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Artistas de la A a la Z

María Luisa Pacheco (1919-1982)



Pacheco, María Luisa (La Paz, 22 de septiembre de 1919 - Nueva York, 23 de abril de 1982) Pintora indigenista boliviana que emigró a los Estados Unidos y a España.

Biografía

Nacida en La Paz, hija del arquitecto paceño Julio Mariaca Pando, estudió en la Academia de Bellas Artes Hernando Siles, luego ingresó a la facultad. A fines de la década de 1940 y hasta 1951, trabajó en el diario La Razón como ilustradora y como editora de la sección literaria. María Luisa Pacheco realizó su primera exposición individual en el Salón Municipal de La Paz.​ Una beca del Gobierno de España le permitió a Pacheco continuar sus estudios en 1951 y 1952 bajo la tutela del artista español Daniel Vázquez Díaz, y como estudiante de posgrado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.​ Un año después retornó a Bolivia, para enseñar en la Escuela de Artes de La Paz, formando parte del grupo de los «Ocho contemporáneos» ó «Generación del 52», entre los que se encontraban los artistas Mario Campuzano, Jorge Carrasco Núñez del Prado y María Esther Ballivián.

En 1956, y durante tres años consecutivos, es adjudicada con becas Guggenheim de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation en la ciudad de Nueva York.​ La primera beca concedida coincidió con una invitación a exponer en el Museo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en Washington. En su primer año en Nueva York obtuvo la ciudadanía estadounidense.

Como resultado de esas dos oportunidades, María Luisa Pacheco permaneció en Nueva York hasta su muerte, donde falleció en 1982.

Arte

María Luisa comenzó su trabajo artístico a finales de los años 1930, dentro del realismo académico, retratando principalmente en sus obras el paisaje y la figura humana.​

La pintura abstracta de María está inspirada por la cultura quechua y aimara de Bolivia, en la vida de la mujer rural, y en los glaciares y los picos de la Cordillera de los Andes. Sintetizó y renovó la figura de la campesina con formas cubistas, demostrando la enseñanza recibida de parte de sus primeros maestros.​

A su llegada a Nueva York, comenzó a pintar imágenes geográficas —tanto neoyorquinas como andinas— que le permitió convertirse en una pensadora y distribuidora del espacio y la forma, e hizo que su obra se transforme en algo particular.​ Tras la obtención de su ciudadanía estadounidense, su lenguaje se tornó totalmente informal y abstracto, enfatizando el expresionismo.​

Se la reconoce por ser la boliviana más destacada representante del expresionismo abstracto.

A finales de la década de 1960, amplió el concepto indigenista. Sus obras se transformaron en formas imaginarias que se puede identificar con estructuras arquitectónicas modernas, tanto de Nueva York como con el paisaje andino.

Punto al Arte