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El Greco

Autorretrato

Renacimiento. Manierismo.

Greco, Doménikos Theotokópoulos, llamado El (Candía, 1541- Toledo, 1614) Pintor cretense activo en Italia y España. 

Doménikos Theotokopoulos o Domenico Theotocópuli, a quien sus contemporáneos italianos llamaron "Greco" (griego) y los españoles Domenico o Dominico Greco (a veces, "el Griego"), nació en Candía, capital de la isla griega de Creta, en 1541. Desde 1204, la isla se hallaba bajo el protectorado de Venecia, importantísima potencia marítima y comercial del Mediterráneo, que la empleaba como base para los navíos que hacían la ruta de Siria y Egipto. Por tal interés, la Serenísima gastaba doscientos mil ducados anuales en la isla, que estaba llena, por otra parte, de militares y funcionarios venecianos. 

Adoración de los Magos de Doménikos Theotocopoulos, llamado El Greco (Galleria Estense, Módena). Cuadro pintado en 1570, que es uno de los muchos lienzos de tema religioso que realizó este artista.    

Parece ser que la familia de El Greco pertenecía a esta última clase: su padre, Jorge, que había de morir hacia 1556, era recaudador de impuestos y su hermano, de diez años de edad mayor que él, llamado Manuso, aduanero. Si esta situación no había de ser muy cómoda en relación con el común de la población, que se juzgaba tiranizada y expoliada, como es frecuente en tales casos y como prueban ciertos levantamientos contra los venecianos, quienes, por su parte, temían y despreciaban a los cretenses (fray Paolo Sarpi, contemporáneo de El Greco e historiador de Venecia, recomendaba a ésta que tratase a lo candiotas como a fieras, para que no dieran rienda suelta a sus salvajes instintos), gracias a ella, Domenico gozaría de una situación económica desahogada, a cubierto de la miseria reinante en la isla, e plena decadencia desde el terremoto de 1508 y en perpetua alerta ante las incursiones de los piratas berberiscos. 

La última cena de El Greco (Pinacoteca Nazionale, Bolonia). Pequeño cuadro pintado a la témpera que representa la legendaria escena del Evangelio y muestra una composición distinta de la clásica presentada por Leonardo y otros pin ores. Aquí no todos los aoostoles se enfrentan a observador e, incluso, uno e ellos aparece de espadas.    

Uno de estos desembarcos, por cierto "Barbarroja"" en 1537, comentado aún cuando nació El Greco, contribuyó a la unión ante el peligro de las dos partes separadas de la población: los ortodoxos y los católicos. Como el propio nombre de El Greco indica (que en la religión cristiana ortodoxa hubiera sido Ciriaco y no Domenico o Domingo), su familia era católica y el niño debió de recibir su educación en un colegio de frailes, acaso franciscanos, ya que durante toda su vida tuvo predilección por San Francisco de Asís. Allí aprendería las humanidades griegas, muy de moda en la Europa culta del Renacimiento. Como demuestra el inventario de los bienes de El Greco, hecho en Toledo, a la muerte de éste en 1614, por su hijo Jorge Manuel, el pintor tenía pocos muebles y escasas ropas, pero muchos libros de griego; entre ellos, los de Flavio Josefa, Jenofonte, Isócrates, Homero, Aristóteles, Luciano Samosatense, Plutarco, San Dionisia Areopagita, San Basilio, etc., además de numerosos tratados de arquitectura y perspectiva, en general en italiano, lengua en la que poseía también obras de relevantes autores como Petrarca, Ariosto, Bernardo Tasso, etc. 


⇦ San Francisco de Asís de El Greco (lstituto Superiere di Magistero, Nápoles). En este cuadro, el artista representa al santo recibiendo los estigmas.    



El que no tuviera apenas libros en latín (una edición de Arquitectura de Vitruvio, de la que poseía repetidos ejemplares en sus versiones italianas) parece mostrar que ignoraba esa lengua. En las firmas de sus cuadros más importantes, El Greco empleó siempre letras griegas, y en la mano de San Pablo de sus últimos Apostolados (Catedral y Museo de El Greco en Toledo) aparece una epístola dirigida "a Tito, consagrado primer obispo de la iglesia de los cretenses", también en griego. Todo ello prueba no sólo la cultura amplia que poseía El Greco, sino también su apego, que le duró hasta la muerte, al país donde hubo de nacer. Por desgracia, aunque celebrado en su madurez como persona "de agudos dichos" y que "escribió de la pintura" (como afirma el pintor Francisco Pacheco, que le visitó en 1611), no parece haber tenido afición a explayarse sobre sus mocedades, que quedan envueltas en un velo de incertidumbre y de a que para llenar muchos vacíos debemos recurrir a la especulación, en multitud de casos. Sobre el año de su nacimiento, sin ir más lejos, nos basamos en un tardío testimonio del artista, quien, en dos documentos de 1606, declara ser de" edad de sesenta y cinco años", que restados a esa fecha dan 1541. Como que hasta 1561 no se conserva ningún documento fidedigno sobre la actividad de El Greco, habrá que contentarse con la hipótesis que se desprende de estos datos. 

