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Venecia en el siglo XVIII

El Bucentauro parte del Lido el día de la Ascensión, de Francesco Guardi (Musée du Louvre, París).

La República Serenísima de Venecia había abandonado sus deseos expansionistas a principios del siglo XVIII pero seguía siendo, gracias sobre todo a su influyente red comercial, un estado clave en el Mediterráneo. Era una ciudadestado gobernada por una oligarquía que veía peligrar su autonomía por la rivalidad con otros estados de la península Itálica y por el antivenecianismo que se gestaba en las pocas colonias que poseían.

Por otro lado, algo de espejismo tenía la estabilidad y el esplendor de la República en este siglo XVIII, pues dependía en exceso de un comercio que tampoco era tan floreciente como antaño. De este modo, con una agricultura concentrada en muy pocas manos y, por tanto, poco eficiente, buena parte de los ingresos venían, precisamente, de las exportaciones de obras de arte y de objetos de cerámica. Asimismo, la clase dirigente era demasiado conservadora e impedía cualquier intento modernizador que pudiera poner en peligro el poder casi absoluto que ostentaban.

Pero la situación cambió, no de forma radical pero sí importante durante la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se iniciaron una serie de reformas legislativas debidas, sobre todo, a la influencia de las ideas ilustradas que recorrían toda Europa. Así, la oligarquía cedió parte de su poder a una pujante clase burguesa que habría de ayudar a sostener el Estado merced a su actividad agrícola y comercial y a la incipiente industria que impulsaba.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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