La cultura de Paracas Cavernas,
que aparece en la zona de Ica, es contemporánea de Chavín y, aunque se la
considera independiente con respecto a esta cultura, muestra en un comienzo,
con la cerámica denominada “ocucaje”, una influencia chavinoide.
Paracas Cavernas recibe su nombre
por las cavernas funerarias subterráneas, a las que se llega por un estrecho
pozo vertical que termina en una cámara semiesferica de unos 4 m de diámetro.
En su interior hay fardos funerarios junto con cerámica. Las momias se
encuentran en posición fetal, con los cráneos deformados artificialmente. La
cerámica de Paracas Cavernas es incisa, pintada después de su cocción. Los
pigmentos son espesos y se dan en amarillo, verde, rojo y negro. Los dibujos,
por lo general, son geométricos y rectilíneos, raramente biomorfos.
Muy avanzado ya el período formativo aparece el estilo Paracas Necrópolis, con sus cámaras funerarias precedidas de patios y salas en las que se encuentran fardos formados por finísimos tejidos. Son mantos de algodón, bordados con lana de auquénidos (alpacas, guanacos, llamas y vicuñas ), de casi 1,30 m de ancho por 2,50 de largo, que cubren las momias. Estos tejidos han sido datados con una antigüedad de 300 años antes de nuestra era. Los tejidos son tan finos que llegan a encerrar hasta 300 hilos por pulgada cuadrada. Tienen una guarda marginal y su parte central es oscura con figuras bordadas y dispuestas en un esquema ajedrezado. Estas figuras son antropomorfas, con caracteres felinos en el rostro y cuerpo de ciempiés, y llevan cabezas-trofeo en las manos.
También pertenecen al período
formativo las culturas de Saliñar, Vicus y Gallinazo. En la sierra sur, durante
este período, aparece la cultura de Chañapata, pero las culturas más
importantes de esta región son las de Chiripa y Wankarani, y en un período muy
avanzado la de Pucará.
La cultura de Wankarani se
desarrolla al norte del lago Poopó, en el actual departamento de Oruro
(Bolivia), en una meseta a 4.000 m de altura sobre el nivel del mar. Esta
cultura se conocía también con el nombre de Belén. Consta de 17 sitios
arqueológicos, compuestos por aldeas reducidas carentes de centro ceremonial.
Wankarani, que está considerado como sitio tipo, consta de un montículo que
tiene un diámetro de 75 m, sobre el cual se alzan un centenar de casas.
Momia enjoyada (Museo de América, Madrid). Hallado en la necrópolis de Paracas, este cadáver momificado está envuelto con vendas de colores y engalanado con abalorios de oro a la manera funeraria precolombina.
Oficiante con máscara (Museo Arqueológico, Lima). El detalle de este tejido peruano demuestra que el arte textil ha había alcanzado total madurez en la cultura de Paracas, alrededor del año 300 a.C. En este fragmento, un sacerdote sacrifica varios peces portando una aparatosa máscara cuyos cuernos imitan las formas de dos serpientes.
⇨ Detalle de una cinta con decoración figurativa (David Bernstein Fine Art, Nueva York). Los tejedores de Paracas conocían todas las técnicas textiles y manejaban el soberbio colorido recorriendo ágilmente todas las gamas para formar motivos de extraños personajes (sacerdotes, bailarines, guerreros) en series ritmadas.
Estas son en su mayoría de planta
circular, con cimientos de piedra y muros de barro. Algunos de estos
montículos, como el de Kella-kollu, están circundados por cimientos de piedra.
Esta cultura conocía la fundición del cobre y usaba la obsidiana para fabricar
puntas de flecha, obtenida aquélla de las canteras de Querimita. La cerámica es
lisa y pulida a espátula. Son características de la cultura de Wankarani una
serie de esculturas en piedra que representan cabezas de auquénidos con una
espiga, que al parecer permitía empotrarlas en el suelo. Aunque las hay de
variada calidad, algunas de ellas impresionan por su estilo y fuerza.
La fecha más antigua de la
cultura de Wankarani se remonta al 1100 antes de nuestra era. Al parecer es una
cultura incipiente que no alcanzó su total desarrollo.
En el sitio arqueológico de la
localidad de Chiripa hay un templete semisubterráneo de 23 m X 21,50 m. Es un
patio formado por cuatro muros de contención. Estos muros, de acuerdo con las
formas constructivas de la región, se forman con pilares de piedra entre los cuales
se levanta el paramento de sillar. Este templete representa la fase tardía de
la cultura de Chiripa, pues en estratos inferiores se ve un poblado compuesto
por varias casas de planta rectangular dispuestas en torno a un patio circular.
Estas casas tienen cimientos de piedra y muros dobles, con señales evidentes de
haber tenido nichos y ranuras dispuestas para recibir puertas corredizas.
Debajo de las viviendas hay enterramientos.
⇨ Vaso antropomórfico nazca (Colección Díaz de Medina, La Paz). El cuerpo esférico es característico de muchas cerámicas de la cultura Nazca, careciendo de base y pedestal que lo sustente. Para suplir la falta de equilibrio, el alfarero se limitó a aplanar un poco la redondez de la vasija en su parte inferior, de tal modo que no baile demasiado al apoyarlo en el suelo. La decoración pintada, gracias a un colorido brillante y luminoso, sugiere un esquemático retrato humano, pero el cuerpo no se corresponde con la forma dada de manera previa a la vasija.
La alfarería más antigua es la
que no tiene pintura; después hay un tipo de cerámica pintada, amarillo sobre
rojo. Los motivos son geométricos, preferentemente escalonados. A veces,
muestran decoración incisa con cabezas humanas o zoomorfas modeladas. El apogeo
de esta cultura corresponde al siglo VI antes de nuestra era. Al final del
período formativo, en los albores de las culturas regionales, hacia el siglo I
a.C, surgió al noroeste del lago Titicaca la cultura de Pucará. El sitio
muestra edificios toscos, junto a un centro ceremonial dispuesto en torno a un
patio. Está construido en piedra y tiene escalinatas y muros lisos. En Pucará
hay esculturas importantes relacionadas estilísticamente con Tiahuanaco; la
mejor es la llamada Degollador, que representa un hombre con colmillos
sosteniendo una cabeza cortada.
La cerámica de Pucará está
relacionada morfológicamente con la de Tiahuanaco; su técnica, en cambio, es
incisa y pintada como en Paracas Cavernas. Es frecuente en ella la decoración
de felinos y cabezas humanas.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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