Carlos V (1500-1558) fue el primero de los monarcas de la Casa de Austria. Llegó al poder mucho antes de lo que el destino, en un principio, parecía tenerle reservado, pues heredó el trono de su abuelo, Fernando el Católico, a causa de que su madre, Juana de Austria, había sido declarada incapaz. Por tanto, Carlos de Gante era nieto de los Reyes Católicos por línea materna, y con sólo 16 años fue nombrado rey de Castilla y Aragón en la iglesia de Santa Gúdula de Bruselas.
Como habrá de ocurrir de nuevo años más tarde en la historia de España, un rey que no hablaba castellano y que había sido educado fuera de las fronteras se disponía a tomar las riendas de una de las grandes potencias del Viejo Continente. Por otro lado, apenas tres años después de haber subido al trono fue nombrado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en la ciudad de Aquisgrán tras la muerte de Maximiliano. De este modo, Carlos V heredó los estados de la casa de Habsburgo. A partir de ese momento, la política del monarca queda definida por su objetivo de mantener una Europa fuertemente cohesionada por el catolicismo más ortodoxo.
Carlos V fue un férreo guardián del catolicismo a pesar de que intentó, con muy poco éxito, que la Iglesia se adaptara en algunas ocasiones a los intereses del Estado. Además, fue impulsor de diversas obras de arte de no poca importancia y tuvo que hacer frente a numerosos problemas en política exterior, pues durante su reinado la Corona fue ampliando sus conquistas en el Nuevo Mundo y hubo de enfrentarse a Francia y los piratas turcos.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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