Dos escenas decoran las
caras de la ánfora conservada en el Vaticano:
el regreso de Cástor y Pólux recibidos por sus padres, y en la otra, la más
conocida, Aquiles y Áyax jugando a los
dados, las cuales evidencian las cualidades técnicas de su autor.
La cerámica griega pintada es el testimonio
gráfico que mejor refleja las creencias y la vida cotidiana de la época. Fue un
soporte privilegiado para la representación de mitos, leyendas y formas de vida
del pueblo griego. Pero el repertorio temático se centró principalmente en los
episodios mitológicos extraídos de los grandes poemas de Homero y Hesíodo,
concretamente solían representarse figuras de héroes y dioses en escenas de
luchas épicas. En cambio, Aquiles, el más célebre y valiente de los héroes
griegos, aparece en este hermoso vaso de cerámica ática de figuras negras,
jugando a los dados con Áyax en un descanso de la guerra de Troya.
Esta escena consagra a Exekias, pintor y
ceramista ateniense del siglo VI a.C. , como el artista de vasos más importante
e influyente entre los que cultivaron la técnica de figuras negras. La
composición está equilibrada, las dos figuras aparecen dibujadas con elevada
precisión en una disposición de gran elegancia.
De las nueve obras existentes de su
producción, que se sabe fueron pintadas por él, ésta es la más destacable y
relevante, donde sobresale su estilo más personal basado en la estilización, la
plasticidad y el cromatismo de la composición.
Aparte del virtuosismo en la reproducción de
los detalles, resulta admirable la veracidad de la escena, sobre todo, por la
manifestación de la tensión interior de los personajes al debatir los lances de
las tiradas. Es un contraste gracioso verlos con sus lanzas entreteniéndose en
un simple juego de azar.
Las diagonales, triángulos y el gran motivo
central en uve que forman las lanzas, denotan la claridad lineal y la
perfección del dibujo del gran maestro Exekias.
La técnica de figuras negras partía de un
esquematismo que progresivamente experimentaría una transformación hasta el
desarrollo de los modos más libres y naturalistas de la técnica de figuras
rojas. Sin embargo, en la presenta obra ya se percibe esa evolución.
La cerámica es un referente imprescindible
para el conocimiento de la pintura en la antigua Grecia. La composición de la
figuras permite integrarlas en un sistema decorativo geométrico en estricta
relación con la forma del vaso. En este caso, los guerreros mitológicos Aquiles
y Áyax, se insertan admirablemente a lo largo de la circunferencia del ánfora.
Esta, y otras obras, muestran como los vasos
griegos no eran simples creaciones utilitarias sino que a menudo eran
verdaderas obras de arte.
La cerámica griega no sobresal ió únicamente
por la riqueza y variedad de sus elementos decorativos sino también por la
diversidad formal de los recipientes y por la complejidad estructural de
algunos de ellos. Cada vaso tenía sus funciones específicas y a ellas se
adaptaba su configuración.
Procedente de Vulci, el ánfora realizada con
terracota hacia el 550-530 a.C., se guarda en el Museo del Vaticano, en Roma.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat