El pintor consigue una expresiva exageración de las fórmulas de la pintura gótica. El gusto por el arabesco, por los efectos rebuscados que acusan, por ejemplo, las manos de la santa, por el detallismo elegante a los que asocia emociones delicadas, son sin duda una herencia de Bizancio.
(Rijksmuseum, Amsterdam).
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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