La Anunciación de El Greco (Museo del Prado, Madrid). En esta pintura, el artista centra el interés de la escena en los personajes de María y el ángel, y en las miradas que ambos intercambian. Los querubines de la parte superior atenúan el estatismo de la escena.   

Giulio Clovio de El Greco (Galleria Nazionale di Capodimonte, Nápoles). Retrato del miniaturista Giulio Clovio con el cual; durante su estancia en Roma (1570), inicia una estrecha amistad y es quien le introduce en el círculo del cardenal Alejandro Farnesio, el mecenas más importante de la época.    

El Expolio de El Greco en la catedral de Toledo (Castilla-La Mancha). El primer testimonio que se tiene con certeza absoluta de la presencia de El Greco en España es esta tela fechada entre 1577 y 1579. El dramático momento en que Cristo va a ser despojado de sus vestiduras parece resumirse en la dulce mirada y en el rojo intenso, acusador, de su túnica. Las tres Marías no se citan en el episodio evangélico.   


⇦ La Santísima Trinidad de El Greco (Museo del Prado, Madrid). Tela pintada por El Greco entre 1577 y 1579. Esta obra famosa, inspirada al parecer en un grabado de Durero de 1511, retuerce dramáticamente las figuras y las alarga con un espíritu típicamente manierista. Los colores suaves, casi pastel, contrastan con la violencia expresionista de la escena, con los rostros torturados de los ángeles, con la lividez de Cristo, amorosamente atendido por el Padre eterno.   


Por otro lado, lo que sí que parece casi seguro es que pudo aprender el arte y el oficio de la pintura en su isla natal y seguía cultivando el estilo bizantino en iconos, los cuales repiten cuidadosamente las mismas efigies sagradas. En tiempos de El Greco un famoso cretense, llamado Teófanes, decoraba uno de los conventos del Monte Athos, con la ayuda de su hijo Simón. Por otro lado, otros artistas de Creta van a trabajar a Venecia como" madonneri" o pintores de Madonas bizantinas, muy veneradas entre los venecianos todavía en el presente (por ejemplo, la Madona Victoriosa de San Marcos o la Madona de la Salud en su iglesia votiva). 

Lo más seguro es que El Greco quisiera probar fortuna en la Metrópoli, como era lógico en un artista que de bien joven debía de confiar sin lugar a dudas en sus posibilidades, completando allí su educación pictórica con el trato y la enseñanza de los grandes pintores venecianos. Sabía El Greco que para seguir evolucionando en su habilidad como pintor y también en su carrera como artista se hacía necesario dejar Candía, su isla natal, y seguir los pasos de otros pintores, que habían marchado a estudiar allí donde estaban los grandes del momento. Pero sobre la fecha de ese viaje, las opiniones se dividen, ya que, aunque la mayor parte de los biógrafos de El Greco lo sitúan hacia 1560, es decir, cuando frisa los veinte años, un documento publicado por Mertzios en 1961 demuestra que el artista se hallaba en Candía en 1566 y ya era "sgourafos" (deformación dialectal de "zografos", maestro pintor). ¿Había permanecido hasta esta última fecha en su isla natal? 


El Caballero de la mano en el pecho de El Greco (Museo del Prado, Madrid). Fue pintado por El Greco entre 1577 y 1 584 y, si bien éste es su título más popular, también se conoce esta tela como El juramento del caballero. Identificado el personaje con don Juan de Silva, marqués de Montemayor, la posición de la diestra y la presencia de la espada parecen corroborar efectivamente que se halla en el momento de prestar sagrado juramento. El brazo izquierdo, casi borrado, hizo suponer erróneamente que el mencionado caballero era manco.

⇦ Mujer con abrigo de piel de El Greco (Stirling Maxwell Collection, Pollok House, Glasgow). Obra de 1570 que no representa una temática religiosa y cuya protagonista, por su estilo e indumentaria no parece pertenecer al siglo XVI.  



