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Artistas de la A a la Z

La incidencia del arte pictórico

Se ha hecho hincapié en la influencia que ejercieron los maestros pintores en los temas de la escultura, sobre todo en los relieves, porque era mucho más fácil inventar un tipo en la composición plana que en la escultura, y más fácil asimismo trasladar la pintura a una imagen de poco relieve que a una obra de bulto completo con sus tres dimensiones.

Nada muestra tan claramente lo patético que podía ser el arte griego en esta época como un relieve de origen pictórico en que se representa la triste despedida de Orfeo y Eurídice. Hermes, que acompaña a los desventurados esposos en su viaje de regreso del Hades, asiste con el alma dolorida al terrible adiós. Los dos amantes se miran por última vez como si quisieran recoger con los ojos lo suficiente del ser querido para recordarlo.

Suplicante Barberini (Palacio Barberini, Roma). Esta escultura, antigua réplica de un original en mármol del siglo V a.C., resulta turbadora por el misterio de su actitud. Sucesivamente identificada con la Sibila de Delfos, Dido abandonada, Dánae recibiendo la lluvia de oro, parece que es una suplicante, figura funeraria original de las escuelas fidíacas. El patetismo y discreta sensualidad de su seno descubierto anuncian el nuevo espíritu de la estatuaria griega. La belleza del rostro, en el esplendor de su madurez, ilustra la hermosa frase de Quintiliano de que Fidias, "al traducir con su arte su alta idea de los dioses, enriqueció la religión tradicional". 

En la Stoá Poikilé o Pórtico Pintado de Atenas representó Polignoto, influyente maestro de la pintura, con grandes frescos los tres asuntos heroicos favoritos de esta época: el combate con los centauros, con las amazonas y con los persas.

La decoración de este pórtico fue la obra de toda la escuela de Polignoto. Del combate reñido con las amazonas se tienen algunas indicaciones por figuras que se copiaron y reprodujeron repetidamente en los vasos y aparecen también en colores en un sarcófago etrusco de Florencia. Otros frescos de Polignoto, en Platea, reproducían asuntos de la guerra de Troya, los cuales se copiaron bárbaramente en una tumba monumental de Lidia, que estaba decorada con grandes fajas de relieves. Estos sencillos relieves de la tumba de Giolbashi debían de repetir en su tosca ejecución las composiciones de los frescos de Polignoto. Al igual que los pintores etruscos del sarcófago de Florencia, los escultores semiasiá­ticos de Giolbashi debieron de tener también copias y dibujos del repertorio de los grandes frescos de Polignoto.

Nióbida agonizando (Museo Nacional Romano, Roma). Estatua en mármol del siglo V a.C. que procede de los Baños de Salustio en Roma.



El estilo de Polignoto puede imaginarse más por las descripciones y críticas de los filósofos, como Aristóteles, que por estas pobres copias de cerámica o escultura. Las figuras estaban en un solo plano, y las más lejanas tenían la misma magnitud que las del primer término; sólo unas curvas que querían indicar los accidentes del terreno tapaban las más lejanas hasta medio cuerpo. No había otra indicación del paisaje que algunos árboles, y la perspectiva y el claroscuro faltaban por completo; sus colores eran también los elementales, y los contornos estaban vivamente recortados con el perfil. Pero el valor de estas composiciones monumentales estribaba en la belleza, novedad y movimiento de cada uno de los personajes, y en la disposición y el arte, principalmente en los grupos maravillosos de los héroes, dibujados con una maestría que admiraban todavía los pintores y críticos de los siglos posteriores. Para aproximamos a imaginar lo que serían los frescos de Polignoto podemos valernos de una pintura de Mikón, discípulo de Polignoto, tal como se encuentra trasladada, empequeñecida y empobrecida en un vaso del Museo del Louvre. Representa un episodio del viaje de los Argonautas. Uno de los expedicionarios, el bellísimo efebo llamado Hylas, que iba en la compañía, ha sido seducido y raptado por Plutón; Hércules, que es el más dolorido por la pérdida, discute con sus compa ñeros el modo de rescatar a Hylas.

Orfeo, Eurídice y Hermes (Musée du Louvre, París). Relieve de una estela funeraria en mármol del siglo V a.C. En ella se ve a Orfeo despidiéndose de Eurídice bajo la mirada de Hermes. 
En las artes menores, la supremacía de Atenas resulta indiscutible durante el siglo de Pericles. El dictador hace alusión a este progreso industrial en uno de sus discursos, cuando habla de que las grandes obras por él emprendidas habían producido obreros capaces de trabajar el marfil, el oro, el ébano; carpinteros, albañiles, bordadores, etc. Los artistas superiores del tiempo de Pendes no desdeñan intervenir en el progreso de las artes industriales; así puede verse que por iniciativa del propio Polignoto la cerámica de Atenas alcanza en esta época su perfección de estilo y de técnica. Las escenas llenan todo el vientre del vaso o el fondo de la copa. Pero el gran progreso consiste ante todo en hacerlas destacar claramente sobre un fondo negro, mientras quedan las figuras blancas dibujadas con simples lí neas trazadas con finísimos pinceles.

 Peliké con el Rapto de Tetis por Peleo (Museo Británico, Londres). Hacia mediados del siglo V, los ceramistas áticos sustituyen la técnica de figuras negras sobre fondo rojo por un cambio inverso, llamado eritrográfico. En el rojo natural de la arcilla se siluetean los personajes sobre un fondo de barniz negro. Los detalles, antes grabados a buril, se dibujan mediante finas pinceladas. Más ágil que la anterior, la técnica de figuras rojas permitirá a los ceramistas áticos afirmar más aún su superioridad. Esta pieza es una obra maestra del nuevo estilo.



El traspaso del estilo de cerámica con figuras negras sobre fondo rojo al estilo de figuras rojas sobre fondo negro no se hace sin la resistencia de los aferrados a la tradición. Tenemos vasos -muchos de los cuales estaban firmados- pintados de los dos estilos: un lado con la gama antigua de colores y el otro con la gama nueva. Algunos pintores rezagados continúan decorando vasos con figuras negras, cuando sus contemporáneos han abandonado por completo aquella técnica. Como sucedió en la época anterior, a veces los temas reproducen los grandes monumentos de la pintura al fresco; otras, simples escenas de la vida ordinaria.

Lekitos (Museo Nacional de Atenas). Quizá la forma más elegante creada en los talleres áticos, sean estas piezas de cerá mica que se utilizaron para depositar ofrendas sobre las tumbas. En el fondo blanco de las vasijas se pintaban en vivos colores escenas alusivas a los difuntos y a sus deudos. 
El cambio de la técnica de figuras negras por la de figuras rojas representa un gran progreso; pero la gama simple del rojo y el negro no basta para satisfacer a los aficionados a la cerámica, los cuales en aquella época ven aparecer en los frescos de Polignoto los colores simples vivísimos. Esto es lo que determina la producción en Atenas de una cerámica especial colorida. Se empieza por esmaltar de blanco todo el vaso y después se pintan encima las figuras con los tonos simples, pero fuertes, de la paleta de Polignoto, que se componía del azul intenso, el carmín y el ocre. Estas bellas obras de cerámica nunca fueron de uso industrial o doméstico: se usaron tan sólo para regalos y principalmente como objetos votivos para las tumbas; adoptaban, por lo común, la forma de lekitos, esto es, de un jarro alargado cuyo grueso vientre cilíndrico se prestaba a pintar en él las figuras del difunto y de algunos de sus deudos, que llevan las ofrendas. Otros vasos eran objetos preciosos de tocador.

Fuente: Historia el Arte. Editorial Salvat.

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