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Artistas de la A a la Z

El arte como concepto

El arte conceptual ha sido a menudo clasificado como una tendencia artística producida durante la década de 1960, aunque a partir de mediados de la de 1950 ya podría observarse la génesis o núcleo ideológico de lo que se denominaría Conceptual Art. El happening o arte de acción sería, pues, el origen de esta nueva forma de hacer arte que intentaba superar los prejuicios tradicionales mediante la declaración de la realidad en arte y de las acciones en el espacio. El objeto artístico en el happening es la propia acción realizada en muy diversos medios cotidianos no necesariamente elaborados dentro de una estructura artística como galerías o museos. Los precedentes históricos del arte-acción se encontrarían en las declaraciones dadaístas que mostraban la introducción directa de la realidad en la obra y en las experiencias de la pintura-acción de Pollock.

El arte de acción tenía una estructura abierta, no narrativa, sin comienzo, medio y final, y pretendía hacer vivir al público una serie de experiencias basadas en ideas previas no estructuradas ni elaboradas linealmente. La forma en que se desarrollaba el happening dependía de las propiedades de los materiales elegidos y de los sucesos casuales que en él ocurriesen. Los accionistas pretendían romper con el mercado del arte y con sus valores de cambio socialmente aceptados, y para ello acentuaban el carácter efímero y temporal de la acción. El espectador pasivo quedaba anulado dentro del proceso, para convertirse en una parte más de la actividad artística como sujeto dado a conocer, saber, actuar y reflexionar.


Beton-Cadillacs de Wolf Vostell (Willmersdorf, Berlín). Este miembro del mítico grupo Fluxus creó en 1987 esta peculiar instalación para la Rathenauplatz berlinesa. Siempre al margen de los procedimientos tradicionales del arte, Vostell experimenta con materiales, objetos y espacios de lo más diversos, reuniendo acción e individuo.

Ben, Berlín 1971 de Angelika Platen (Colección Platen). En ocasiones, algunas acciones artísticas requieren la obligada colaboración de otros colegas para su registro visual. En esta foto de una larga serie de retratos de artistas tomada en una feria de nuevas propuestas del arte contemporáneo, el francés Benjamin Vautier realiza un irónico acto a modo de convocatoria para espectadores accidentales, incitándolos a la participación de la performance. Las innovaciones conceptuales de Vautier inventan fórmulas de espectáculo basadas en rupturistas mecanismos de relación entre artista, espectador y obra siguiendo el rastro iconoclasta del dadaísmo.
  

Podríamos diferenciar tres vertientes del arte-acción según se subrayara un aspecto u otro del proceso. En Estados Unidos, la herencia neodadaísta generó un tipo de happeníng de clara oposición al sistema mercantilista, y que hacía hincapié en los elementos provocativos. En Europa se retomaban las referencias sociales e históricas para desarrollar una acción que influyera en la conciencia crítica del individuo y en su capacidad para elaborar un discurso social; este sería el caso de J. J. Lebel, Wolf o Vostel. Dentro de esta manera de entender la acción encontramos el Accionismo de Viena, el mismo Lebel y Joseph Beuys. La tercera vertiente del happeníng se centró en la crítica política a través de ataques a cuestiones concretas mediante acciones simbólicas, como en el caso de Vostell, Lebel, Brock y Beuys.

Fluxus fue otra modalidad del arte de acción que, sobre todo, se formalizó a través de la música. Este grupo, formado por Maciunas, Maxfield, Mclow y Flint, organizó en 1962 y 1963 dos acciones dentro de lo que denominaron "Los festivales Fluxus de Wiesbaden y Düsseldorf, en las que predominaba la vertiente política contra el imperialismo.

Moving on my self de Vito Acconci (izquierda) e Idea de Joseph Kosuth. La experimentación propuesta por Acconci tiene por base su propio rostro entendido como espacio artístico en la línea del Body art, a modo de lienzo expresivo. El término de arte conceptual se aplica a muy diversas manifestaciones artísticas que propugnan el desplazamiento de la obra artística como objeto hacia la idea misma que la promueve. Desde el happening colectivo donde el público tiene igual importancia que el artista en el acto estético hasta las especulaciones metalingüísticas, como las de Kosuth, se han considerado alternativas conceptuales al objeto artístico tradicional.

