La escultura modernista estuvo
dominada por la personalidad excepcional del francés Auguste Rodin. Su punto de partida venía dado por la supresión anecdotista del
clasicismo académico. Sobre esta base confluyó el impresionismo que pertenecía
al repertorio cultural positivista, en su pretensión de dar como realidad la
impresión sensorial, no conceptual, de los objetos.
El Sena y sus afluentes, de Raoul Larche (frente al Grand Palais, en París). Estanque modernista, cuyo autor se hizo famoso porque tomó frecuentemente como modelo a la celebérrima bailarina Loie Fuller.
El tratamiento nervioso de las
superficies, su vibración encaminada a la proliferación de manchas de luz y de
sombra, cuando modelaba el barro, era una investigación dominada por lo visual,
lo mismo que su otra faceta, la de los mármoles, en la que trataba de
difuminar los volúmenes para crear la sensación de volumen sólo a través de
las turgencias de unos puntos salientes y luminosos. Hasta aquí, Rodin habría
podido ser clasificado únicamente como un escultor impresionista a no ser por
la intención simbolista y los arabescos curvilineares dominantes.
La pieza fundamental de este
estilo es el gran conjunto de la Puerta
del Infierno, de 1886, inspirada en la Divina Comedia, pero teñida de un
primitivismo rudo y fuerte, de un sentimentalismo y una carga erótica muy
propios de su tiempo.
Monolito escultórico, de Gustav Vigeland (Vigeland Park, Oslo). Por encargo del ayuntamiento de la ciudad, Vigeland creó entre 1926 y 1942 el conjunto escultórico del parque que lleva su nombre. Del total de las obras, repartidas en una superficie de 320 hectáreas en cinco zonas, que representan respectivamente el nacimiento, la adolescencia, la madurez, la vejez y la muerte, destaca significativamente el monolito de granito de 17 metros de altura, compuesto por 121 figuras humanas entrelazadas.
El belga Constantin Meunier
trabajó dentro de la órbita de Rodin, pero se especializó en la temática
obrera, con imágenes de mineros, de trabajadores portuarios, metalúrgicos, etc.
En otro núcleo modernista, el del
Piamonte, Medardo Rosso trabajó en formas que parecen ser aglomeraciones de barro o
morfologías corroídas por un ácido. Posiblemente, un personaje de su Conversación en el jardín, de 1893,
inspiró a Rodin para su Balzac. Rosso alternó los temas simbolistas con una
proyección hacia la temática social.
En el mundo nórdico se manifestó
la gran personalidad de Gustav Vigeland que, entre 1897 y 1906, creó el
conjunto del parque de Oslo que lleva su nombre, con sus grupos de personajes
asociados a plantas enérgicamente ascendentes.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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