Con
la dinastía de los amorreos, Babilonia se convirtió en la capital de Oriente,
hallando de nuevo la gloria con la efímera restauración del reino neobabilónico
(612 -539 a.C.). En el 625 a.C., Nabopolasar había conseguido fundar una nueva
dinastía babilónica empezando así la segunda edad de oro, la primera fue la de
Hammurabi, el primer gran administrador de la historia. Pocos restos perviven
de al Babilonia de Hammurabi, y los que quedan corresponden al último momento
de esplendor babilónico (siglos VII y VI a.C.), aunque gracias al Código
Hammurabi existe valiosa información sobre la vida social del antiguo Próximo
Oriente.
Entre la Mesopotamia arcaica y la
Mesopotamia neobabilónica, denominada de tal modo por los arqueólogos porque
tuvo su capital en la vieja ciudad de Hammurabi, se produjo una importante
evolución social. En el período neobabilónico la población volvió a
estructurarse en tres capas o grupos, tal como quedó dividida cuando gobernaba
Hammurabi. Básicamente se dividía en peronas libres -diferenciadas por sus
profesiones-, oblatos -dependientes o semilibres, sometidos al estamento
religioso- y esclavos -a veces, simples ciudadanos que perdían su libertad por
no pagar una deuda.
Había otros grupos que no constaban en
el famoso código, y que eran los hombres sin derecho. Eran normalmente soldados
enemigos prisioneros o gente de un pueblo vencido después de una dura batalla.
Por otra parte, la mujer gozaba de los mismos derechos legales que el hombre.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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