A partir de mediados de los años sesenta, el arte-acción dejaría de ser improvisado para responder a una idea planificada de antemano, y cuya voluntad era la concienciación de la complejidad de la realidad. Esta nueva vertiente de la acción controlada y racional definió dos nuevas maneras expresivas a las que tampoco les interesaba ni la materialidad del arte ni el objeto artístico: son el Arte del Comportamiento y el Body art.

El Arte del Comportamiento se desarrollaba a través de acciones muy planificadas que intentaban desvelar los mecanismos sociales y los comportamientas individuales y de grupo, con el propósito de despertar la capacidad creativa del espectador a través de sus respuestas ante la acción. Ejemplos de este grupo serían K. Arnatt, Ben Vautier, el grupo EIAG de Viena y, sobre todo, E. Walther y sus "usos del objeto".

Miedo de Arnulf Rainer (Galería Ulises, Viena). Manipulada al óleo cuatro años después, esta fotografía de 1969 es una muestra de la llamada técnica de la sobrepintura por la que ha sido conocido Rainer internacionalmente. Dejándose llevar por el automatismo de la mano y la pintura gestual improvisada, realizada a veces incluso a ciegas, Rainer ha experimentado con todo tipo de obras donde la voluntad quedaba relegada a un segundo plano, integrando el lenguaje corporal como otro medio lícito de expresión artística, al margen de la racionalidad y el intelectualismo de otras propuestas. Este gusto por el primitivismo gestual le ha llevado a colaborar con chimpancés y enfermos mentales y a investigar la creatividad bajo los efectos de las drogas.  



El Body art retomaba la experiencia artística corporal atendiendo a su materialidad como cuerpo perceptivo y susceptible de ser provocado y modificado. En 1965, B. Naumann había ya realizado una acción de Body art, pero fue a partir de la Documenta de Kassel de 1972 cuando las principales figuras de esta corriente expresiva concretaron sus ideas y formas: Rainer y Schwarzkogler se vincularon estrechamente con el accionismo vienés, Oppenheim con el Land art, y Dan Granham y Gina Page con el minimalismo.

⇨ lmprint de Yves Klein (Colección privada). Un año antes de morir, Klein creó en 1961 esta impactante obra simplemente dejando marcada la línea de la figura de un cuerpo femenino con pintura de spray. Para ello utilizó tres mujeres distintas embadurnadas de azul que, a modo de pincel, impregnaban la superficie de grandes hojas de papel con su huella corporal. El resultado de esta ceremonia pictórica fue esta serie de siluetas que refleja de manera muy directa la efectiva impresión del desnudo, emanando una colorida energía que recupera cierta significación primitiva y mística del arte, entendido como acción colectiva de ritual y comunión.



A finales de la década de 1960, junto a todo este movimiento accionista heredero directo de los primeros happenings, fueron apareciendo toda una serie de obras que, sin lugar a duda, definieron el arte conceptual manteniendo muchas de las ideas primordiales de la acción. Para estos artistas, el objeto tradicional quedaría desplazado por la idea o por la concepción misma de la idea, atendiendo básicamente a la teoría y desentendiéndose de la obra como objeto físico, de manera que importaba más el proceso formativo y su constitución que el producto final. Yves Klein, Manzoni y Ad Reinhard instauraron el lenguaje proposicional del arte, las teorías textuales y los análisis de los signos lingüísticos artísticos; Morris centró su interés en el procedimiento, la materia y las intenciones; Sol Lewitt subrayó los aspectos mentales por encima de la ejecución mecánica, y J. Kosuth se remitió constantemente a los escritos de Judd y Lewitt, así como Art & Language lo haría con la obra de Reinhard. Las más importantes muestras de arte conceptual en aquella época fueron: "Conception" en Leverkusen, "Conceptual Art, Conceptual Aspects" en el Cultural Center de Nueva York y "Cuando las actitudes devienen forma" en Berna, en 1969; "CAYC", en 1970 y "Arte de sistemas" en 1971, en Buenos Aires, y la Documenta 5 de Kassel, en 1972.