Había en Venecia una copiosa colonia griega que se agrupaba en torno a la iglesia de su santo patrono, San Jorge de los Griegos, no lejos del Gran Palacio Ducal, sede del arte oficial, donde en 1562, estaba trabajando Veronese, como antes había trabajado Tiziano y luego trabajaría Tintoretto, todos grandes pintores de quienes El Greco aprendió no poco. Muchos de los iconos pintados por "madoneros" griegos se exhiben hoy en un museo anexo a dicha iglesia. 

Es tentador pensar que algunos de esos cuadritos puedan ser obra del mozo candiota; pero ceder a esa tentación, atribuyendo a El Greco todos aquellos iconos en los que, a posteriori, nos parezca entrever sus cualidades de colorista o sus deformaciones de compositor, es un juego inútil y hasta dañino para el buen conocimiento de la formación de su estilo. (¿Quién podría deducir de los Picassos de hacia 1950 -por ejemplo, de todas sus "Meninas" - cómo pintaba a principios de siglo? Con tal procedimiento, antes le atribuiríamos obras de Kirchner o de Rouault que no sus propios cuadros "azules" o "rosas" ... ). 

La crucifixión con dos donantes de El Greco (Musée du Louvre, París). En esta crucifixión, un tema tantas veces reproducido, Cristo parece estar volando sobre un fondo de nube negra y, contra todo precedente, no aparece ningún rastro de paisaje, n1 deudos, ni ángeles custodios. 


⇦ Sueño de Felipe II de El Greco, en el Real Monasterio de El Escorial, San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid). Alegoría realizaqa en 1579, que ha tenido múltiples interpretaciones. Las siglas IHS permiten suponer que se trata de una Adoración del Nombre de Jesús, en la que están representados el infierno, la tierra y el cielo. También se ha interpretado como una alegoría de la victoria de Lepanto, con Pío V en el centro y a su derecha Felipe II. Siguiendo esta interpretación, en el soldado romano con los ojos vueltos al cielo que se halla a la izquierda del papa, se ha visto al célebre don Juan de Austria, muerto en 1578.   



Sin embargo, ése ha sido el sistema seguido por eminentes autores, especialmente a mediados del siglo XX, con el que se beneficiaron algunos marchantes que sacaron a la venta obras firmadas incluso por "El Greco" y más tarde relegadas al olvido. También se aprovecharon del sistema algunos anónimos y mediocres "madoneros" de la cofradía griego-véneta del siglo XVI, en cuyos registros, por lo demás, no figura el nombre de Theotocópuli. 

Por ello, no es posible atribuir con certeza a El Greco ningún cuadro de tipo bizantino, aunque su aprendizaje en dicho estilo sea indudable, tanto por su mocedad en Creta, donde se pinta en esa forma, como por las cualidades estilísticas que asoman a sus cuadros no sólo de juventud, sino, acaso más todavía, de los años maduros en que realiza la síntesis de su experiencia de artista. Obras como sus repetidos Velo de la Verónica (por ejemplo, el pintado para Santo Domingo el Antiguo de Toledo hacia 1577), sus Apostolados (como el del Hospital de Santiago, hoy en el Museo de El Greco, alrededor de 1610) o su busto de la Virgen (Estrasburgo y Museo del Prado, hacia 1600) son pruebas indudables de su bizantinismo en la edad madura. 

⇨ Martirio de San Mauricio de El Greco, en el Real Monasterio de El Escorial, San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid). Lienzo pintado entre 1580 y 1582, por encargo de Felipe 11, para El Escorial. La obra no gustó al monarca, que se apresuró a encargar otra a Romolo Cincinnato; este fracaso habría de limitar las ambiciones del pintor a la villa de Toledo. La composición capta tres momentos sucesivos: en primer término Mauricio y sus legionarios deciden desafiar al emperador y arrostrar el martirio; abajo, en el ángulo izquierdo, tiene lugar la ejecución y, en el fondo, Mauricio y sus soldados rehúsan obedecer a los enviados imperiales.     



