Pintado a principios de la década de 1910, en unos años
en los que se estaba potenciando el desarrollo tecnológico de la aviación, el
cuadro de Delaunay muestra su especial sensibilidad ante la fijación del
movimiento, una obsesión que los futuristas perseguían denodadamente. Los
experimentos postcubistas de Kupka, Picabia y el citado Delaunay se basarían en
las proporciones áureas y en las teorías de Seurat sobre la armonía cromática,
creando composiciones como ésta en la que la disposición del color en el plano
produce una sensación de ritmo animado, sin necesidad de aludir a un referente
real . Los círculos concéntricos del cuadro se van subdividiendo en sectores
que corresponden a diferentes armonías de color, logrando un excelente dinamismo
rotativo. Este acorde visual cromático se puede subordinar sin duda alguna a
una analogía con el ritmo de una composición musical.
(Museo Wilhelm-Hack, Colonia)
Fuente: Historia del Arte. Editorial
Salvat
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