Viaje de invierno de Antoni Llena (Museo de Arte Contemporáneo Español, Valladolid). Contrastando con los restos de las pinturas murales originales que aún se conservan en las paredes del Claustro del Patio Herreriano, pertenecientes al antiguo monasterio de San Benito, Llena compuso en 2003 una serie de treinta y ocho cajas de madera y metacrilato con papeles recortados de manera azarosa distribuidas de tal modo que sigan un encadenamiento visual, produciendo un efecto de obra de arte en su totalidad integrada en el espacio donde se exhibe. Llena propone con esta obra un nuevo camino donde se aúnen pensamiento, ética y estética como experiencia artística por parte del espectador, que se ve invitado a pasear entre Jos fragmentos para recomponerlos en su conjunto dependiendo siempre del lugar desde el que mire.

El conceptual se convirtió en un proceso de autoconocimiento y autorreflexión de la práctica artística y de sus metodologías, donde los diversos elementos físicos utilizados tenían una clara intención reductora de la obra de arte como objeto. Como arte del conocimiento y la idea, el conceptual se conectó con diversas ciencias de las que extraía parte de sus constantes analíticas; así pues, estos artistas recurrían al neopositivismo, la biología, la sociología, la proxémica y la semiótica. Formalmente se introdujeron cambios sustanciales de los materiales elegidos respecto de movimientos anteriores; los nuevos métodos de elaboración se basaron en la fotografía, las películas, las cintas magnetofónicas, las obras telefónicas, los documentos clavados en la pared, las entrevistas, etc.

El arte conceptual se extendió mediante dos corrientes a las que se denominó "Conceptuallingüístico y tautológico" y "Conceptual empírico-medial". J. Kosuth y Art & Language podrían considerarse como los máximos representantes del conceptual lingüístico. Esta vertiente del movimiento acentuaba la eliminación del objeto como tal y daba prioridad casi absoluta a la idea por encima de la realización, para llegar a convertir el arte en una fuente de investigación filosófica sobre la naturaleza del concepto de arte.

Funda de Robert Llimós (Museu d'Art Contemporani de Barcelona, Barcelona). En la mayoría de trabajos de Llimós, como esta serie fotográfica de 1972, se relacionan aspectos ceremoniales en torno al rito, la gastronomía y la tradición desde una perspectiva irónica, persiguiendo siempre una activa participación del espectador. Protegiéndose a sí mismo en una funda de loneta, Llimós denuncia la manipulación y la utilización del artista por parte del medio artístico.

La vertiente conceptual empírico-medial reivindicaba la relevancia de la imagen como factor de inteligencia simbólica individual y colectiva, y creía en la percepción como forma de conocimiento y de apropiación de lo real.

Hoy día el arte conceptual mantiene su vigencia gracias al trabajo de artistas como Janine Antoni, nacida en el año 1964, quien ha centrado casi exclusivamente su obra en el cuerpo humano para reflexionar sobre las relaciones entre éste y el mundo actual. De este modo, Antoni realiza objetos en los que se reflejan actos como morder, comer y beber, por ejemplo, siempre con una evidente voluntad transgresora. Buena muestra de ello es su obra Lick and Lather (Lamer y enjabonar), del año 1993, compuesta de 14 bustos de inspiración neoclásica de su autorretrato vaciado en chocolate y jabón. La cara de la artista se nos muestra distorsionada porque previamente ha lamido el chocolate y ha frotado el jabón.


Sculptura de Francesc Torres. Con esta obra escultórica de 1969 el autor transgrede formalmente con los límites tradicionales atribuidos al objeto artístico, incidiendo también en la palabra para convertir la imagen gráfica en un nuevo elemento de impacto conceptual. A partir de mediados del siglo XX, los objetos cotidianos adoptarían nuevos significados en el arte, manipulados de manera distinta por los artistas para ofrecer nuevas preguntas estéticas al espectador.