De los posibles cuadros de juventud destaca el magnífico Tríptico Estense (así llamado por pertenecer a la Galería Estense, de Módena, donde lo descubrió Palluchini, en 1937) compuesto de tres tablas pintadas al temple por el anverso y el reverso, lo que da seis pinturas, siendo la central Cristo coronando a un guerrero, que en su composición en varios pisos, con las fauces del Infierno en el de más abajo, parece preludiar la del célebre Sueño de Felipe II de 1579. Temas de ese tríptico, tales como la AnunciaciónAdoración de los pastores o Bautismo de Cristo, habrán de hallarse tratados de forma semejante en otras obras de El Greco; pero corno ya se ha dicho antes, ello no es suficiente prueba de autenticidad de esa obra, cuya parte más original es una Vista del Sinaí, que incluso siguiendo fielmente un esquema bizantino tradicional, acredita condiciones de extraordinario paisajista, corno lo será El Greco en los fondos de sus cuadros. La primera obra firmada e indudable del pintor es su pequeño San Francisco de Asís recibiendo los estigmas de la Galería Napolitana de Capodimonte, obra que unos datan hacia 1560 y otros diez años después; en todo caso, se nota ya en ella la influencia de Tiziano a través de una estampa del grabador Nicoló Boldrini, que El Greco pudo ver en Venecia o en la misma Creta. 


⇨ Detalle del martirio de San Mauricio de El Greco, en el Real Monasterio de El Escorial, San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid). Detalle que está a la izquierda, en segundo plano, y que muestra a los legionarios tebanos, bajo el mando de San Mauricio, esperando el martirio por negarse a celebrar sacrificios a los dioses paganos.    



Los caracteres bizantinos del estilo de El Greco se revelan en su desdén del ilusionismo espacial propio del Renacimiento italiano, tanto en las líneas fugadas de la perspectiva, como en la degradación sutil del colorido: sus fondos, igual que los de los iconos, no tratan de crear la impresión de un vacío, sino que son simplemente un modo de recortar y subrayar los personajes. Estos, sobre todo en imágenes de busto, suelen aparecer de frente, fijando en el espectador la vaga pero intensa mirada de sus grandes ojos; indudable es el parentesco de los iconos del Salvador, por El Greco, y los Pantocrátor bizantinizantes de Sicilia o del Pirineo catalán. 


Busto de caballero anciano de El Greco (Museo del Prado,
Madrid). Fechado entre 1585 y 1590, éste es uno de los 

retratos característicos de El Greco por su traje negro, la 

gravedad del rostro y la blancura de la golilla. Su expresi-

vidad justifica las múltiples copias que de él se han hecho. 


Su eternidad se hace perceptible, precisamente, en ese desdén de las contingencias atmosféricas o luminosas descritas por la pintura de tipo temporal y terrestre. El Greco repite los modelos (se le atribuyen más de ciento veinte imágenes de San Francisco) o las composiciones de sus años mozos (como la Expulsión de los Mercaderes, cuyo primer ejemplar conocido - hoy en Washington- puede ser de los años 1560 a 1572) con la paciente insistencia de un monje del Monte Athos. Los grupos de personajes homogéneos, que parecen aglutinados ante el fondo, o el aislamiento de objetos significativos y simbólicos (cordero, banderola, canastillo, vaso de azucenas ... ) son perceptibles en El Greco, al igual que en los pintores bizantinos, siéndoles comunes otros caracteres, como el empleo de tonos puros recortados por fuertes líneas negras, la afición a los empastes gruesos de pintura, con aspecto de laca, los largos arabescos de la pincelada, casi caligráfica, y la monumentalidad de los pliegues de los ropajes. 


Las lágrimas de San Pedro de El Greco, en el Hospital Tavera de Toledo (Castilla-La Mancha). El autor logra trasmitir ese momento de hondo dolor y arrepentimiento que 


⇦ La Sagrada Familia con Santa Isabel de El Greco (Museo de Santa Cruz, Toledo). Obra de 1 590 en la que el artista representa a José y María con en niño en brazos y las figuras de San Juan Bautista de niño y Santa Isabel. La luminosidad de la escena contrasta con el fondo de un cielo tormentoso.  


En la iconografía del "Santo jinete" (San Martín y el mendigo, Washington), del "Santo anacoreta" (San Juan BautistaSan Francisco), del "Santo escritor" (San PabloSan Jerónimo), los antecedentes bizantinos son evidentes, con elementos escenográficos tales como "la roca" (Oración del HuertoBautismos de CristoLa MagdalenaSueño de Felipe II) más tarde convertida en hueco entre las nubes. 

Lionello Venturi ha señalado como elementos que El Greco toma de la tradición bizantina el origen abstracto de las formas (es decir, que parten no de la observación de la realidad externa, sino de un ideal preconcebido), el carácter ritual de sus composiciones, sus cromatismos sin intervención de la luz. A ellos se combinan los que aprende con Tiziano: la pintura tonal (esto es, la variación de cada color de acuerdo con los efectos luminosos), el dramatismo en los esquemas (relación de tema y composición), el volumen y movimiento de los cuerpos, y el valor expresivo de la pincelada, suelta y como inacabada. 

