formó. Su tema predominante es el cuerpo del hombre, tratado mediante planos simples y secos y destacando siempre las manos, de intensa expresividad. Es pintor serial. Su último gran conjunto es La edad de la ira, hecho después de sus visitas a Cuba en 1959 y 1962. Consta de 250 grandes lienzos, en escala mural, sin más coloración que el blanco y negro. Destacan las "mujeres llorando", el tema del hambre, los grupos del "Pentágono", los "condenados" y los "culpables". Dos importantes murales son La historia de la civilización y El descubrimiento del río Amazonas, ambos en cristal de Venecia, hechos para la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central de Quito.

Roberto Berdeiro inicia el indigenismo en Bolivia bajo influencia de Siqueiros. En esta corriente destacan Cecilia Guzmán y María Luisa Pacheco (1918-1981), nativa de La Paz y ganadora tres veces de la beca Guggenheim. A través de Los ídolos precolombinos y la serie de sus Figuras estoicas, llega a sus últimas composiciones expresándose en lenguaje abstracto.

La conquista española de Oswaldo Guayasamín (Casa de Cultura, Quito). Tras ser galardonado con el primer premio del Salón Nacional de Acuarelistas y Dibujantes de Quito, este íntimo amigo de Pablo Neruda pintó este fresco para esta institución ecuatoriana, reincidiendo en la misma temática que caracterizaría la obra de muchos otros pintores hispanoamericanos del siglo XX. 

Colombia asiste a la renovación de sus artes entrada la década de 1930, con la "generación de los nuevos", llamados "los bachúes", quienes no llegaron a constituir" escuela". A ellos corresponden los pintores Luis Alberto Acuña -su principal representante-, Pedro Nel Gómez, Carlos Correa, Gonzalo Ariza y Alipio Jaramillo, en tanto que Ignacio Gómez Jaramillo lo es sólo en parte, y los escultores José Domingo Rodríguez y Rómulo Royo. Acuña define los principios "bachúes" como" el interés exclusivo por lo nativo y el despego total de cualquier manifestación artística contemporánea".

Ignacio Gómez Jaramillo (1910-1970) empieza a trabajar como muralista en 1937, siendo estas obras las que más participan de la ideología de su generación. Pedro  Nel Gómez ha decorado numerosos edilicios en Medellin y Bogotá. Son obra suya varios murales de la Facultad de Minas, destacando su cúpula (1952-1953). Ha producido cantidad de óleos y acuarelas.

Armando Reverón nació en Caracas en 1889 y murió en 1954. Becado para viajar a Europa, estudia . en España y regresa a Venezuela en 1921. Hecha . raíces en la tropical Macuto, donde encuentra la a utenticidad de lo nacional en la intensa luz del trópico, que plasmó en sus telas magistralmente mediante la ausencia del color: el blanco, recomposición del espectro luminoso, visión del ojo cegado por el exceso de luz. Es demostrativa su obra Fiesta en Caraballada (1924).


Dulce membrillo de Pedro Figari (Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo). Este polifacético pintor uruguayo fue abogado, periodista y diputado antes de dedicarse al arte. Miembro del Consejo de Estado y principal impulsor de la creación de la Escuela de Bellas Artes de Montevideo, la obra de Figari se caracteriza por la ausencia de líneas y el empleo de manchas de color, y por representar siempre escenas costumbristas del pasado de marcado carácter romántico, muy idealizadas y nostálgicas, pobladas por gauchos, negros y criollos como reivindicación de un presunto ser nacional. 

Héctor Poleo (1918-1989) representa un brote de muralismo. Cambió luego hacia temas populares, que expresa con ciertas connotaciones surrealistas.

Los más destacados representantes de Cuba son: Amelía Peláez (1897-1968), Wúredo Lam y Fidelio Ponce de León. Amelía Peláez, importante discípula de la Academia de San Alejandro, es de las primeras que viajan a Estados Unidos a perfeccionarse. Su tropicalismo emana música y alegría al volcar en sus telas la vida que la rodea en su pueblo de provincia. Es la primera que repara en las hermosas" claraboyas" coloreadas de las antiguas casonas dándoles todo su valor plástico. Fidelio Ponce de León adoptó el camino abierto por el venezolano Reverón en la pintura del trópico. Wúredo Lam (1902 -1982) e laboró su propio estilo después de conocer a Picasso en París. Al regresar a Cuba pintó La Selva (1941), del Museo de Arte Moderno de Nueva York, su obra maestra.


Homo sapiens de Joaquín Torres García. Muy impresionado por el abstraccionismo y el constructivismo europeo, el pintor uruguayo regresó a su país natal para desarrollar una obra muy personal que supuso la primera introducción del arte abstracto en Hispanoamérica. En este óleo de 1945 se pueden ver varias de las constantes simbólicas que aparecen en otros cuadros de este antiguo colaborador de Salvat-Papasseit, como son el pez, la cruz, el barco, el mar, la luna y los altos edificios. 

Hay que tratar ahora al extremo sur de América. Del lado cordillerano, Chile vive la renovación de t sus artes a través del grupo "Montpamasse", formado en 1928 con los jóvenes artistas que fueron becados a París y regresaron imbuidos por las nuevas corrientes europeas. Entre ellos destaca Camilo Morí (1896-1973), quien recrea la naturaleza con su colorido objetivo. Dos años después se funda la Facultad de Bellas Artes, de singulares y prestigiosas características dentro del panomma latinoamericano.

En la vertiente atlántica, Argentina y Uruguay se manifiestan con características totalmente diferentes al acontecer plástico mexicano y sus derivaciones. No se asume compromiso político ni social y tampoco se producen obras de enormes dimensiones. Los artistas se vuelcan al intelectualismo, absorbiendo en Europa los nuevos vientos de la vanguardia internacional. En 1921 se realiza la primera exposición de Pedro Fígari (1861-1938), uruguayo, en Buenos Aires, que causó profundo impacto en los jóvenes de entonces por el intimismo de sus obras. Otro uruguayo, Joaquín Torres García (1874-1949) marca rumbos en la vanguardia plástica contemporánea, siendo considerado precursor del arte abstracto hispanoamericano. Prácticamente la totalidad de sus ideas quedaron registradas en su voluminoso libro Universalismo constructivo.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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