Entrada de la cripta y porche exterior |
Si el genial Antonio Gaudí
hubiese completado la construcción de la iglesia de la Colònia Güell, en la
población barcelonesa de Santa Coloma de Cervelló, ésta se consideraría hoy una
maqueta descomunal de la que sería su obra más universal, la Sagrada Familia. No
en vano esta pequeña joya arquitectónica incorpora las audaces innovaciones del
célebre arquitecto. Estructura, técnica constructiva y forma orgánica se alían
en una cripta que se asemeja a una gruta natural y en la que la luz se filtra a
través de las vidrieras en forma de pétalos de flor o alas de mariposa. Un
espacio mágico definido por el lenguaje de la línea curva, las columnas
inclinadas y las texturas de materiales, a menudo reaprovechados, como el
ladrillo, el azulejo, la piedra o el hierro forjado.
La Cripta Güell, tal vez la obra
más experimental de Gaudí, se edificó entre 1908 y 1915 por encargo del mecenas
Eusebi Güell. Este empresario había adquirido en 1890 un gran complejo
industrial cerca del río Llobregat y, junto con su colega Ferran Alsina, puso
en marcha allí una colonia textil alejada de los movimientos sindicales que
tenían lugar en Barcelona. Fue la simiente de la Colònia Güell, que llegaría a
albergar a más de mil trabajadores. Cuando la capilla existente se quedó pequeña,
Güell dio carta blanca al arquitecto para construir una iglesia de nueva
planta, de la que, finalmente, debido a problemas en la financiación, solo se
llegó a erigir su nave inferior. Todo un paradigma de modernismo más osado y rompedor.
Fuente: National Geographic.
Octubre 2018