Punto al Arte: Un viaje de ida y vuelta a Roma

Un viaje de ida y vuelta a Roma

En octubre de 1545, Tiziano parte hacia Roma. Es acogido con gran júbilo por Pietro Bembo, por el cardenal Farnesio y por el propio Paulo III. Los honores alcanzarán la cumbre el 19 de marzo del año siguiente, cuando el famoso cadorino recibirá solemnemente, en el Capitolio, la ciudadanía romana. Durante su estancia en la Ciudad Eterna se dedicó sobre todo a los retratos, aunque también atendió a algunas obras religiosas y escenas alegóricas. Para Octavio Farnesio, sobrino del Papa, realizó la Dánae, hoy en el Museo de Capodimonte, en Nápoles. La suave imagen femenina emerge claramente dorada de la sombra, con tránsitos delicadísimos, que ponen de relieve el color y el estremecimiento de la epidermis. Entre los retratos más importantes está sin duda el de Paulo III con sus sobrinos Alejandro y Octavio Famesio, también en el Museo de Capodimonte.

San Juan Limosnero de Tiziano (Galería de la Academia, Venecia). Pintado para la iglesia de San Giovanni Elemosinario en 1545, en este cuadro Tiziano consigue dejar atrás el manierismo y logra aunar la luz y el color, creando su propia manera de ver la forma y el espacio.

Ha sido definido por Ortolani como "la primera escena histórica de la pintura moderna" y es de una viveza impresionante. El coloquio de los tres personajes está realizado con sencillez, con pinceladas rapidísimas, casi un apunte, un boceto en el que nada se pierde en lo inmediato de la anotación, mientras vibra el color en las breves coberturas de rojos, blancos y morados de tenues tonalidades. Los caracteres están individualizados e inmediatamente revelados: la astucia vulpina del Pontífice sediento de poder, rastrero en su adulación Octavio, casi desdeñoso y desapegado Alejandro. En el camino de regreso, en noviembre de 1546, Tiziano se detiene en Florencia y ofrece sus servicios al Gran Duque Cósimo I, que los rechaza.

Quizás el mundo cromático y luminista del cadorino no era de su gusto, así como no le resultaba del todo comprensible a Miguel Ángel, quien había visitado al pintor durante su estancia en Roma:" ... mucho le gustaba su colorido y su manera, pero era lástima que en Venecia no se aprendiera desde un principio a dibujar bien ... " (Vasari). Nada más regresar a Venecia, Tiziano realiza el retrato votivo de la familia Vendramin, ahora en Londres. En forma más sencilla reaparecen aquí las composiciones en diagonal del retablo Pésaro y de la Presentación en el Templo. Pero las arquitecturas están reducidas a pocos elementos esenciales y las imágenes sagradas a un símbolo. De los rostros sosegados de los adultos y de los atentos de los niños han desaparecido los contrastes humanos que resultaban turbadores. Las figuras mismas crean el espacio con calma solemne y serena, mientras los colores negros, blancos, rojos y anaranjados vibran en los ropajes sobre el azul palpipante del cielo, recorrido por nubes de plata.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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