La genovesa Vanessa Beecroft (1969) vive en los Estados Unidos desde hace años y es en ese país donde ha desarrollado la mayor parte de su actividad. Sus perfomances son complejas disposiciones en las que emplea la fotografía, la videocreación, modelos, etc., con los que trata el que es su gran tema: el desnudo femenino. Ha expuesto en algunas de las salas y museos más relevantes del m undo, como en la Bienal de Venecia (1997), en el Museo Guggenheim de Nueva York (1998) y en la Neue Nationalgalerie de Berlín (2005), donde cien mujeres, como si fueran estatuas vivientes, permanecieron desnudas durante tres horas cubiertas de aceite y vestidas únicamente con unas medias.

Por su parte, otra joven artista, Damali Ayo (1972), explora las relaciones entre las razas a través de diferentes medios, como el web art, la pintura, las perfomances, etc.

Ensayos para la Ópera Europa. Nothung XI de Jordi Benito (Galería Caries Taché, Barcelona). En esta acción realizada en 1983 junto a Caries Santos y el poeta Caries Hac Mor, Benito incluye la música wagneriana en una performance donde se funden a modo de ritual la mitología, el folclorismo y el body art. Benito mantiene siempre una actitud radical en todas sus propuestas conceptuales, canalizadas entre un sutil intimismo y una atrevida espectacularidad.

El arte conceptual español nació casi exclusivamente en Cataluña, aunque no faltaron excepciones en otras áreas españolas. El conceptual nació en esta área muy ligado al arte povera, como en el caso de Angel Jové, J. Gubern y Antoni Llena. La primera Mostra d' Art Jove de Granollers mostró la ligazón inicial entre el conceptual y el arte pavera, el surrealismo catalán, la pintura matérica tapiana y el minimalismo. Josep Ponsatí, Francesc Abad, Nacho Criado, Antoni M untadas y Francesc Torres iniciaron sus primeras experiencias conceptuales que, a partir de 1972, se multiplicarían en muy diversos espacios expositivos. Esta primera etapa del conceptual español aún estaba muy ligada a las creaciones provenientes de otros países: Jordi Benito, Abad y Francesc Torres, con el arte pavera y procesual; Abad, S. Saura y también Torres, con el Land art y con el minimalismo; Angels Ribé, Robert Llimós y Jordi Benito, con el Body art; Muntadas, Luis Utrilla y Abad, con el arte del comportamiento, y Alberto Corazón, con las propuestas del conceptual empírico-medial.

Cartel para Europolia 85 de Alberto Corazón. Concebido exclusivamente para el certamen celebrado en Bruselas ese mismo año, Corazón emplea aquí su habitual colorido, inspirado en las técnicas del cómic, utilizando también la tipografía como un elemento más de composición visual, en la línea de los poemas-objeto de Joan Brossa. Manipulando las imágenes a partir de grandes ampliaciones fotográficas para crear provocativas o contradictorias planchas de prensa, Corazón ha cultivado una corriente propia en el diseño mundial con una voluntad muy crítica. En 1989 le fue concedido el Premio Nacional de Diseño por el conjunto de su obra cartelística.   


Nombres Premiers de Esther Ferrer. Perteneciente a una serie de 1988, en esta obra Ferrer elabora una personal reflexión sobre las constantes dualidades de la existencia a partir de acciones, dibujos y objetos descontextualizados que aparentemente no tienen nada que ver entre sí, pero que están producidos simultáneamente y que responden a una misma voluntad. En conceptualismo español tuvo en el grupo Zaj uno de los exponentes más significativos del carácter multidisciplinar de las nuevas tendencias artísticas, capaces de unir la experiencia musical, literaria y plástica en un mismo contexto intelectual, siguiendo los postulados del Black Mountain Collage encabezado por John Cage o algunos ensayos de Lloren<; Barber sobre la relación entre el público y el artista. 

En 1973 se clarificó progresivamente lo que sería el conceptual español a través del debate "Inforrnació d' Art Concepte" en Bañolas, donde se analizó la posibilidad de alejarse de las influencias internacionales para encontrar un discurso propiamente español. El grupo de artistas conceptuales -Abad, Torres, Caries Santos, Jordi Benito, Nacho Criado, Esther Ferrer, García Sevilla ... - no vaciló en mantenerse activo mediante encuentros como el realizado en la "Cinquena Universitat d'Estiu a Prada" o las tertulias en el Instituto Alemán de Barcelona.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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