Agonía en el jardín de Getsemaní de El Greco (Szepmueveszeti Muzeum, Budapest). Mientras Jesús está orando y recibiendo la aparición de un ángel, los apóstoles descansan en primer plano.   


Santa Verónica con el sudario de El Greco (Museo de Santa Cruz, Toledo). La imagen de la santa en este cuadro que da relegada a segundo plano por la viveza del rostro de Cristo plasmado en el sudario. 


⇨ San Lucas evangelista de El Greco, en la catedral de Toledo (Castilla-La Mancha). En este cuadro, el artista está pintando a otro pintor, San Lucas, de ahí que sea el patrón de los pintores y que lleve un pincel en la mano. En sus manos, un libro abierto, y en su cara, una expresión abstraída, la del artista que vive en su mundo. Se especula con la posibilidad de que sea un autorretrato.  



En efecto, la influencia de la gran pintura veneciana sobre el joven candiota no se hace esperar. Ello es natural si admitirnos, como de costumbre, que El Greco fue ayudante de Tiziano, quien alude, en una carta de 1567 dirigida a Felipe II, sobre un cuadro que el rey le ha encargado para El Escorial, a un "molto valente giovane, mio discepolo" que se ha supuesto sea Theotocópuli. Una carta posterior, del miniaturista Giulio Clovio al cardenal Alejandro Farnesio, de 1570, habla de la llegada a Roma de "un giovane Candiotto, discepolo di Tiziano", que se sigue suponiendo sea El Greco. Más tarde, el médico papal Julio Mancini escribirá, hacia 1617, de un joven pintor comúnmente llamado"El Greco", quien había" studiato in Venezia et in particolare le cose di Tiziano", testimonio, aunque tardío, más certero de la relación entre Tiziano y El Greco. 


Julián Romero de las Azañas con su santo patrón de El Greco (Museo del Prado, Madrid). Fechado entre 1990 y 1996, en este retrato, el personaje aparece acompañado por su santo patrón, San Julián de Brioude, que muestra una actitud protectora. 


El entierro del conde de Orgaz de El Greco, en la iglesia de Santo Tomé, Toledo (Castilla-La Mancha). Una de las obras más populares de El Greco, inspirada en las milagrosas exequias del caballero Gonzalo Ruiz, cuyo cadáver, según la tradición, fue depositado en dicha iglesia por los santos Agustín y Esteban, en reconocimiento a sus muchas obras caritativas. La riqueza extraordinaria de esta imaginativa composición de innumerables matices justifica su fama. Entre los personajes identificados, hay un autorretrato y el hijo del pintor, Jorge Manuel, que se arrodilla entre el fraile y San Esteban con un pañuelo que lleva la fecha de su nacimiento. 



La Coronación de la Virgen de El Greco (Museo del Prado, Madrid). Esta obra forma parte de un conjunto realizado por encargo para el Santuario de la Caridad de Toledo, inaugurado en el año 1600. El Greco quiso exaltar a la Virgen en sus cuatro aspectos: como mujer mortal (La Anunciación), como madre de Dios (La Natividad), como intercesora de la Humanidad (La Caridad), y como reina del cielo (La Coronación), que es el lienzo que se reproduce aquí. 


Santos Pedro y Pablo de El Greco (Museo del Ermitage, San Petersburgo). tsta es una de las primeras pinturas de los santos elaboradas por El Greco y ambos personajes están representados como los pilares del Cristianismo. Las estilizadas figuras, envueltas en amplios mantos, alargan sus manos en actitud de señalarse el uno al otro. 

¿Fue una relación entre maestro y discípulo o simplemente entre un pintor de fama y experiencia, de más de setenta años, y un joven prometedor que le ayuda en sus encargos, como otros "garzoni" del taller? El Greco aprendió de Tiziano, no sólo la fragmentación y libertad de la pincelada, la belleza de la entonación de ciertos cuadros (como el Sueño de Felipe II, de dominantes doradas), los efectos de brusca iluminación en los nocturnos (precisamente, el cuadro en que, según la tradición, ayudaba a Tiziano era de esta clase: un Martirio de San Lorenzo), sino incluso ciertos esquemas de composición; por ejemplo, para la Asunción o para la Oración del Huerto

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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